SUÉLTATE Y CONFÍA
Charla Dharma 08/FEB/2015
Rev. Dr. Hyonjin Prajna
El mensaje básica del zen es “Suéltate y confía en tu
naturaleza inherente.”[ii]
La felicidad no se encuentra en cosas externas, sino dentro de nosotros.
Además, suelta todo apego al pensamiento de “mi”, “mío” o “yo.” Confía en lo
que ya reside dentro de ti, tu naturaleza verdadera. Nuestra práctica consiste
en primero tener fe en esta esencia, luego entregándola todo lo que surgiera en
nuestra vida, mientras seguimos adelante prestando atención a este momento
preciso. Todos tenemos un tesoro dentro de nosotros, una luz interior más allá
de lo que podemos imaginar. Hay que buscar este tesoro, mediante el cual
estamos conectados a todos los otros seres, la energía universal, todas las
habilidades, y a los otros seres iluminados. Se puede llamar esta esencia
Naturaleza Búdica, Dios, o cualquier otro nombre, pero el hecho es que es inherentemente
dentro de nosotros, disponible en cualquier momento para guiar, enseñar,
proteger, y animarnos. Es una fuerza vital llena de sabiduría y compasión y es
la fuente de todo. Tenemos siempre la capacidad de voltear la luz de nuestra
mente adentro y rastrearla hasta la fuente donde encontramos la raíz de nuestra
vida, como un gran árbol que requiere el sustento y apoyo de la raíz. ¿Cuánto
tiempo podría el árbol durar sin el apoyo de esta raíz? De igual forma, este
raíz de esencia vital
es la savia y alimento de nuestras vidas cotidianas. Fortalecemos esta raíz con el abono diario de meditación, estudio de Dharma, e interacción con la Sangha de maestros, amigos, y la red universal de practicantes espirituales. Siguiendo esta metáfora, los preceptos nos recuerdan dónde podar el árbol de sus ramas innecesarias, los aspectos del ego que nos debilitan, las que desvían nuestra energía vital con apegos a actividades egoístas o nocivas. Cuando podemos abstenernos de los impulsos y los pensamientos basados en las kleshas de codicia, ira, e indiferencia, somos más resistentes a las plagas de la vida como violencia, corrupción, abuso, mentiras y chismorreo. Cuando nuestra raíz es fuerte, nuestra vida es fuerte, expansiva, dando cobija y protección a todos los que se acercan para descansar un poco en la sombra de sus ramas. El árbol no discrimina entre buenos ni malos, inteligentes o ignorantes, atractivos o feos, simplemente da lo que tiene a los que piden. Así, nosotros nos convertimos en bodhisattvas, sirviendo y confortando a todos los que pasan por nuestras vidas.
es la savia y alimento de nuestras vidas cotidianas. Fortalecemos esta raíz con el abono diario de meditación, estudio de Dharma, e interacción con la Sangha de maestros, amigos, y la red universal de practicantes espirituales. Siguiendo esta metáfora, los preceptos nos recuerdan dónde podar el árbol de sus ramas innecesarias, los aspectos del ego que nos debilitan, las que desvían nuestra energía vital con apegos a actividades egoístas o nocivas. Cuando podemos abstenernos de los impulsos y los pensamientos basados en las kleshas de codicia, ira, e indiferencia, somos más resistentes a las plagas de la vida como violencia, corrupción, abuso, mentiras y chismorreo. Cuando nuestra raíz es fuerte, nuestra vida es fuerte, expansiva, dando cobija y protección a todos los que se acercan para descansar un poco en la sombra de sus ramas. El árbol no discrimina entre buenos ni malos, inteligentes o ignorantes, atractivos o feos, simplemente da lo que tiene a los que piden. Así, nosotros nos convertimos en bodhisattvas, sirviendo y confortando a todos los que pasan por nuestras vidas.
¿Cómo
encargar nuestras vidas a la Esencia Fundamental? Hay básicamente 3 pasos a
seguir. Primero, tenemos que aprender como morir. Las preguntas de dónde
venimos y a dónde vamos después de morir nos llena de miedo y preocupación. Son
aspectos de la mente chica, pensamientos dualistas basadas en un apego al
cuerpo y la creencia que somos algo separado y limitado, vulnerable a cualquier
percance que pudiera amenazarnos. Pero la muerte es una ilusión. Somos las olas
del mar, surgiendo y desapareciendo continuamente sobre la superficie de este
océano enorme de Esencia Universal. La muerte es algo natural del cuerpo. Si no
estamos obstaculizando el proceso, puede ser el momento más oportuno de
nuestras vidas para despertarnos a nuestra verdadera Esencia. De hecho, cada
vez que nos sentamos en meditación, estamos ensayando la muerte. En la misma
manera que nos tranquilizamos la mente chica sentado en silencio, simplemente
nos estamos muriendo a nuestros hábitos y formas de vivir habituales. ¿Y que se
queda? ¿Qué es esto que no tiene comienzo ni fin, no tiene forma, pero del cual
toda forma surge? Al sentarnos, percatamos el vacío de nuestro verdadero Ser
Eterno, nuestra Naturaleza Búdica. Es totalmente natural. No es necesario
fabricar algún concepto o metafísica para percibirla. Simplemente suéltate y
ábrete a tu verdadero Ser, y encuentras tu cara que tenías antes del nacimiento
de tus abuelos, o sea, Lo No-nacido. Así, se da cuenta que no hay nada a temer.
