REFLEJOS EN UN ESPEJO:
“ERES LO QUE BUSCAS”
Sutra del
Estrado
PARTE I
Rev. Hyonjin
Sunim
Esta Charla Dharma es parte de un proyecto de la
clase Buddhist Homelitics del seminario Prajna Institute en Los Estados Unidos.
Agradezco a todos mis maestros del Dharma, particularmente a Myogak Kun Sunim y
R.M. Meiten McGuire. Dedico esta charla a todos los Buddhas y Bodhisattvas en
todo el mundo trabajando a aliviar el sufrimiento y a despertar a todos los
seres a su verdadera Naturaleza Esencial.
El Sutra del Estrado es uno de los sutras más
importantes de la tradición Zen del Budismo Mahayana. Técnicamente no es un
Sutra, puesto que Shakyamuni Buddha nunca habló estas palabras originalmente en
el siglo 5° A.C. Sin embargo, este texto de China del siglo 8° D.C. es
considerado tan fundamental e revelador, que se lo dio el título de Sutra en
reconocimiento de sus enseñanzas extraordinarias del Buddha-Dharma. El Sutra es
básicamente un construcción cultural tratando la vida del sexto patriarca
Hui-neng, un campesino analfabeto quien llegó a ser el segundo patriarca más
importante después de Bodhidharma, el maestro de la India quien trajo el Budismo
a China desde la India en el 5° siglo D.C., y cuyas enseñanzas son consideradas
el comienzo de la escuela Zen/Chan.
No obstante, las enseñanzas de Hui-neng reflejan una
tensión que surgió entre las escuelas Zen del Norte y el Sur, revelando un
cambio de enfoque desde la Iluminación Gradual, o sea, etapas de despertar
ocurriendo durante una trayectoria de práctica y estudio durante muchos años
basada en la creencia de que “Yo puedo convertirme en Buddha,” a lo de un
estilo de práctica conocido como Iluminación Súbita, la que ocurre en un
instante, transformando la vida de uno para siempre basado en la creencia de
que “Ya soy Buddha.” (Park, 1983:4) Aunque pareciera que estos dos estilos son
totalmente diferentes, el Zen Coreano los incorpora los dos con su práctica
basada en la Iluminación Súbita con el Cultivo Gradual, lo que significa que
desde el momento de que uno oye y considera la posibilidad de su propia
Naturaleza Búdica, entonces de hecho la Iluminación es presente, a pesar de que
está todavía encubierto parcialmente por los hábitos mentales de preocupaciones
del ego, las que requieren una práctica continua para eliminar sus influencias
y tendencias las que distorsionar las percepciones. Según esta teoría, la
Iluminación Súbita siempre debe preceder cualquier cultivo auténtico a lo
largo, sosteniendo el Cultivo Gradual durante el resto de la vida basado en la
experiencia directa de la naturaleza esencial, nuestra Naturaleza Búdica.
Cuando llegamos a darnos cuenta de esto, nuestra vida se transforma, y seguimos
cultivando esta percepción hasta que lográramos la identificación completa con
nuestra naturaleza esencial, plenamente realizándonos como buddha, o sea, la
budeidad. Efectivamente el Sutra del Estrado nos enseña esto: eres lo que
buscas. Una vez entendemos esto, entonces la práctica se vuelve un cultivo y
realización continuos de nuestra naturaleza esencial.
La historia comienza con Hui-neng, un respetado e
impresionante maestro Zen, sentado sobre un estrado ante una gran concurrencia
de monjes, oficiales importantes, y laicos practicantes, dando una charla
Dharma sobre su vida, describiendo como llegó a la Iluminación y luego sus
consejos de cómo otros deben practicar.
Durante su plática, nos damos cuenta de que viene de comienzos muy
humildes, como un campesino pobre y analfabeto de un pueblo pequeño lejano del
sur de China. Cuando era niño, su padre
cayó en desgracia y fue exiliado de la corte a causa de sus actividades
políticas, lo que contribuyó a su fallecimiento. Hui-neng y su madre se
quedaron sin recursos ni apoyo, y Hui-neng tenía que vender leña para
sobrevivir con su madre. Mientras tanto, por casualidad oyó una persona pasando
cerca de él recitando el Sutra del Diamante, lo que le despertó en seguida a la
verdad de su naturaleza esencial, motivándole a despedirse de su mamá para que
buscara su maestro Zen y cultivara su comprensión del Buddha-Dharma.
