¡DESCÚBRETE!
Por Ozmo Piedmont, PhD
En la escritura “El Más Excelente Espejo Samandhi”, se lee lo siguiente:
“El sabio le dirá al aprendiz, el que se siente todo bajo e inferior,
Que sobre su cabeza brilla una diadema de joyas preciosas,
Y sobre su cuerpo se lleva una indumentaria decorada – y a sus pies
Se ve un reposapiés.
Si el aprendiz oye esta enseñanza con sorpresa y duda,
El sabio le asegura que hay ciertas clases de gatos e incluso
Algunos bueyes blancos,
Los cuales son perfectos justo como son.”
Todos necesitamos el apoyo, la esperanza, y la fe para progresar en el camino espiritual. A veces uno se siente superior y más avanzado que los demás en este camino, como si fuera una carrera, en que solo uno puede ganar el premio. Pero esto es solo un lado de la moneda de inseguridad, porque en el próximo momento, la situación puede cambiarse, y se siente como un fracasado, inferior, y sin valor. Sin embargo, los dos extremos son ejemplos de la dualidad de la mente chica, el ego. Es un delirio basado en la creencia que se está solo en el universo, aislado, con características fijas y permanentes. Si se apega a este concepto erróneo, se crea una batalla constante entre los extremos dualistas de superioridad e inferioridad.
Las buenas noticias son que podemos liberarnos del sufrimiento creado de esta creencia. Todo el mundo es igual en este aspecto. Cada ser tiene sus tendencias kármicas, las que se le da la oportunidad de ver dónde se equivocaba en el pasado, con intenciones e impulsos que creaban patrones llegando al sufrimiento en el presente. Si se juzga a los demás o a uno mismo, se mantienen estos patrones continuamente, vida tras vida. No obstante, todo ser tiene el derecho de ser libre y en paz. Una ley fundamenta del Universo es “anicca”, lo que significa que todo cambia, nada es permanente, ni el cuerpo, la mentalidad, la forma de pensar o percibir la realidad, ni el carácter. Se puede elegir en cada momento una nueva forma de responder a las situaciones difíciles de la vida. Por tanto, el aspecto físico, las creencias anteriores, el sexo, el género, la raza, y los errores del pasado no son lo importante en como vives ahora. Lo importante es quien eres en este momento, aquí y ahora. Puesto que todo cambia, cada uno puede cambiar su actitud y reacción al mundo. En este sentido, el ego puede servir como una herramienta en el descubrimiento de la identidad verdadera, la que es la Naturaleza Búdica, el sí mismo real. El ego puede apoyar la transformación, utilizando la fe y la esperanza para abrirse al Dharma como algo real.
El Dharma puede liberarles y purificarles todo el karma. Se lo hace por medio de elegir el camino espiritual, siguiendo los ejemplos de los Budas, los maestros, y los Bodhisattvas anteriores, los que mostraron como vivir en carne y hueso Los Cuatro Verdades Nobles y Los Preceptos. Solo requiere tomar el primer paso en una nueva dirección, escuchando la voz interior del corazón, indicando en cada momento donde caminar. Si el ego escucha esta sabiduría innata, se descubre la alegría más profunda que ni se puede imaginar. Se descubre que “todos son perfectos justo como son”, porque todo es parte del Infinito manifestándose aquí y ahora como la Vida como es. El Karma se le muestra a cada uno exactamente lo que se debe ver para liberarse y descubrir su conexión con Lo Infinito. Esto es la invitación que el maestro siempre está animándoles a hacer: ¡Descúbrete!
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