FLORES SON ROJAS, HOJAS
SON VERDES
Charla Dharma 11/MAYO/2014
Rev. Hyonjin Sunim
Aquí hay algo que es tan brillante y
divino,
Nunca nace, nunca muere,
No nombre, no forma,
¿Qué es esto?
MAHAPRAJÑAPARAMITA:
LA GRAN PERFECCIÓN DE SABIDURÍA
Estamos perfeccionando nuestra práctica en la vida
cotidiana, la que se basa en la sabiduría inherente, o sea, la Iluminación en
sí como nuestra propia esencia, la que es la mente búdica. La práctica no es
simplemente sentarse pasivamente en contemplación, sino es un proceso dinámico
conectándonos con el mundo por medio de la aplicación de las enseñanzas del
Buddha-Dharma. La práctica verdadera está basada en no generar los venenos
mentales de codicia, aversión, o delirio, no apegarnos a ninguna forma ni
sensación, y continuamente hacer el bien por los demás.
Como practicantes, tomamos cuatro votos alineándonos con
la aspiración de ser bodhisattvas, los que posponen su liberación final,
quedándose en samsara hasta que todos los otros seres lleguen al Nirvana, o más
bien, la liberación del sufrimiento. Esto significa que ya no estamos tan
obsesionados por nosotros mismo, sino nos hemos vuelto nuestra energía al cuidado
de otros. Este cambio es un giro en la dirección de budeidad, cultivando
nuestra práctica de vivir en cada momento no sólo para beneficiarnos sino en la
aspiración de poner los demás primeros en nuestra vida. Incluso, el bodhisattva
se olvida de sí mismo, su atención dirigida al alivio del sufrimiento en el
universo. Pero, ¿cómo se puede aplicar
esta intención espiritual en el plano terrenal? ¿Cómo realizar los cuatro votos
del Bodhisattva?
LOS CUATRO VOTOS DEL BODHISATTVA:
1. Los seres
sensibles son innumerables, prometo salvarlos.
2. Los deseos son
inagotables, prometo extinguirlos.
3. Los Dharmas son
ilimitados, prometo dominarlos.
4. El Camino del
Buda es inalcanzable, prometo lograrlo.
Cuando recitamos
los votos del bodhisattva, significa cierto esfuerzo personal dispuesto a tomar
responsabilidad por nuestros actos. Primero, cuando prometemos salvar a todos
los seres sensibles, estamos prometiendo salvar a nosotros mismos por medio de
nuestra propia práctica para despertarnos a la Verdad de nuestra naturaleza
búdica como sabiduría intuitiva. Segundo, cuando prometemos extinguir todos los
deseos, estamos prometiendo a desapegarnos de todos los pensamientos
discriminativos junto con todas las tendencias que contribuyan al sufrimiento.
Tercero, cuando prometemos dominar todas las enseñanzas del Dharma, estamos
prometiendo a mantener nuestra práctica con determinación y perseverancia sin
rendirnos al fracaso. Cuarto, cuando prometemos lograr el Camino del Buddha,
estamos prometiendo a actuar con humildad, reverencia y respeto hacia los
demás, sin apegos, prestando atención constante a la esencia como nuestra
propia mente.
Para practicar efectivamente, es imprescindible tomar
refugio en el Buddha, Dharma y Sangha. De una forma inicial, se entiende el
Buddha como el sabio Siddhartha Gautama, el que se iluminó hace 2,500 en la
India. De igual forma, el Dharma son sus enseñanzas de cómo liberarse del
sufrimiento, para que otros logren la Iluminación. Así que, la Sangha son los
que practican estas enseñanzas, poniéndolas en práctica en sus propias vidas.
Pero el Zen entiende el refugio en estos Tres Tesoros de una forma más profunda
e íntima. Cuando tomamos refugio en los tres tesoros, el Buddha, el Dharma, y
la Sangha, se entiende que el Buddha es nuestra propia mente libre como la esencia,
nuestra naturaleza búdica. Basado en esta comprensión, cuando generamos buenos
pensamientos, estamos dando expresión a la esencia búdica en la forma de
pensamientos, o sea, el Dharma. Y cuando practicamos físicamente con el cuerpo,
sentándonos en meditación, generamos buenos cambios y buen karma en nuestra
vida y la vida de otros. Esto es lo que significa la Sangha.
