MEDITACIÓN BUDISTA ZEN

VEN. DR. JINSIM HYOENJIN: arzobispo y maestro guía de la sangha Meditación Budista Zen, recibió Transmisión el 27 de marzo 2021 e Inga el 16 de julio 2017, y recibió los 250 votos del Bhikshu (monje) el 22 de julio 2016 por el Ven. Dr. Wonji Dharma.

Ven. Jinsim Hyoenjin es originalmente de Kansas City, Missouri, USA y ha vivido en Guadalajara, México desde 2000. Tiene más de 45 años experiencia en meditación, dos maestrías (psicología y estudios budistas), y un doctorado de Psicología Oriente-Occidente investigando métodos de meditación en las tradiciones espirituales del Oriente.

Ven. Jinsim Hyoenjin imparte clases, conferencias universitarias, charlas Dharma, retiros y talleres sobre el buda-dharma además de citas individuales para orientación y estudio personalizado.

Un arzobispo (maestro zen superior) es un obispo que, habiendo recibido Inga y Transmision de Dharma, preside varias diócesis en una gran región. Este puesto incluye algunas responsabilidades de supervisión tanto de las diócesis como de los obispos de esa región. Un arzobispo sirve como guía o instructor en asuntos religiosos; y a menudo es el fundador o líder dentro de una Orden. Además, el Colegio de Arzobispos actúa como un Consejo Rector igualitario para la Orden Zen de las Cinco Montañas.
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lunes, 31 de agosto de 2020

EL SUTRA DEL ESTRADO Clase 3 Dudar de Ti Mismo

 




EL SUTRA DEL ESTRADO

Clase 3

Dudar de Ti Mismo

Venerable Dr. Hyoenjin Prajna

Charla Dharma 30/AGO/2020

Regresamos ahora al monasterio, donde el viejo maestro estaba organizando un concurso de poesía para averiguar quién tuviera la compresión superior del Dharma para que le reemplazara a su muerte. El maestro comenzó a regañar a los monjes por su soberbia. Los ordenó a escribir un verso de poesía expresando la profundidad de su comprensión del Dharma. Efectivamente, los envió a meditar solos en sus celdas hasta que pudieran demostrar su entendimiento de la esencia universal. Pero, en vez de acudir a sus celdas, prefirieron quedarse en los pasillos para chismear entre sí, puesto que se consideraban inferiores al monje principal Sheh-hsiu, él que por cierto iba a ganar el concurso sin oposición. 

Era lamentable, porque ni siquiera intentaron hacer lo que el maestro les pidió, o sea, simplemente cerrar sus bocas lo suficiente para sentarse en silencio y observar sus mentes. En cambio, preferían seguir platicar, chismear, y rendirse al fracaso y dejar a otros hacer el trabajo merecido. Se mostraron en su comportamiento al nivel un practicante superficial por su falta de esfuerzo y compromiso debido a pereza y flojera. Preferían chismear y criticar a los demás. Así que se derrotaron aun antes de comenzar.  La duda de sí mismos los derrotó.

¿Cuántos de nosotros hacemos lo mismo? Yo tardé 30 años en comprometerme a la práctica del zen cien por ciento, poniendo siempre otras cosas primero: el doctorado, el negocio, la diversión, el viaje, la falta de apoyo, la falta de dinero, en fin, siempre una razón por la cual no pudiera practicar el zen. Cuando llegué aquí en Guadalajara, no tenía ni maestro, ni sangha y un mínimo de conocimiento de lo que es la práctica del zen. Busqué y busqué, pero no había ni un grupo a encontrar. La tentación era grande decir, “Bueno, me gustaría practicar, pero no creo que sea posible. Sin maestro o comunidad, dudo tener la capacidad para practicar el Zen.”

Afortunadamente, no fue así. Comencé con lo que tenía a mano. Los libros eran los medios hábiles disponibles en aquel momento, apoyándome en mi búsqueda de la Verdad. Así, comencé a practicar zazen al confiar en el Infinito guiarme en el camino del Buda. Luego, me fui a D.F. para participar en algunos retiros zen. Ya hemos hablado de lo duro que eran. Luego, durante una visita a un balneario local, conocí a una practicante budista que me puso en contacto con su maestra zen en Victoria, Canadá, la Roshi Meiten McGuire. Nos comunicamos por correo electrónico. Desde la primera correspondencia tuvimos una conexión espiritual muy fuerte. Por fin, me di cuenta de que después de muchos años había encontrado mi maestra. Me abrí a sus consejos y enseñanzas. Viajé 3 veces a Canadá para recibir Jukai. Poco a poco mi vida mejoraba. Eventualmente me ordené como sacerdote zen y así me comprometí cien por ciento a la práctica y servicio a otros.

No todos tienen que ser monjes o sacerdotes para comprometerse. El compromiso, el templo, y el camino se llevan adentro. Todos somos efectivamente monjes que meditan en la cueva del corazón en la cima de la montaña espiritual. Todos somos miembros del mismo monasterio interior. Todos pueden comprometerse ahora a la práctica, en vez de esperar 30 años como yo. Dense cuenta de que las condiciones no son siempre tan buenas. Pasé 15 años sólo recorriendo todo el mundo en busca de un maestro. Uds. tienen muy buen karma puesto que tienen tanto un maestro como una sangha para estudiar el Dharma. Dense cuenta de que no hay garantía que renacieran como seres humanos en la próxima vida. Incluso pudieran tardar millones de vidas hasta que las condiciones sean favorables para practicar. Pueden aprovechar su buen karma ahora y hacer todo lo posible para despertar y liberarse por completo.

Regresamos ahora al monasterio donde el monje principal, Sheh-hsiu, se preocupaba por el concurso de poesía. Todos esperaban su poema al creer que él iba a ganar el concurso, puesto que era el monje más avanzado en su conocimiento y experiencia. Sin embargo, Sheh-hsiu dudaba de sí mismo. Pensaba que no tiene la sabiduría suficiente para satisfacer al maestro. Incluso, dudaba de su propia motivación al preguntarse si quería ganar el concurso por el poder que le daría o si de veras quería profundizar en su práctica del Dharma. Se dio cuenta de que, si su motivación no era pura, se la notaría en el poema y así descubrirían que fuera un hipócrita y un fraude. Por lo tanto, entregó su verso de manera anónima al escribirlo en la pared del pasillo fuera del cuarto del maestro.

