EL SUTRA DE LA ILUMINACIÓN PERFECTA
Charla
Dharma 17/ENE/2016
Rev. Dr.
Hyonjin Prajna
El Sutra de la Iluminación Perfecta fue compuesta en China en el octavo siglo EC (era corriente o d.c.) y se la considera una de las enseñanzas Mahayana más importantes revelando tanto cómo alcanzar la súbita y suprema iluminación completa, junto con la forma de practicar la cultivación gradual. Este Sutra es tan poderoso que el mero acto de leerlo es un ejercicio de meditación revelando la Verdad mientras que nos muestra cómo ponerla en práctica en nuestras vidas cotidianas. En este Sutra, se llega a entender la relación de la iluminación y la práctica como las dos caras de la misma moneda, dos aspectos de una misma realidad última. El Sutra se presenta en doce capítulos con diferentes bodhisattvas que aparecen en cada capítulo para hacer preguntas claves al Buda. El Sutra está construido en un formato progresivo desde la más alta enseñanza a las más mundana según las capacidades de los oyentes que necesitaran más explicación, aclaración o apoyo. Pero, de hecho, todas estas enseñanzas son relevantes para cada practicante. Se llega a comprender que tanto la iluminación súbita y el cultivo gradual son sólo dos aspectos de la misma Verdad.
El primer capítulo del Sutra se divide en dos secciones principales: la primera define la realidad última, mientras que la segunda explica el cultivo de práctica. El Bodhisattva Samantabhadra pide al Buda que explique la iluminación perfecta y cómo se puede cultivarla. El Buda luego va directo al corazón de la cuestión explicando que todos los seres sensibles:
... Por error toman los cuatro elementos (tierra, aire, agua, y fuego) como los atributos de sus cuerpos y las sombras acondicionados de los seis objetos (los seis sentidos) como los atributos de su mente (Muller 4).
El Buda aquí está explicando al bodhisattva que para entender la verdad se debe entender la ignorancia y la ilusión, que lo que se toma como el cuerpo y la mente no son nuestra verdadera identidad. Son ilusiones, las que compara a flores flotando en el cielo:
Es igual que cuando nuestros ojos están enfermos y vemos flores en el cielo ... cuando las flores-celestiales desaparecen del cielo, no se puede decir que hay un punto definitivo en el cual desaparezcan (Muller 5).
Aunque debido a la enfermedad se perciben flores en el cielo, en realidad no había nada allí. Así que cuando se cura de la enfermedad, no se puede realmente decir que las flores del cielo desaparecieron, ya que nunca existieron desde el principio.
La ilusión de un yo separado, permanente, y estable funciona de la misma manera. Los seres sensibles están en un estado de enfermedad confundiendo su experiencia del mundo a través de sus sentidos, los cuerpos y pensamientos como entidades permanentemente reales e independientes, cuando en realidad, no son más que estímulos momentáneos compuestos por sensaciones, memoria, y los cuatro elementos: tierra, fuego, aire y agua. Sin embargo, en sí son cosas efímeras en un constante estado de cambio. Por lo tanto, ni este cuerpo ni estos pensamientos, ni la experiencia de la vida, la muerte y la transmigración no tienen nada permanente, separada o real. Por lo tanto, hay que soltar estas ilusiones para liberarnos de la ignorancia, la que causa nuestro propio sufrimiento. Hay que entender que no hay ni existencia ni no-existencia (como flores del cielo), que todo es transitorio y vacío de cualquier yo permanente (shunyata). Al comprender esto, inmediatamente se identifica con la verdad Absoluta, lo que es inmutable, no nacido, y eterna.
El segundo tema de este primer capítulo tiene que ver con el cultivo de la práctica, que, irónicamente, parece negarse debido al hecho de que la iluminación es desde el principio ya perfecta, sin etapas progresivas de realización:
Todas las ilusiones cesan en ningún lugar. Y en el cumplimiento de la Vía no hay nada alcanzado. Esto se debe a que la naturaleza original es completa, perfecta (Muller 5).
Al entender lo que es la ilusión, es ser libre de la ilusión. De hecho, ni la Iluminación existe, porque eso implicaría que es una cosa limitada en el tiempo y el espacio, y por lo tanto, impermanente. Puesto que toda cosa en sí está vacía de cualquier existencia separada y permanente, no hay nada realmente obtener o eliminar. El hecho de saber lo que es ilusorio es entender la Verdad. Al despertarse a lo que es la ilusión, la mente misma desvanece al instante, ya que en realidad nunca existió del principio. Así que, la que se queda es la mente de la realidad (bodhicitta) la que es inmutable, no nacida, ni nunca se destruye jamás: es eterna. El apego a los pensamientos ilusorios de la mente ilusoria crea sufrimiento ilusorio. Por eso, hay que soltar nuestra adicción a los pensamientos para despertarnos a la Realidad Suprema. Es decir, el Zen (y el budismo en general) es antes del pensar, incluso antes de la consciencia y la atención en sí. Así, se despierta lo que siempre ha estado presente, la última e inmutable Realidad.
Si uno entiende Realidad última es antes del pensar, antes y después del existir, ¿por qué debemos seguir viviendo en el mundo? Si no hay nada que lograr, nada que conseguir, nada que eliminar, ¿por qué seguir existiendo? ¿Cuál es el sentido de nuestra relación a los demás en el mundo? Para contestar esta pregunta, el Buddha explica el cultivo gradual, al parecer por los de menor capacidad, pero, de hecho, es la experiencia cotidiana para todos de cómo vivir en el mundo como función de la realidad suprema:
Los buenos hijos, esta escritura se llama la Enseñanza Súbita del Mahayana, y los seres sintientes con la capacidad para la súbita despertarán a través de ella. Pero también abarca la práctica gradual de todos los seres sensibles (Muller 38).
