MEDITACIÓN BUDISTA ZEN

VEN. DR. JINSIM HYOENJIN: arzobispo y maestro guía de la sangha Meditación Budista Zen, recibió Transmisión el 27 de marzo 2021 e Inga el 16 de julio 2017, y recibió los 250 votos del Bhikshu (monje) el 22 de julio 2016 por el Ven. Dr. Wonji Dharma.

Ven. Jinsim Hyoenjin es originalmente de Kansas City, Missouri, USA y ha vivido en Guadalajara, México desde 2000. Tiene más de 45 años experiencia en meditación, dos maestrías (psicología y estudios budistas), y un doctorado de Psicología Oriente-Occidente investigando métodos de meditación en las tradiciones espirituales del Oriente.

Ven. Jinsim Hyoenjin imparte clases, conferencias universitarias, charlas Dharma, retiros y talleres sobre el buda-dharma además de citas individuales para orientación y estudio personalizado.

Un arzobispo (maestro zen superior) es un obispo que, habiendo recibido Inga y Transmision de Dharma, preside varias diócesis en una gran región. Este puesto incluye algunas responsabilidades de supervisión tanto de las diócesis como de los obispos de esa región. Un arzobispo sirve como guía o instructor en asuntos religiosos; y a menudo es el fundador o líder dentro de una Orden. Además, el Colegio de Arzobispos actúa como un Consejo Rector igualitario para la Orden Zen de las Cinco Montañas.
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sábado, 10 de octubre de 2015

UNA VACA SIN FOSAS NASALES Charla Dharma 11/OCT/2015


UNA VACA SIN FOSAS NASALES:
La Historia de Kyong Ho
Charla Dharma 11/OCT/2015
Rev. Dr. Hyonjin Prajna


“Al oír a alguien decir Una vaca sin fosas nasales,’ me di cuenta de la verdadera mente, donde no hay nombre ni forma.

-Maestro Zen Kyon Ho (1849-1912)


Kyong Ho jugó un papel muy importante en el reavivamiento de la tradición zen en el Budismo Coreano a principios del siglo 20. Nació en una familia pobre, y cuando tenía 9 años, su papá murió. Por eso, él y su mamá tuvieron que ir a vivir en un templo zen para sobrevivir. Mientras que la mamá ayudaba con los quehaceres del templo, Kyong Ho se convirtió en un monje novicio. Era un prodigio en aprender las enseñanzas budistas, además de las filosofías del Taoísmo y Confucionismo, y dominó la lengua China. Daba conferencias sobre las escrituras budistas y recibió honores como un gran profesor en el seminario. Al cumplir 29 años, ya fue famoso por toda Corea por su conocimiento. Pero a los 30 años, tuvo una experiencia que cambió su vida por completo.

Kyong Ho decidió viajar a la capital Seoul, donde planeaba visitar uno de sus maestros anteriores. En el camino, surgió una gran tormenta, y buscó refugio en una casa pequeña. Al entrar en la casa, descubrió, a su horror, que estaba llena de cadáveres, y se dio cuenta que todos se habían muerto en el pueblo por el cólera. En este momento preciso, le cayó el veinte, y tuvo una revelación sobre lo que significa la impermanencia de la vida. Pero debido a su miedo frente a los cadáveres, se dio cuenta que no había logrado la mente búdica todavía.  Así que abandonó su viaje, volvió al templo, y dimitió su puesto en el seminario. Se puso dentro de una ermita para meditar intensivamente día y noche con monjes trayéndole su comida cada día para que pudiera seguir meditando sin interrupción. Cuando sentía sueño, se picó con objetos afilados para despertarse.

Un día, después de haber pasado tres mesas en retiro, el monje novicio atendiéndole se fue al pueblo para comprar provisiones, donde se topó con un amigo laico de Kyong Ho. El amigo le preguntó cómo estaba Kyon Ho, puesto que se había enterado de que el maestro se había dimitido su puesto en el seminario. El novicio respondió que Kyong Ho estaba practicando muy, pero muy duro, así que sólo se sienta, come y se acuesta. Escuchando esto, el amigo laico dijo, “Bueno, si sólo se sienta, come, y se acuesta, Kyong Ho renacerá como una vaca.”