He aquí el pobre monje atrapado en la jaula de duda y miedo. La mente chica siempre nos molesta con comparaciones a otros. Nos hace sentir inadecuados y tememos que todos vayan a descubrir que somos un fraude. Este es el dilema existencial de todo ser humano y la causa principal de nuestro propio sufrimiento. Nos aferramos a una idea de un yo aislado y permanente. Eso nos empuja a protegerlo a toda costa de cualquier amenaza. Nos sentimos vulnerables e intentamos desesperadamente a superar nuestro miedo y duda de nosotros mismos con todo tipo de preocupaciones, chismes, obsesiones, y distracciones. Son todos intentos inútiles para protegernos y fortalecer nuestra auto imagen. No obstante, continuamos preocupados que alguien pueda descubrir que somos fraudes. El maestro zen Seung Sahn solía contar una historia sobre la duda de uno mismo y los problemas que creaba:

Érase una vez un joven hombre quien acudió al mercado para vender las verduras de su granja, para luego comprar arroz (Seung, 2006). Al terminar sus negocios, advirtió un viejo monje vestido de harapos de invierno de pie en el caluroso sol de mediodía sin moverse, mientras todos los demás se refugiaban en la sombra de los árboles. Aunque la gente le miraba con aversión, el viejo monje siguió parado allí en el calor abrasador sin prestarles atención. El joven hombre se preguntó si el viejo era un poco tocado de la cabeza, viéndolo allí quieto en el sol caluroso, con su sombrero de paja casi cubriendo su cara ligeramente sonriente. No obstante, el monje se quedó inmóvil.

Luego, el joven hombre se acercó al monje, quien acababa de comenzar a caminar con pasos lentos y suaves. Con todo respeto, el hombre le habló diciendo, “Venerable monje, discúlpeme por la molestia, pero en vez de estar de pie en el sol abrasador, ¿no sería más cómodo sentarse en la sombra de los árboles allá?”

Pero el viejo monje no le contestó. Simplemente le sonrió al joven hombre amablemente. “Es la hora de comer,” dijo en voz baja, casi imperceptible.

“¿La hora de comer?” El joven miró a su alrededor. “Es demasiado tarde para la comida. ¿Quién come?”

El monje abrió su túnica un poco, revelando el forro interior cubierto con miles de bichos diminutos, moviéndose por toda la fábrica. “Si me muevo demasiado, no pueden comer,” dijo el viejo monje. “Así que debo permanecer de pie quieto mientras que se alimentan.”

Ya el joven hombre sospechaba que el monje era loco de remate. Pero cuando le miraba a la cara, no vio nada extraño ni malhumorado en sus ojos, sólo compasión. El monje mostraba una profunda calma, sus ojos tranquilos, facciones relajadas. Su cara irradiaba una dulce compasión.

“¿Pero por qué ser tan bondadoso a estas criaturas?”

El monje entrecerró sus ojos suavemente, diciendo “¿No estiman ellos sus vidas con tanto aprecio como tú y yo?”

Profundamente impresionado por su compasión extraordinaria, el joven hombre se juntó sus manos y le reverenció profundamente al monje. Pidió entonces que le aceptara como su discípulo.

El monje le sonrió amablemente diciendo, “No es posible.”

“¿Por qué no es posible?” preguntó el joven hombre.

“¿Por qué quieres convertirte en monje?”

“Pues, quiero encontrar el camino correcto, y lograr mi yo verdadero. Usted es compasivo hasta a aquellas criaturas chiquitas. Así que tengo un presentimiento profundo que este camino es lo correcto. Usted es un gran monje, y quiero ser su discípulo.”

“Quizás, quizás,” dijo el monje. “Pero la vida de un monje es muy difícil.” El monje se quitó su sombrero de paja y se limpió la frente con un trapo.  “¿Dónde vives?”

“Mi padre y madre están muertos, así que me he quedado con mi hermano en el pueblo vecino. No tengo mi propio lugar. Quiero ir con usted.”

“Bueno, vámonos entonces.”

Comenzaron a caminar, subiendo el sendero de la montaña y pasando por muchos valles, ríos, y acantilados. El monje no decía nada mientras caminaban. Después de varias horas, llegaron a una pequeña choza de roca y adobe en la que la cocina se quedaba aparte a un lado. Entraron allí, y el monje, señalando una gran caldera negra rota en un rincón sobre su base también rota, dijo simplemente “Arréglalo”. Se fue de repente sin decir nada más.

Bueno, esta caldera era muy grande y pesada. Además, arreglarla y su base iba a costar mucho trabajo duro.  Se requería nivelar la caldera minuciosamente para que los alimentos cocinaran correctamente. Para asegurar que estuviera completamente equilibrada, había que verter un poco de agua en la caldera asegurando que se quedara precisamente en medio del fondo de la caldera. Si no, los alimentos se quemarían, desperdiciándolos entonces.

El joven hombre tenía muchas ganas de comenzar. Se lo desmontó todo, reparó las piezas, allanó el lugar, recubrió las superficies, y volvió a montarlo. Ya terminado, pidió que el monje lo revisara, diciendo, “Ya se ha arreglado.”

El viejo monje la revisó, mirándola de cerca, luego vertiendo un cucharón de agua en la caldera. “¡No lo es!” dijo, y tirando el agua de la caldera, simplemente dijo, “Inténtalo de nuevo.”

El joven hombre pensó, “A ver, este monje tiene ojos muy agudos, así que debe de haber visto una falla.” Entonces, intentó otra vez arreglarlo, esta vez tomando mucho tiempo y con mucho cuidado desmontando todo, reparando, allanando, recubriendo, y volviendo a montarlo todo de nuevo. Y esta vez vertió sí mismo un cucharón de agua en la caldera para asegurar que estaba nivelada bien. Cuando terminó, se levantó muy satisfecho, pidiendo que el monje revisara de nuevo su trabajo. “Señor, ya se ha arreglado bien la caldera.”

