MEDITACIÓN BUDISTA ZEN

VEN. DR. JINSIM HYOENJIN: arzobispo y maestro guía de la sangha Meditación Budista Zen, recibió Transmisión el 27 de marzo 2021 e Inga el 16 de julio 2017, y recibió los 250 votos del Bhikshu (monje) el 22 de julio 2016 por el Ven. Dr. Wonji Dharma.

Ven. Jinsim Hyoenjin es originalmente de Kansas City, Missouri, USA y ha vivido en Guadalajara, México desde 2000. Tiene más de 45 años experiencia en meditación, dos maestrías (psicología y estudios budistas), y un doctorado de Psicología Oriente-Occidente investigando métodos de meditación en las tradiciones espirituales del Oriente.

Ven. Jinsim Hyoenjin imparte clases, conferencias universitarias, charlas Dharma, retiros y talleres sobre el buda-dharma además de citas individuales para orientación y estudio personalizado.

Un arzobispo (maestro zen superior) es un obispo que, habiendo recibido Inga y Transmision de Dharma, preside varias diócesis en una gran región. Este puesto incluye algunas responsabilidades de supervisión tanto de las diócesis como de los obispos de esa región. Un arzobispo sirve como guía o instructor en asuntos religiosos; y a menudo es el fundador o líder dentro de una Orden. Además, el Colegio de Arzobispos actúa como un Consejo Rector igualitario para la Orden Zen de las Cinco Montañas.
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lunes, 17 de diciembre de 2012


CLUB DE LECTURA DE LIBROS

FORMÁNDOSE



Un club de lectura de libros está formándose para enero. El primer libro será La Brújula del Zen del renombrado maestro iluminado Seung Sahn. En la portada del libro se escribe:

"Este maestro es el primer Maestro Zen coreano que enseña en Occidente.  Ha impartido enseñanzas en Corea, Japón y, desde la década de los años setenta, en nuestro ámbito cultural.  Sus enseñanzas enlazan con las de los Maestros zen auténticos y se remontan a las del mismísimo Bodhidharma, constituyendo uno de los pocos ejemplos de un zen contemporáneo basado en un linaje genuino que enlaza con lo mejor de la tradición zen clásica, presentándola de un modo asequible y muy útil para nuestro mundo actual."

"La Brújula del Zen constituye una presentación sencilla, clara, y a menudo divertida, de las enseñanzas esenciales de las principales tradiciones budistas - culminando en el zen - a cargo de uno de los maestros zen más destacados de nuestra época.  En sus numerosos años de impartir enseñanzas por todos el mundo, el Maestro zen Seung Sahn ha sido reconocido por su capacidad de llegar a la esencia del budismo de un modo directo y claro que es fruto de su actividad iluminada.  En este libro basado en sus charlas, nos presenta las enseñanzas esenciales del budismo de un modo rico y accesible tanto para principiantes como para estudiantes veteranos." 

Se planean estas reuniones para los jueves de 6:00 PM a 8:00 a partir del 10 de enero con un costo de aportación voluntaria.  Los interesados favor de ponerse en contacto con Rev. Hyonjin para reservar su plazo y para conseguir los materiales del curso. Las reuniones incluyen una sesión de meditación seguida por la plática sobre el libro.  Nos reuniremos en 8 sesiones para estudio del libro, con guias para la lectura y preguntas para considerar.  Para participar, se espera que cada miembro pueda dedicar por los menos 2-3 horas de lectura semanal, y comprometerse a las 8 reuniones. Para más información, favor de llamar a            (33) 1523-7115       o escribe a ozmoofoz@gmail.com

miércoles, 21 de noviembre de 2012

La Perla Inapreciable

LA PERLA INAPRECIABLE
Rev. Hyonjin Sunim
Meditación Budista Zen (MBZ)
Orientación Espiritual
Teléfono: (33) 1523-7115
Web: meditacionbudistazen.blogspot.com
Correo: ozmoofoz@gmail.com



Cuando hacemos reverencias a una imagen del Buda, no estamos dirigiéndonos ni a la imagen, ni a la persona de Shakyamuni, un hombre que vivió hace 1,500 años.  Estamos dirigiéndonos a una potencia universal, la fuerza de la vida, lo que no tiene forma ni comienzo ni fin, pero de lo que se surgen todas las formas, en cada momento, manifestándose como el Universo entero y todo lo que contiene. Somos esta fuerza, que los budistas nombran como dharmakaya, vacío, Consciencia Cósmica, o Buda.  De hecho, somos todos Buda, tenemos todos una Naturaleza Búdica viviente dentro de nosotros.  Mientras que no experimentamos esta Naturaleza Búdica directamente, somos como dormidos a nuestra Verdad. Esta Budeidad está revelándose en cada momento, intentando a enseñarnos un sin fin de lecciones.  Puesto que el Buda no se limita a la forma de Shakyamuni, nos puede seguir enseñando todo el tiempo, en toda cultura, en todo momento.  Por tanto, siglos después de su paranirvana, o muerte física, el Buda Cósmico continua enseñando con escrituras y sutras de su Dharma.
En el Sutra del Loto, el Buda usa medios hábiles para enseñarnos la Verdad de nuestro ser: todos poseemos un tesoro inapreciable en nuestro interior.  Utiliza una parábola para describir un hombre pobre e ignorante de su tesoro. Este hombre pobre, emborrachándose de vino con un amigo cercano, se quedó dormido. No obstante:

