MEDITACIÓN BUDISTA ZEN

VEN. DR. JINSIM HYOENJIN: arzobispo y maestro guía de la sangha Meditación Budista Zen, recibió Transmisión el 27 de marzo 2021 e Inga el 16 de julio 2017, y recibió los 250 votos del Bhikshu (monje) el 22 de julio 2016 por el Ven. Dr. Wonji Dharma.

Ven. Jinsim Hyoenjin es originalmente de Kansas City, Missouri, USA y ha vivido en Guadalajara, México desde 2000. Tiene más de 45 años experiencia en meditación, dos maestrías (psicología y estudios budistas), y un doctorado de Psicología Oriente-Occidente investigando métodos de meditación en las tradiciones espirituales del Oriente.

Ven. Jinsim Hyoenjin imparte clases, conferencias universitarias, charlas Dharma, retiros y talleres sobre el buda-dharma además de citas individuales para orientación y estudio personalizado.

Un arzobispo (maestro zen superior) es un obispo que, habiendo recibido Inga y Transmision de Dharma, preside varias diócesis en una gran región. Este puesto incluye algunas responsabilidades de supervisión tanto de las diócesis como de los obispos de esa región. Un arzobispo sirve como guía o instructor en asuntos religiosos; y a menudo es el fundador o líder dentro de una Orden. Además, el Colegio de Arzobispos actúa como un Consejo Rector igualitario para la Orden Zen de las Cinco Montañas.
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miércoles, 23 de septiembre de 2015

LAS SEIS PERFECCIONES Charla Dharma 20/SEP/2015


LAS SEIS PERFECCIONES
Charla Dharma 20/SEP/2015
Rev. Dr. Hyonjin Prajna

 
“El propósito del zen es el perfeccionamiento de carácter.”
Yamada Koun Roshi
 

Para liberarnos de sufrimiento, hay que despertarse a su naturaleza búdica aquí y ahora, y luego cultivar esta realización mediante el perfeccionamiento de nuestro carácter, así  eliminando los patrones negativos de pensar, los que obstaculizan nuestra verdadera naturaleza brillar. Este perfeccionamiento es lo que se llaman las paramitas. Sin embargo, no queremos caer en los extremos de rigidez o crítica de nosotros ni de otros. Mejor seguir el camino medio con paciencia, tolerancia, y compasión. Nos requiere el reconocimiento que somos todos seres humanos con deficiencias, sin que este hecho nos desanime. Hay que tener una actitud de perfeccionamiento moderado, una consciencia de ética desarrollada, y la confianza de que somos todos Buddhas. 

La primera paramita es DESAPEGO en la cual dejamos ir los 3 venenos de codicia, ira, y engaño, siempre buscando el camino medio, evitando los extremos de austeridad y pereza. Por ejemplo, a veces me molestan detalles de mi pareja, como cuando el volumen del Tele es demasiado alto y estoy tratando de estudiar. Tengo que abstenerme de reaccionar con una palabra grosera o tono de voz agresiva, esperando unos momentos para tranquilizarme, y luego pedir de una manera suave que baje el volumen.  Así, me salvo de mucha karma negativa.

La segunda paramita es MORALIDAD,  la ética del Dharma y los preceptos. Mi responsabilidad es internalizar esta ética, encontrando su verdadero origen en la mente, y así hacerlos más familiar, algo natural para practicar en la vida cotidiana. Por ejemplo, cuando el otro día una mariposa negra entró en la casa, mi pareja reaccionó con aversión y miedo. Para mí, ni lo pensé, y le atrapé en un bote, liberándola afuera. Tantas veces había practicado liberación de bichos en la casa en vez de matarlos, que ya es una cosa casi automática. Podríamos decir que esta norma de ética de no matar está formando más y más parte de mi carácter.

La tercera paramita es ECUANIMIDAD, la que significa que nada te desequilibra, incluso en medio de la agonía, la mente grande puede ser completamente calmada, como lo profundo del océano durante una tormenta. Hace unos días un amigo fue asaltado por unos hombres. Sufrió golpes y le robaron su carro y algunas pertenecías. Aunque sentí mucha pena por lo que mi amigo pasó, me di cuenta que lo que él necesitaba en este momento fue confort y compasión. En vez de perderme en emociones de preocupación y miedo, pude mantener el enfoque en mi amigo y lo que él requería en este momento, lo de apoyo, empatía, y compasión. Después de invitarle a tomar un té, sentarse y platicar un rato, pudo aclarar lo que le había pasado, entender su estado emocional de trauma y shock, y sus planes para cuidar y recuperarse en el futuro. Se sintió aliviado por haberme visitado y me di cuenta que esto es lo que significa ser bodhisattva, puesto que no hice nada, sin embargo, todo surgió en el momento en respuesta al contexto de la situación de un robo y asalto, la relación entre mi amigo y yo, y la función de aliviar su dolor y sufrimiento.  Ya no fui el maestro con su alumno, sino un ser humano reconfortando a otro ser humano en un momento de crisis.