“Bueno, vamos a ver.” El viejo monje la miró fijamente los bordes de la caldera, lentamente vertiendo agua por sus lados.  “¡No lo es!” dijo, y vació el agua de la caldera. “¡Inténtalo de nuevo!”

El joven hombre se confundió. “¡Debo haberme equivocado! ¿Dónde está el error?” se pensó a sí mismo. Estaba muy, pero ¡muy confundido! “Puede ser en la parte exterior de la caldera. Quizás la base no está nivelada.” Esta vez, lo preparó todo con mucho esmero, revisando cada milímetro para encontrar cualquier falla o imperfección. Arregló cualquier detalle dudoso que tuviera. Revisó cada detalle de la base y la caldera, además de todo el lugar, todo el piso, asegurando que todo estaba limpio y perfecto. Probó y reprobó que todo era nivelado con varios cucharones de agua. Al levantarse, masajeando su espalda dolorida, llamó al monje otra vez. “Señor, he arreglado la caldera y su base. He revisado todo dos veces. Ahora estoy seguro de que le va a gustar.”

“¡No lo es!” dijo el monje después de revisar la caldera, y vació el agua adentro diciendo, “¡De nuevo!”

El joven hombre no entendía dónde se hubiera equivocaba. “Este monje ve alguna falla: ¿por qué yo no? Estoy seguro de que la caldera es buena. Quizás el problema reside en la cocina.” Así que desmontó toda la cocina, cada tabla, y la reconstruyó por completo, desde el piso hasta el techo. “Ya,” dijo a sí mismo, mientras limpiaba su frente. “El monje tendrá que aprobarlo esta vez.” Y se fue por el monje, diciéndole “Señor, lo he arreglado todo, ¡hasta la cocina entera! ¡Estoy seguro de que no hay ninguna falla! Favor de revisarlo.”

“¡Qué bien, Qué bien! Puesto que has trabajado tanto, estoy muy contento. Así que, déjame revisarlo.” Acudió a la caldera, vertió un cucharón de agua, y casi antes de que el agua tocara el fondo de la caldera, gritó “¡No lo es!” y la vació de nuevo.

Eso pasó cuatro, cinco, seis, siete, ocho veces más. Cada vez, el joven pensó, “¿Cómo me he equivocado esta vez?” y cada vez el monje contestó, “¡No, no lo es!” y vació el agua.

Hasta aquí, el joven hombre se estaba poniendo muy enojado. “¿Dónde está la falla?” Después de nueve veces, el joven hombre dijo a sí mismo, “¡Este monje no tiene razón! No me importa lo que dijera. ¡Esta es la última vez!” Así que simplemente puso la caldera sobre su base y le llamó al monje diciendo “Señor, ¡ya estoy terminado!” Cuando el maestro entró a la cocina, vio al joven hombre sentado sobre la caldera con sus brazos cruzados.

“¡Excelente! ¡Excelente!” gritó el maestro, y salió lentamente caminando para sus cuencos. Aquella noche los dos comieron juntos arroz caliente y sopa deliciosa. Desde entonces, nunca mencionaron nada la caldera de nuevo.

¿Qué significa esta historia?

El monje estaba probando la mente de su alumno. Zen significa no depender en nada. Deberías depender en ti mismo.  Además, este hombre quería ser monje, pero ¿cuánto se cree en sí mismo para convertirse en monje? Para practicar el zen, hay que encontrar la mente inmovible, la mente estable y confiable sin duda de uno mismo. En la historia, el alumno por fin simplemente hizo lo que tenía que hacer. Su mente llegó al estado de no moverse. Confió en sí mismo. A veces el maestro da lecciones o establece límites. A veces el alumno o alumna dice, “¡No me gusta!” y se va. Sin embargo, cuando el alumno o la alumna dice “No me gusta,” de hecho está diciendo que no le gusta a sí mismo. El maestro simplemente refleja la mente del alumno o la alumna. Lo importante es la mente que confía en sí mismo, hace lo que tiene que hacer sin dudar, sin discriminar.  Es la mente que puede aceptar las cosas tal como son, e intenta hacer una y otra vez lo que es bueno hacer, no para complacer al maestro, sino para complacer a uno mismo lo que se ha hecho de la mejor manera posible y estar satisfecho con el resultado. Esto es el esfuerzo correcto del Sendero Óctuple y la expresión de la mente búdica. Si practican así, algún día el maestro también te dirá “¡Excelente! ¡Excelente! ¡Lo hiciste bien!”

 

Bibliografía

A Concise Dictionary of Buddhism and Zen. (2010). Shambhala: Boston

Park, Sung Bae. (1983). Buddhist Faith and Sudden Enlightenment. State University of New York Press: Albany, N.Y.

Sahn, Seung.  (1976). Dropping Ashes on the Buddha. Grove Press: New York.

__________. (2006). “The Rice-Pot Master.” Wanting Enlightenment is Already a Big   Mistake. Shambhala: Boston, USA.

Yampolski, Philip B. (2012). The Platform Sutra of the Sixth Patriarch. Columbia          University Press: New York.



lunes, 24 de agosto de 2020

SUTRA DEL ESTRADO Clase 2 Shunyata, Prajna y Meditación Charla Dharma 23/AGO/2020

 


SUTRA DEL ESTRADO

Clase 2

Shunyata, Prajna, y Meditación

Ven. Dr. Hyoenjin Prajna

23/AGO/2020

Volvamos ahora a la historia del Sutra del Estrado en que Hui-neng, un analfabeto, contaba al maestro cómo llegó a despertar al oír unas estrofas recitadas del Sutra del Diamante por un monje. A pesar de que el maestro estaba muy impresionado con Hui-neng, decidió fingir que no le importara. Lo envió a la cocina para realizar labores manuales de poca importancia. De hecho, el maestro reconoció la gran capacidad de Hui-neng, pero temió que otros pudieran hacerle daño por celos. Así que decidió mantenerlo lejos de observación para protegerlo.