Aunque se puede entender que uno no es el cuerpo, pensamientos o sensaciones, sin embargo, leerlo y vivirlo son cosas bastante distintas, exigiendo cultivo y práctica continua. Seres están habituados y condicionados para actuar y reaccionar de formas basadas en la ilusión y la ignorancia, en la creencia de que sus reacciones condicionadas son correctas. Por eso, sufren debido a su ignorancia. Hay que considerar lo que está surgiendo y cómo se está interactuando con él. Por compasión, el Absoluto ha revelado muchas enseñanzas para hacer frente a las diversas condiciones de vida. Hay momentos en que se comprende con claridad nuestra situación, relación y función de la vida. No obstante, hay muchos momentos que se olvida, cayendo así en reacciones condicionadas causando más sufrimiento. En esos momentos, hay enseñanzas para ayudar y guiar a lo largo del camino de la práctica. Es como si todas las enseñanzas son varios medios hábiles surgiendo de una misma realidad Absoluta. El Buda hace una comparación con los ríos desembocándose en el mismo gran cuerpo de agua:
Es como una gran masa de agua que no niega la entrada de cualquier pequeño arroyo; y los mosquitos y tábanos, al igual que los asuras (dioses), pueden beber su agua y tomar su ración (Muller 38).
Como dice en el Sutra, todos los ríos llevan a la misma gran agua, como todas las enseñanzas que conducen a la misma verdad más elevada. El agua sostiene a todos, al igual que la Verdad sostiene a todos.
La Verdad suprema es que nosotros ya somos todos el Absoluto, a pesar de que los seres están habituados a pensar que son sus cuerpos y mentes. Cuando se reconocen esta ilusión, son liberados de inmediato de su esclavitud a la mente causando sufrimiento. Luego, se percibe como otros sufren innecesariamente, y la compasión surge naturalmente para ayudarles a despertar a la Verdad, o sea, para que ellos también pudieran regresar al océano supremo del Absoluto. Se hace entonces una elección consciente y libremente, regresando al mundo para ayudar a los demás. Pero, tendemos a olvidar esta intención, y volvemos a los hábitos anteriores de la mente. En estos momentos, necesitamos diferentes métodos y técnicas para recordarnos de nuevo que no somos estos cuerpos y pensamientos, que somos el Absoluto. Es un cultivo continuo para romper los hábitos de la mente y abrirnos una y otra vez al Absoluto y a nuestra función verdadera basada en correcta verdadera situación, relación y función en el mundo.
Se vuelve consciente de cómo el sufrimiento está surgiendo en todas partes, aunque sea ilusorio, y que los individuos pueden ser libres de este sufrimiento. Este despertar individual se convierte en el despertar universal, puesto que todo es Shunyata, el Absoluto antes, durante, y después de la existencia, la consciencia, y el ser. Somos así el no ser, no hacer, no pensar, en fin, la no mente como fuente de todo. No se puede definir lo que es el Absoluto, la iluminación y el despertar, porque esto sería limitarlo. Simplemente hay que rendirse a este momento de Verdad, el mundo como es, soltando todo lo que obstaculiza y causa el sufrir. ¿Quién entonces practica los preceptos y la ética del Zen? ¿Es el ego poniendo en práctica lo que otros han recomendado? ¿O es la no mente del vacío, la nada del Absoluto funcionando por medio del cultivo continuo y cotidiano, al parecer olvidándose y volviendo a darse cuenta de la Verdad dentro de la dualidad de samsara, la que es vacía de cuerpo y mente?
En cierto sentido, la
iluminación súbita es lo mismo como el cultivo gradual, dos aspectos del
Absoluto, uno libre de la dualidad de samsara, y el otro manifestándose por
medio de la dualidad, la función y cultivo del Absoluto en la vida cotidiana. El
Sutra de la Iluminación Perfecta es una enseñanza suprema a los budistas del
significado de la Realidad Suprema basada en el despertar súbito a nuestra
verdadera naturaleza libre de engaño, vislumbrado por un momento al principio,
y luego cultivado gradualmente, día tras días, para eliminar los hábitos
mentales limitantes basados en un yo ilusorio. En vez de ver esta Sutra como varios niveles
de enseñanza para los de distintas habilidades, se llega a apreciar que somos
todos los seres del mundo que necesitan distintas enseñanzas según la
circunstancias y contextos de cada situación. Nos dedicamos así a salvar a
todos con cualquier medio hábil que sirviera en el momento a liberarnos de la
mente limitada y redescubrir nuestra verdadera naturaleza vacía de lo Eterno.
Obras citadas
Muller, Charles (Trans). The Sutra of Perfect Enlightenment. La traducción de esta versión modificada es básicamente equivalente a la que figura en el apéndice de la traducción de 1999 del Sutra bajo el título The Sutra of Perfect Enlightenment: Korean Buddhism's Guide to Meditation. Nueva York: SUNY Press, 2003.
Muller, Charles (Trans). The Sutra of Perfect Enlightenment. La traducción de esta versión modificada es básicamente equivalente a la que figura en el apéndice de la traducción de 1999 del Sutra bajo el título The Sutra of Perfect Enlightenment: Korean Buddhism's Guide to Meditation. Nueva York: SUNY Press, 2003.
Nota:
Para los interesados,
habrá un taller de 10 sesiones dedicado al estudio de este Sutra en más detalle
y profundidad a partir del miércoles 03/FEB/2016. Para más información, favor
de comunicarse con el Rev. Hyonjin Prajna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.