MEDITACIÓN BUDISTA ZEN

VEN. DR. JINSIM HYOENJIN: arzobispo y maestro guía de la sangha Meditación Budista Zen, recibió Transmisión el 27 de marzo 2021 e Inga el 16 de julio 2017, y recibió los 250 votos del Bhikshu (monje) el 22 de julio 2016 por el Ven. Dr. Wonji Dharma.

Ven. Jinsim Hyoenjin es originalmente de Kansas City, Missouri, USA y ha vivido en Guadalajara, México desde 2000. Tiene más de 45 años experiencia en meditación, dos maestrías (psicología y estudios budistas), y un doctorado de Psicología Oriente-Occidente investigando métodos de meditación en las tradiciones espirituales del Oriente.

Ven. Jinsim Hyoenjin imparte clases, conferencias universitarias, charlas Dharma, retiros y talleres sobre el buda-dharma además de citas individuales para orientación y estudio personalizado.

Un arzobispo (maestro zen superior) es un obispo que, habiendo recibido Inga y Transmision de Dharma, preside varias diócesis en una gran región. Este puesto incluye algunas responsabilidades de supervisión tanto de las diócesis como de los obispos de esa región. Un arzobispo sirve como guía o instructor en asuntos religiosos; y a menudo es el fundador o líder dentro de una Orden. Además, el Colegio de Arzobispos actúa como un Consejo Rector igualitario para la Orden Zen de las Cinco Montañas.
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lunes, 22 de abril de 2024

EL PERDÓN DE BUDA, Capítulo 7.2. Kensho Dengue


 EL PERDÓN DE BUDA
Capítulo 7.2. Kensho Dengue

Charla Dharma 18/ABR/2024
Ven. Dr. Jinsim Hyeonjin



Cuando actuamos en acuerdo con los preceptos, la vida se vuelve más tranquila y armoniosa, llena de bienestar. Nuestro estado natural y normal es lo de calma y tranquilidad. De hecho, es la mente pura de nuestra Esencia. En cambio, cuando pensamos y actuamos basados en el egoísmo, llenamos la mente con una bola de sufrimiento, como un agujero negro en el espacio infinito del Universo. Esta bola negra jala todo a su alrededor, incluso hasta la luz, muy parecido a lo que pasa a la mente obstaculizada.


El Buda enseñó que hay cinco obstáculos que bloquean el libre fluir de la mente: 1. Deseo sensual; 2. Mala voluntad; 3. Torpeza; 4. Preocupación; y 5. Duda. Al criticar a otros, nos estamos apegando a tres de estos obstáculos, como la mala voluntad, la duda, y la preocupación. En mi caso, mi tendencia había sido pensar mal de otros, juzgarlos y a su vez, juzgarme a mí mismo, al compararlos y rebajarlos en mi mente, inconsciente del daño que nos causaba a todos. 


Dudaba de mi práctica y me preocupaba mi falta de congruencia. Me pregunté si esta vida de verdad valía algo. Estos obstáculos nos causan cierta tensión interior, y nos dejan estresados, molestos, y agitados. Comencé a percatar como la mente chica, la que sufre, no es nada más que un conjunto de hábitos, ideas, y conceptos de quienes pensamos que somos, que refuerzan estas tendencias negativas. 






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EL PERDÓN DE BUDA, Capítulo 7.1. Kensho Dengue


EL PERDÓN DE BUDA
Capítulo 7.1. Kensho Dengue 

Charla Dharma 11/ABR/2024
Ven. Dr. Jinsim Hyoenjin



En la práctica del Zen, la palabra “kensho” significa la experiencia directa de la Verdad, nuestra Esencia eterna, la que es aquí y ahora por doquier y disponible a todos. Aunque desde el principio de nuestra práctica, podemos experimentar aspectos de esta Esencia en cuanto a la paz, la calma, y el bienestar de la mente, a veces se surge una experiencia única, una experiencia profunda en la que se ve con toda claridad la Realidad del Universo.  


Como cualquier experiencia, el Kensho es pasajero e impermanente, y no es un requisito a la Iluminación completa. Pero por los que lo experimentan, puede servir como un guía que confirma lo que comenzamos a intuir desde el primer momento en que nos sentamos en zazen. Cada vez que nos sentamos, experimentamos un atisbo de esta realidad y continuamos practicando para estabilizarnos en ella. A veces, nuestra percepción se abre por completo, y percibimos mediante la lente de la mente totalmente abierta.  Esto es kensho.