...Su amigo que está a punto de irse en un viaje de negocios, queriéndole hacer un regalo y viendo que estaba dormido, le cose una perla preciosa dentro de su ropa, y entonces se va.
          Esa persona, que está en un estado de borrachera, no está consciente de nada. Al despertar, se prepara para seguir su camino y llega a otro país donde para obtener ropa y comida, pone grandes esfuerzos y pasa grandes trabajos, y de esa forma, se contenta con lo poco que puede obtener.
          Más tarde, se encuentra de nuevo con su amigo cercano y éste le dice: “¡Hola amigo! ¿Cómo es que tú, por el beneficio de la ropa y la comida has llegado a esto? Hace mucho tiempo, deseándote paz, felicidad, y el disfrute de los Cinco Deseos, en tal y tal día, mes y año, te coloqué cosiéndotela en tu ropa, una perla de inapreciable valor. Desde ese momento hasta ahora, ha estado presente, pero tú no lo sabías. Así que has trabajado duro y sufrido para ganarte la vida. ¡Qué estúpido has sido! Ahora puedes coger esa joya y cambiarla por lo que necesitas, y con ella siempre tendrás lo que deseas y no te faltará nada.” (Loto, 8:8)

El sentido de la parábola es que todos somos este hombre pobre, recorriendo todo el mundo sufriendo, vida tras vida, sin entender el porqué.  Su amigo es el Buda, la dharmakaya, o la Verdad del Universo, cuidándonos e revelándonos la Verdad. Imagínense la alegría de este hombre pobre al descubrir su riqueza de la perla, terminando todas sus penas.  De la misma forma, nos alegramos al descubrir que tenemos un tesoro siempre dentro de nosotros, el tesoro de nuestra Budeidad, escondida pero siempre real, existiendo aquí y ahora, nuestra Naturaleza Búdica.  Al despertarnos a este hecho, acompañado con suma alegría, es lo que se llama Iluminación (Williams, 156). 
            La Sutra Surangama también hace referencia a esta parábola.  Nos señala que la gente deseando riqueza material, honor, entretenimiento y placeres, no se dan cuenta que estos logros mundanos no sean la riqueza ni el honor verdaderos. La gente la más pobre son los que no reconocen la Verdad y no entienden que su verdadera naturaleza es como una perla inapreciable, aunque encubierta y escondida.  No entienden que su naturaleza verdadera es igual a la del Buda, la suprema, pura y luminosa Mente. Nunca se ha perdido, es intrínsecamente nuestra. Si practicamos las enseñanzas del Buda, su Dharma, confiándonos cien por ciento a ellas, comprenderemos que nuestra verdadera naturaleza es intrínsecamente dentro de nosotros. Descubrimos nuestra riqueza innata, la que es la más valiosa del Universo. Al terminar la confusión de la mente, eliminando los pensamientos desordenados, se obtiene la riqueza y el honor supremos (Surangama, IV: 4:162).
¿Pero como hacerlo? Se lo hace practicando Zen, sentándose diariamente en meditación observando los pensamientos formándose en la mente chica.  Sin embargo, según Chinul, un maestro Son (Zen Coreano) del siglo 12, la Iluminación no es algo que tarda años en realizar. Es solo una cuestión de comprender que la mente normal es luminosa, lúcida, y tranquila.  La mente apegada a la dualidad y la discriminación es anormal. Al momento que se sienta y se abre a la calma lúcida de la mente, se percibe la Iluminación repentina.  El problema no es experimentar la Iluminación, sino la cultivación gradual de esta experiencia para eliminar todos nuestros hábitos mentales, las que obstaculizan nuestra plena y libre expresión de la Naturaleza Búdica. Los pensamientos basados en codicia, ira y confusión son los que pertenecen al ego, un conjunto de sensaciones, percepciones, e impulsos experimentados desde nuestro nacimiento, basados en patrones heredados de vidas anteriores, o sea, nuestro karma. Estos hábitos mentales nos causan sufrimiento, descontento, e insatisfacción en la vida cotidiana.  Inconscientemente nos identificamos con estos hábitos, nos identificamos con el ego.  Pero el ego no es real, no es nuestro verdadero Yo. 
Es como si estuviéramos un mensajero de la corte real soñando que estamos encarcelados con cadenas perpetuas, sufriendo por nuestro dolor y ansiedad.  En nuestro sueño de prisión, planeamos cien formas de como escapar. Pero de repente, alguien nos despierta, dejándonos ver que todo fue solo un sueño. Siempre éramos libres y en casa, felices y contentos, con riqueza y honor, iguales a todos los de la corte real.
En esta metáfora, el mensajero real es nuestra Naturaleza Búdica.  El sueño es nuestro delirio. La cárcel es nuestra prisión del ego atrapándonos en sufrimiento. Los candados y cadenas son nuestros apegos a la codicia y el deseo.  Nuestra ansiedad y dolor son nuestras consecuencias del karma.  Las cien formas de escape son nuestros informes sobre el Dharma del Zen y nuestras ganas de cultivar la práctica. Alguien le despierta de su sueño, símbolo de nuestros amigos ayudándonos en despertar a la realidad, como nuestros maestros y guías espirituales.  El despertar repentino es la mente abriéndose al escuchar el Dharma. Viéndose significa que se ve su Yo verdadero, su Naturaleza Búdica.  El hecho de que se da cuenta que siempre ya estaba en casa significa que todo siempre es vacío, tranquilo y calmado del Infinito.  Siendo felices y contentos significa la alegría de Nirvana, la esencia perfecta de lo que somos de verdad.  Nuestra riqueza y honor significa que siempre teníamos esta esencia con cualidades meritorias y funciones sublimes.  El hecho de que somos iguales a todos de la corte real significa que somos iguales a todos los Budas en todos los tiempos con la misma Naturaleza Búdica intrínseca y eterna (Buswell, 1992). 

