EL
CAMINO FÁCIL A NIRVANA: “NAMU AMITO FOU”
Charla Dharma 22/JUL/2018
Ven. Dr. Hyoenjin Prajna
“Al fusionar el poder propio con el poder del
otro en la práctica diaria, se puede entrar la puerta de Iluminación, y morar
en la ciudad de Nirvana.” ~Thich Thien-An
Hay que despertarse a la Mente real libre del pensamiento
conceptual, discriminativa, y dualista, la que es aquí y ahora en este mismo
instante. Sin embargo, hay los que luchan continuamente para lograr la
Iluminación, pero por falta de tiempo, determinación, esfuerzo, u otras
obligaciones, no pueden desarrollar una disciplina constante requerida para
llegar a la plena Iluminación. Pero no se desesperasen, hay un camino fácil a nirvana,
la fusión del poder propio con el poder del otro, o sea, puedes abrirte al
poder de Buda para sostener y llevarte directamente al despertar final por
medio del cantar de su nombre.
Es como un barco que naufragó en un río. Algunos buenos
nadadores pueden salvarse. No obstante, ¿qué pasará a los que no pueden nadar
bien? Pueden pedir ayuda a los que nadan bien. El estudio con un maestro
experimentado es como aceptar la ayuda de un buen nadador para llegar a la otra
orilla del río. El maestro extiende su mano por medio del dokusan, charlas, y
retiros, enseñándoles a l@s alumn@s como sentarse, contemplar, estudiar y disciplinar
su mente para que puedan calmar y purificar la mente para realizar su verdadera
naturaleza. Debido a la sabiduría y habilidad del maestro, se puede avanzar en
la práctica del zen. Sin la insistencia constante del maestro, l@s alumn@s
pueden fallar o ahogarse en el río. El maestro entonces señala la vía (poder
del otro) y la alumna practica y aplica los consejos en su vida cotidiana (el
poder propio).
Lo mismo se puede decir del Buda, una fuerza de compasión y
sabiduría en el universo que puede ayudarte en momentos de crisis si lo pides. En
los momentos cuando no confías en ti mismo, cuando tienes miedo de ahogarte, puedes
abrirte al poder de Buda para que te agarre tu mano y te arrastre a la otra
orilla. La práctica de pedir la ayuda
del Buda es algo que zen ha tomado prestado de la tradición de la Tierra Pura,
la cual utiliza el poder de Amita Buddha para lograr el Paraíso Occidental, o
sea, Nirvana. Shakyamuni Buddha contó la historia de un bodhisattva que vivió
hace muchos eones con el nombre de Dharmakara, el que practicaba profundamente
meditaciones de compasión y benevolencia. En sus meditaciones, vio que todos
los seres sufren por el nacimiento, la vejez, la enfermedad, y la muerte. Así
que, por su compasión, hizo un voto que cuando lograra la budeidad, crearía un
paraíso en la región Occidental donde no habría sufrimiento, y por el poder de
su voto, cualquier ser que repitiera su nombre y pidiera su ayudar, podría
nacer en este paraíso Occidental. Después de varios largos eones de
autocultivo, este bodhisattva sí logró la Perfecta Iluminación, convirtiéndose
en el Buda Amita, el Buda de Luz. A través de su voto, todo ser que tiene fe y
toma refugio en Él, puede entrar en este paraíso.
Sin embargo, este paraíso no es la meta final. Es un lugar
intermediario donde las condiciones son las más favorables para practicar y
cultivarse. Para los que se encuentren con muchos obstáculos difíciles, debido
a la necesidad de trabajar, las atracciones de los sentidos, la amenaza de
enfermedades y dolencias, y el fuerte enredo con la materialidad, este paraíso
elimina todos los obstáculos a la práctica. Allí todo es radiante, lleno de paz
y belleza, sin impurezas, donde todo brilla con pureza. Allí todos nacen en
medio de lotos en la presencia constante del Buda Amita, junto con asambleas de
bodhisattvas presidido por el Bodhisattva Kwanseum. Allí es fácil desarrollar
la concentración y la sabiduría para lograr la Perfecta Iluminación.
En la tradición budista de la Tierra Pura, se logra la
Iluminación por medio de la devoción, la que consiste en la recitación de
sutras dedicadas al Buda Amita, cantar su nombre, contemplar su imagen, y
recordar su sabiduría, virtud, y compasión. En zen, combinamos la meditación con
el cantar del nombre de Buda, mientras se sienta frente a la imagen del Buda, visualizándolo
internamente. Así que la mente
profundiza en la meditación hasta que el sujeto y el objeto se vuelvan uno. Este
estado se llama “El Samadhi de Mente Única”. En este estado, no hay distinciones
entre Tierra Pura y Zen, poder propio y poder del otro, sabiduría o compasión.
Hay simplemente el brillo de una pura luz infinita.
En Zen, no se aprende sólo mediante los libros o maestros, o
sólo dentro de un templo o centro de meditación, sino de todo en todas partes,
incluyendo el canto de los pájaros, el murmullo del río, flores abriéndose,
gente sonriente, artes marciales, jardinería, poesía, pintar, ceremonias de té,
arreglo de flores; todos expresiones y medios hábiles para lograr la calma lucidez
de nuestra Mente Original.
Bibliografía
Thich Thien-An. (1975). Zen Philosophy, Zen Practice. Dharma
Publishing and College of Oriental Studies.
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