            Se nota aquí un tema constante en el Sutra del Estrado: el despertarse no depende de dónde vienes, ni de tu nombre, familia, títulos, o si tienes dones intelectuales puesto que todos tenemos Naturaleza Búdica. Todos somos igualmente capaces liberarnos de la insatisfacción y el sufrimiento en esta misma vida. Sin embargo, muchos dudan que tengan la capacidad para lograr la Iluminación debido a que no tenemos el tiempo ni la energía.  Nuestros trabajos y familias nos mantienen muy ocupados todo el tiempo. Además, tendemos a compararnos a otros. Nos sentimos inferiores por una u otra razón. No obstante, el Sutra del Estrado nos anima a no rendirnos. Cada uno de nosotros se siente como Hui-neng. Estamos luchando para simplemente sobrevivir durante tiempos inseguros. Pero no se desanimen. Si Hui-neng, un huérfano, avergonzado, pobre, y analfabeto puede lograr la Iluminación, entonces todos podemos lograrla también. Hui-neng es extraordinario justo porque es tan ordinario. Lo que se destaca en él es su determinación incansable para lograr la Iluminación a pesar de todos los obstáculos. No fue sólo una cuestión de destino ni de buen karma. Al momento de despertar, cuando oyó el Sutra del Diamante, sabía lo que tenía que hacer. Fue su capacidad para seguir este impulso que le llevó al monasterio en busca de un maestro capacitado para ayudarle en integrar este descubrimiento en su vida cotidiana. Esto es lo asombroso y especial de Hui-neng, su determinación. Muchos comienzan una práctica de meditación, pero pocos tienen la determinación para integrarla en sus vidas, hacerla la base existencia. Todos tenemos esta misma potencia. Cuando nos sentamos a meditar, nos abrimos a nuestra esencia búdica, la Iluminación Súbita. Al darte cuenta de esta esencia, no hay vuelta atrás. Hay que comenzar el proceso arduo y extendido del cultivo gradual. Hay que contemplar nuestra mente y ver los patrones y tendencias egoicas para liberarnos de sus influencias negativas. Nuestra tradición pone mucho énfasis en el despertar inicial, en la directa percepción de nuestra naturaleza. Pero, sin la gran determinación de Hui-neng, no se logra la liberación final que se realiza por medio del cultivo gradual. Y si tenemos los dos, el despertar inicial y la determinación para cultivarlo cada día de nuestras vidas, así se realiza como verdaderos budas

            Mientras tanto, el maestro llamó a todos los monjes del monasterio para organizar un concurso. Consciente de su vejez, quiere pasar el liderazgo del monasterio a uno de sus alumnos. Esto se llama transmisión. Es algo que cada maestro hace con uno o varios alumnas y alumnos que muestran las cualidades de un verdadero bodhisattva y maestro zen. En nuestra tradición, tenemos lo que se llama Titulares del Dharma, un reconocimiento del trabajo extraordinario de algunos individuos que merecen ser considerados maestros aprendices. Es decir, ya deben comenzar trabajando como maestros y maestras bajo la supervisión de un maestro confirmado con Inga. Tendremos este reconocimiento para 3 individuos este 20 de septiembre al final de nuestro retiro en la ceremonia de preceptos. Wanwu, Minmei, y Gosahn van a recibir la certificación de maestros zen aprendices y les invitamos a todos ser testigos a este evento importante. De hecho, necesitaré 10 personas, miembros de la sangha, que pueden ayudarme con la ceremonia en línea. Si están interesados, favor de escribirme y te comparto los detalles.  

            Ahora, regresamos al monasterio donde Hui-neng estaba pelando papas en la cocina mientras el maestro buscaba un heredero del Dharma. Para evitar conflictos o peleas, decidió crear una competencia de poesía en el cual el ganador recibiría la completa transmisión del Dharma, y así convertirse en el próximo abad y líder del monasterio. Entonces, al reunir a todos los monjes, comenzó a regañarlos por sólo practicar benevolencia, caridad, recitar sutras y rezar todo el día, puesto que, a pesar de ser actos admirables, no era suficiente para liberarse del nacimiento y la muerte, es decir, la liberación de samsara y su sufrimiento. Así que pidió a los monjes que volvieran a sus cuartos para meditar, contemplar, y purificar sus mentes hasta que despertaran a la prajña, la sabiduría innata de su naturaleza búdica.

            Prajña significa literalmente “sabiduría” o “consciencia,” la que se experimenta al percibir shunyata, la vacuidad, lo que es la verdadera naturaleza de la realidad. Prajña se asocia con la intuitiva e inmediata experiencia de Iluminación, a pesar de que no se puede expresarla por conceptos o términos intelectuales. No obstante, es la marca esencial de budeidad, además de ser una de las seis perfecciones de un bodhisattva en el cultivo de su Naturaleza Búdica. (Kohn, 2010:171) En el Sutra del Estrado, prajña es sinónimo con la meditación misma puesto que la meditación funciona para revelar la sustancia innata de shunyata, la vacuidad. Sin embargo, la meditación no causa la percepción de shunyata: son más bien dos aspectos de la misma cosa. Un aspecto de shunyata es la esencia misma, el otro aspecto es la esencia expresándose en el mundo de samsara, el mundo de dualidad. Efectivamente, esa esencia es la mente verdadera, entendida como consciencia, la que funciona expresándose como meditación. Buda no se sientan para lograr la iluminación. Budas se sientan como expresión de iluminación, esencia expresándose en el mundo de samsara y dualidad. 

