TURBIDEZ DE LA MENTE
Charla Dharma 19/JUN/2016
Rev. Dr. Hyonjin Prajna
“Qué es
la turbidez, Ananda? Consideremos un
ejemplo. El agua, en su estado original, es pura y clara, mientras la
tierra, las cenizas, y la arena en sus estados originales son sólidos y opacos.
Estos atributos determinantes del agua y la tierra, las cenizas, y la arena son
de tal modo que son mutuamente incompatibles. Supongamos que alguien recogiera un poco de tierra y la tirara al agua
clara. La tierra ya perdería su solidez, y el agua perdería su claridad. Juntos
aparecerían nublados o, digamos, túrbidos. Los cinco niveles de turbidez
ocurren de la misma forma. (Sutra Shurangama V:169)
El Buda está explicando los obstáculos de la
mente en términos de un vaso de agua obscurecida con nubes de tierra y suciedad,
es decir que la agitación mental causa confusión, auto-engaño y sufrimiento. Si
no se da cuenta de esta turbidez mental, se faltará la determinación necesaria
para eliminarla y lograr la iluminación, experimentada como quietud y calma
profunda.
“En tu propio cuerpo, lo que aparece sólido
está compuesto del elemento primario de tierra, lo que está mojado contiene el
elemento primario de agua, lo que tiene calor pertenece al elemento primario de
fuego, y el movimiento constituye el elemento primario de aire. Puesto que
estos elementos primarios están unidos, tu pura, maravillosa mente iluminada que entiende
está dividida en las funciones de ver, oír, tocar, y cognición (e incluso oler y saborear). Turbidez, en los cinco niveles, viene como
resultado.
Sin embargo, nuestra mente original es por
naturaleza tranquila y clara. Pero es por nuestro apego e involucramiento obsesivo
con nuestras ideas y percepciones del mundo que nos confundimos, creando división
interior y sufrimiento, obstaculizando la claridad de nuestra mente original.
Buda nos explica que la mente llega a dividirse en cinco direcciones basadas en
nuestras percepciones e ideas. La consciencia visual que se enreda con el espacio
crea la turbidez (ilusión) del tiempo. La consciencia que se enreda con los cuatro
elementos primarios de tierra, agua, aire, y fuego crea la turbidez de percepción.
La consciencia que se enreda con los objetos de percepción, basado en los
hábitos mentales de recordar el pasado, ser consciente del presente, y
anticipar el futuro crea turbidez de sufrimiento. Cuando nos involucramos con
los Pensamientos y el karma, debido a nuestro deseo de existir y experimentar
continuamente sensaciones del mundo y moverse por el mundo, esto crea turbidez
de ser individual (confundirse con el cuerpo y la mente chica). Así que cuando
las seis consciencias se diferencian por enredarse con los seis objetos, se crea
turbidez de duración de vida (la expectativa que se vive cierta cantidad de
años en una vida).
No
obstante, el Buda nos enseña cómo practicar para superar estas ilusiones y
volvernos a nuestra mente original. Primero, nos anima a ubicarnos en la
comprensión de nuestra naturaleza verdadera para distinguir entre lo ilusorio y
lo real.
“Ananda, ahora deseas transformar tu
consciencia visual, aural, táctil, y mental, junto con las otras clases de
consciencia, en la permanente, dichoso, verdadero y claro sí mismo del Así
Venido. Para realizar esto, debes
arrancar la raíz de la muerte y el renacer confiando en la pura y perfecta naturaleza que ni viene a existir
ni deja de existir. Usa la pureza de tu propia naturaleza verdadera para
eliminar la distinción entre tu estado original de iluminación y el estado
ilusorio de lo que viene a existir y deja de existir. La comprensión iluminada original,
la que ni viene a existir ni deja de existir, debe ser la base de tu práctica.