Pero no es suficiente solo descubrir y ser consciente de esta esencia inappreciable dentro de nosotros.  Tenemos que aplicar este conocimiento a la vida cotidiana, utilizandos nuestra energía y compromiso para la disciplina a la prácitica diaria. El Roshi Meiten McGuire hace referencia a esta disciplina diaria cuando escribió:

Mi primera maestra espiritual solía decir que ‘La Perla inapreciable tiene un precio.’ La perla inapreciable trae ‘la paz que va más allá de la comprensión intellectual,’ la alegría quieta o exuberante la que viene cuando tocamos el lugar de la Verdad spiritual – la realidad la que es la justa fuente de nuestro ser. Es indescriptible, inefable. Como uno de mis maestros decía, ‘No se puede enseñarlo, sino sí se puede experimentarlo.’ Los grandes maestros espirituales solo pueden señalar el camino porque es justo dentro de nuestro cuerpo-mento que la confusión y la solución se encuentran. Esta es la segunda disciplina, manteniendo o sosteniendo nuestra práctica spiritual a pesar de todas las dificultades que surgieran.     (McGuire, 16-17)

Esta es de verdad el corazón de la parabola, que no solo tenemos esta perla inappreciable esencia de Mente Búdica, sino que debemos aplicarlo a nuestras vidas a diario por medio de nuestra práctica continua enfrentando las kleshas, o hábitos mentales, las que obscurecen su realización plena.  Al descubrir la verdad inicial de nuestro Yo verdadero, el trabajo diario comienza de atención vigilante, conscciencia, y nuestra capacidad de soltar el condicionamiento viejo, el que tomamos por real, creyendo que somos defectuosos, pobres, y mendigos en el mundo, y que tenemos que sufrir para subsistir.  Sin embargo, tenemos que redescubrir continuamente este tesoro por medio de sentarnos a diario, abriendonos a la Verdad de quienes somos, Uno con el Infinito, en paz en nuestros corazones, y activos en el mundo ayudando a los demás realizarse a la alegría verdadera.
          Cultivando esta realización, poco a poco, por nuestro esfuerzo, valor, y práctica gradual, nos volvemos Bodhisattvas, como santos en camino de la perfecta expresión de su Budeidad, ayudando a todos para que logren su propia perfección. Es el regalo del Universo a Sí Mismo, La Perla Inapreciable.   

Bibliografía
             Buswell, Robert E. (1992). Tracing Back the Radiance: Chinul´s Korean Way of Zen.
          “Excerpts from the Dharma Collection and Special Practice Record.” University
           of Hawaii Press: Honolulu.
McGuire, Rev. Meiten. (2008). Reflections on the Path: Zen
          Training in Everyday Life. Vancouver Island Zen Sangha Publishing:
          Canada  
            Sutra del Loto. “Quinientos Discípulos Reciben Predicciones.”   
            The Surangama Sutra: A New Translation. (2009). Buddhist Text Translation Society:
          Ukiah, California. 
            Williams, Paul. (2009) Mahayana Buddhism: The doctrinal foundations. Second Edition.
          Routledge Publishers: New York. 

Las Cuatro Formas de Ira

LAS CUATRO FORMAS DE IRA
Rev. Hyonjin Sunim
Meditación Budista Zen (MBZ)
Orientación Espiritual
Teléfono: (33) 1523-7115
Web: meditacionbudistazen.blogspot.com
Correo: ozmoofoz@gmail.com


