MAHAYANA: EL GRAN VEHÍCULO DE LA MENTE
Charla Dharma 05/OCT/2014
Rev. Hyonjin Sunim
"Practicar el Mahayana significa hacer el voto de no entrar en la serenidad infinita, la extinción y el gozo de Nirvana hasta que el último ser sensible sea salvado del sufrimiento. El nombre para esta vía es el Gran Camino del Bodhisattva. Mi vida no es sólo para mí, sino para todos los seres. Por lo tanto, a veces decimos que las enseñanzas del budismo Hinayana son como una bicicleta: si la conduces correctamente, sólo una persona llega al Nirvana. Pero el budismo Mahayana es como coger un autobús o un tren. No sólo yo, sino todos los seres llegamos juntos a un buen lugar." (Seung Sahn, 2002:138)
Mahayana significa en Sanscrito “el Gran Vehículo.” No es una comparación a otros vehículos, como por ejemplo a Theravada, cuando se dice despectivamente Hinayana, o sea, el vehículo menor. De hecho, valoramos la tradición de Theravada como el camino de Los Sabios Ancianos, los que han guardado las palabras directas del Buddha Shakyamuni durante su vida. Se consideran sus palabras como la directa expresión de La Esencia, la que se expresó por medio de Shakyamuni, la Mente Universal. Esta Esencia no terminó cuando el cuerpo de Shakyamuni murió, evidenciado por sus pies rompiendo y saliendo de su ataúd unos días después de su muerte, mostrándose como una afirmación de que aún el Buddha sigue vigente, a pesar de que su cuerpo se ha muerto. Así que, sus enseñanzas siguen vivas y relevantes hoy en día. De hecho, esta Mente de Buddha es nuestra Mente de sabiduría y compasión activa en la Vida. Cuando se hace referencia al Gran Vehículo de Mahayana, estamos diciendo la Mente Única, la Mente de todos los seres sentientes, Lo Absoluto manifestándose en la forma de este cuerpo mismo de cada uno de nosotros. En vez de enfocarnos en sólo las palabras de Buddha, estamos aprendiendo como identificarnos con esta Esencia de todos los Buddhas, y así, seguir descubriendo la sabiduría y el equilibrio en nuestras vidas. Somos así la función de esta Mente Universal manifestándose en el mundo con actos de benevolencia, amor, y compasión. Confiamos que esta Mente es nuestra Mente misma. En este sentido, Buddha nunca ha muerto puesto que jamás ha nacido, es Eterno, y no se puede reducirlo a un simple nombre o una idea mental. Simplemente es lo que es presente aquí y ahora, más allá del ser o no ser. Confiamos en esta Esencia como un guía interior, esta luz interior de la consciencia que nos señala el camino espiritual, un camino de equilibrio y armonía.
Cuando nos sentamos en zazen, estamos afirmando que esta Esencia es nuestra Mente Esencial, y nos abrimos a su apoyo, y nos comprometemos a seguir el Camino Óctuple, el que se practica como correcta comprensión, correcta intención, correcta habla, correcta acción, correcto sustento, correcto esfuerzo, correcta atención, y correcta concentración. Estos pasos en el camino son correctos porque revelan el sendero de cómo vivir la vida con ética y sin obstáculos, o sea, la vida en armonía y paz. Cuando nos surgen los obstáculos, percatamos los las intenciones de hábitos mentales, los samskaras, funcionando por los apegos a las impurezas interiores, las kleshas de codicia, frustración, e indiferencia. La práctica es prestar atención a estas impurezas y hábitos mentales para que se eliminen. Al darnos cuenta de su presencia, nuestro primer paso es abstenernos de actuar, luego seguimos atendiendo a ellas, observando como siguen agitando la mente, sin hacer nada a estimularlos más, hasta que eventualmente se esfumen. Es como un milagro cuando esto pasa, y nos damos cuenta de que acabamos de liberarnos de mucho sufrimiento y karma negativo al sólo mantener la atención vigilante de la mente calma y lúcida enfocada en la impureza, la cual es vacía de cualquier realidad permanente, y en sí, puede abrirse a la Esencia siempre presente, la calma interior de la Mente. Por esto, estudiamos Mahayana, el Gran Vehículo (Park, 1983: 38-41).
En este mismo sentido podemos usar el hwadu, una pregunta espiritual que nos abre a la Mente. El hwadu enfoca los pensamientos en torno a un enigma que no se resuelve racionalmente ni con ideas. De hecho, de igual forma en que la fe es una función de la Mente Fundamental, el hwadu es la función de la Esencia en el momento de sentarse en Zazen. El ex monje Steven Batchelor, en su libro Verses from the Center (2000) hace referencia a este aspecto del hwadu en la práctica del Zen:
…el Zen es una práctica en la que el meditador aprende a sentirse cómodo en medio de un estado de perplejidad, enfocándose en una pregunta tal como “¿Qué es esto?” Lejos de ser un acertijo espiritual en el que se busca una adecuada solución enigmática, tal pregunta es una expresión verbal del misterio de la vida misma. La penetración de este misterio requiere que uno no la impide sustituyendo una respuesta, sea una proposición metafísica o una creencia religiosa. Hay que aprender cómo suspender el hábito de recurrir a una palabra o una frase con la cual llenar el vacío abierto por la pregunta. El meditador no sólo busca una solución a la pregunta, sino una respuesta viviente en desarrollo, la que tradicionalmente muchas veces se expresa espontáneamente en verso, canción, o poesía. (Batchelor, 2000:518)
Sin embargo, no nos sentamos para lograr esta Mente, sino para prestar atención a lo que ya es presente. Si tratamos a lograrla en un futuro lejano, como si fuera de nosotros, sería dualista, alejándonos de la Verdad. Queremos fomentar la práctica basada en el hecho de que la Mente Fundamental ya es presente en nosotros, ya somos esta Mente inherente. Si buscamos esta Esencia fuera de nosotros, fuera de este momento preciso, nos perdimos en una idea de que no somos esta Esencia todavía, y seguimos posponiendo su plena realización. Por el hecho de que la Mente ya es presente, surge la práctica del hwadu, el cual es la expresión de la Mente Búdica actuando y funcionando en este momento preciso. Al preguntarnos, ¿Qué es Esto?, nos abrimos más y más profundamente a lo que siempre es presente, y ya está funcionando como la pregunta del hwadu. Al no apresurarnos a contestar el hwadu racionalmente, al mantener la mente chica enfocada en la pregunta, podemos soltar nuestros apegos a las impurezas de las kleshas, y así, ver con lucidez la Verdad de nuestro propio Ser, la Mente Única.
Bibliografía
Batchelor, Steven. (2000). Verses From the Center. Riverhead Books: New York, N.Y.
Park, Sung Bae. (1983). Buddhist Faith and Sudden Enlightenment. State University of New York Press: New York, N.Y.
Sahn, Seung. (2002). La Brújula del Zen. La Liebre de Marzo: Barcelona, España.
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