EL
SUTRA DEL ESTRADO
Clase
4
El
Espejo Puro
Ven.
Dr. Hyoenjin Prajna
Charla Dharma 06/SEP/2020
Regresemos de nuevo al monje mayor
Sheh-hsiu contemplando cómo ganar el concurso de poesía para ser abad del
monasterio. Aunque tenía nombre y fama como el más ilustre de los monjes,
todavía sentía vergüenza entregar su poema directamente al maestro. Así que
escribió su poema en la pared del pasillo fuera del cuarto del maestro.
Se
leyó:
El cuerpo es el árbol Bodhi,
la mente es como un espejo claro.
En todo momento debemos
esforzarnos por pulirlo,
y no dejar que se acumule el polvo. (Yampolski,
2012)
Aquí
Sheh-hsiu compara nuestro cuerpo a un árbol de bodhi. Bodhi significa iluminación. Cuando nos sentamos en zazen, nuestro cuerpo es recto como un árbol,
debajo del cual nos despertamos, igual a como hizo Buda hace 1,600 años. Al practicar, se calma la mente de toda
impureza. Se limpia de todo lo que puede obstaculizarla, o sea, se quitan las
ideas y los pensamientos discriminatorios. Se vuelve un espejo claro que refleja
todo lo que aparece frente a él. Igualmente, cuando soltamos nuestros
pensamientos basados en las kleshas de codicia, frustración, y delirio, cuando no nos apegamos a nada, la mente
refleja todo sin obstáculo. Las
kleshas son el polvo obstruyendo la clara lucidez de la mente. Libre del polvo, se ve el mundo
exactamente como es, brillante,
nítido, bello. El poema de Sheh-hsiu
está animándonos a practicar con determinación para eliminar el polvo de las kleshas que obstruyen la claridad
inherente. Es un consejo del esfuerzo
requerido para cultivar la mente clara libre
de las tendencias egóicas que causan la insatisfacción y sufrimiento.
Parece
un buen consejo. Sin embargo, el maestro no aceptó el poema como adecuado, aunque
aconsejó a todos los otros monjes que recitaran este verso como un apoyo
imprescindible a su práctica diaria, así salvando a Sheh-hsiu de una vergüenza
pública. Luego, cuando los dos estaban a solas, el maestro reconoció que el
verso reveló un consejo legítimo, pero no mostró la comprensión suprema del
Dharma. Por eso, no pudo otorgarle la transmisión para hacerle el abad del
monasterio y simplemente le animó que continuara en su práctica.
Mientras
tanto, Hui-neng había escuchado a los otros monjes pronunciar el poema de
Sheh-hsiu en los pasillos. Al oírlo, Hui-neng reconoció una falta en el verso,
puesto que la iluminación no dependía en el conocimiento, ni en la práctica, o
el estudio, o ninguna otra cosa que implicara un estado condicionado, como algo
a lograr en algún momento distante del futuro. Como habíamos visto antes con
los monjes chismosos y perezosos del monasterio, si se pospone la iluminación a
un futuro lejano, no llegará nunca. Entonces, Hui-neng respondió con su propio
poema al pedir a un joven monje que lo escribiera en la pared por él, del cual
se leyó:
Bodhi originalmente no
tiene árbol,
El espejo tampoco tiene soporte.
La naturaleza búdica es
siempre limpia y pura;
¿Dónde hay espacio para el polvo?
La
mente es el árbol Bodhi,
El
cuerpo es el soporte del espejo.
El
espejo es originalmente limpio y puro;
¿Dónde
se puede manchar de polvo? (Yampolski, 2012)
En el primer verso, Hui-neng estaba
diciendo que el Bodhi, o le mente iluminada, no es una cosa impermanente como
un árbol, y no depende en nada como soporte. La iluminación ya es completa y
perfecta. Es decir que nuestra naturaleza búdica, o sea, nuestra mente
verdadera iluminada es inherentemente perfecta, libre y vacía. Jamás puede ensuciarse
porque no es algo con tiene comienzo o fin, no es un estado mental, y no es
resultado de alguna práctica. La mente iluminada es nuestra esencia ya presente
y consciente de sí misma. Como dice el maestro Seung Sahn, cuando rojo viene, hay sólo rojo. Cuando verde viene, hay sólo
verde. El espejo refleja todo, pero
nunca se mancha con lo que refleja. Por
tanto, no tenemos que lograrla, sino más bien, simplemente ser conscientes y
atentos a lo que es antes del pensar aquí y ahora, lo no conceptual.
En el segundo verso, nos explica que
la mente es originalmente bodhi, y al darse cuenta, se despierta a la verdad, y
esto es iluminación. Sin embargo, practicamos con un cuerpo. Sin un cuerpo y un
ego, no hay iluminación. No hay nada que se da cuenta de la realidad suprema.
