EL DRAGÓN Y LA PERLA
Charla Dharma 21/FEB/2016
Rev. Dr. Hyonjin Prajna
En los viejos tiempos había un lago custodiado por un dragón feroz, porque
profundamente dentro de él había un gran tesoro, una perla mágica.
Todos los aldeanos lo sabían, pero pocos se atrevieron a mirar dentro de las aguas oscuras. Un hombre único se encargó al reto de extraer la joya. Trajo un cubo al borde del lago y comenzó a llenarlo, luego llevándolo a cierta distancia para vaciarlo. Al ver esto, le hizo gracia al dragón. Surgió desde las profundidades para observar el proceso, pero el hombre continuaba como si no se hubiera ocurrido nada. Finalmente, el dragón habló, “¡Qué haces, tonto!" ¿Crees que vas a vaciar todo el lago con sólo un cubo?" El hombre habló sin romper su paso. "No, pero mis hijos, o los hijos de mis hijos, lo harán." El Dragón estaba tan impresionado por esto que se hundió bajo la superficie sin decir nada más. Momentos después, reapareció con la perla, regalándosela al hombre, quien le miró con recelo al dragón. “¿Por qué me estás dando esto?” preguntó el hombre. El dragón le respondió, "Porque me di cuenta de que nunca ibas a detenerte."
En esta historia, hay un temeroso dragón protegiendo un gran tesoro en lo
más profundo de las aguas silenciosas. Esta situación refleja nuestra relación
a lo Absoluto y nuestra práctica. Se sabe en la superficie de la mente chica,
igual como los aldeanos, que este tesoro está allí, pero nadie tiene las
agallas para conseguirlo, rindiéndose a sus miedos a lo desconocido, las aguas
oscuras de nuestro mundo interior, y faltando la determinación y la energía
requerida para llevar a cabo la tarea. Hay pocos de nosotros dispuestos a hacer
el trabajo arduo y continuo para vaciar el agua de lago, el cual representa
nuestras kleshas de codicia, aversión, y engaño llenando nuestra mente con las
tinieblas oscuras de los pensamientos habituales. Nuestra práctica es hacer
algo que parece tonto, sentarnos diario en el silencio, sin los filtros de
auto-crítica, y vaciarnos de toda el agua de nuestras tendencias egóicas. Sin
embargo, el dragón de la mente chica, la parte objetiva de nosotros nos burla, diciéndonos
que somos necios por intentar realizar algo imposible. Nos preguntamos por qué
estamos sentados haciendo algo tan insignificante como pasar unos pocos minutos
guardando silencio, atentos a los pensamientos y las sensaciones alrededor. Es
inútil, nos proclama el dragón. Pero el alumno y alumna verdaderamente valientes
no se rinden. Aceptan que su tarea requiere sacrificio, dedicación continua, y
fortaleza interior para prestar atención al trabajo presentándose aquí y ahora,
la tarea de sentarse sin guardar ninguna esperanza de llegar al final,
simplemente seguimos practicando por practicar, confiando que va a dar
resultado en esta u otra vida. Esto es zen. Practicamos diario, sabiendo que el
esfuerzo vale la pena, y sin temor al costo a pagar para ganar la perla
preciosa, la cual es la liberación completa del sufrimiento. Cuando nos damos
por completo a esta práctica, algo
milagroso pasa. El dragón de la mente chica, nuestra voz crítica, se calla, sumergiéndose debajo la superficie dejándonos envueltos en el silencio, y por sorpresa, desde las profundidades de nuestro ser, nos trae el tesoro, la realización de nuestra verdadera naturaleza, la liberación de los pensamientos del ego. Observa que el hombre nunca entró en guerra con el dragón, no intentó a matarlo. Al contrario, simplemente se prestó a su práctica, metiendo su cubo al lago de la mente, una y otra vez, vaciando el lago momento a momento. En vez de pelear con el dragón, el dragón se rindió por si mismo. Igualmente, no debemos luchar con los pensamientos, las kleshas, y las tendencias egóicas de la mente chica. Simplemente mantente alerta a este momento, tranquilo y determinado, para que las ideas y corrientes se desvanezcan por si mismas. Con atención a este momento, poco a poco vaciaremos el lago de nuestra mente, descubriendo la no-mente del Absoluto, la perla de la mente libre de deseos, miedos, codicia, el descontento y desilusión. Todos intuimos la perla en lo más profundo de nuestro ser, a pesar de que no se puede ver directamente al principio. Como dice un maestro zen contemporáneo:
La eterna pregunta, la percepción de la sustancia universal, la naturaleza subyacente de la realidad, es lo que todos se esfuerzan por lograr. En última instancia, no está lejos de donde te encuentras. Si alguna vez has mirado con asombro a las estrellas en la noche o te has enamorado de alguien o disfrutado el resplandor de una hermosa puesta del sol, entonces sabes de lo que estoy hablando. El camino del zen es uno de inmersión completa, entrando profundamente adentro, al gozo unificador de la existencia. H. Grevemberg
Todos los aldeanos lo sabían, pero pocos se atrevieron a mirar dentro de las aguas oscuras. Un hombre único se encargó al reto de extraer la joya. Trajo un cubo al borde del lago y comenzó a llenarlo, luego llevándolo a cierta distancia para vaciarlo. Al ver esto, le hizo gracia al dragón. Surgió desde las profundidades para observar el proceso, pero el hombre continuaba como si no se hubiera ocurrido nada. Finalmente, el dragón habló, “¡Qué haces, tonto!" ¿Crees que vas a vaciar todo el lago con sólo un cubo?" El hombre habló sin romper su paso. "No, pero mis hijos, o los hijos de mis hijos, lo harán." El Dragón estaba tan impresionado por esto que se hundió bajo la superficie sin decir nada más. Momentos después, reapareció con la perla, regalándosela al hombre, quien le miró con recelo al dragón. “¿Por qué me estás dando esto?” preguntó el hombre. El dragón le respondió, "Porque me di cuenta de que nunca ibas a detenerte."