Hay que entender que en Corea, según la tradición budista, hay una enseñanza que dice, “Cuando un monje muere, renace como una vaca sin fosas nasales.” Sin embargo, el monje novicio no entendió esto, y se molestó diciendo, “Kyong Ho es uno de los mejores maestros budistas en toda Corea,” declarando “¿Cómo puedes decir que renacerá como una vaca?”

Con esto, el amigo laico respondió, “No, eso no es la forma correcta de responder a mi comentario. Debería haber dicho, ‘Si Kyong Ho renace como una vaca, ¿va a nacer cómo una vaca sin fosas nasales?’” Pero el monje no entendió lo que el amigo laico estaba diciendo, y volvió a la ermita para contar a Kyong Ho lo que había pasado. Cuando llegó a la parte de la historia donde el amigo laico dice “nacer como una vaca sin fosas nasales,” Kyong Ho tuvo un despertar, su mente abriéndose por completo, y terminó su retiro.

Otra traducción de esta misma línea clave es, “aunque pueda renacer como una vaca, no hay lugar para las riendas.” En la Asia, las vacas o bueyes se atan por un anillo en las narices. Así que la expresión “no hay lugar para las riendas” es un imagen de libertad. Si no tienes riendas, no te pueden jalar de un lado a otro. Es decir, que no estás apegado a las kleshas de deseo, aversión, y engaño. Si el buey representa la mente, significa que tu mente está completamente libre.  

La realización de Kyong Ho fue confirmado por otros maestros zen del monasterio, y a partir de entonces, Kyong Ho seguía cultivando su despertar. Pasaba algunos años viajando por toda Corea, animando y enseñando a los monjes y las monjas en su práctica, y estableció varios centros donde los laicos y clérigos pudieron practicar juntos.  Pero a los 56 años, abandonó sus responsabilidades oficiales, y se fue a vivir en un pueblito aislado de pescadores donde dejó de vestirse como monje y se dedicaba simplemente a enseñar a los pobres niños y niñas a leer, sentándose en la plaza central platicando con los aldeanos sobre la política y asuntos del mundo, y de vez en cuando, ayudándoles en los campos. A sus 64 años, pidió a dos de sus discípulos principales que vinieran al pueblo, y les leyó un poema que había escrito:

“La luz de la luna de la mente clara
Bebe a todo en el mundo.
Cuando la mente y la luz desaparecen,
¿Qué…es…esto…?

Poco después de leer su poema, murió.

La vida de Kyong Ho demuestra perfectamente los 10 dibujos tradicionales del pastor del buey, los cuales representan las fases en el camino a la realización. La primera parte de su vida tuvo que domar al buey de su mente, atando y cultivándolo con su práctica y estudios del Dharma. Luego, se liberó el buey de sus riendas, y como un niño montando el buey domesticado, los dos van de un lado a otro, el buey llevando a su amo a casa. En cierto punto de su desarrollo, Kyong Ho se dejó llevar a todos lados del país, enseñando a monjes, monjas, y laicos las enseñanzas del Dharma. Finalmente, el buey y el niño descansan en un campo en la sombre de una árbol, los dos juntos pero sin preocuparse el uno del otro, todo tranquilo y hermoso. Kyong Ho pasó la última parte de su vida soltando toda atadura de su vida anterior, mientras que seguía ayudando a la gente según las circunstancias a su alrededor. Y como en los dibujos del pastor del buey, se ve al final simplemente un círculo zen, y luego la página en blanco. El poema final de Kyong Ho revela su comprensión final, esta luz de la luna que bebe el mundo entero de ideas y formas. Ya, acercándose a la muerte, no hay ni luz ni mente, no hay vaca ni riendas ni fosales nasales, no hay nada atar, no hay nada domar, y así se vuelve a casa. Y desde su hogar original surgió la pregunta, “¿Qué…es…esto?”, seguido por Silencio.

Bibliografía
Shrobe, Richard. (2004). Don’t Know Mind: The Spirit of Korean Zen. Shambhala: Boston and London.

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