QUEBRANTAMIENTO ESPIRITUAL
CHARLA DHARMA
14/DIC/2014
Rev. Hyonjin Prajna
“No
ver es ver
Lo
que puede ver todo;
Si
se apega a cualquier vista sobre las cosas,
Esto
equivale a no ver nada.”
(Sutra Avatamsaka 14:376)
En
coreano coloquial, la palabra kkaech’im
refiere a la Iluminación, la cual tiene varios sentidos, incluyendo:
despertarse, volverse sobrio, tomar consciencia, nacer de nuevo, salir del
cascarón, o quebrar. Entonces, ¿qué tiene que ver la palabra kkaech’im con Iluminación y
quebrantamiento? En Corea, se asume que
algo debe quebrarse para que se obtenga el gran logro de la experiencia de
Iluminación. Sin embargo, ¿qué es precisamente lo que debe romperse?
Para obtener la Iluminación, hay que
romper el armazón del ego, es decir, el apego a nuestros puntos de vista
basados en opiniones dualistas e ideas intelectuales. La forma más eficaz para facilitar este
quebrantamiento es mediante el cuestionamiento asociado con la contemplación
del koan o hwadu. Esta forma de meditación en un acertijo requiere tres
fundamentos: 1. La fe y confianza profunda de que “Soy Buddha”; 2. La duda
negando esta afirmación, o sea, la auto-confesión honesta reconociendo que no
nos sentimos como un Buddha, sino simplemente como un ignorante ser sentiente,
y 3. Una práctica constante e inquebrantable de cuestionamiento interior. Estos
tres fundamentos sirven para crear una lucha interior muy dinámica y creativa,
empujando el practicante más y más al borde del abismo.
La sensación en muy parecida a lo
que Seung Sahn refería en su libro Brújula
del Zen con el kong’an “El hombre en el árbol”:
Hay un hombre colgado
sobre un precipicio por la rama de un árbol, agarrado con los dientes. Está
atado de pies y manos, de forma que sus manos no pueden alcanzar las ramas ni
los pies pueden tocar el árbol. Otro hombre, un oficial muy famoso y respetado,
que está debajo del árbol, le pregunta: “¿Por qué vino Bodhidharma a China?”
Si el hombre colgado abre la boca para contestar,
pierde su vida. Si no contesta, faltará a su deber al oficial y le matarán.
1. Si tú estás en el árbol ¿cómo puedes
seguir con vida?
Si
abres la boca, mueres. Si te quedas callado, mueres. Una vez alguien preguntó
al maestro: “¿Por qué vino Bodhidharma a China?” Es otra forma de preguntar:
“¿Cuál es la verdad?” “¿Cuál es la enseñanza suprema del Zen?” Sin embargo, si
estás en el árbol no puedes hacer nada, porque morirás. Entonces ¿cómo puedes
permanecer vivo? El punto del koan es, si quieres mantenerte vivo, morirás. Pero
si mueres, vives. Hay que rendirse, soltando la lucha en sí. Hay que cortar
completamente todo pensamiento, o sea, quebrar tu apego a las dos opciones
racionales de “sí” o “no”. Así, se puede lograr la mente “no sé,” lo que es
antes del pensamiento, antes del nacer y morir. Es la única forma de liberarse,
lo cual es la Iluminación. (Sahn, 390)
El acertijo del kong’an pone en
relieve nuestra propia lucha interior de resolver el dilema presentándose
cuando consideramos el concepto de que “Soy Buddha.” Para resolver el dilema,
requiere por un lado 100% confianza y reverencia por el maestro y el Dharma
cuando nos afirman que “Soy Buddha.” En cambio, tenemos que admitir
honestamente que nos sentimos como ignorantes seres sentientes. Esta tensión
interior se aumenta todavía más cuando consideramos el acertijo, transformando
un conflicto interior a un conflicto abierto y consciente. Nuestra propia duda
sirve como una flama prendiendo fuego a un pedazo de dinamita. Cuando todos los
ingredientes se combinan bien, el resultado es una gran explosión, el
quebrantamiento revelando la experiencia de
Iluminación.
Es como decir, a un nivel
psicológico, el conflicto entre la afirmación de que “Soy Buddha” y la negación
que “Soy un ignorante ser sentiente”, junto a la reverencia por el maestro y el
Dharma en oposición a lo que consideramos como nuestro nivel actual de
desarrollo espiritual, todo genera un crisis de identidad, intensificado por el
hwadu, y resuelto eventualmente por un quebrantamiento existencial en el cual
el armazón del ego se rompe, y se desapega de la mente discriminativa, lo que se
aferra al sí o no, y se suelta por fin al “no sé” hasta el meollo. Cuando esto
por fin pasa, la mente chica para, y la Mente verdadera de nuestra Esencia se
despierta, revelando lo que nunca nace ni muere. Por eso, para los coreanos, la
palabra kkaech’im expresa a la
perfección lo que es la Iluminación: salir del cascarón del ego limitado a la
Mente Ilimitado, y así, dando a luz la plena consciencia de nuestra verdadera
budeidad.
Bibliografía
Seung
Sahn. (2002). La Brújula del Zen. La
Liebre de Marzo: Barcelona, España.
Sung Bae Park. (1983). Buddhist Faith and Sudden Enlightenment. SUNY Press: Albany, N.Y.
GRACIAS POR SU APORTACIÓN
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