¡HASTA LOS BURROS!
Charla Dharma 26/JUN/2016
Rev. Dr. Hyonjin Prajna
En el Sutra Shurangama, se relata una historia
de un bodhisattva que se llama Ksudrapanthaka, quien tenía tan poca capacidad
para memorizar o aprender, que le fue casi imposible practicar el budismo en el
monasterio, llevándole considerar el suicidio. Sin embargo, el Buda, viendo su
desesperación, le instruyó cómo superar el obstáculo, lo que le ayudó llegar a
la iluminación. En una reunión con varios bodhisattvas y sabios, todos
iluminados ya, el Buda le pide que cuente su historia…
Ksudrapanthaka
se levantó, se postró a los pies del Buda, y le dijo con todo respeto: “Tengo
mala memoria y poco aprendizaje. Cuando al principio encontré al Buda, oí el
Dharma, y entré en la vida monástica, intenté durante cien días memorizar un
solo renglón de los versos del Así-Venido. Pero al aprender la segunda parte
del renglón, no pude recordar la primera parte, y al recordar la primera parte
del renglón otra vez, no pude recordar más la segunda parte.”
Cuando
se entra la vida monástica, la primera cosa que te dan hacer es aprender un
verso corto para recitar cada mañana, como lo siguiente:
No hacer
el mal con el cuerpo, el habla, o la mente.
No crear
problema para ningún ser en el mundo.
Con pensamiento
correcto, ver la vacuidad del dominio de deseo.
Alejarse del
ascetismo poco útil.
A
pesar de los quinientos Arhats allí ayudándole, Ksudrapanthaka no podía
aprender ningún renglón de verso incluso después de cientos de días de estudio.
Era muy burro. Memorizó “con el cuerpo, el habla, o la mente,” pero luego se
olvidó de la parte de “No hacer el mal.” Al aprender “No hacer el mal” de
nuevo, se olvidó “con el cuerpo, el habla, o la mente.” Su hermano Ksudra,
viendo lo que estaba pasando, le mandó a volver a la vida laica. “Busca una
esposa y ya,” le dijo, y le despidió a Ksudrapanthaka. Ksudrapanthaka pensó,
“Quiero ser monje como toda esta otra gente. ¿Qué sentido tiene mi vida ser un
laico?” Así que tomó una soga, fue al jardín trasero, y se dispuso a ahorcarse.
Justo cuando estaba listo hacerlo, el Buda apareció en la forma de un espíritu
del árbol, y le preguntó, “¿Qué haces?”
“No
puedo seguir viviendo.”
“¿No
puedes seguir viviendo? Después de tu muerte, ¿qué entonces?
“No
sé.”
“No
mueras,” dijo el espíritu del árbol. “No te quites tu propia vida. Hay una
razón por la que eres tan burro. Debes esforzarte en cambiar tus errores del
pasado. Una vez que te hayas cambiado, todo saldrá bien.”
“¿Qué
son las razones del pasado que me hacen tan burro ahora?” preguntó
Ksudrapanthaka.
Cuando
Ksudrapanthaka preguntó esta cuestión, Shakyamuni Buda apareció en su propia
forma y dijo, “En el pasado eras un Maestro de la Doctrina con quinientos
discípulos. Cada día querían estudiar contigo, pero no les enseñaba. No
explicaste los Sutras ni diste clases sobre el Dharma, incluso cuando la gente
te imploraba. Aunque se arrodillaron frente a ti durante tres días y noches,
todavía no les hablaste sobre el Dharma. Por no explicarles el Dharma, te
volviste muy burro hasta el punto en que no entendiste ni una frase de la
Doctrina.”
Al
oír eso, Ksudrapanthaka estaba muy avergonzado…
El
Buda entonces levantó una escoba y preguntó, “¿Sabes qué es esto?”
“Es
una escoba.”
“¿Puedes
recordar eso?”
“Sí.”
Entonces
el Buda le instruyó diciendo, “Simplemente recita ‘Barre, barre, barre’ todo el
día.”
Ksudrapanthaka
recitó eso durante unas semanas.
Entonces
el Buda le visitó un día para preguntarle, “¿Cómo te va? ¿Puedes recordar lo
que te dije?”
“Sí,
lo recuerdo,” respondió Ksudrapanthaka.
“Bueno,”
dijo el Buda. “Voy a cambiar las palabras un poco a ‘Barre limpia.’ Intenta
recitarlo ahora.”
Así
que Ksudrapanthaka recitaba “Barre limpia, barre limpia.” Y usaba esa escoba
invisible para barrer las impurezas y limpiarlas por completo de su mente,
incluso la impureza de codicia con el Dharma. Recuerda esto. Toma los
principios que te estoy explicando en el Sutra Shurangama y explícaselos a los
demás. Si haces eso, en vidas futuras tendrás sabiduría excepcional y mucha
inteligencia. Si practicas siempre otorgando el Dharma, nunca serás un burro.
Para los que temen que no tengan la inteligencia o capacidad suficiente
para practicar zen, no se desesperen. Hay siempre un método para todos. De
hecho, la inteligencia y la erudición pueden ser los obstáculos más grandes a
superar. Miren a Ananda, el discípulo más cerca de Buda durante su vida. Ananda
tenía una memoria fotográfica y una capacidad para el debate superior a todos
los demás. Debido a sus habilidades, tenemos las enseñanzas de Buda hoy en día,
puesto que Ananda, siendo siempre al lado de Buda, luego pudo recordar todas a
la letra, dando generaciones futuras acceso a la sabiduría del Buda cuando
decidieron por fin conservarlas de forma escrita después de la muerte del Buda.
Pero fue precisamente por su talento intelectual que Ananda tardó más que la
mayoría de los monjes en iluminarse, lográndolo sólo después de la muerte del
Buda. Fue su orgullo por lo que sabía lo que le obstaculó, además de su
incapacidad de aplicar las enseñanzas de una forma auténtica a sí mismo. Se
había reducido todo a una idea intelectual, por ende, no pudo liberarse de la
mente chica.
En nuestra tradición tenemos formas útiles para cortar los pensamientos
discriminativos y abrirnos a la Verdad. Primero, similar a lo que recitaba
Ksudrapanthaka, en vez de decir “barre limpia” se puede recitar “mente clara” y
“no sé” para calmar la mente y liberarse de los pensamientos molestos y las
emociones turbias. También tenemos meditación en acción, donde se presta
atención a una actividad sencilla, como cuando se barren los pasillos y el
jardín como una práctica de dana en la limpieza durante un retiro. Otra forma
clásica es el hwadu “¿Qué es esto?” dónde se sigue preguntando así, basándose
en la mente no sabe y generando Gran Duda. Quizás el método más sencillo,
aunque por tanto el más difícil, es simplemente sentarse en el silencio
observándose la mente y las sensaciones como surgen, continúan un rato,
disminuyen, y luego terminan. Al preguntarse, “¿Quién las observa?”, se abre a
lo que no se basa en ningún objeto de percepción, mientras que a la vez no está
separado de ningún objeto de percepción. Así, ya sea mantra, dana, hwadu, o
introspección, hay un método adecuado para todos, incluso el más burro, como
Ksudrapanthaka, el que seguía barriendo y limpiándose, tanto adentro como
afuera, hasta que llegó por fin a la iluminación.
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