LAS SEIS PERFECCIONES
Charla
Dharma 20/SEP/2015
Rev. Dr.
Hyonjin Prajna
“El propósito del zen es el
perfeccionamiento de carácter.”
Yamada Koun
Roshi
Para liberarnos de sufrimiento, hay
que despertarse a su naturaleza búdica aquí y ahora, y luego cultivar esta
realización mediante el perfeccionamiento de nuestro carácter, así eliminando los patrones negativos de pensar,
los que obstaculizan nuestra verdadera naturaleza brillar. Este
perfeccionamiento es lo que se llaman las paramitas.
Sin embargo, no queremos caer en los extremos de rigidez o crítica de nosotros
ni de otros. Mejor seguir el camino medio con paciencia, tolerancia, y
compasión. Nos requiere el reconocimiento que somos todos seres humanos con
deficiencias, sin que este hecho nos desanime. Hay que tener una actitud de
perfeccionamiento moderado, una consciencia de ética desarrollada, y la
confianza de que somos todos Buddhas.
La primera paramita es DESAPEGO en la
cual dejamos ir los 3 venenos de codicia, ira, y engaño, siempre buscando el
camino medio, evitando los extremos de austeridad y pereza. Por ejemplo, a
veces me molestan detalles de mi pareja, como cuando el volumen del Tele es demasiado
alto y estoy tratando de estudiar. Tengo que abstenerme de reaccionar con una
palabra grosera o tono de voz agresiva, esperando unos momentos para
tranquilizarme, y luego pedir de una manera suave que baje el volumen. Así, me salvo de mucha karma negativa.
La segunda paramita es
MORALIDAD, la ética del Dharma y los
preceptos. Mi responsabilidad es internalizar esta ética, encontrando su
verdadero origen en la mente, y así hacerlos más familiar, algo natural para practicar
en la vida cotidiana. Por ejemplo, cuando el otro día una mariposa negra entró
en la casa, mi pareja reaccionó con aversión y miedo. Para mí, ni lo pensé, y
le atrapé en un bote, liberándola afuera. Tantas veces había practicado
liberación de bichos en la casa en vez de matarlos, que ya es una cosa casi
automática. Podríamos decir que esta norma de ética de no matar está formando
más y más parte de mi carácter.
La tercera paramita es ECUANIMIDAD,
la que significa que nada te desequilibra, incluso en medio de la agonía, la
mente grande puede ser completamente calmada, como lo profundo del océano
durante una tormenta. Hace unos días un amigo fue asaltado por unos hombres.
Sufrió golpes y le robaron su carro y algunas pertenecías. Aunque sentí mucha
pena por lo que mi amigo pasó, me di cuenta que lo que él necesitaba en este
momento fue confort y compasión. En vez de perderme en emociones de
preocupación y miedo, pude mantener el enfoque en mi amigo y lo que él requería
en este momento, lo de apoyo, empatía, y compasión. Después de invitarle a
tomar un té, sentarse y platicar un rato, pudo aclarar lo que le había pasado,
entender su estado emocional de trauma y shock, y sus planes para cuidar y
recuperarse en el futuro. Se sintió aliviado por haberme visitado y me di
cuenta que esto es lo que significa ser bodhisattva, puesto que no hice nada,
sin embargo, todo surgió en el momento en respuesta al contexto de la situación
de un robo y asalto, la relación entre mi amigo y yo, y la función de aliviar
su dolor y sufrimiento. Ya no fui el
maestro con su alumno, sino un ser humano reconfortando a otro ser humano en un
momento de crisis.
La cuarta paramita es ENERGÍA o
ACCIÓN. Significa que estamos aprendiendo a actuar sin ego según la situación,
relación, y función. Como en el ejemplo anterior, estamos aprendiendo a prestar
atención a este momento presente, viendo la verdad de las cosas tal como son,
poniendo nuestras propias necesidades a un lado por un momento, para atender a
lo que nos presenta el Universo en este momento. Así, se aprende cómo actuar
desde el corazón, con empatía y compasión. Para hacer esto, no puedes aferrarte
a ninguna cosa ni idea para que manifiestes la mente del bodhisattva.
La quinta paramita es MEDITACIÓN
donde se aprende con más y más habilidad de enfocar la mente con lucidez y
calma mediante atención vigilante. El ejemplo perfecto de esto sería la imagen
de Buda sentado tranquilo, espalda erguida, piernas cruzadas, alerta y
tranquilo. Cultivamos plena atención sobre nuestros cojines para que luego pudiéramos
levantarnos y entrar en el mundo cotidiano con la misma atención en cada
momento, atento y cuidadoso en lo que pensamos, hablamos, y hacemos,
liberándonos de nuestra karma en el proceso.
Por fin, la sexta paramita es
REALIZACIÓN, conocida como prajña o sabiduría innata que surge desde nuestra
naturaleza búdica, la Esencia de todo. Nos damos cuenta que somos íntimamente
identificados con el pájaro y su canto. Que la carcajada compartida con un
amigo no tiene dos, es simplemente carcajada riéndose en el momento. Somos uno
con el florero rompiéndose en añicos en el piso, como me pasó hace unos días.
Una vendedora de flores llegó a mi puerta, y compré un ramo magnífico de flores
para mi altar. Estaba un poco apresurado cuando puse rápidamente las flores en
un florero de vidrio al lado del lavabo de la cocina, pensando que iba a
llenarlo con agua justo después de pagar la vendedora en la puerta. Me volteé
para alcanzar mi cartera, y en este momento oí el florero caer, primero sobre
la mesa, y luego en el piso, rompiéndose en mil pedazos. Había un momento en
que la mente chica se rindió a la experiencia directa del florero simplemente
cayendo y rompiéndose. Me experimenté cómo florero liberándose de su forma de
recipiente, sin pensar en las consecuencias, ni si es bueno o malo, simplemente
un “crash”, y mi mundo en este instante fue destrucción. ¿A dónde se fue el
florero? Simplemente había regresado al vacío, cambiando una forma por muchas
otras formas de pedazos esparcidos por todo el piso. Nunca florero había
existido cómo una cosa permanente y aislado. Fue íntimamente conectado a mi
momento de descuido, condiciones previas de apresuramiento, y desequilibrio de
flores largos metidas adentro con prisa. En vez de perderme en remordimiento y
pena por mi torpeza, había un momento de ser uno con la experiencia, y me sentí
extrañamente aliviado, rindiéndome a algo único en este momento, extraordinario
y simple a la vez, la vida viviéndose en su transformación de una forma a otra.
Por un instante, Hyonjín se había desvanecido,
liberado de su florero de cuerpo y conceptos, y todo era uno con el mundo tal
cómo es. Como dijo el maestro Yuanwu Kegin: “Al
soltar tu asidero en el precipicio, te conviertes en el dueño de tu propio
destino; a morir y luego volver a la vida, nadie puede entonces engañarte.” Practicamos las paramitas
perfeccionándonos para revelar Esencia, primero olvidándonos a nosotros mismos
y luego confiando en los demás, lo que revela a otros su propia esencia y ellos
reflejando la nuestra. Realizarse es
tranquilizar la mente lo suficiente, quedándose atento a cada momento, para que
el universo de 10,000 cosas nos enseñe todo.
Bibliografía
Aitkin,
Robert. (1984). The Mind Of Clover:
Essays in Zen Buddhist Ethics. North Point Press: New York.
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