            ¿Por qué el maestro regañó a los monjes por sus actos de benevolencia, caridad, recitación y oraciones? ¿No somos todos intentando a ser buenos, mejorándonos mediante trabajos de caridad y benevolencia? ¿No deberíamos todos ofrecer oraciones continuamente por el beneficio de otros? ¿No es esto la marca de un practicante espiritualmente avanzado? Pues, sí y no. Estos actos buenos y oraciones son de beneficios kármicos a todos conectados. Lo que hacemos y decimos tiene consecuencias buenas y malas, según la intención. Cuando hacemos bueno, recibimos buen karma. Cuando oramos por otros, ellos y nosotros mismos recibimos bendiciones. No obstante, eso no es suficiente para la liberación. El problema es que nuestra expectativa, ya sea recibir algún beneficio o deseo secreto, obstaculiza la plena realización espiritual. Si hacemos lo bueno con expectativas de recompensas, entonces estamos al nivel de principiantes nuevos. Si rezamos para sentir bien, o para que otros reciban algo, es dualista, es egoísmo. Shunyata se basa en la comprensión de que no hay nadie haciendo nada. De igual forma, no hay nadie recibiendo nada. Y a pesar de esto, hacemos, oramos y ayudamos mientras que nos desapegamos a los beneficios o las expectativas de que algo debería ser diferente de lo que es. Simplemente actuamos basados en la esencia funcionando en cualquier momento según lo que es apropiado a la situación en la que nos encontramos. Es decir, correcta situación, correcta relación, y correcta función. Renunciamos que nuestro yo chico, le mente condicionada de la personalidad, está haciendo algo. En cambio, estamos operando desde el “no sé” de nuestra esencia, la que intuye y actúa según lo que se necesita en cualquier momento. Si hay hambre, dale a comer. Simplemente así. Hay hambre y hay satisfacción del hambre.  Los dos, el sujeto y el objeto son dos partes de la misma unicidad funcionando en armonía, sin obstáculo. Esto es el universo que funciona en este momento tal como es. No es bueno ni malo, simplemente es. No hay nada que obstruye el fluir natural de consciencia. Cuando no hay crítica, juicio, resistencia o separación, todo es Nirvana. Todo es shunyata, la esencia innata expresándose en el mundo de samsara.

Bibliografía

Park, Sung Bae. (1983). Buddhist Faith and Sudden Enlightenment. State University of New York Press: Albany, N.Y.

Kohn, Michael H. (2010). The Concise Dictionary of Buddhism and Zen. Shambhala:     Boston.

Yampolski, Philip B. tras. (2012). The Platform Sutra of the Sixth Patriarch. Columbia University Press: New York.


Meditación en línea con Hyoenjin Prajna todos los domingos a las 11:00 a.m. 

INFORMACIÓN

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CLASES EN LÍNEA

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domingo, 16 de agosto de 2020

SUTRA DEL ESTRADO Clase 1: "Quizás Te Equivocas" Charla Dharma 16/AGO/2020

 



Sutra del Estrado

Clase 1

Quizás Te Equivocas

Venerable Dr. Hyoenjin Prajna

Charla Dharma 16/AGO/2020

El Sutra del Estrado viene de China del siglo VIII d.C. Es uno de los sutras más importantes de la tradición Zen del Budismo Mahayana. Se trata de la vida del sexto patriarca Hui-neng, un campesino analfabeto quien llegó a ser el segundo patriarca más importante después de Bodhidharma, el maestro de la India quien trajo el Budismo de la India a China en el V siglo d.C. y cuyas enseñanzas son consideradas el comienzo de la escuela Zen/Chan.

        Las enseñanzas de Hui-neng reflejan una tensión que surgió entre las escuelas Zen del Norte y el Sur, lo que revela un cambio de enseñanzas basadas en la Iluminación Gradual a nuevas enseñanzas basadas en la Iluminación Súbita. La Iluminación Gradual implica un lento despertar basado en la intención de poco a poco convertirse en Buda en el futuro después de muchos años de práctica. La Iluminación Súbita es una transformación instantánea al darse cuenta de que “Ya soy Buda.” (Park, 1983:4) Aunque parecen estilos totalmente diferentes, el zen coreano incorpora la Iluminación Súbita con el Cultivo Gradual, lo que significa que desde el principio, al comenzar la práctica del zen, la iluminación es presente como nuestra naturaleza esencial. Sin embargo, tenemos que cultivar continuamente esta experiencia inicial para romper los malos hábitos mentales que la cubren.  Así que seguimos cultivando esta percepción hasta que lográramos la identificación completa con nuestra naturaleza esencial, plenamente realizándonos como buda, o sea, la budeidad. Una vez entendemos esto, la práctica se vuelve un cultivo continuo de nuestra naturaleza esencial ya presente.   

       Este sutra comienza con Hui-neng contando la historia de su vida a los monjes del monasterio y a varios oficiales importantes del pueblo.  Describe cómo llegó a la Iluminación y luego da consejos de cómo deben practicar.  Cuando era niño, su padre cayó en desgracia y fue exiliado de la corte a causa de sus actividades políticas, lo que contribuyó a su fallecimiento. Hui-neng y su madre se quedaron sin recursos ni apoyo, y Hui-neng tenía que vender leña para sobrevivir con su madre. Mientras tanto, por casualidad oyó a una persona pasando cerca de él que recitaba el Sutra del Diamante, lo que le despertó en seguida a la verdad de su naturaleza esencial. Así que se despidió de su mamá en busca de un maestro zen que le pudiera ayudar en cultivar su comprensión del Dharma. 

        Hui-neng llegó a un monasterio y pidió una cita con el maestro el quinto patriarca Hung-jen, quien le puso a prueba su comprensión. El maestro le insulta y le llama un bárbaro del sur que no tiene la capacidad ni la cultura para lograr la budeidad. Pero Hui-neng no se desanimó, se mantuvo tranquilo y le afirmó al maestro que, a pesar de sus diferencias físicas, toda la gente es básicamente igual y lo mismo en su naturaleza esencial.

        ¿Qué significan aquí los insultos del maestro hacia un alumno? Muchas veces es una manera de probar la comprensión o la determinación de la persona. Mi propia experiencia en esto fue toda una experiencia tremenda la primera vez que entré en un retiro zen. Al conocer el maestro, le pedí que me enseñara el Budadharma porque quería lograr la iluminación esta misma vida. Me preguntó si estaba seguro y dispuesto a pagar el precio, y como muy ingenuo, le dije que sí. Pero de hecho, no estaba preparado a enfrentar lo que requería.