En marzo de 2010, tuve una experiencia de kensho mientras pasaba por un período de enfermedad física, la que luego me enteré fue dengue. A causa de esta infección, tuve que estar varios días acostado en la cama, y experimentar todos los síntomas parecidos a una gripe severo: fiebre, escalofríos, y dolores musculares. 


Puesto que no tenía la energía para levantarme ni hacer nada, aproveché el período de convalecencia como una meditación, atento al cuerpo, los pensamientos, y las sensaciones, pero sin hacer nada con ellos. Simplemente los observaba con plena consciencia, lo que permitió que algo asombroso se manifestara.


Tumbado en la cama, en medio del silencio, percibí cierto patrón de karma en mí. Pude ver muchas elecciones del pasado, caminos que había atravesado y que causaron mucho sufrimiento, no sólo a mí, sino a muchos a mi alrededor. Sentí mucho remordimiento por los errores que había cometido. En medio de esta contemplación surgió un fuerte sentido de autocrítica mezclado con el temor de que mi vida había sido un fracaso.  Al mismo tiempo, vi cómo esta tendencia a la crítica se había proyectado hacia otros, juzgándolos en mi mente.  


Así que pude entender el significado más profundo de los preceptos relacionados con el habla, la crítica, y el chisme. Claro, es la regla dorada del karma, lo que haces a otros es lo que haces a ti mismo. Al criticar a otros, tendemos a criticar a nosotros mismos, juzgándonos por nuestras imperfecciones humanas. Los preceptos nos aconsejan de no hablar de los errores ni las faltas de los demás y también no envanecernos ni despreciar a los demás. Los preceptos no son simplemente reglas para seguir, sino son la clave a nuestra libertad y paz interior. 






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martes, 9 de abril de 2024

EL PERDÓN DE BUDA, Capítulo 6.6. El Obsequio de Bondad Amorosa

 

EL PERDÓN DE BUDA
Capítulo 6.6. El Obsequio de Bondad Amorosa

Charla Dharma 04/ABR/2024
Ven. Dr. Jinsim Hyoenjin



Pasamos varios días juntos.  Le abracé mucho.  Me senté a su lado para leer en voz alta de un libro de arte con fotos de cuadros muy coloridos.  A veces él deslizaba su dedo al lado de mi mano y tocaba el dorso de mi mano con suavidad.  


Ya no más nos importaban los argumentos y confrontaciones de mi juventud.  En su lugar, ya podíamos simplemente estar juntos, compartiendo el silencio, una manera de entendernos y sentir bienestar y gratitud por la vida.  “Me vas a consentir demasiado”, me dijo un día, mientras que paseábamos, uno de mis brazos se entrelazó con el suyo y le respondí: “Pues, claro que sí. Te lo mereces.” 


¿No es lo mismo para todos nosotros?  ¿No merecemos todos sentirnos valorados, amados, y honorados?  ¿No es esto lo que de verdad buscamos, sentir esta valoración incondicional que sólo puede surgir del corazón, nuestra Naturaleza Búdica?


Esto fue el obsequio para curarnos, para él y para mí.  Ahora podíamos simplemente amarnos el uno al otro.  De hecho, es lo único que tenemos en este mundo.  El cuerpo muere.  Las ilusiones de poder y control se esfuman.  Lo que queda es el amor, sin pretensiones, expectativas, ni prejuicios. 


Cuando nos despedimos, él estaba sentado en el asiento del pasajero delantero del carro al lado de mi mamá, ella al volante, yo atrás.  Me extendí por encima del respaldo del asiento para besar a mi mamá en su mejilla.  Luego me dirigí a mi papá.  Radiante, él extendió sus labios con todo corazón hacia mí y me besó en la mejilla.  En ese momento yo lo miré a los ojos y le dije: “Adiós.”


Nunca sabemos el impacto que la bondad amorosa pueda traer.  En medio de nuestra condición humana, nuestras debilidades e incomodidades, descubrimos las bendiciones.  Llegamos a ver la cara verdadera de los que queremos: la devoción cuidadosa de mi mamá, la apreciación tierna de mi papá, y un extraño que ofrece un obsequio con ternura. 