La cuarta paramita es ENERGÍA o ACCIÓN. Significa que estamos aprendiendo a actuar sin ego según la situación, relación, y función. Como en el ejemplo anterior, estamos aprendiendo a prestar atención a este momento presente, viendo la verdad de las cosas tal como son, poniendo nuestras propias necesidades a un lado por un momento, para atender a lo que nos presenta el Universo en este momento. Así, se aprende cómo actuar desde el corazón, con empatía y compasión. Para hacer esto, no puedes aferrarte a ninguna cosa ni idea para que manifiestes la mente del bodhisattva.

La quinta paramita es MEDITACIÓN donde se aprende con más y más habilidad de enfocar la mente con lucidez y calma mediante atención vigilante. El ejemplo perfecto de esto sería la imagen de Buda sentado tranquilo, espalda erguida, piernas cruzadas, alerta y tranquilo. Cultivamos plena atención sobre nuestros cojines para que luego pudiéramos levantarnos y entrar en el mundo cotidiano con la misma atención en cada momento, atento y cuidadoso en lo que pensamos, hablamos, y hacemos, liberándonos de nuestra karma en el proceso.

Por fin, la sexta paramita es REALIZACIÓN, conocida como prajña o sabiduría innata que surge desde nuestra naturaleza búdica, la Esencia de todo. Nos damos cuenta que somos íntimamente identificados con el pájaro y su canto. Que la carcajada compartida con un amigo no tiene dos, es simplemente carcajada riéndose en el momento. Somos uno con el florero rompiéndose en añicos en el piso, como me pasó hace unos días. Una vendedora de flores llegó a mi puerta, y compré un ramo magnífico de flores para mi altar. Estaba un poco apresurado cuando puse rápidamente las flores en un florero de vidrio al lado del lavabo de la cocina, pensando que iba a llenarlo con agua justo después de pagar la vendedora en la puerta. Me volteé para alcanzar mi cartera, y en este momento oí el florero caer, primero sobre la mesa, y luego en el piso, rompiéndose en mil pedazos. Había un momento en que la mente chica se rindió a la experiencia directa del florero simplemente cayendo y rompiéndose.  Me experimenté  cómo florero liberándose de su forma de recipiente, sin pensar en las consecuencias, ni si es bueno o malo, simplemente un “crash”, y mi mundo en este instante fue destrucción. ¿A dónde se fue el florero? Simplemente había regresado al vacío, cambiando una forma por muchas otras formas de pedazos esparcidos por todo el piso. Nunca florero había existido cómo una cosa permanente y aislado. Fue íntimamente conectado a mi momento de descuido, condiciones previas de apresuramiento, y desequilibrio de flores largos metidas adentro con prisa. En vez de perderme en remordimiento y pena por mi torpeza, había un momento de ser uno con la experiencia, y me sentí extrañamente aliviado, rindiéndome a algo único en este momento, extraordinario y simple a la vez, la vida viviéndose en su transformación de una forma a otra.  Por un instante, Hyonjín se había desvanecido, liberado de su florero de cuerpo y conceptos, y todo era uno con el mundo tal cómo es. Como dijo el maestro Yuanwu Kegin: “Al soltar tu asidero en el precipicio, te conviertes en el dueño de tu propio destino; a morir y luego volver a la vida, nadie puede entonces engañarte.” Practicamos las paramitas perfeccionándonos para revelar Esencia, primero olvidándonos a nosotros mismos y luego confiando en los demás, lo que revela a otros su propia esencia y ellos reflejando la nuestra.  Realizarse es tranquilizar la mente lo suficiente, quedándose atento a cada momento, para que el universo de 10,000 cosas nos enseñe todo.


Bibliografía
Aitkin, Robert. (1984). The Mind Of Clover: Essays in Zen Buddhist Ethics. North Point Press: New York.

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