        Varias semanas antes, por medio del internet, el maestro me había asignado la contemplación del kong-an “Mu”. Mi frustración se aumentaba día tras día por al contemplarlo pero sin resolverlo. Una noche, al disponerme a dormir en el salón de meditación, el maestro bajó súbitamente la escalera desde el cuarto piso con pasos ruidosos. Al llegar a la planta baja, desde arriba, gritó, “¿Quién está fumando crack? Si alguien está drogándose, ¡tendrá que marcharse ahora mismo!” Luego me miró directamente y con una voz estruendoso me preguntó, “¿Eres tú?” Me devastó su pregunta. Aunque intentaba seguir la práctica con todo mi esfuerzo, aparentemente, ¡el maestro estaba acusándome de fumar crack! De hecho, el olor venía de mí, puesto que me había puesto un fuerte repelente, potencia militar para selvas profundas, sobre me cuerpo algunos minutos antes para protegerme de los mosquitos gigantes presentes en el salón de meditación. El fuerte olor había llegado hasta el cuarto piso del edificio donde el maestro estaba. Me enteré luego de que cualquier olor de perfumes está prohibido durante un retiro. Sin embargo, me parecía que la conducta del maestro en aquel momento era muy exagerada. Me sentí totalmente humillado. Miré arriba al maestro y le expliqué con una tímida voz de que me había puesto un repelente hace un rato. Por suerte, el monje principal estaba cerca de mí cuando puse el repelente y podía confirmar al maestro que no fue una droga sino un repelente.  Luego el maestro pausó un momento, y luego gritó, "Pues, ¡dúchate y quítalo!”, con tal de que se volteó y regresó escalera arriba a su cuarto, mientras que murmuraba a sí mismo que se puede olerme hasta cinco kilómetros alrededor.

        Me sentí muy indignado. Me levanté para ir al baño y ducharme, pero me paré al recordar que se prohibía bañarse a esa hora. Me volteé varias veces sin saber qué hacer cuando el monje principal me dijo en voz baja, “Ignóralo, no pasa nada. Acuéstate.” Al meterme en mi saco de dormir, me sentía muy molesto. Pensé: ¿Cómo puede hacerme esto? ¡Qué injusto! Toda la noche mi menta estaba agitada con ira, frustración, e indignación. Decidí que iba a abandonar el retiro el próximo día durante el período de limpieza, cuando todos estaban fuera del salón de meditación. Cuando el momento llegó, guardé mi cojín en el armario y me fui para recoger mi maleta y salir de la casa. Pero al llegar a la puerta principal, algo me retenía la mano sobre la perilla. Una voz interior me dijo, “Quizás me equivoco. Quizás este es mi única oportunidad para lograr la iluminación.” Decidí quedarme hasta el final. Volví a mi lugar, guardé mi maleta, y saqué mi cojín de nuevo. No fue nada fácil el resto del retiro. Mis meditaciones no estaban para nada tranquilas y mi postura era fatal.

        Al final del retiro, durante la celebración de cierre, el maestro se acercó, me miró y simplemente dijo, “Me alegro de que hayas vuelto.” Tardé varios años en entender lo que significaba todo esto. Años después, cuando pregunté a mí maestra si aquel maestro había sido injusto conmigo, ella me dijo, “Pues, me parece que simplemente estaba haciendo su trabajo!” Eventualmente me di cuenta de que la conducta del maestro fue de hecho un acto de compasión. Yo había pedido la iluminación esta misma vida. Si iba a continuar en el retiro aquel día, tuve que soltar mi opinión, mi ira y mi juicio hacia el maestro. Efectivamente, tuve que soltar mi ego y mi orgullo. Aunque me sentí justificado, intuía que iba a perder una oportunidad tremenda. Tuve que aprender que no soy estos pensamientos y sentimientos. Puedo siempre soltarlos y volver a la dulzura quieta de nuestra esencia.

        Muchas veces culpamos a otros lo que es nuestro propio karma, nuestra propia opinión negativa que proyectamos en los demás. Estos días hay muchos que sienten ansiedad, preocupación, y frustración debido al coronavirus, la cuarentena y el fracaso de muchos negocios o empleo. O simplemente se frustra con su propia falta de progreso espiritual. La tendencia es apegarse a las ideas dualista del ego de “me gusta” y “no me gusta.” Quizás se experimenta aburrimiento con las reuniones. U opinas que los demás están equivocadas con sus conocimientos del Dharma. Se proyecta este descontento afuera hacia los demás, a la sangha, a ciertos practicantes, o al mismo maestro. Se justifica y chismea sobre sus defectos. Pero es un gran error. El problema reside en ti mismo, en tu propia mente. Estás proyectando lo que es tu propio karma, tu propio patrón mental. Esta tendencia es lo que te obstaculiza. Estás atrapado en tu propia jaula de descontento, autoengaño, frustración e ilusión. Puedes abandonar la práctica en busca de mejores practicantes, maestros o enseñanzas, pero te llevas tu karma contigo. Los patrones te persiguen. Hasta que tomes responsabilidad por tu propio descontento, seguirás perdido en un interminable ciclo de insatisfacción y sufrimiento. Pero es tu decisión. Hay muchos que comienzan la práctica espiritual, pero pocos están dispuestos a pagar el precio. Hay que sacrificar la mente de ideas y condicionamiento para encontrar tu verdadero ser de paz y equilibrio. Los que van, “que te vaya bien.” Que tengan una buena vida con muchas bendiciones. Pero para los que quedan, dense cuenta de que la práctica es para toda la vida, que requiere disciplina y determinación. Desde el principio eres Buda, pero es sólo mediante la vigilancia constante y el desapego, el compromiso a soltar tu opinión junto con la habilidad de volver una y otra vez a la mente sencilla y tranquila de nuestra esencia fundamental, que se puede liberar del descontento y la insatisfacción de samsara. Tú decides: culpa a otros o toma responsabilidad por tus propios estados mentales. La iluminación final está dentro de tus propios manos.      

 

Bibliografía

Park, Sung Bae. (1983). Buddhist Faith and Sudden Enlightenment. State University of New York   

           Press: Albany, N.Y.

