Ozmo Piedmont, Ph.D.
Todos queremos ser libres, encontrar el amor, y comprender el sentido de nuestras vidas. La Meditación Budista Zen nos ofrece los métodos para el estudio de nosotros mismos para lograr estas metas. Los cimientos de La Meditación Budista Zen se basan en la experiencia y la perspicacia conseguidas por medio del acto de sentarse en el silencio por unos minutos diarios, y la transformación que puede traer a la personalidad de cada uno. Efectivamente se cambian los patrones de cómo se piensa y cómo se ve la vida, y por consiguiente, se cambia como se experimenta el mundo.
La Meditación Budista Zen tiene métodos y enseñanzas aplicables a toda área de nuestras vidas. Nos muestra como conectarnos a una fuente infinita de amor, sabiduría, y compasión, lo que es una Presencia sin nombre, sin comienzo, y sin fin, tanto impersonal como íntimo, inalterable pero a la vez adaptable a todas las necesidades y circunstancias. La Meditación Budista Zen nos guía en el auto-descubrimiento como una investigación del espacio interior de la consciencia. Puede ayudarnos en contestar las preguntas existenciales como: ¿quienes somos?; ¿por qué estamos aquí?; y ¿cómo vivir en el mundo? Meditación Budista Zen nos abre una vía directa con el Misterio de La Vida, un saber fuera del rango de nuestras mentes racionales y dualistas. Aprendemos como transformar nuestro ego para re-descubrir nuestro verdadero Sí Mismo, lo que es uno con el Universo.
La Meditación Budista Zen no sólo consiste en sentarse en silencio sobre un cojín, sino se requiere incluso un involucramiento activo con la vida cotidiana, enseñándonos principios de respecto, ecología, compasión, ética, moralidad, perspicacia, y belleza. Es como tener dos alas para volar: se requiere el silencio interior junto con la investigación activa en la práctica espiritual. De tal forma, se aprende como ser libre, alegre, y en paz con el mundo y con uno mismo.
Quietismo: Egoísmo Espiritual
En la práctica de la meditación, hay un peligro que puede surgir que se llama “quietismo”, un aspecto del egoísmo espiritual. Esto surge cuando se ha logrado un cierto nivel de desarrollo, disfrutando la meditación sentada y disfrutando la serenidad que nos trae. Sin embargo, si se apega a este estado de serenidad, puede llegar a ser un obstáculo en el camino de la práctica espiritual. Para prevenir esto, hay que enfocarse en el trabajo frente a uno, buscando la oportunidad de ayudar a los demás para aliviar el sufrimiento. Con esta actitud, se comporta como el bodhisattva Kánzeon, la personificación de la compasión en nosotros, la que oye los gritos del mundo de los que están sufriendo. Un bodhisattva es un ser que, por su esfuerzo y práctica espiritual, se ha purificado tanto que está al punto de entrar por fin en la Nirvana, o sea la liberación total del sufrimiento. No obstante, justo al momento de entrar en la Nirvana, se voltea, mirando atrás a todos los seres queridos, sus padres, sus familiares, sus amigos, todos ellos atrapados por el delirio y la ignorancia al mundo, los que van a quedarse atrás en el mundo del sufrimiento, y se da cuenta que no puede dejarlos así. Por la compasión, hace el sacrificio más supremo, y renuncia su salvación personal, comprometiéndose a quedarse con ellos, ayudándoles a todos a liberarse, posponiendo su propia salvación hasta que el último ser del universo lograra a entrar en el Nirvana también.
Esta imagen es un símbolo de cómo estar en el mundo. El apego al estado de serenidad individual sentado sobre un cojín es una barrera cuando tratamos a alejarnos del mundo y buscamos solo nuestra propia liberación personal. Frente a esta actitud, hay que volver al mundo y la sociedad, involucrándose en los problemas que surgen cada día en la sociedad, en la familia, y con nuestros vecinos. Al enfrentar el sufrimiento del mundo, se lo hace preguntando al Infinito: “Qué es bueno hacer ahora?” Luego, se dispone a seguir el consejo que nos llega del Infinito, en la forma de una intuición, una visión, una sensación, o palabras directas en la mente. La Iluminación es posible en esta vida misma, si uno está preparado a hacer el trabajo necesario aquí y ahora, basándose en la meditación silenciosa y la práctica activa en el mundo.
¡Descúbrete!
Los Budistas creen que todo ser tiene el derecho de ser libre y en paz, enseñando que hay una ley fundamenta del Universo que se llama “anicca”, lo que significa “imperdurable,” que todo cambia continuamente, incluso el cuerpo, la mente, y nuestra forma de pensar y actuar. No estamos condenados a vivir en una forma rígida e inalterable basado en la ignorancia, sufrimiento, y el delirio. Se puede elegir en cada momento una nueva forma de responder a las situaciones difíciles de la vida. Lo importante es quien eres en este momento presente, aquí y ahora. Puesto que todo cambia, cada uno puede cambiar su actitud y reacción al mundo. En este sentido, el ego puede servir como una herramienta en el descubrimiento de la identidad verdadera, la que es la Naturaleza Búdica, el Sí Mismo real. El ego puede apoyar la transformación, utilizando la fe y la esperanza para abrirse al Dharma como algo real.
El Dharma, o sea las enseñanzas del Budismo, puede liberarnos del sufrimiento y de los sentimientos insatisfactorios de la vida. Solo requiere tomar el primer paso en una nueva dirección, escuchando la voz interior del corazón, indicando en cada momento donde caminar. Si se escucha esta sabiduría innata, se descubre la alegría más profunda que ni se puede imaginar. Se descubre que todos somos perfectos justo como somos, porque todo es parte del Infinito manifestándose aquí y ahora como la Vida en sí. Nuestro karma, o sea consecuencias resultando de nuestras intenciones del pasado, se le muestra a cada uno exactamente lo que se debe ver para liberarse y descubrir su conexión con Lo Infinito. Esto es la invitación que el maestro siempre nos presenta, sea el maestro cósmico, el maestro interior, o el maestro personal.
