EL ARQUERO ZEN
Charla Dharma 10/ENE/2016
Rev. Dr. Hyonjin Prajna
“Las diez mil cosas bajo el cielo nacen del ser; el ser
nace del No-Ser.”
Tao Te Ching
Después de ganar varios concursos de tiro con arco, el joven
campeón bastante fanfarrón desafió a un maestro Zen conocido por su habilidad
como arquero. El
joven demostró competencia técnica notable cuando acertó un blanco distante en
su primer intento, y luego partió esa flecha con su segundo tiro. "¡Vaya!",
le dijo al anciano, "¡A ver si se puede igualar eso!" Sin
perturbaciones, el maestro no sacó su arco, sino más bien hizo un gesto al
joven arquero para que lo siguiera hasta la montaña. Curioso
sobre las intenciones del extraño compañero, el campeón lo siguió trepando la
montaña hasta que llegaron a un profundo abismo atravesado por un tronco de
madera bastante débil y tembloroso. Saliendo
con calma a la mitad del puente inestable y ciertamente peligroso, el viejo
maestro eligió un árbol lejano, sacó su arco y disparó una flecha que dio justo
en la marca.
Hay gran diferencia entre talento y una
mente disciplinada. Una mente disciplinada es el elemento crucial en la práctica
del zen. No es simplemente aprender la postura correcta sobre el cojín, meditando
muchas horas, estudiando, y practicando, ni el hecho de que puedes realizar
todo el oryoki sin error, o aprender todas las respuestas correctas a algunos cientos
de Kong-ans, sino más bien, el dominio verdadero de cualquier arte reside en la
disciplina de la mente.
El
trabajo del maestro es ponerte frente a un dilema, un aprieto en el que no
puedes escapar, para disciplinar la mente y abrirte a la no-mente. A veces este
dilema es un Kong-an, un acertijo que no puedes resolver racionalmente. Otras
veces es un dilema físico, desafiando a la alumna o el alumno con una situación
intolerable o imposible. En el pasado, hemos hechos cientos de postraciones
durante un retiro, probando los límites de nuestras fuerzas físicas. Otras
veces, los practicantes no duermen toda la noche para meditar en solidaridad y
respeto por el Buddha cuando él logró la iluminación. Muchas veces, es
simplemente que el maestro hace algo que no nos agrada, que no entendemos, o del
que no estamos de acuerdo. Esto me pasó en el último retiro, cuando al tercer
día, los participantes doliendo por todo el cuerpo por tantas horas sentados en
meditación, me juraron que yo estaba tardando las sesiones de meditación el
doble de lo normal, como en vez de 30 minutos, y duraban 50 minutos. Algunos
estaban al punto de gritarme, maldecirme, y abandonar el retiro. Tuve que convencerles
que siempre había seguido el reloj, fiel a los 30 minutos de siempre. No es
decir que nunca voy a extender las sesiones de meditación en un retiro. Pero
por lo menos, en este instante, no lo hice. Pero fue interesante como la mente
chica, “sabiendo” la verdad aparente, basado en su información no confiable de
los sentidos, formó su propia historia y su propia realidad, que no tenía nada
que ver con las circunstancias del momento. Es decir, fue una excelente
oportunidad de darse cuenta de que lo que la mente chica sabe, no es
necesariamente la verdad. Por eso, practicamos mente no-sabe, o la no-mente.
Cuando la gente pudo soltar sus ideas de lo que es correcto o incorrecto, sus
opiniones de lo que prefieren o no, entonces podían volver al momento
simplemente como es, con espaldas dolidas, con el frío, con el aburrimiento, pero
sin la mente chica gritando “¡nooooooooooo!” “¡Es injusto!” “¡Que malo es!”
Esto es zen.
Por
eso, no es suficiente la lectura de varios libros del zen. Pueden señalar el
camino del zen a caminar, pero si es todavía algo conceptual, como una idea a
considerar en momentos de contemplación, no sirve para nada. Hay que salir al
abismo sobre un tronco tembloroso, arriesgar todo, soltar lo seguro, y dominar
la mente chica asustada, temerosa, y débil. Hay que vivirla en carne y hueso
para despertarte a lo que es eterno, lo que no depende en tiempo o espacio, la
vida o la muerte. Es decir, el vacío. Por eso tenemos retiros. Nos dan la
oportunidad de enfrentar lo condicionado, lo cómodo, lo habitual, lo que dice
que no puedo, que soy un fracaso, que no tengo el valor, y descubrir nuestra
verdadera cara, la cara de antes del nacimiento de nuestros abuelos y abuelas. Sí,
eso es, hay que morir a tu yo chico para descubrir la no-mente del Absoluto.