Kohn, Michael H. (2010). The Concise Dictionary of Buddhism and Zen. Shambhala: Boston.

 

Todos bienvenidos a meditar con el maestro Hyoenjin Prajna y la sangha Meditación Budista Zen todos los domingos a las 11:00 - 14:00 hrs en ZOOM.

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domingo, 9 de agosto de 2020

EL SUTRA DE LA PERFECTA ILUMINACIÓN Capítulo 12 Mar de Mérito Charla Dharma 09/AGO/2020

 



EL SUTRA DE LA PERFECTA ILUMINACIÓN

Capítulo 12

Mar de Mérito

Charla Dharma 09/AGO/2020

Ven. Dr. Hyoenjin Prajna

 


TEXTO

12. El Bodhisattva El Más Excelente de los Dignos 賢善 菩薩

Entonces El Bodhisattva El Más Excelente de los Dignos se levantó de su asiento en la gran asamblea. Se postró a los pies de Buda y lo circumambuló tres veces a la derecha. Luego se arrodilló con las manos unidas y se dirigió al Buda, diciendo: "Gran Compasivo Honrado del Mundo. Usted ha revelado ampliamente para nosotros y a los seres sintientes de la edad degenerada sobre este asunto inconcebible. Honrado del mundo: ¿Cuáles nombres se aplican a esta enseñanza Mahayana? ¿Cómo se debe adherir y practicarla? ¿Qué tipo de méritos obtendrán los seres sintientes que practiquen de acuerdo con él? ¿Cómo se protegerá a quienes se aferren a ella y la practiquen? ¿Y a cuáles tierras debería propagarse esta enseñanza?” Habiendo dicho esto, se postró completamente en el suelo. Repitió esta pregunta tres veces seguidas.

Entonces, el Honrado del Mundo, dirigiéndose al Bodhisattva El Más Excelente de los Dignos dijo: "¡Excelente! ¡Excelente! Buen Hijo, has pedido bien por los bodhisattvas y seres sintientes de la edad degenerada sobre los méritos y los nombres de esta enseñanza de sutra. Ahora escucha bien, y te lo explicaré". El Bodhisattva El Más Excelente de los Dignos recibió esta instrucción con gran alegría. Los que estaban en la gran asamblea guardaron silencio y escucharon.

"Buenos hijos, esta escritura es la que enseñan miles y miles de millones de incontables Budas; es la que está protegida por los tathāgatas de los tres tiempos; es la que confían los bodhisattvas de las diez direcciones; es el ojo puro de las doce divisiones de las escrituras. Esta escritura se llama La Gran Dharani Curativa de la Amplia Perfecta Iluminación; también se llama El Sutra del significado plenamente revelado; también se llama El Misterioso Real Samādhi; también se llama el Reino de la Plena Decisión del Tathagata; también se llama La distinción de la naturaleza propia del Tathāgatagarbha. Debes adherirte a él y practicar de acuerdo con él ".

"Buenos hijos, esta escritura no expresa nada más que el reino de los Tathagatas, y sólo los Tathagatas de Buda pueden explicarla completamente. Si los bodhisattvas y los seres sintientes de la edad degenerada practican de acuerdo con este sutra, gradualmente avanzarán hacia la Budeidad".


"Buenos hijos, esta escritura se llama la Enseñanza Súbita del Mahayana, y los seres con la capacidad para lo súbito despertarán a través de ella. Pero además abarca la práctica gradual de todos los seres sintientes. Es como una gran masa de agua que no niega la entrada de ningún pequeño arroyo, y los mosquitos y los tábanos, así como los asuras (dioses) pueden beber su agua y llenarse."


"Buenos hijos, digamos, por ejemplo, que hubo un hombre que, con la más pura de las motivaciones, reunió las siete joyas en una cantidad suficiente para llenar tres mil galaxias, y luego las entregó todas por caridad. El mérito de este hombre no sería igual al de un hombre que escuchó el nombre de esta escritura y entendió el significado de un solo pasaje ".

"Buenos hijos, digamos, por ejemplo, que hubo un hombre que enseñó a los seres sintientes hasta cien veces la cantidad de granos de arena en el río Ganges, de modo que todos alcanzaron el nivel de arhat. El mérito de este hombre no sería igual a alguien que explicó la mitad de una frase de esta escritura. Si hay alguna persona que escucha el nombre de este sutra y cree en él completamente sin la menor duda, entonces se puede saber que esta persona no sólo ha sembrado las semillas de bendiciones y sabiduría con un buda o dos budas, pero ha cultivado sus raíces de bondad con innumerables miríadas de budas, al escuchar esta enseñanza del sutra ".

"Buenos hijos, deberían proteger a los seres sintientes de la edad degenerada que practican esto, y no permitir que los espíritus malignos y los herejes alteren sus pensamientos o les hagan desanimarse". Entonces, el Honrado del Mundo, queriendo reafirmar la esencia de esto, habló en verso. Él dijo:

 

El Más Excelente de los Dignos, debes entender

Esta escritura es la que todos los Budas enseñan

Y la que todos los Tathagatas protegen bien

Es el ojo de las doce divisiones.

Se llama

La Gran Dharani Curativa de la Amplia Perfecta Iluminación

Es la expresión del reino del Tathagata

Los que practican de acuerdo con ella

Poco a poco avanzan a la Budeidad.

Es como un océano que acepta todos los ríos

Y sacia a todos los sedientos.

Si había una persona que donó las siete joyas

Suficientes para llenar tres mil galaxias

No sería igual al oír de este sutra.

Si alguien transformó a innumerables seres

Así que todas lograron ser arhats

No sería igual a la explicación de la mitad de una frase.

Todos deben, para las generaciones posteriores

Proteger a quienes que dan y reciben esta enseñanza

y no permitirlos desviarse.

COMENTARIO

En este capítulo, el bodhisattva El Más Excelente de los Dignos, es decir, él más meritorio, pregunta al Buda acerca del mérito que se genera al estudiar este sutra. El Buda responde que es como un océano que acepta todos los ríos y sacia a todos los sedientos. Esta imagen de un océano que acepta todos los ríos me recuerda del poema por Shunryu Suzuki que describe nirvana como una cascada.