Es decir, hay que ubicarse en la mente
original, la que no nace y no muere, es siempre presente en el aquí y ahora, es
pura y tranquila. Al funcionar desde la mente original, naturalmente se
eliminan las distracciones y los obstáculos cubriendo nuestra verdadera mente.
Es decir, nuestra mente original es la que comprende en este instante, la
atención constante que no viene ni va, que percibe y entiende lo que percibe,
la realidad de nuestra verdadera mente.
Para dejar que esta mente funciona mejor, sin
obstáculo, es imprescindible sentarse regularmente sin movernos el cuerpo, para
que los sedimentos de las ideas se tranquilizan, dejando la claridad de nuestra
mente natural revelarse:
“El proceso puede compararse al calmarse del agua túrbida. Si la
mantienes sin perturbaciones en un recipiente para que esté completamente
quieta y sin
moverse, la arena y el cieno adentro se tranquilizará naturalmente, y el agua se volverá clara. Esto se puede comparar a la etapa inicial de tranquilizar las aflicciones que surgen de percepciones transitorias de
objetos. Cuando la arena y el cieno se
han quitado para que sólo agua clara
se quede, entonces ignorancia
fundamental se ha eliminada para siempre.
Cuando el agua está bastante pura y clara, nada de lo que pudiera pasar será
causa de sufrimiento. Todo será en acuerdo con los atributos puros y
maravillosos de nirvana.”
La mente y el cuerpo están íntimamente
relacionados. Cuando se calma el cuerpo, la mente se tranquiliza, y más
tranquila es la mente, más calma se experimenta en el cuerpo. Cuando los dos se
quietan, naturalmente se experimenta armonía, bien estar, y paz. Por supuesto, se
requiere una buena práctica basada en gran determinación. Pese a encontrar la
mente original desde el primer momento de sentar y calmarse, hay que seguir con
determinación día tras día practicando para cultivar nuestra apreciación a lo
que constituye el despertar a la mente original. En esto, maduramos en nuestra
capacidad de cortar los malos hábitos mentales y volver una y otra vez a la
mente original. Hay que mantenerse físicamente inmóvil, quieto y silencioso,
para que las perturbaciones mentales se tranquilicen, revelando la naturaleza
verdadera dentro del silencio, o sea, la Nada Esencial.
Así que, nuestro cuerpo y la mente chica son
como un recipiente llena de agua. Al agitarse con miedos, deseos, codicia,
ansias, y aversiones, es como tirara arena y cieno a lo que es innatamente
clara y transparente. Por eso, sufrimos, o mejor dicho, nos sentimos
descontentos con nuestras vidas, siempre esperando algo mejor, nunca
satisfechos que este momento es perfecto como es. Mientras que agitamos la
mente con ideas mentales, pensamientos discriminatorios, y expectativas
futuras, entonces la vida es más pesada e insatisfactoria. Pero, si se puede
dejar de agitarse, estas impurezas se quedan en el fondo y el agua se vuelve
pura. Al principio, a pesar de encontrar el estado de calma y paz, por hábitos
mentales, volvemos a agitar el recipiente de la mente y cuerpo, y surgen de
nuevo las impurezas. Seguimos cultivándonos día tras día para romper estas esquemas
y patrones habituales, para no solamente tranquilizarlos, sino además quitarlos
por completo. Por eso, practicamos con gran determinación y constancia. Cada
día “nadeamos,” es decir, nos
sentamos en silencio en el acto intencional de no hacer absolutamente nada. Esto
requiere atención al presente, sin moverse en absoluto, sin relajarse o
rendirse a la flojera, atento a este momento justo como es. Así se puede
experimentar gradualmente el agua pura de la mente original. Cuando esta calma
llega a ser nuestro estado constante y natural, llegamos a la Iluminación
Final, donde la ignorancia se va y se realiza como un Buda despierto y libre
para siempre.
Obras Citadas
The Shurangama Sutra: A new translation. Buddhist Text Translation Society. 2009.
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