- de una conversación con un maestro Zen occidental (origen desconocido) (Grevemberg)
milagroso pasa. El dragón de la mente chica, nuestra voz crítica, se calla, sumergiéndose debajo la superficie dejándonos envueltos en el silencio, y por sorpresa, desde las profundidades de nuestro ser, nos trae el tesoro, la realización de nuestra verdadera naturaleza, la liberación de los pensamientos del ego. Observa que el hombre nunca entró en guerra con el dragón, no intentó a matarlo. Al contrario, simplemente se prestó a su práctica, metiendo su cubo al lago de la mente, una y otra vez, vaciando el lago momento a momento. En vez de pelear con el dragón, el dragón se rindió por si mismo. Igualmente, no debemos luchar con los pensamientos, las kleshas, y las tendencias egóicas de la mente chica. Simplemente mantente alerta a este momento, tranquilo y determinado, para que las ideas y corrientes se desvanezcan por si mismas. Con atención a este momento, poco a poco vaciaremos el lago de nuestra mente, descubriendo la no-mente del Absoluto, la perla de la mente libre de deseos, miedos, codicia, el descontento y desilusión. Todos intuimos la perla en lo más profundo de nuestro ser, a pesar de que no se puede ver directamente al principio. Como dice un maestro zen contemporáneo:
La eterna pregunta, la percepción de la sustancia universal, la naturaleza subyacente de la realidad, es lo que todos se esfuerzan por lograr. En última instancia, no está lejos de donde te encuentras. Si alguna vez has mirado con asombro a las estrellas en la noche o te has enamorado de alguien o disfrutado el resplandor de una hermosa puesta del sol, entonces sabes de lo que estoy hablando. El camino del zen es uno de inmersión completa, entrando profundamente adentro, al gozo unificador de la existencia. H. Grevemberg
Este maestro nos recuerda que ya sabemos de lo que habla,
la verdad yacente en nosotros. ¿Quién de nosotros nunca ha visto el puesto del
sol? ¿Quién no ha observado el cielo nocturno lleno de estrellas? ¿Quién entre
nosotros nunca ha experimentado el éxtasis del amor o el dolor devastador del
desamor? Son todos señales de la perla esperándonos justo en el fondo de
nuestro corazón. Sin embargo, tienes que pagar el precio para conseguirlo, no
con dinero, sino con tu tiempo, paciencia, y determinación. Además, tienes que
sacrificar tus ideas racionales, rindiéndote a lo desconocido, lo irracional,
la intuitiva, y el no-saber. Como dice otro maestro zen:
"Nuestra verdadera naturaleza está, como la verdad
más alta, desprovista de cualquier átomo de objetividad. Es vacía,
omnipresente, silenciosa, pura. Es una
gloriosa y misteriosa alegría pacífica y eso es todo.
Entra profundamente en ella mediante el despertar de ti mismo. Lo que hay frente a ti es ella en toda su
plenitud, totalmente completa. No
hay nada más."
HUANG PO (? -849)
(Grevemberg)
De hecho, la perla no está lejos. Está
justo aquí frente a nosotros siempre. El dragón dice que es imposible, tonto,
absurdo. Pero algo más puro en nosotros surge de la nada y brilla con la luz de
reconocimiento de lo que siempre estaba presente, nuestra propia naturaleza, una
con el Absoluto. Irónicamente, no puedes conseguir la perla mientras que crees
que está lejos. En cambio, la perla se presenta a nosotros, cuando el dragón
del ego se rinde por fin, reconociendo la fuerza superior de la determinación,
la perseverancia, y el compromiso de nuestra práctica, a así, se presenta la
perla como regalo, dado libremente, porque siempre estaba nuestra, siempre
estaba presente, y ya nosotros mismo reconocemos quienes somos, la no-mente de
lo Eterno.
Bibliografía
Grevemberg, H. Manuscrito no publicado. The
Zen Revolution: The Life, The Path.
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