SO SAHN:
¿Monje
militante o Sensible Sabio?
Charla Dharma 22/10/13
Rev. Hyonjin Sunim
(Ozmo Piedmont, Ph.D.)
So Sahn (1520 –
1604 D.C.) era un maestro Zen de Corea quien
enfatizó la integración de estudio de sutra con la práctica de meditación,
diciendo:
“Zen es la mente de Buddha, mientras
sutras son las palabras de Buddha.”
(Joeng, 2006:xv)
Además, So Sahn
incorporó las enseñanzas de Tierra Pura, recitando el nombre de Buddha mientras
que practicaba los preceptos. Nació en Corea del Norte, perdiendo su mamá y
papá cuando tenía diez años. Un magistrado le adoptó y viendo su gran talento
para escribir, le educó en la institución educativa más prestigiosa de su
tiempo en Corea. Comenzó estudiando Budismo cuando tenía 18 años, luego tomando
los Preceptos y convirtiéndose en monje a la edad de 21. Después de ocho años de estudio y práctica, mientras
que caminaba por un pueblito, oyó el canto de un gallo y logró la Iluminación
profunda. Después de pasar los exámenes
del estado, se le asignaron el puesto de director de la escuela de Zen igual
como director de la escuela de Sutras, pero después de servir tres años, renunció
el puesto y volvió a las montañas para vivir y meditar en soledad. Sin embargo, en 1592, después de la invasión
de los japoneses, la que devastó el país, organizó un ejército compuesto de
monjes, puesto que Corea no tenía un ejército organizado en este momento,
pensando que el mundo perdería enseñanzas coreanas del Dharma muy preciosas si
se perdieran la guerra. La dedicación, fortaleza, y disciplina de este ejército
expulsó los japoneses del país, y lo hicieron sin cometer atrocidades ni
torturas a los prisioneros, tratándolos con respeto y compasión. Después de servir defendiendo el país, So Sahn
regresó a la vida campestre. Al final de su vida, mientras que daba una charla
Dharma a sus alumnos, miró arriba a su propio retrato en la pared, dejó de
hablar, y escribió un poema:
“Hace ochenta años, éste era yo. Después
de ochenta años, ¿soy yo éste?”
(Joeng, 2006:xxii)
Justo después de escribir
la última estrofa, murió, entrando al Nirvan mientras se sentaba recto sobre su
cojín.
So Sahn enseñó La Iluminación Súbita con
Práctica Gradual, integrando el estudio de sutra con meditación, llevándose a
la realización directa de la esencia sin forma y nombre, lo que es dentro de
todos los seres, lo que se conoce también como La Mente, el fundamento de
sustancia sin cambio. Se logra esto por
medio de cortar los apegos de los pensamientos discriminativos de la mente,
llevándose a la mente presente de talidad. Como Chinul, consideraba la mente
como la esencia, el fundamento sin sustancia, lo que se conforma a las
funciones de los cambios de condiciones cambiantes. Se mantiene la menta calma
y lúcida por medio del estudio del hwadu y con la actitud de “No sé”, abriendo
la consciencia al no-hacer y no-apego.
Consideró la meditación como una manifestación de siempre presente
Naturaleza Búdica, la que se encuentra por medio de voltearse adentro y
rastrear la luz de la consciencia a fuente, la mente original.
So Sahn enfatizó que nuestra
naturaleza es sin forma, sin nombre, nunca nace y nunca muere. Cualquier nombre que se diera sería un
error. Debemos experimentar esta esencia
directamente, encontrando nuestra cara original. Al realizar tal hazaña, es
como al fin volverse a casa, o como escribió So Sahn:
“Es como la dulce lluvia cayendo después
de una sequía larga; como encontrar un viejo amigo en un país lejano.” (Joeng, 4:9)
Tuve esta
experiencia exacta cuando llegué a Mexico para vivir en Aguascalientes. Es una
región bien seca, semi-árida, en el centro del país, donde no llueve por casi
todo el año. Me sentía la piel agrietada y la naríz con comezón constante, los
labios me cortaron y sangraban del sol. Intentando
manejar esta situación fue casi más allá de mi tolerencia, limpiando el polvo
constante de mis ropas, zapatos y cabello cada día, especialmente cuando había
vientos fuertes remoliendo nubes rojas de polvo en el calor. Después de 11 meses así, por casualidad un viejo
amigo de California, donde había vivido antes, vino a visitarme durante sus
vacaciones. La primera tarde de su llegada, nos sentamos afuera en la sombra de
un café en el centro de la ciudad para ponernos al día, platicando, bromeando,
y riéndonos sin otra preocupación. No
obstante, no nos habíamos dado cuento del cielo oscureciéndose encima de
nosotros. De repente, una lluvia ligera
comenzó a caer sobre nuestras cabezas y hombros. Recuerdo inclinándome atrás en
mi silla para experimentar la delicia de la lluvia acariciando me cara y
absorbiéndose a mi piel. Fue un momento de puro gozo estar allí con mi mejor
amigo riendo y experiementando la lluvia juntos, sin necesidad de mover ni
huir, solo la sensación pura de dicha envolviéndonos. Puedo comparar esta
experiencia a lo que So Sahn refirió al realizar nuestra Verdadera Naturaleza,
el sentido de plenitud, descanso, y agradecimiento por haber llegado por fin a
este momento preciso de perfección, la Verdad, y Lo Eterno.