Aunque no se haya logrado nada, la ilusión de que somos este cuerpo desvanece y
despertamos de nuestro sueño de insatisfacción y sufrimiento. La práctica con
este mismo cuerpo es de hecho la función de esencia manifestándose en la vida
cotidiana de dualidad, en carne y hueso. Así que la compasión y la sabiduría de
nuestra naturaleza búdica puede expresarse sin obstáculo para servir y salvar a
todos los seres sintientes del universo a pesar de que no hay nadie salvar ni
ser salvado.
Al leer estos versos, el maestro
reconoció la comprensión suprema de Hui-neng. Para evitar celos peligrosos de
los otros monjes, decidió otorgarle la transmisión en secreto junto con la
túnica de Bodhidharma. Durante toda la noche le explicaba las enseñanzas más importantes
del Dharma. Estos gestos simbolizan que el maestro y el alumno se volvieron uno
en comprensión, una mente única por un entendimiento logrado fuera de los
sutras basada en la percepción directa de la Verdad. Luego, el maestro le
encargó a Hui-neng guardar las enseñanzas con su vida por las generaciones
futuras. Así que le despidió del monasterio al aconsejarle que se escondiera
durante tres años para que los otros monjes celosos no le mataran.
¿Qué significa todo esto para el
practicante contemporáneo? Podemos ser libres del sufrimiento. El despertar es
aquí y ahora. Sólo en este momento puede ocurrir. Cuando no nos entregamos al
momento presente, cuando sólo damos 10% de nuestro esfuerzo y energía al
trabajo indicado, entonces 90% del tiempo continuamos con los mismos patrones
mentales de quejas, comparaciones y distracciones. Es decir, por la falta de
atención a este momento justo como es, sufrimos. En cambio, podemos cultivar y
despertar ahora mismo a la mente verdadera. ¿Cómo? Busca quién necesita ayuda
ahora. Presta tu apoyo a la comunidad a tu alrededor. Sí amable y generoso con
tu tiempo, consideración, y amor. Haz la
diferencia en la vida de otros. Las oportunidades son ilimitadas. Lo Absoluto
te llama para servir. Mediante este servicio cultivamos y expresamos Bodhi, la
Esencia en acción.
La mente es como un
espejo. Refleja todo lo que viene frente a él. Y como un espejo, refleja en
todo momento simplemente lo que hay allí, sin ensuciarse de lo que refleja. Eso
es la vacuidad. No somos estas imágenes pasajeras en el espejo. No somos estos
pequeños dramas turbulentos y cambiantes. Somos el espejo en sí, constante,
continuo, y puro. Comenzamos limpiando el espejo con nuestra práctica como una
etapa inicial del principiante. Así que nos estabilizamos en un régimen de
meditación y estudio de Dharma. Consultamos con el maestro en dokusan y
eliminamos el polvo de nuestros pensamientos discriminatorios. Cuando surgen
las kleshas de codicia, ira e indiferencia, volvemos una y otra vez a la dulzura
quieta de este momento preciso. Eventualmente, graduamos a un nivel de práctica
más avanzada, basada en shunyata, el vacío al preguntarnos: ¿Quién está practicando?
¿Quién realiza esta acción? ¿Quién observa este momento? ¿Quién soy? Ya se da cuenta que cualquier idea de limpiar
el espejo de la mente es una ilusión. No se puede limpiar lo que nunca estaba
manchado. Esta mente presente es en sí la verdadera naturaleza búdica perfecta,
clara, ilimitada.
Este cuerpo y mente son
vehículos de práctica, y así, son perfectos como son. A pesar de que
practicamos con gran determinación, perseverancia, y fe, eventualmente podemos
soltar el hacedor, dejando una verdad más profunda revelarse, como se reflejó
en el poema de Hui-neng y expresado con el Hwadu “¿Quién soy?” Al admitir “No
sé,” pasamos por la puerta de no puerta del zen. Por fin, abandonamos la
búsqueda y nos damos cuenta de que ya está presente. Y en el mismo instante nos
rendimos a la paz y la ecuanimidad de Bodhi.
Bibliografía
A Concise Dictionary of
Buddhism and Zen. (2010).
Shambhala: Boston, Mass.
Park, Sung Bae. (1983). Buddhist Faith and Sudden Enlightenment. State University of New York Press: Albany, N.Y.
Sahn, Seung. (1976). Dropping Ashes on the Buddha. Grove Press: New York.
Yampolsky, Philip. (2012). El Sutra de la
plataforma del Sexto Patriarca (Traducciones de los clásicos asiáticos). Prensa de la Universidad de Columbia:
Nueva York. Edición de Kindle.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.