Me fui a la Parque Nacional de Yosemite, y vi unas enormes cascadas. La más alta hay 1,340 pies de altura, y desde ahí el agua cae como una cortina arrojada desde lo alto de la montaña. No parece caer rápida, como pensarías; más bien parece caer muy lentamente debido a la distancia. Y el agua no cae como una corriente, sino se separa en muchos arroyos pequeños…Y pensé que debe ser una experiencia muy difícil para cada gota de agua que desciende de la cima de una montaña tan alta. Se necesita tiempo, ya entiendes, mucho tiempo, para que el agua finalmente llegue a la parte inferior de la cascada. Y me parece que nuestra vida humana puede ser así. Tenemos muchas experiencias difíciles en nuestra vida. Sin embargo, al mismo tiempo, pensé, el agua no estaba separado al principio, sino era todo un río único. Sólo cuando se separó tiene alguna dificultad en caer. Es como si el agua no tuviera ningún sentimiento cuando es todo un río. Sólo cuando se separó en muchas gotas puede comenzar a tener o expresar algún sentimiento. 

Somos como arroyos pequeños de agua que se separan de la unicidad original del río. Es necesario experimentar nuestras vidas individuales, aunque sea difícil. Pero es precisamente por medio de esta caída individual que podemos apreciar nuestra unicidad original con lo Absoluto. Es como si el universo estuviera despertándose a su grandeza por medio de nuestra experiencia personal. Shunryu Suzuki continua diciendo…


Cuando el agua vuelva a su unidad original con el río, ya no tiene ningún sentimiento individual; es que vuelve a su propia naturaleza, y encuentra la perfecta serenidad. ¡Que contento el agua debe ser volver a su río original! ¡Si esto es agua, tiene que volver al río original!


Esta perfecta serenidad es lo que este Sutra de la Perfecta Iluminación está diciendo también. Al practicar espiritualmente, logramos la suprema experiencia de despertar, dándonos cuenta de que realmente somos uno con lo Absoluto. Toda nuestra experiencia individual como arroyos separados ya sirve para experimentar el Gran Despertar, la Iluminación Suprema. Esto es tan grande, que el Buda lo compara con tener todos los diamantes, los rubíes, las esmeraldas, los zafiros, todo el oro y la plata suficientes para llenar tres mil galaxias. La intención para despertarse a nuestra verdadera Esencia es más grande, más valioso, que toda la riqueza material en el universo. No hay nada igual. Simplemente comenzar a leer, oír, o enseñar un pedacito de esta sutra significa que algo ya está comenzando a despertarse a sí mismo, nuestro verdadero ser uno con todo. Como un océano es tan grande que acepta a todos los ríos, sean como sean, de cualquier lado, el océano recibe a todos. Y así, nos sacia por completo, porque ya no faltamos nada. No es necesario continuar con la búsqueda afuera en cosas impermanentes e insatisfactorias. Ya hemos regresado a casa.

 

Esto me recuerda la canción “Brandy” por Elliot Lurie de 1972 que oí hace poco en la película “Guardianes de la Galaxia II.” Se cuenta la historia de una buena chica, una camarera en una taberna del puerto, que ama a un marinero. Sin embargo, el hombre no puede comprometerse a ella porque su corazón pertenece al mar. Esta desafortunada mujer tiene que pasar todo su tiempo con el marinero escuchando sus historias de gloria mientras que ella intenta imaginar lo que él está describiendo.

 

Escucha en YouTube "Brandy” por Elliot Lurie

https://youtu.be/ZfbvJ1H3ZRI

 

He came on a summer's day

Bringin' gifts from far away

But he made it clear he couldn't stay

No harbor was his home

The sailor said, "Brandy, you're a fine girl" 

"What a good wife you would be" 

"But my life, my love, and my lady is the sea"

 

Yeah, Brandy used to watch his eyes

When he told his sailor stories

She could feel the ocean fall and rise

She saw its ragin' glory

But he had always told the truth, Lord, he was an honest man

And Brandy does her best to understand

 

Vino un día de verano

Trayendo regalos desde muy lejos

Pero dejó en claro que no podía quedarse

Ningún puerto era su hogar

El marinero dijo: "Brandy, eres una buena chica" 

"Qué buena esposa serías" 

"Pero mi vida, mi amor, y mi dama es el mar"

 

Sí, Brandy solía mirar sus ojos

Cuando contó sus historias de marineros

Podía sentir el océano caer y subir

Ella vio su gloria furiosa

Pero él siempre había dicho la verdad, Señor, era un hombre honesto

Y Brandy hace todo lo posible por entender.

 
















Aunque esta canción parezca una tragedia, de hecho, se puede verla como la condición humana y nuestra potencia como bodhisattvas. Como humanos, somos esta desdichada mujer atrapada a la orilla del mar en el puerto de samsara esperando una vida mejor con un hombre que no puede quedarse. Todos estamos esperando algo más, algo o alguien que puede traernos felicidad. No obstante, todo se va, y seguimos insatisfechos, esperando que mañana nos traiga diferente. Pero al mismo tiempo, este marinero representa al Buda, nuestro verdadero corazón, que pertenece al mar. Aunque apreciamos lo hermoso de las cosas de este puerto de samsara, no compara con la gloriosa mar de nirvana. Igual a esta moza, escuchamos atentamente mientras que el Buda nos cuenta sus historias de lo que ha experimentado. Tratamos imaginar este océano glorioso que mueve sus asombrosas olas arriba y abajo con furia.  Pero incapaz de seguir este marinero, continuamos atrapados en el puerto de añoranzas pasadas y esperanzas futuras, infelices y descontentos. No te quedes atrás. Seamos este marinero, hombre y mujer, que arriesga todo para volver a su verdadero amor, más hermoso y valioso que mil millones de galaxias llenas de diamantes. Atrévete al mar adentro, nuestro verdadero hogar de Nirvana.