Bueno, por su relato hasta ahora, aprendemos que a
pesar de que cualquier persona puede llegar a la Iluminación, sin embargo,
requiere la motivación correcta para sostener el cultivo de esta percepción de por
vida, siendo dispuesto a arriesgarse todo por este fin. Hui-neng tuvo que dejar
el confort de su hogar, dejar atrás su querida madre, y entrar a lo
desconocido. Nosotros igualmente tenemos que estar dispuestos a hacer lo mismo,
dejar atrás nuestros viejos hábitos, nuestros viejos apegos al yo, y encontrar
lo desconocido dentro de nosotros mismos. Además, tenemos que estar atentos a
lo que nos presente, listos a responder a la llamada espiritual. Como una maestra una vez me dijo, muchos están
llamadas, pero pocos responden. Puede ser sólo una palabra pasajera, unas
líneas de una Sutra recitada, pero el momento puede cambiarte la vida por
completo, el primer paso en el camino de los buddhas en la búsqueda de uno mismo.
Hui-neng luego llega al monasterio pidiendo una cita
con el maestro, el quinto patriarca Hung-jen, quien de repente comienza
probando la comprensión de Hui-neng, preguntándole por qué ha venido y qué
espera ganar. Hui-neng le dice que es sólo un campesino común del sur de China,
y que sólo quiere prestarle sus respetos y pedir instrucción en el Dharma.
Entonces, el maestro le pone a la prueba su compromiso y determinación
insultándole, llamándole un bárbaro del sur y sugiriendo que los del sur ni
tienen la capacidad ni la cultura para lograr la budeidad. Pero Hui-neng no se
desanima, manteniendo su calma, resistiendo provocación e intimidación por
parte del maestro, afirmándole que a pesar de que son diferentes físicamente,
toda la gente es básicamente igual y lo mismo en su naturaleza original.
¿Qué significan aquí los insultos del maestro hacia
un alumno? Muchas veces es una manera de probar la comprensión o determinación
de la persona. Mi propia experiencia en esto no fue tan exitosa. Fue durante
uno de mis primeros retiros con un maestro Zen, donde le pedí las enseñanzas
para lograr la iluminación en esta misma vida. Pero no estaba preparado a
enfrentar lo que esto requiriera. Me había asignado la contemplación del
kong-an MU varias semanas antes, y ya mi frustración se aumentaba día tras día
por no poder a resolverlo. Una noche, al disponerme mi saco de dormir, el
maestro bajó súbitamente la escalera gritando, “¿Quién está fumando drogas?”
“Si alguien está drogándose, ¡tendrá que salir ahora mismo!” Luego me miró directamente
desde arriba en las escaleras, y con una voz estruendoso me preguntó, “¿Eres
tú?” Me chocó mucho su pregunta. Sólo estaba intentando seguir la práctica con
todo mi esfuerzo. Aparentemente yo había puesto un repelente demasiado fuerte
sobre me cuerpo algunos minutos antes, y su fuerte olor había llegado al cuarto
del maestro dos plantas arriba. Me enteré luego que cualquier olor de perfumes
está prohibido durante un retiro. No obstante, me parecía bastante exagerado el
comportamiento del maestro. Miré arriba al maestro y le expliqué con una voz
temblando que había puesto un repelente hace un rato. Por suerte, el alumno
principal se había estado cerca de mí cuando puse el repelente, y podía
confirmarlo para el maestro. Luego el
maestro pausó un momento antes de gritar, "Pues, ¡dúchate y quítalo!”, con
tal de que se volteó y regresó escalera arriba a su cuarto. Me sentí humillado
e indignado. Me levanté para ir al baño y ducharme, pero me paré puesto que la
hora de acostarnos estaba al punto de tocar, y se prohíbe estar bañándose en
esta hora. Me volteé varias veces cuando el alumno principal me dijo en voz
baja de ignorarle y simplemente acostarme ya. Me acosté a dormir, pero toda la
noche estaba despierto con ira, frustración, y dignidad ofendida. Me sentía
molesto por varios días más, casi dejando el retiro el penúltimo día, guardando
mi cojín y arreglando mi espacio. Pero algo me retenía mientras que consideraba
que quizás me equivocara al reaccionar tanto. Y puesto que sólo se quedaba un
día más, podría aguantarlo hasta el final. Volví a mi lugar, re-puse mi cojín,
y continuaba meditando.
