EL PERDÓN DE BUDA
Capítulo 6.6. El Obsequio de Bondad Amorosa
Charla Dharma 04/ABR/2024
Ven. Dr. Jinsim Hyoenjin
Capítulo 6.6. El Obsequio de Bondad Amorosa
Charla Dharma 04/ABR/2024
Ven. Dr. Jinsim Hyoenjin
Pasamos varios días juntos. Le abracé mucho. Me senté a su lado para leer en voz alta de un libro de arte con fotos de cuadros muy coloridos. A veces él deslizaba su dedo al lado de mi mano y tocaba el dorso de mi mano con suavidad.
Ya no más nos importaban los argumentos y confrontaciones de mi juventud. En su lugar, ya podíamos simplemente estar juntos, compartiendo el silencio, una manera de entendernos y sentir bienestar y gratitud por la vida. “Me vas a consentir demasiado”, me dijo un día, mientras que paseábamos, uno de mis brazos se entrelazó con el suyo y le respondí: “Pues, claro que sí. Te lo mereces.”
¿No es lo mismo para todos nosotros? ¿No merecemos todos sentirnos valorados, amados, y honorados? ¿No es esto lo que de verdad buscamos, sentir esta valoración incondicional que sólo puede surgir del corazón, nuestra Naturaleza Búdica?
Esto fue el obsequio para curarnos, para él y para mí. Ahora podíamos simplemente amarnos el uno al otro. De hecho, es lo único que tenemos en este mundo. El cuerpo muere. Las ilusiones de poder y control se esfuman. Lo que queda es el amor, sin pretensiones, expectativas, ni prejuicios.
Cuando nos despedimos, él estaba sentado en el asiento del pasajero delantero del carro al lado de mi mamá, ella al volante, yo atrás. Me extendí por encima del respaldo del asiento para besar a mi mamá en su mejilla. Luego me dirigí a mi papá. Radiante, él extendió sus labios con todo corazón hacia mí y me besó en la mejilla. En ese momento yo lo miré a los ojos y le dije: “Adiós.”
Nunca sabemos el impacto que la bondad amorosa pueda traer. En medio de nuestra condición humana, nuestras debilidades e incomodidades, descubrimos las bendiciones. Llegamos a ver la cara verdadera de los que queremos: la devoción cuidadosa de mi mamá, la apreciación tierna de mi papá, y un extraño que ofrece un obsequio con ternura.
Bondad amorosa se extendió sobre la mesa un día y me ofreció un pedazo de chocolate. Bondad amorosa abrazó a mi mamá con un rebozo cálido, le estabilizó la mano de mi papá, y me dio un beso de adiós en la mejilla. Esto es lo que nos obsequiamos, estos ademanes sencillos que expresan lo Eterno. Lo que se da, se vuelve. Es el obsequio radiante del amor.
Que todos los seres tengan salud, felicidad, y paz.
Que todos los seres sean libres de pesar y dolor.
Que todos los seres tengan buena fortuna continua.
Que todos los seres acepten todas las cosas como son.
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