So Sahn también hace referencia a la
talidad de la mente pura experimentada justo en el presente cuando se sueltan
los pensamientos discriminativos revelando los dos aspectos de la mente
original: la esencia fundamental sin cambios, y la función de la mente
conformándose a las causas y condiciones que surgen en cada momento. Los dos aspectos de la mente existen al mismo
tiempo, representado por los símbolos en el siguiente escrito:
En un día claro y brillante,
Las nubes se recogen en valles profundas.
En un lugar remoto y silencioso,
Radiante luz solar ilumina el cielo claro.
(Joeng, 11:21)
Hemos aquí la
esencia radiante como la luz del día y el sol, en contraste a las nubes
acumulándose, como los pensamientos y circumstancias en los altibajos de las
valles de la vida cotidiana. Aún, en el silencio de los lugares más remotos,
como en nuestra meditación para calmar y aquietar la mente, podemos ver el
cielo claro, nuestra cara verdadera. Es como el yin y el yang, con la sustancia
imovible del día y el sol, el yang, en harmonía con la función de yin en las
nubes y en las valles oscuras de los lugares remotos. Es un juego entre los dos
aspectos de la vida, el “simplemente así” manifestándose en las actividades diarias
de los opuestos.
So Sahn nos recuerda que una práctica
verdadera involucra tres aspectos: la meditación, la sabiduría, y los
preceptos. Necesitamos la meditación para calmar la mente y entrar en samadhi,
o concentración meditativa. La sabiduría es para comprender las verdades del
universo, como la esencia, la impermanencia, la vacuidad, y el no-yo. Sin embargo, igualmente importantes son los
preceptos, la intención de vivir una vida activa basada en la ética de un
Buddha para la liberación del sufrimiento de todos.
Por tanto, en la Hinayana, los
preceptos protegen el Dharma enseñándonos como seguirlos en nuestro cuerpo,
mientras en la Mahayana se emfatiza como mentener los “preceptos de la mente”
así que no nos desviemos del Dharma debido al mente pensativo (discriminativo).
La lujúria obstaculiza nuestra naturaleza pura. El matar seres vivos nos
bloquea de nuestra innata mente la compasión. El robar cosas no entregadas nos
obstaculiza de nuestra buena fortuna, el mérito, y la virtud. El mentir nos
obstaculiza la verdad de las cosas como son...
Estos cuatro preceptos son la base
de todos los otros preceptos. Se explican aquí con tanto esmero para que no se
los rompan incluso en el pensamiento. No seguir la mente pensativa es lo que
significa “preceptos” (sila). No dejar la mente pensativa surgir, sino manteniéndola
en el estado de antes de pensar, es lo que se conoce como “meditación”
(samadhi). Y no dejarse seguir acciones por pensamientos tontos es lo que se
conoce como “sabiduría”(prajna).
De otra forma, los preceptos
capturan el ladrón – nuestra mente delirante, nuestra mente manchada;
meditación inmobiliza al ladrón; sabiduría mata al ladrón. Sólo un fuerte tazón
sin grietas, hecho de los preceptos, puede contener la pura y clara agua de la
meditación, reflejando la sabiduría como la luna en su superficie. (Joeng, 38:55-6)
Budismo no es sólo una comprensión
intelectual, sino una práctica activa basada en la inter-relación entre los
preceptos, la meditación y la sabiduría. Los preceptos nos da el andamio y la
forma para esta realización en la vida cotidiana. Cuando nos olvidamos el comportamiento ético
de los preceptos, es como tener grietas en nuestro contenedor, dejando el agua de
nuestra consciencia fugarse. Sin embargo, con una buena práctica basada en las
intenciones puras y éticas de vivir como un Buddha y con el agua clara de
meditación, podemos realizar la sabiduría directa y plena de la Iluminación. Al
mismo tiempo, So Sahn nos advierte de dos errores graves en la práctica: uno es
la persona ignorante persiguiendo cosas superficiales, corriendo detrás de
sueños ilusorios de deseos; el otro es el error del alumno cazando la mente,
aferrando a reflejos de la luna en el agua, igualmente ilusiorio. El Dharma verdadero es soltar las dos
tendencias, sabiendo que la mente ya siempre es libre, clara y pura. Zen es el
no-apego: no hay nada lograr ni abandonar. Cuando meditamos, no lo hacemos para
convertirnos en Buddha, lo que es una forma dualista de pensar bloqueando la
realización. En cambio, al sentarnos, estamos manifestando la ya presente y
eterna Mente Búdica aquí y ahora en nuestra vida cotidiana.
“El resplandor sagrado de nuestra
naturaleza original nunca obscurece.
Ha
brillado desde el tiempo sin
comienzo.
¿Esperas pasar por el portón que conduce a
esto?
Simplemente no dejes que surgiera el
pensamiento conceptual.” (Joeng, 86:119)
Bibliografía
Joeng, Boep. (2006). The Mirror of Zen. Shambhala: Boston .
Si esta enseñanza te ha sido útil, ¿podrías considerar una aportación a la Sangha MBZ?
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