El día final del retiro, el maestro simplemente me
miró y dijo, “Me alegro que volvieras.” Me tardé varios años en entender lo que
significaba todo esto. Años después una maestra me dijo que ¡simplemente estaba
haciendo su trabajo! Lo que me di cuenta eventualmente fue que si iba a
continuar en el retiro aquel día, tuviera que soltar mi opinión y mi enojo
sobre lo que pasó. Efectivamente, tuve que soltar mi ego, orgullo, y mis apegos
a deseo, ira, y delirio. Aunque mi ego se sentía justificado, intuía que iba a
perder una oportunidad tremenda para aprender algo importante. Aprendí que no
soy estos pensamientos y sentimientos de rabia, y que pudiera simplemente
elegir desapegarme de ellos y así volver a mi sentido de bienestar y armonía
interior. Esto es lo que consiste la práctica al comienzo: purificación de
nuestras reacciones condicionadas a las causas surgiendo en el ambiente a
nuestro alrededor, lo que requiere tanto la determinación como confianza y fe
en algo más profundo que esta mente chica.
Ya, volviendo a la historia, a pesar de que el
maestro estaba bien impresionado por las respuestas de Hui-neng, decidió fingir
que no le importaba, despidiéndole y asignándole a llevar a cabo labores de
poco importancia en el monasterio. Luego nos enteramos de que el maestro
percató la capacidad superior del recién llegado, pero sabiendo que otros
podrían estar celosos, decidió protegerlo manteniéndole lejos de observación.
Percatamos de este encuentro una enseñanza continua
en el Sutra del Estrado, que el despertarse no depende de dónde vienes, ni de
tu nombre, familia, ni títulos, ni si tienes dones intelectuales, ya que todos
contenemos Naturaleza Búdica y todos podemos realizarnos igualmente en esta
vida misma. Puede ser muchos de nosotros nos identificamos con estas dudas,
sintiendo una falta de muchas cualidades que imaginamos se requieran para
lograr la Iluminación. La mayoría de nosotros mantenemos trabajos y familias,
ocupando mucho de nuestro tiempo y energía. Ni podríamos considerar en dejar estos
trabajos y familias, por ser totalmente comprometidos a ellos. Pero si nos comparamos
a otros, a veces nos sentimos poco dotados con inteligencia o dinero más arriba
de lo promedio. Sin embargo, el Sutra del Estrado nos anima no rendirnos. Cada
uno de nosotros es Hui-neng, el hombre o mujer común que debe luchar a
sobrevivir manteniéndonos y nuestros queridos. No se desanimen. Si Hui-neng, un
huérfano, avergonzado, pobre, y analfabeto puede lograr la Iluminación,
entonces debería ser posible para todos nosotros. Hui-neng es extraordinario
justo porque es tan ordinario. Lo destacado en él, quizás distinto de nosotros,
es su determinación incansable a pesar de todos los desafíos. ¿Cómo se volvió
tan determinado? No es sólo su buen karma. Se puede ver en la historia que al
momento de ver su naturaleza innata, cuando oyó el Sutra del Diamante recitado,
él sabía lo que tenía que hacer. Y su capacidad de seguir esta llamada es lo
que le pone en un plano más arriba de nosotros. De hecho, tenemos la misma
potencia que él. Cada vez que nos sentamos a meditar, estamos abriéndonos a
nuestra esencia natural. Cuando por fin percatamos esto, no hay vuelta atrás.
Por esta razón, nuestra tradición pone tanto énfasis en el despertar inicial,
en la directa percepción de nuestra naturaleza que se encuentra el primer
momento al sentarse a meditar. La paz y armonía que se descubre es nuestro
verdadero ser, y basado en esta percepción, podemos seguir adelante y enfrentar
cualquier reto el mundo pudiera demostrar. Y mediante estos desafíos cultivamos
y nos fortalecemos este despertar inicial, poco a poco abriéndonos a nuestra
identidad verdadera como buddhas.
Mientras tanto, el maestro llama a todos los monjes
para organizar un concurso. El maestro, consciente de su vejez, está listo a
pasar el liderazgo del monasterio a un alumno preparado. Pero, para evitar conflictos,
crea una competencia de poesía, el ganador recibiendo la transmisión completa
del Dharma, y así convirtiéndose en el próximo abad y líder del monasterio.