¿Qué es la ira y como nos causa sufrir? Más importante aún, ¿cómo podemos liberarnos de la ira, transformándola al amor y la compasión? La ira es uno de los tres venenos, junto con la codicia y el delirio, los que nos causan mucho sufrimiento, o insatisfacción, en nuestras vidas. En las enseñanzas del Zen, hay seis reinos que se manifiestan como proyecciones de nuestra mente, uno especificamente formado por nuestra ira, resultando en la experiencia de la vida como un infierno.  No es un castigo por malas acciones, sino un filtro mental del que se proyecta al mundo exterior, basado en egoismo, agresión, y frustración.  Es el momento en que nos perdimos en una paranoia discriminando entre un yo no-existente y otros como nuestros enemigos.  Percibimos el mundo como separado de nosotros, creando prejuicios contra la gente como mala, desagradable, o inferior. Por esta discriminación mental, comenzamos a pensar de una forma negativa, resultando en palabras o acciones agresivas.  Es la ley del karma: lo que pensamos es lo que creamos en el mundo, volviéndonos experiencias iguales a lo que hemos creado con nuestras intenciones manifestándose en nuestros pensamientos, habla y acciones.  A pesar de que el mundo es ni bueno ni malo, perfecto como es, la forma en que lo experimentamos es nuestra propia proyección, un aspecto de los hábitos mentales, o sea, el ego.  Sin embargo, el ego no es real, en el sentido de una cosa permanente, aislado, o invariable.  Es solo un conjunto de ideas formando hábitos de pensar. Es posible cambiar estos hábitos para experimentar la vida directamente, sin filtros de descontento o insatisfacción. 
Lo que hacemos es lo que recibimos, la ley del karma.  Cuando estamos apegados a pensamientos de agresión, proyectamos esta agresión al mundo exterior. Lo que percibimos entonces es un mundo hostil, agresivo, y amenazante. Esta percepción del mundo es como un infierno.  Sufrimos físicamente y emocionalmente debido a esta tendencia mental.  Más que se experimenta el mundo así, más negativos se ven nuestros pensamientos, y más se contribuyen a un mundo de negatividad.  No hay fin a este círculo de agresión interior manifestandose en agresión exterior.  Sea lo que sea, no se puede eliminar la amenaza exterior por medio de la agresión interior. Solo se crea más agresión en general. La ira causa más ira en todos lados.  Más que intentamos a matar al enemigo imaginario, más se vuelve a crecer. Así, creamos nuestro propio infierno.
Todos experimentamos situaciones difíciles en nuestras vidas.  El hecho de que un evento negativo nos surge de la nada, digamos una infancia abusiva, es resultado de intenciones negativas en una otra vida anterior, formando hábitos mentales que llevamos de una vida a otra.  Cuando nacemos, tenemos la oportunidad de rectificar el karma negativo basado en nuestra forma de pensar, dándonos la oportunidad de rectificar el karma que habíamos creados antes por nuestras intenciones agresivas.  Si habíamos maltradado a alguien en otra vida, nacimos para recibir el mismo tratamiento esta vida, dándonos la posibilidad de purificar nuestra karma y vivir en paz.  Sin embargo, por ignorancia, tendemos de perpetuar ideas y pensamientos negativos creando nuevo karma negativo, formando una nueva vida en que tenemos que enfrentar nuestros hábitos mentales, los que siguen causando sufrimiento a nosotros y a los demás. Cuando reaccionamos con ira, codicia, o confusión, el ciclo de karma comienza una y otra vez, formando una nueva vida, un nuevo cuerpo, y una nueva personalidad.  No somos malos por haber creado esta cadena de sufrimiento. Es solo por la ignorancia. Nos sentimos inseguros, creyendo que necesitamos más protección, forzándonos a luchar continuamente para sobrevivir.  Lo que se requiere para superar esta paranoia y egoismo es una intervención radical en nuestros mentes, lo que se encuentra en el Zen.
Hay cuatro tipos de ira: ira instintiva; ira reflexiva; ira percibida; e ira compasiva.  La ira instintiva es una reacción apegada a nuestras emociones habituales y automáticas, basadas en karma del pasado, con consecuencias kármicas en el presente o el futuro.  Esta forma de ira es la más difícil, causándonos mucho dolor y sufrimiento, y puede tardar horas o días antes de que se vuelva a la calma y equilibrio mental.  La ira reflexiva surge cuando estamos conscientes de nuestra ira instintiva, lo que pasa cuando practicamos la atención vigilante.  Por ser conscientes y reflexivos sobre nuestra ira, no dura tanto tiempo, y se puede volver a la mente calmada y tranquila, dispuesto ya a ayudar al otro. Es cuando nos creemos en nosotros cien por ciento, que “¡sí se puede!”, intentando seguir en nuestra práctica del Zen, soltando la ira y volviendo a paz interior. El tercer tipo de ira es ira percibida.  Aunque percibimos la ira adentro, no la mostramos exterioramente, eligiendo a abstenernos hasta que la calma regrese a la mente interior.  Finalmente, hay ira compasiva, ira que se expresa para ayudar a los demás, aunque no se siente la ira adentro, solo amor y compasión.  Es la ira que la mamá expresa a su hijo, el que está al punto de correr a plena calle llena de tráfico, gritándole “¡ALTO!” Se manifiesta esta ira como la forma más adecuada según el contexto para apoyar, enseñar, o salvar los demás del sufrimiento, el ideal del bodhisattva, el que se compromete a salvar a todos los seres sensibles del universo hasta que todos lleguen a la Iluminación. 