EL HWADU
Una herramienta
única en la práctica espiritual es el hwadu, considerado como la ruta más
directa y corta a la realización. La pregunta al principio de esta plática es
un ejemplo del hwadu, el que sirve como un enfoque de la atención, dejándonos
cruzar al otro lado del río de samsara, revelando la verdad de que somos
Buddha. ¿Qué es un hwadu? No es nada más que el volver al Buddha. El hwadu, en
sí, no promete nada, ni iluminación, ni calma,
ni la reducción del estrés, ni mejor rendimiento en el deporte ni el
trabajo, ni una vida mejor. Sirve simplemente señalarnos lo que ya es justo
frente a nosotros, lo que existe siempre aquí y ahora, algo brillante, divino,
eterno, lo que no se puede limitar con palabra ni forma, aunque toda palabra y
forma surgen de esto.
No debemos elevar esta práctica a un nivel místico fuera
de la experiencia cotidiana, lo que distorsiona nuestra percepción de la
esencia. Esta esencia se encuentra en lo sencillo y natural de cada momento.
“Flores son rojas, hojas son verdes, mi nariz es vertical y mis ojos son
horizontales.” No son conceptos disfrazando algo más, son descripciones de la
vida en sí, manifestándose justo en este momento. Sin añadir ni quitar nada,
esta vida es perfecta como es, incluyendo los insectos y las plagas que
infectan a la planta, la que requiere abono, apoyo, y tratamiento para
mantenerse sano y salvo. Pero incluso estos insectos y plagas tienen su lugar
en el universo, y son parte de la perfección.
El hwadu nos vuelve a la vida ordinaria tal como es. Al
volver a la vida así, volvimos al Buddha. Ya somos Buddha, entonces cualquier
intento lograr Buddha en algún punto lejano en el futuro es justo lo que nos
obstaculiza de lograrlo. Entonces quita toda idea de conseguir algo, incluso
mejoramiento mental, físico, o emocional. Somos Buddhas, y como tal, somos más
allá del tiempo y el espacio limitados. El hwadu nos enseña tal como somos; la
iluminación misma. Necesitamos despertarnos y celebrar esta identidad
verdadera.
Para practicar con hwadu, hay que fomentar una sensación
de duda, o sea, una capacidad para quedarse con la pregunta, investigándola 100
por ciento con toda tu fuerza, viviendo día y noche con ella en la mente, para
que un día, se vuelva uno con el hwadu. Aunque se entienda intelectualmente que
uno es Buddha, requiere cierta fe en el proceso y el maestro, junto con
determinación y perseverancia, para enfrentar la duda interior de la mente
chica diciendo que no somos Buddha. Hay
que aguantar lo incómodo de esta batalla interior, hasta que, cuando el momento
es apropiado, esta dualidad se resuelva.
La paradoja del hwadu es que no se debe buscar el
significado literal del hwadu. Hay que abandonar todo modo de pensamiento y
percepción para captar el mensaje del hwadu. En vez de enfocar en los
pensamientos y los conceptos generados, se debe cuestionar profundamente el
hwadu, penetrando sus palabras hasta absorberse por completo, llegando a la
comprensión profunda del hwadu.
La práctica correcta del hwadu requiere además tres
disciplinas: 1. armonización del cuerpo; 2. armonización de la respiración, y
3. armonización de la mente. Al
sentarnos en el medio loto sobre el cojín, encontramos el equilibrio del cuerpo
físico mediante la espina dorsal recta apoyando el resto del esqueleto y
músculos de una forma tranquila y sin esfuerzo. Ya podemos respirar libre y
profundamente, el aire pasando adentro y afuera sin obstáculo. En esta postura,
podemos relajarnos físicamente, soltando el estrés y la tensión del cuerpo. Ya
la respiración llega a la parte inferior del abdomen, debajo del ombligo, donde
se recoge la energía, almacenándola para luego distribuirla al resto del
cuerpo. Cuando la respiración está equilibrada, la armonía interior puede
reflejar la armonía cósmica del universo, permitiéndonos fluir con este orden
universal sin obstáculo, lo que limpia nuestro sistema interior de tensiones,
emociones fuertes, y del estrés. Así, se logra la armonización de la mente
libre de apegos, lo que se llama el no-pensar, donde se desconecta de
preocupaciones mundanas y se experimenta conscientemente la esencia, la fuente
de toda forma, la talidad de cada momento, como en la afirmación de que las
flores son rojas, las hojas son verdes.
Bibliografía
Yampolski.
Philip B. (trans). (2012) The Platform Sutra of the Sixth Patriarch
(Sutra del Estrado).
Columbia University Press: N.Y.
(KINDLE EDITION).
Bae
Park, Sung. One Korean’s Approach to
Buddhism: The Mom/Momjit Paradigm. Suny Press: Albany, N.Y.
GRACIAS POR SU APORTACIÓN
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