Este
no-mente no puedes observar, porque el Absoluto no puede ser limitado. No puede
ser un objeto de percepción. Esto incluye cualquier pensamiento, idea,
sensación, o emoción que tuvieras. Es como dice el maestro de nuestro linaje
Andre Doshim Halaw, en su libro No-Mente (2015),
describe como un televisor. Cuando se enciende, la electricidad es como la consciencia. Los imágenes
y programas proyectados en la pantalla son nuestras experiencias basadas en
ideas y sensaciones, pero todos manifiestan dentro del televisor. El televisor
sigue, a pesar de que hay electricidad, o consciencia, pasando por ella o no.
La no-mente, o Absoluto, sigue, a pesar de que hay consciencia, experiencia o no. La
no-mente, o el Absoluto, es de lo que surge todo, lo que no tiene comienzo o
fin, y no depende en percepción, ideas, o consciencia. Y somos Eso. La mente
chica, nuestra experiencia personal, es simplemente el punto microscópico dentro
de lo ilimitado del infinito, como cuando muestran nuestro planeta como un punto
de luz dentro un sistema solar, dentro de una galaxia, dentro del cosmos que
incluye infinidades de galaxias. La no-mente incluye todo esto y es antes de
big bang. Será después de que todas las especies de este planeta desaparezcan,
incluso cuando este planeta desaparezca. Todavía habrá no-mente, el Absoluto,
nuestra verdadera Esencia.
Cuando
dejas de buscar la verdad en alguna cosa fija, algún estado mental, o en alguna
sensación, entonces puedes abrirte a la fuente de todo lo manifiesto, el mundo
a nuestro alrededor y de lo que surge nuestro cuerpo y mente. No es algo que
puedes lograr. Es más grande que tú. Es más bien, soltar todo lo que asumes ser
la verdad, todo lo que crees que eres, todo lo que te limita, y ábrete a lo que ni
es ni no es, que es antes de la dualidad, de donde todo ser y no ser surge. Por eso, la cita al comienzo del Taoísmo que
dice, “Las
diez mil cosas bajo el cielo nacen del ser; el ser nace del No-Ser (wu).” Todo el mundo manifiesto, todas las formas del
universo, surgen del ser, la existencia de la realidad misma. Podríamos decir,
como muchas tradiciones espirituales, que este ser es pura consciencia. ¿Pero
de dónde viene esta consciencia? ¿De dónde viene esta apreciación del aquí y
ahora presente? Porque cuando estamos durmiendo profundamente, no hay
percepción de nadie ni nada, ni de existencia ni no existencia. Por eso, lo que
es anterior al ser es el no-ser. Estamos diciendo lo que no es, para señalar lo
Esencial, la naturaleza de todo el universo, lo que no puede estar encajado con
términos mentales o atrapados con grandes explicaciones o teorías. Es imposible
a entender, por eso, no-saber es lo que requiere para volver a nuestra
verdadera naturaleza, el Absoluto. Cuando practicas, tienes que enfrentar los
límites de tu ego, los cuales son simplemente ideas vacías. No hay nada
eliminar, puesto que no existen desde el principio. Ni es necesario poner la
mente en blanco, porque la mente en blanco incluso es una idea. Es simplemente
soltar todo, y abrirte a la no-mente, el no-saber, lo cual es el Absoluto de
nuestra propia esencia, la misma esencia de todo el universo.
Obras citadas
Doshim, Andre Halaw. No-Mind: Realizing
Your True Nature. Kindle edition. No-Mind Zen Publications. 16 de marzo de 2015.
Short Stories. http://buddhaandbuddhism.xyz/2015/11/30/8-short-zen-stories/
Tao
Te Ching: A New Translation with Commentary by Ellen Marie Chen, p. 152.
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