La historia siguiente de Diana demuestra distintas formas de ira. Ella asistió un retiro de varios días de meditación. No obstante, aunque volvió a casa muy tranquila, entró en una discusión con su hijo, llegando a gritarle con tanta furia que estaba al punto de abofetearle en la cara. Ella se fue a su dormitorio, rompiéndose a llorar, avergonzada por su reacción tan violenta ante algo tan insignificante.  Pero en este momento algo profundo cambio en ella y dejó de llorar. Se dió cuenta que algo muy importante acababa de pasar, y en vez de llorar, sintiendose culpable y preocupada, debería hacer algo drástico para cambiar el ambiente y el karma de su hijo.  Vió claramente que la escuela de su hijo no era buena para su hijo.  Esta escuela no le dio ningún desafío, que sus amigos allí eran una mala influencia, siendo muy traviesos y apáticos. Aunque nunca su hijo había querido cambiar de escuelas, ella sabía con certeza que necesitaba este cambio. Pase lo que pase, tenía que cambiarle la escuela, a pesar de que su hijo le odiara por ello.  Se levantó de su cama, entró en la cocina donde él estaba, y le dijo que tuviera que cambiar de escuelas, además de que no pudiera hablarla otra vez en una forma irrespetuosa, causandola tanta ira.  Al principio, él dijo que no.  Pero por primera vez, la mamá no se dudaba y era muy firme y resuelta, diciendole a su hijo que, si no pudiera experimentar algo más desafiante y nuevo, entonces jamás llegaría al éxito.  La sorpredió cuando luego en la noche, le informó que había cambiado de idea, y estaba dispuesto a cambiar de escuelas de por lo menos un par de días si sólo para experimentarlo.  La mamá era muy alegre por haber tomado una decisión por su hijo, el que no era suficientamente maduro para decidirse por si mismo.  Su determinación por el bien de su hijo había cambiado todo, y el hijo entendía que ella tenía razón, aceptando su decisión y cambiando su actitud hacia su mamá. 
La historia de Diana refleja las distintas formas de ira.  Antes de practicar Zen, la mamá se enojó como reacción habitual, sin reflexión ni consciencia, la ira instintiva.  Después de practicar Zen en el retiro, su menta era calmada y lúcida, como un espejo reflejando todo.  Se enojó por completo con su hijo, sin rodeos y sin engaños.  Era ira cien por ciento honesta y clara, como un espejo reflejando exactamente lo que aparece ante el.  Sin embargo, estaba consciente de su ira, causándola pena y dolor, la que es ira reflexiva..  Si la mamá sigue practicando Zen, su ira podría transformarse en ira percibida, percibiéndola adentro pero eligiendo a abstenerse de exteriorizarse.  Después de todavía más práctica, esta ira podría desaparecer por completo, resultando en ira compasiva, sin apego a la emoción interior, y capáz de expresarse con una muestra de ira exterior por el bien de su hijo.      
            El Zen nos da las herramientas para calmar la mente y transformar la ira en compasión.  Esta esencia compasiva no se encuentra ni en el ego, ni en los pensamientos, ni la razón, ni la inteligencia mental.  Se encuentra antes de la dualidad del pensar, antes de la discriminación de pensamientos dividiendo el mundo entre lo bueno y lo malo, lo que nos gusta y lo que no nos gusta.  Antes de esta división, se encuentra nuestra naturaleza que no tiene comienzo ni fin, no nace y no muere, no cambia mientras se manifiesta en una infinidad de formas.  Esta esencia es la fuerza vital de todo, lo que hace las plantas crecer, los planetas girar, y nuestros corazones seguir latiendo.  Es nuestra naturaleza divina y cotidiana, la Mente Búdica.  La práctica del Zen se basa en soltar nuestro apego a los pensamientos dualistas.  Ironicamente, no intentamos a practicar el Zen para lograr algo, como la felicidad, la paz ni una vacación de la ira.  Al contrario, practicamos el Zen para la práctica en sí, un sentido de no-dualidad. 
Al principio, nos imaginamos que estamos practicando, creando dualidad entre nuestro yo haciendo algo y la meta que se busca lograr.  Pero eventualmente la mente comienza a ver sus propios estados mentales, sus hábitos y aspectos escondidos de la personalidad.  Podemos observar los pensamientos como fluyen, sin identificarnos con ellos. Sin intento de eliminar nada, observamos los pensamientos con la lucidez calmada.  Se surgen del vacío y se vuelven al vacío. Todo es vacío.  Este vacío es nuestra Mente Búdica, una potencia ilimitada de todo, mientras que todo es una forma de este vacío.  Como dice en La Escritura de la Gran Sabiduría: “La forma es solo vacío, el vacío es toda forma; no hay, pues, más que esto; lo que sea forma, es vacío; lo que sea vacío es forma; así también son las sensaciones, percepciones, impulsos y la consciencia.” Estas sensaciones, percepciones, impulsos y consciencia son lo que es el ego, un conjunto de hábitos mentales conectados a la forma de un cuerpo. Pero en sí, son todos vacíos.  Cuando descubrimos por nosotros mismos la Verdad directa por medio del Zen, se revela la Iluminación, con consecuencias ilimitadas. Porque cuando se ilumina, se despierta nuestra bodhisattva interior.  Al purifar nuestra mente, purificamos todos. Practicando el Zen, la compasión surge naturalmente. Ya la práctica no es sólo para nosotros, sino para todos. Así, liberándonos de la ira, la codicia, y el dilirio, liberamos a todo el universo.