Comienza regañando a los monjes por sólo practicar benevolencia, caridad,
recitando y rezando todo el día, puesto que, pese a ser admirables actos, no
son suficientes para ganar realización completa de sus naturalezas verdaderas y
así ser liberados de nacer, morir, y sufrir, lo que quiere decir, liberación de
samsara. Con esta idea, pide que los monjes vuelvan a sus cuartos para
introspección, purificando sus mentes hasta que despierten a su prajña innata
encontrada dentro de su naturaleza búdica.
Este punto en la narrativa es importante. Prajña
significa literalmente “sabiduría” o “consciencia,” la que se experimenta como
percepción de vacuidad (shunyata), la verdadera naturaleza de la realidad.
Prajña se asocia con la intuitiva e inmediata experiencia de Iluminación, a
pesar de que no se puede expresarla por conceptos o términos intelectuales. No
obstante, es la marca esencial de budeidad, además de ser una de las seis
perfecciones de un bodhisattva en el cultivo de su Naturaleza Búdica. (CDBZ, p.
171) En el Sutra del Estrado, prajña es sinónimo con meditación misma (Kindle
posición 791) puesto que la meditación funciona para revelar la sustancia de
prajña o vacuidad misma, el no-surgir de pensamientos, o vacuidad sin ser, o
sea, meditación funciona revelando la esencia innata de la vacuidad. Sin
embargo, uno no causa al otro, sino más bien son los dos aspectos de la misma
cosa, uno siendo la esencia misma, mientras que el otro siendo aquella esencia
funcionando en el mundo de dualidad. Esta esencia es efectivamente la mente,
nuestra mente, también entendida como consciencia, la que funciona expresándose
como meditación.
¿Por qué entonces el maestro regaña a los monjes por
sus actos de benevolencia, caridad, y oraciones? ¿No somos todos intentando a
ser buenos, mejorándonos mediante trabajos de caridad y benevolencia? ¿No
deberíamos todos ofrecer oraciones continuamente por el beneficio de otros? ¿No
es esto la marca de un practicante espiritualmente avanzado? Pues, sí y no. Estos
actos buenos y oraciones son de beneficios kármicos a todos conectados. Lo que
hacemos y decimos tienes consecuencias buenas y malas, según la intención.
Cuando hacemos bueno, recibimos buen karma. Cuando oramos por otros, ellos y
nosotros mismo recibimos bendiciones. Pero, no es eso suficiente para la
Iluminación. El problema es nuestra expectativa de recibir beneficio, o
buscamos algo fuera de nosotros, un deseo secreto aparentar buenos, lo que
obstaculiza la plena realización y despertar completos. Si hacemos lo bueno con
expectativa de recompensa, entonces estamos al nivel de principiantes espirituales
comenzando a desarrollarse. Si rezamos porque nos hace sentir bien u otros para
recibir algo, entonces estamos funcionando desde el nivel de consciencia
egoísta. Shunyata, vacuidad, se basa en la comprensión de que no hay nadie
haciendo nada. De igual forma, no hay nadie recibiendo nada. Y a pesar de esto,
hacer y orar y ayudar surgen mientras que nos mantenemos desapegados a los
beneficios o la expectativa de que algo debería ser diferente. Simplemente
actuamos basados en la esencia funcionando en cualquier momento según lo que es
apropiado a la situación en la que nos encontramos. Si la situación es hambre,
simplemente damos comida según nuestra capacidad. La relación entre nosotros y
lo que está necesitando, presenta su propia solución, la de dar, dana,
alimentando al otro que tiene hambre. Pero los dos, el sujeto y el objeto al
mismo tiempo necesitan, tienen hambre, y reciben satisfacción. Esto es el
universo funcionando en este momento preciso simplemente tal como es, ni es
bueno ni malo, simplemente es. No hay nada obstruyendo este fluir natural de
consciencia, no hay nada criticando o juzgándolo. Todo es vacío como nuestra
propia esencia natural.
Bibliografía
Park, Sung Bae. (1983).
Buddhist Faith and Sudden Enlightenment. State
University of New York Press: Albany, N.Y.
Kohn,
Michael H. (2010). The Concise Dictionary
of Buddhism and Zen. Shambhala: Boston.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.