Bondad amorosa se extendió sobre la mesa un día y me ofreció un pedazo de chocolate.  Bondad amorosa abrazó a mi mamá con un rebozo cálido, le estabilizó la mano de mi papá, y me dio un beso de adiós en la mejilla.  Esto es lo que nos obsequiamos, estos ademanes sencillos que expresan lo Eterno.  Lo que se da, se vuelve.  Es el obsequio radiante del amor. 


Que todos los seres tengan salud, felicidad, y paz.
Que todos los seres sean libres de pesar y dolor.
Que todos los seres tengan buena fortuna continua.
Que todos los seres acepten todas las cosas como son.







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EL PERDÓN DE BUDA, Capítulo 6.5. El Obsequio de Bondad Amorosa



EL PERDÓN DE BUDA
Capítulo 6.5. El Obsequio de Bondad Amorosa
Charla Dharma 28/MAR/2024
Ven. Dr. Jinsim Hyoenjin



Me acosté en el colchón para el descanso de la tarde. Miré arriba a la cara del Buda, luego a la cara de Kanzeon.  La simplicidad pura de este obsequio de benevolencia seguía penetrándome al corazón.  Cerré los ojos e imaginé la mano de Kanzeon abriéndose para mí, entregándome lo que yo necesitaba tanto, este regalo de amor benevolente.  Comencé a sentir lágrimas correr por mis ojos, deslizándose por las mejillas y caer finalmente en mi almohada. 



Me di cuenta de que estaba llorando por felicidad.  Me quedé allí varios minutos, sentía como las lágrimas limpiaban mi corazón y derretían al yo chico interior.  “Así,” pensé, “esto es la Naturaleza Búdica.  Esto es lo que significa Kanzeon.”


Me sentí como si estuviera en un abrazo cariñoso, como un niño envuelto en los brazos de su mamá, cerca de su corazón.  Me di cuenta de que estos actos de bondad son manifestaciones de la Bodhisattva, Kanzeon.  Ella nos da sin expectativa.  La pura verdad en este simple gesto es la esencia de la curación, el acto de dar.  Le di gracias a Kanzeon por este obsequio, porque sabía ya el próximo paso que debería dar en mi camino espiritual. 


Volé a Kansas City, Missouri, en Los Estados Unidos, para visitar a mis papás. Desde Guadalajara, México le llevé a mi mamá un hermoso rebozo blanco pintado a mano.  La cubrí sus hombres suavemente y luego la abracé.  Ella brilló con agradecimiento.  Le sonreí, porque sabía que lo llevaría puesto en la primera oportunidad que tuviera a su reunión dominical en la iglesia, pavoneándose con orgullo por su hijo que acaba de traerla este regalo lindo desde tan lejos. 


En los días posteriores, la observaría cuidar a mi papá, vestirlo, protegerlo, y darlo de comer.  Podía ver lo mejor de ella como ser humano, una mujer con la capacidad y un esfuerzo tremendo para hacer lo necesario para su querido esposo, a pesar de la incomodidad, preocupación, y estrés que la causaba.  Como la persona principal en el cuidar de mi papá, ella encarnaba dedicación y amor incondicional. 


Luego volteé a mi papá.  Allí estaba, debilitado por su enfermedad.  “¿Me reconocería?” me pregunté.  Le envolví en mis brazos y lo abracé fuertemente.  Me parecía un poco desorientado al principio, pero me miró a los ojos, sonrió, y pronunció mi nombre.  Nos sentamos juntos por un rato.  


Aquí estaba el hombre que había sido tan importante para su comunidad, el gran abogado de renombre, el que había peleado las grandes batallas en los tribunales, ganándose una buena reputación y el respeto de su comunidad.  No obstante, ahora se veía debilitado en mente y cuerpo, luchaba para encontrar unas pocas palabras, mientras sus manos temblaban.  


Luego durante el desayuno, derramó su café sobre su regazo.  “Por Dios,” dijo impulsivamente, y miró al cielo e imploró ayuda divina que pudiera intervenir en su beneficio, al darle la paciencia para continuar luchando por mantener algún vestigio de dignidad.  


Esta enfermedad le había quitado su trabajo, su orgullo, su poder y esfuerzo.  Ya hasta le costaba tanto esfuerzo sólo para levantar una taza de café.  Le extendí mi brazo, y puse mi mano sobre la suya para estabilizarlo.   “¡Qué cambio!, pensé, “Los papeles están al revés.  Cuando yo era niño él me había ayudado a comer y beber, al tomar mi mano en la suya para estabilizarla también.  Y ahora hago lo mismo para él.”



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