Bibliografía
Trungpa, Chogyam. (2002) The Myth of Freedom. Shambhala Publications: Boston,
USA.
Sahn, Seung. (1999) Only Don’t Know.  Shambhala Publications: Boston, USA.
           

viernes, 13 de abril de 2012

EL PERDÓN DEL BUDA

EL PERDÓN DEL BUDA

Ozmo Piedmont, Ph.D.

“Aferrándose a la ira es como aferrarse a una brasa candente con el intento de tirársela a otro; tú eres el que se quema.”  Buda, 563-483 B.C.E.
Cuando estamos manejando nuestra vida, ¿quién está conduciendo, nuestro karma o nuestra Naturaleza Búdica? En el Dhammapada se lee que el Buda dijo: “Cuando un hombre gobierna el surgimiento de su ira como a un carruaje que se va de control, eso es lo que llamamos un conductor de carruaje.  El resto es sólo tener riendas.” (Curto, 2005, XVII, V. 222)  La ira es un aspecto de la aversión, uno de los 3 venenos de la mente.  Cuando la vida nos presenta situaciones que provocan la aversión, o sea, la ira, la irritación, la frustración, el enojo, la furia, la rabia, la molestia, la preocupación, o el miedo, son todas oportunidades para nuestra práctica espiritual.  Estas sensaciones en sí no son el problema, sino nuestro apego a ellas, lo que reafirma patrones  y hábitos inconscientes basados en egoísmo e ignorancia.  Cuando esto pasa, estamos fuera de control y nuestras acciones pueden causar dolor, pena, y sufrimiento.  En otras palabras, hemos perdido las riendas del carruaje de nuestra mente.  En vez de adiestrarnos el cuerpo y la mente en cómo guiar el carruaje para resolver un problema con perspicacia, sabiduría, y compasión, de hecho estamos presos de tendencias negativas, las que se repiten miles de veces por nuestro karma negativo.  Efectivamente, estamos causando sufrimiento tanto para nosotros como para los demás.  En cambio, cuando podemos practicar atención vigilante, como un buen conductor del carruaje, estamos en control de nuestras reacciones, absteniéndonos de las tendencias que nos desvían el carruaje con acciones erróneas, dándonos la oportunidad de guiarlo en la dirección apropiada.  No nos desviamos ni a la dirección de la inactividad, ni en la dirección de emociones incontroladas.  Al notar el obstáculo en el camino, la situación nos exige actuar en el momento; nuestras sensaciones nos atraen la atención que deberíamos atender a algo.  Por ejemplo, si hay un bache en el camino, la sensación de preocupación, irritación, enojo, o miedo nos indica que hay peligro inminente.   Hay que evitar el bache.  Pero ¿cómo rodearlo?  Si estamos apegados a nuestra emoción de aversión, podríamos maldecir y soltar palabrotas al bache, lo que no sirve para nada.   Pero al notar la sensación surgiendo, la dejamos pasar, y en vez de dejar la emoción dictar nuestro comportamiento, buscamos la forma más eficaz para evitar el bache.  Es el momento en nuestra práctica espiritual que preguntamos al Infinito “Qué es bueno hacer ahora?”, dándonos la oportunidad de considerar todas las opciones, mientras que ponemos fe en una sabiduría más profunda, con una perspectiva más amplia, para que  nos aconseje lo que pertenece a nuestra Naturaleza Búdica.  Al recibir su directiva, actuamos con pleno corazón.  En esta manera, evitamos el bache en el camino, igual como evitamos los choques interpersonales con el mundo de nuestras familias, el trabajo, o la sociedad.   Es reconfortante recordar que no estamos solos en este camino de la vida, puesto que el consejo y la ayuda del Infinito son como tener estos sistemas de posicionamiento global en los automóviles.  Al apretar un botón, una voz computarizada  nos recomienda la ruta más directa para que lleguemos a la meta de nuestro viaje, diciéndonos “De vuelta a la derecha en la próxima esquina.”  Siempre se puede ignorar la voz, pero confiamos que está guiándonos para nuestro bien.  De igual forma, confiamos en El Infinito para guiarnos en la dirección más directa.  Por medio de la meditación, la práctica y la atención vigilante, estamos encendiendo el aparato de nuestra intuición espiritual, abriéndonos al consejo disponible en este momento.  Al preguntarle al Infinito, “¿Qué es bueno hacer ahora?” estamos  apretando el botón que da lo Eterno la oportunidad para guiarnos en la vida cotidiana, ayudándonos para purificar nuestro karma y aliviar el  sufrimiento, así llegando por la ruta más directa en nuestras vidas a la meta divina: la paz.  Pero eso requiere nuestra capacidad para desapegarnos de los sentimientos negativos. 
Desde la perspectiva del Budismo, el perdón significa la habilidad de renunciar la ira y el resentimiento, sin guardar rencor ni heridas, viviendo en el presente sin distracciones basadas en memorias del pasado ni proyecciones al futuro.  Si uno guarda ira, primero se hiere a si mismo, y luego se crea sufrimiento para los demás por la violencia.  El Dalai Lama de Tíbet nos recuerda que violencia solo genera violencia, y puede perjudicar nuestra salud:

Con el perdón, hay dos niveles aquí.  Un nivel: el perdón significa que no deberías desarrollar sentimientos de venganza.  Puesto que la venganza perjudica a la otra persona, por tanto es una forma de violencia. Con la violencia, hay normalmente contraviolencia.  Esto genera más violencia aún – el problema nunca termina.  Esto es un nivel.  Otro nivel: el perdón significa que no deberías desarrollar sentimientos de ira hacia tu enemigo.  La ira no resuelve nada.  La ira sólo trae sentimientos incómodos a ti mismo.  La ira destruye tu paz mental.  No puedes sentir la felicidad mientras que mantengas la ira.  Creo que esto es la razón principal por la que debemos perdonar.  Con la mente tranquila, hay más paz mental, más salud para el cuerpo.  Una mente agitada nos destruye la salud, es muy dañino al cuerpo.  Este es lo que creo yo.  (Lama, 2004, p. 234-235)

