LA ÚLTIMA ETAPA: SERVICIO
Ozmo Piedmont, PhD
En la escritura “El Más Excelente Espejo – Samadhi” se lee lo siguiente:
Los ministros sirven al señor,
Los niños obedecen a sus padres.
No obedecer es contrario al deber filial;
Sin servir no se es un verdadero ministro.
Tal práctica hecha con discreción y sin pretensiones,
Puede parecer limitada y tonta,
Pero los que son constantes así en su práctica de la ley,
Se verán nombrados,
En todos los mundos,
El Señor de Señores para siempre.
Vivir como si nuestras vidas fueran sólo nuestras, es un gran error que causa mucho del sufrimiento del mundo. Nuestra vida debería ser un ofrecimiento al Infinito, comenzando cuando niños ofreciéndola a nuestros papás y mamás, luego a nuestros instructores en la escuela. Pasamos entonces a servir a nuestra pareja y familia, al mismo tiempo a nuestros jefes o empleados de las que nos encontramos compartiendo la vida. Finalmente, se puede surgir una conexión muy sagrada entre un maestro espiritual y un discípulo. El servicio que surge entre ellos es lo más importante de todo, y puede transformar los dos en el proceso.
La práctica espiritual es el proceso de aprender cómo obedecer las señas del Infinito, lo que requiere buen juicio, humildad, y la habilidad de escuchar al consejo sabio dado en su mil formas, o sea en la forma de un maestro, una pareja, un amigo, e incluso nuestros sentimientos e intuiciones del cuerpo y la mente. Cuando podemos escuchar esta directiva y consejo del Infinito, somos más eficaces en ayudarles a los demás en el mundo. De hecho, esta actitud de dar y ayudar, es la quinta y más suprema etapa del camino espiritual. Esta etapa comienza después de experimentar directamente la Realidad y La Verdad del Infinito en todo aspecto de nuestras vidas. Luego, comienza el trabajo, representado como el Bodhisattva, un individuo despierto a su misión en la vida de servir, el que regresa al mundo cotidiano, simbolizado como su vuelta al centro del mercado en medio del pueblo. A los demás, este ser parece como cualquier otro ser humano. Sin embargo, su compromiso de servir y guiar a los demás para que todos encuentren el Infinito es de suma importancia.
Para llevar a cabo este compromiso, el maestro sirve al Buda Cósmico, escuchando su consejo en la manera más eficaz de ayudar al discípulo. A su vez, el discípulo comienza su aprendizaje sirviendo al maestro dedicándole su tiempo, su atención, sus preguntas y su apoyo económico. Al menos que los dos estén dispuestos a servir el Infinito, el maestro al Buda Cósmico y el discípulo al Infinito en la forma de su maestro, ninguno de los dos pueda tener acceso al Tesoro.
El discípulo necesita confiar en su maestro para que se eliminen las obstrucciones y los obstáculos, incluyendo el auto engaño y el delirio. Por tanto, el discípulo debería seguir los consejos y las enseñanzas del maestro, el que tiene más experiencia en el camino de la práctica. El maestro, también, debería eliminar su propio egoísmo para que pueda oír y servir al Infinito, y para que las enseñanzas fluyan por él. Por supuesto, el discípulo no debería forzarse en aceptar ninguna enseñanza si no está listo a creerla. Sin embargo, no debería cerrarse la mente a la posibilidad de considerar nuevos conceptos y recomendaciones.
Los desafíos que surgen en cada momento de nuestras vidas pueden parecer insignificantes y sin valor especial. Si se piensa, “Aunque conozco los preceptos, por ejemplo, el ‘no enojarse’ o ‘no despreciarles a los demás’, voy a seguir en mi manera habitual, puesto que nadie va a saber ni darse cuenta de estos momentos desapercibidos.” Pero esta actitud es triste, porque uno pierde la oportunidad de romper las cadenas del sufrimiento basado en patrones de auto engaño, y el apego a los venenos del deseo y la frustración. Y no solo esto, pero se pierde la oportunidad de descubrir la Naturaleza Búdica latente en cada uno de nosotros, lo que se expresa como la compasión y la benevolencia, y se representa en el símbolo del Bodhisattva funcionando en el mercado ayudando a todos encontrar el camino al Nirvana y la liberación del sufrimiento. El resultado, la luz del Infinito brilla un poco menos, y el mundo se empobrece un poco más.
El trabajo del maestro y del discípulo puede parecer muy raro y tonto a los que no entienden que la felicidad no se encuentra en las cosas imperdurables. Todo cambia, todo es transitorio. A veces nosotros mismos no valoramos lo precioso que es cada momento para practicar espiritualmente, aplicando los preceptos en nuestras vidas, y sirviendo a toda la humanidad, y lo que es más importancia todavía, sirviendo al Infinito. Pero, los que siguen en su práctica, día tras día, en todos los momentos insignificantes, sirviendo en toda forma que puedan, descubrirán el tesoro verdadero de la alegría y la paz eterna.
Bibliografía
Morgan, Daishin. Buddha Recognizes Buddha. Throssel Hole Press: Northumberland, United Kingdom, 2010.
Shasta Abbey. Zen Training. A Special Issue of The Journal of Shasta Abbey. Vol. XIII, May-August 1982. Mt. Shasta, CA., 1983.