Es sólo una idea la que está causándonos tanto problema.
El
segundo paso para encargarnos a la Esencia es meternos al horno. Somos como
chatarra, metal que se funda al meterse al fuego del horno en la práctica
espiritual. Tenemos que dejar que el Infinito nos forja, transformándonos poco
a poco en algo más fino y fuerte, listo para cortar las mentiras e ilusiones de
la vida, revelando la Verdad de lo Esencial. Al mismo tiempo, hay que dejar el
fuego del horno cocinarnos, preparando los ingredientes de nuestros talentos
para formar un pan nuevo. Nuestras mismas debilidades pueden transformarse en
talentos: la codicia y generosidad, la ira en compasión, y la ignorancia en
sabiduría. Este es un proceso lento y equilibrado, creado por la paciencia y
constancia de una práctica diaria.
Y el
tercer paso es brincar el apego al ego y sus ideas de un yo permanente, lo que
es el obstáculo más grande a nuestra liberación. Cuando soltamos estas ideas,
nos liberamos del sufrimiento existencial, lo que cree erróneamente que somos
inadecuados, defectuosos, y limitados. Es mentira. Somos perfectos cada uno en
nuestra esencia, y al soltar las ideas falsas basadas en un ego, nos abrimos a
una energía y poder ilimitados. Tenemos que volvernos a nuestro verdadero
origen de donde todo surge y a donde todo regresa.
En nuestra práctica, hay que
tener cuidado de 2 puntos más, dos cosas que pueden obstaculizar severamente
nuestro progreso espiritual: negatividad y crítica. Primero, es imprescindible
fomentar una actitud positiva en todo momento, puesto que los pensamientos
crean nuestro mundo. Segundo, no critiquen ni culpen a los demás. La otra
persona es fundamentalmente otra forma de nosotros mismos. Cuando criticamos
otros, estamos proyectando aspectos de nuestras propias inseguridades y
debilidades en otras personas. Efectivamente, estamos criticando a nosotros
mismos, mientras que congelamos a otros en una imagen falsa que hemos formulado
de ellos, atrapándoles dentro de nuestra opinión, la cual les perjudica su
autoestima, su reputación, su crecimiento y nuestra habilidad de verlos en su
perfección verdadera. Así, estamos negando la naturaleza esencial no-dual entre
nosotros. Entonces, recuerden que la crítica y una actitud negativa son los dos
peores obstáculos a nuestro progreso espiritual.
Nuestra
búsqueda verdadera es interior, pero al encontrar nuestra Esencia, toda la vida
exterior se transforma en Nirvana, o sea, equilibrio, armonía, y bienestar.
¿Quién no quiere esto? Es nuestro
derecho natural encontrarlo. Es como un gran sorteo con un letrero que dice
“hay que ser presente para ganar.” Es así, tenemos que ser presentes en este
momento preciso para ganar el Nirvana y la liberación. Tenemos que prestar
atención a las consecuencias de nuestros actos y pensamientos utilizando la
plena atención en un proceso auto-didáctico para ver lo que está pasando en
este momento preciso y soltando lo que obstaculiza la Esencia en nuestras
vidas. Cuando soltamos los pensamientos dualistas, nos abrimos al Eterno, y
podemos entregarnos por completo a nuestro verdadero Ser. Esta esencia es por
naturaleza compasiva y sabia. Por supuesto la práctica requiere un gran
esfuerzo inicialmente. Tenemos que superar milenios de hábitos mentales. Pero
cuando hacemos este esfuerzo, entonces nuestro verdadero ser interior en estado
de perfección puede hacer el resto del trabajo de transformación. Es como si
nosotros ponemos 50% del esfuerzo para que luego nuestra divinidad interior
puede poner el otro 50% del esfuerzo, transformándonos en seres libres y contentos.
Con fe, nos entregamos a la Esencia, confiando que todo saldrá bien en todo lo
que hacemos, prestando atención a cada momento presente, y cuidando las cosas
cotidianas como surgen en la mejor manera posible.
[ii] Daehaeng Kun Sunim. (2014). “Wake
Up and Laugh.” Wisdom Publications:
Boston
GRACIAS POR TU APOYO A NUESTRA COMUNIDAD ESPIRITUAL
Y LAS ENSEÑANZAS DEL DHARMA
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