Entonces, en vez de fomentar más y más negatividad, perjudicándonos y a los demás, hay que perdonar, incluso a nuestros enemigos, porque incluso los pensamientos crean mal karma.  De hecho, nuestros enemigos pueden enseñarnos las lecciones más importantes en como amar y perdonar.  El médico personal del Dalai Lama, Dr. Choedrak, fue encarcelado en 1959 por los chinos durante veintiún años.  Sobrevivió tortura y abuso de una forma bien sana por practicar cuatro puntos de comprensión: 1.  Aunque tuvo que enfrentar gran sufrimiento e injusticia, podía responder con amor.  2. Sus captores estaban sufriendo en condiciones iguales a él, y por la ley de karma, iban a sufrir mucho más en el futuro, mereciendo su compasión por ellos como seres sufriendo más y más por su ignorancia y confusión.  3. Tuvo que aprender como soltar los sentimientos de orgullo, auto-importancia, y soberbia falsa, puesto que todo ser humano ha hecho igual en el pasado basado en su ignorancia.  Si sus captores hubieran sabido mejor, habría hecho diferente.  4.  El odio, la ira, y el rencor no terminan nunca si reaccionamos con las mismas emociones.  Solo terminan siendo libre de ellas, o sea con amor. (Goldstein, pp. 125-126)  Como dijo el Buda en La Dhammapada (Cap. 1, V. 5): “Las ocasiones de odio ciertamente nunca son apaciguadas mediante el odio.  Son apaciguadas estando libre de odio.  Esta es una ley eterna.” (Curto, p. 26)
El Buda describió seis virtudes (paramitas) de alguien en el camino espiritual llegando a Nirvana; una de ellas es paciencia.  Tenemos que desapegarnos de la ira en nosotros, renunciando todo deseo de venganza o retribución.  Así, se puede liberar del dolor y el rencor, transformando lo que es negativo en algo positivo.  Eso no implica olvidarnos de lo que pasó.  Sólo se puede elegir no continuar con los sentimientos negativos, porque incluso los pensamientos pueden causar karma negativo, lastimando a los demás, y por tanto, lastimándonos a nosotros mismos.  El mero hecho de pensar en la venganza y retribución nos causa nuestro propio infierno de dolor y sufrimiento interior (Ratnaghosa, 2012).  Pero si podemos generar amor, compasión, y perdón, experimentamos la paz y la harmonía, dos aspectos de la Naturaleza Búdica, lo más puro y libre en nosotros. 
Lo importante es resolvernos conscientemente a perdonar para quitarnos de las emociones y los sentimientos enfermos y venenosos, no para hacer el otro sentir culpable, sino para liberarnos de nuestro sufrimiento.  Cuando no sufrimos, estamos menos dispuestos a causar sufrimiento a los demás.  Se puede ayudar con la recitación de una frase positiva, pidiendo al otro que te perdone y perdonando al otro por el dolor y el daño causados. De hecho, el maestro budista Joseph Goldstein (2002) recomienda que se recite una frase de perdón antes o después de la meditación diaria en voz alta ó en silencio en nuestros corazones como una limpieza continua del rencor y el resentimiento guardados en nuestro interior, repitiéndonos: “Si he herido o lastimado a cualquiera por mis pensamientos o palabras o acciones, pido perdón.  Y libremente perdono a cualquiera que me haya herido o lastimado.” (p. 110-111)  
Aprendiendo el perdón por los demás, se puede practicar paciencia con uno mismo, recordando que no somos malos por haber experimentado sentimientos negativos.  Incluso el Dalai Lama experimenta el enojo de vez en cuando.  Pero el punto es que no se apega a la emoción: “Por supuesto hay momentos cuando me enojo, pero en el fondo del corazón, no guardo rencor contra nadie.” Dalai Lama (Goldstein, p. 111) Cuando el veneno de la ira nos enferma, el perdón nos puede curar, revelándonos la paz y tranquilidad de nuestra Naturaleza Búdica.

Obras citadas:
Curto, Robert (Traductor). (2005). Dhammapada: Los Aforismos del Dharma.   
Longseller: Buenos Aires.
Goldstein, Joseph. (2002) One Dharma.  Harper and Collins Publishers: N.Y., N.Y.
Lama, Dalai y Chan, Victor. (2004). The Wisdom of Forgiveness. Riverhead Books.
Citado en…
                >>http://en.wikiquote.org/wiki/Forgiveness
Ratnaghosa. (2012) The Helpful Enemy.
Transcribed Talks. 
Entrado 01/03/2012…

martes, 17 de enero de 2012

LOS 10 DIBUJOS DEL PASTOREO DEL BUEY

LOS 10 DIBUJOS DEL PASTOREO DEL BUEY:
Iluminándo la Mente Original del Zen
Ozmo Piedmont, Ph.D.