La Responsabilidad Entre Maestro y Alumno
Hay una historia folklórica que trata de un maestro de tiro con arco. Este maestro tenía un alumno muy celoso. En un intento de mostrarse superior al maestro, el alumno trató de matarlo, tirando una flecha directamente a él. Sin embargo, siendo muy listo, el maestro anticipó al alumno, y tiró una flecha al mismo tiempo. Las dos flechas se encontraron, tocándose en pleno vuelo, luego cayéndose al suelo sin hacer daño a nadie. El alumno lamentó lo que acababa de hacer, y se le inclinó la cabeza a su maestro en signo de reverencia.
Esta historia tiene dos sentidos. El primero es como el maestro debería tratar al alumno. Es la responsabilidad del maestro guiar al alumno a un encuentro directo con el Infinito. Habiendo cumplido esta tarea, el maestro debe retirarse a un lado para que el alumno siguiera volviéndose uno con el Infinito.
El segundo sentido de esta historia tiene que ver con lo que verdaderamente está haciendo esta transformación. En su intento de ayudar al alumno, el maestro tira sus flechas a la obscuridad. El maestro no puede saber todo. El éxito de su esfuerzo depende finalmente en la actividad de la no-mente, lo que es la expresión del Infinito. El maestro tira su flecha sin saber exactamente dónde va a terminar. Tenemos que confiar por completo en el Infinito, dejándolo guiar nuestras flechas justo al blanco donde debería ser. Igualmente, el alumno está dispuesto hacer el esfuerzo necesario en su práctica espiritual buscando el blanco del Infinito con sinceridad y confianza. El resultado es un evento extraordinario, como cuando dos flechas se tocan en pleno vuelo. Los dos, el maestro y el alumno, usan todas sus fuerzas, incluyendo la inteligencia, la razón, y la sabiduría. Sin embargo, se dan cuenta de que se requiere el Infinito para que las flechas de nuestras aspiraciones acierten en el blanco de la realización y la Iluminación. Se llega a ver lo que se llama nuestra Naturaleza Búdica, el Sí Mismo, presente en todo. Todo es consciente, vivo, y vital, y al mismo tiempo todo es justo lo que es en su individualidad. Las dos, unicidad y multiplicidad, son dos aspectos de la totalidad. Cuando se ve y se experimenta esta Naturaleza Búdica en todo, se aprecia como la Vida es un milagro continuo manifestándose en cada instante.
Todo Es Uno y Todo Es Diferente
La Verdad de quienes somos y como superar el sufrimiento del mundo se reveló en el momento de la Iluminación del Buda cuando vio la primera estrella brillando en el cielo matutino. Es el momento del Gran Despertar, que sigue despertándose desde el Buda hasta nuestros tiempos en cada uno de nosotros. Es el despertar a la Verdad directa con la fuente de la sabiduría que se encuentra en el Infinito. El Buda despertó al canal directo con esta fuente de agua pura del Universo. Él se sentía el fluir de esta agua por todo su ser. Nosotros mismos estamos despertándonos a esta misma fuente, a esta agua pura de sabiduría. Cada vez que nos sentamos a meditar, estamos experimentando directamente esta fuente, y comenzando a canalizar esta agua pura a todo el mundo en nuestras vidas. Nos damos cuenta que cada momento es perfecto en sí. No es necesario buscar algo más allá de lo que se presenta aquí mismo, frente a nosotros. No importa si se lo experimenta de una forma rápida o lenta, o si se considera a uno inteligente o torpe. No debemos juzgar a nadie. Ni importa de qué escuela de espiritualidad o Budismo se identifique. La única autoridad es el más Supremo, el Infinito, lo que se encuentra en el Vacío Inmaculado y lo que se manifiesta en todas formas. Esta fuente es absolutamente pura, porque es imposible ensuciarla. Sin embargo, se practica espiritualmente usando los mapas, las escrituras y las tradiciones religiosas de los que han llegado a la Verdad en el pasado. Nos ayudan a despertarnos al hecho de que estamos fluyendo con agua divina en todo momento, canalizándola por el cuerpo, la mente, y luego a todo el mundo. Todas las escuelas religiosas y formas espirituales están revelando lo mismo. En vez de rechazar una u otra forma, se debe apreciarlas todas como enseñanzas complementarias. Así, se puede celebrar las diferencias, tanto en cada escuela de espiritualidad, como las diferencias en cada uno de nosotros. Debemos ser parte de esta fuente divina y al mismo tiempo apreciar la expresión divina de nuestra individualidad. La fuente es el agua espiritual del Infinito. Los seres individuales están conectados con todo el universo. Todo es parte y expresión del Infinito. Al mismo tiempo cada cosa es individual, expresando lo Infinito en su forma particular y única. Cada uno de nosotros está canalizando esta agua pura a los demás. Descubrimos que somos únicos y Uno a la vez. No hay nada para rechazar, porque todos somos la expresión directa del Infinito. Solo hay que despertarse a su verdadera identidad en el Infinito, y el ego se vuelve una herramienta en la canalización de la sabiduría, la paz, y la harmonía a todo el mundo.
OZMO PIEDMONT, PhD. Director de la escuela MEDITACION BUDISTA ZEN, ozmoofoz@gmail.com (01-33) 1523-7115, meditacionbudistazen.blogspot.com
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