En la tradición Zen del Oriente, se enseña como meditar para despertar a la mente original, lo que es eterno, sabio, y compasivo en cada uno, conocido como la Iluminación de nuestra Naturaleza Búdica.   Hay métodos de práctica utilizados por practicantes desde hace 2,500 años enseñando cómo transferir la meditación desde el cojín a la vida cotidiana de cada individuo.  Efectivamente, toda la vida se vuelve una meditación activa de descubrimiento y revelación. Hay 10 dibujos tradicionales del Zen demostrando el proceso del descubrimiento de la mente original, representado como un joven intentando a encontrar y domar un buey salvaje.  Se llaman “Los 10 Dibujos Zen del Pastoreo del Buey.” (Ock-bae, 2010)
1. Buscando el buey
Este dibujo representa el principiante comenzando su práctica espiritual, sentándose en meditación, listo a encontrar su mente original.  Se intuye que está allí, pero hay demasiados obstáculos para verlo directamente.  Esto es el comienzo para todos nosotros, cuando ya estamos hartos del estrés y las complicaciones de la vida contemporánea, y estamos dispuestos a intentar a resolver los problemas de nuestra vida sentándonos en meditación. 
2.  Viendo las huellas
 Del primer momento que se sienta a meditar, se encuentran las huellas del buey, la mente original.  Se puede sentir una paz interior manifestándose.  Nos animamos para seguir en nuestros esfuerzos de prácita y meditación. 
3.  El primer vislumbre del buey
Ya el practicante comienza a vislumbrar el buey asomándose por entre la maleza y la confusión del bosque.  Por medio de estudio, lecturas, preguntas y orientación, el practicante puede formar una práctica espiritual que se permitirá a seguir acercándose a la meta, la mente verdadera. 
4.  Sujetándo el buey
El joven intenta a atrapar el buey con una soga.  Utilizando la meditación y las herramientas de una práctica diaria, el principiante puede sujetar el buey de la mente, pero el buey no quiere ser atrapado, resistiendo todo intento.  Momentos difícilies surgen en la práctica diaria entre el ego y la mente verdadera de la Naturaleza Búdica.  Por esto, es indispensable tener una comunidad, la sangha, de maestros y practicantes sinceros, amigos con experiencia orientándonos en como superar los obstáculos.
5.  Atendiendo al buey
El joven atiende a diario al buey, el que ya no está tan salvaje.  Se mantiene, sin embargo aferrado a la soga, consciente de que el buey todavía pudiera escaparse de nuevo. Seguimos meditando y desarrollando la atención vigilante como la herramienta más eficaz en la purifición de la mente chica de sus impurezas de codicia, enojo, y confusión. 
6.  Montando al buey de camino a casa 
El joven está montado sobre el buey, tranquilamente conduciendolo a casa.  La práctica diaria ya tiene su resultado, una vida que fluye naturalmente, llena de harmonía, la música de la mente verdadera. 
7.  Buey olvidado, el pastor se siente a solas
El buey se ha desvanecido, pero el joven sigue sentado en casa, contento con su vida, su cuerpo, su mente y su corazón.  Sin embargo, aunque el practicante haya llegado a cierto nivel de Iluminación, todavía debe seguir practicando continuamente.
8.  Ambos buey y pastor se han olvidado
Tanto el pastor como el buey se han desaparecido.  Sólo se queda un círculo vacío, representando la vacuidad de todo, otra forma para decir que todo es perfecto en su budeidad, cuando se han desaparecido el yo egóico y el concepto del buey.  Todo viene de la vacuidad, un fluir de transformación sin fin.  Se descrubre que no hay un yo separado y aislado, que todo es parte de esta vacuidad.  Esto es la Iluminación, el despertarse a la mente verdadera, la budeidad.
9.  Regreso al Origen
Ya con la mente clara y tranquila, se ve el mundo de una nueva perspectiva. Justo en lo cotidiano, sencillo, y ordinario, se encuentra la vida hermosa y perfecta.  Todo se nos revela esta hermosura y nos enseña la Verdad.
10. Entrando en el mercado con una mano amiga
Después de años de estudio y meditación, el practicante vuelve a la vida cotidiana del mercado, encontrando espiritualidad en todos lados.  Se dedica a ayudar a los demás para que todos encuenten el Nirvana de la mente original, el símbolo del bodhisattva.

En términos sencillos, ¿cómo se debe practicar en la vida cotidiana?  En su programa de entrenamiento Zen, el maestro John Daido Loori (Loori, 2002) recomienda ocho puertas a la Iluminación, simbolizando ocho aspectos de la práctica espiritual que podríamos incorporar en nuestras vidas:
  1. Práctica de Zazen: Meditación formal es indispensable para poner en marcha el proceso interior de autodescubrimiento llegando a la Iluminación.
  2. Práctica con un Maestro: Todos necesitamos los consejos de un experto que puede compartir su experiencia y guiarnos en el camino espiritual.
  3. Práctica de Estudio Académico: Podemos apoyar nuestra práctica estudiando las enseñanzas y libros de maestros del mundo y la historia.
  4. Práctica de Liturgía: Las ceremonias y las recitaciones de escrituras pueden ayudarnos en crear orden y estructura tanto en el ambiente exterior como en la mente interior, enfocando, tranquilizando y purificando la mente. 
  5. Práctica de Ética: Los 16 Preceptos de los Budistas son una seria de recomendaciones éticas de como vivir en la sociedad basándose en compasión, benevolencia, y altruismo, lo que fomenta la purificación de la mente y el alivio del sufrimiento en el mundo.
  6. Práctica de Arte: La estética puede mostrarnos la harmonía y la belleza inherente en el mundo, incluyendo, por ejemplo, jadinería, arreglo de flores, baile, pintura, dibujo, o poesía, revelándonos la mente original.
  7. Práctica corporal: Haciendo ejercicio en yoga, deportes, o artes marciales, nos mantiene el cuerpo sano y fuerte, creando un instrumento capaz e útil incorporado al proceso de purificación y apoyando la mente pura.
  8. Práctica del trabajo: Cada acción y cada trabajo es una oportunidad de purificar karma y la mente, eliminándo las impurezas de codicia, enojo, y confusión por medio de la atención vigilante. 

Los Budistas creen que para despertarse a la mente original se requiere una práctica integral, incorporando el cuerpo, la mente, y la espiritualidad en el proceso. Al mismo tiempo, no somos aislados ni solos en este intento.  Todo está conectado, todo el mundo puede ser nuestro maestro verdadero, ayudándonos en este gran descubrimiento de un tesoro interior.  No obstante, requiere el esfuerzo y la determinación para tomar el primer paso en el camino de la Iluminación.

Bibliografía
Loori, John Daido (2002). The Eight Gates of Zen: A Program Of Zen Training. Shambhala Publications, Inc: Boston, Massachusetts.

Ock-bae, Chun (2010). The Korean Times. 05-27-2010. >> http://www.koreatimes.co.kr/www/news/art/2011/03/293_66595.html

OZMO PIEDMONT, PH.D. 
Meditación Budista Zen (MBZ)
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Teléfono: (33) 1523-7115. 
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