MEDITACIÓN BUDISTA ZEN

VEN. DR. JINSIM HYOENJIN: arzobispo y maestro guía de la sangha Meditación Budista Zen, recibió Transmisión el 27 de marzo 2021 e Inga el 16 de julio 2017, y recibió los 250 votos del Bhikshu (monje) el 22 de julio 2016 por el Ven. Dr. Wonji Dharma.

Ven. Jinsim Hyoenjin es originalmente de Kansas City, Missouri, USA y ha vivido en Guadalajara, México desde 2000. Tiene más de 45 años experiencia en meditación, dos maestrías (psicología y estudios budistas), y un doctorado de Psicología Oriente-Occidente investigando métodos de meditación en las tradiciones espirituales del Oriente.

Ven. Jinsim Hyoenjin imparte clases, conferencias universitarias, charlas Dharma, retiros y talleres sobre el buda-dharma además de citas individuales para orientación y estudio personalizado.

Un arzobispo (maestro zen superior) es un obispo que, habiendo recibido Inga y Transmision de Dharma, preside varias diócesis en una gran región. Este puesto incluye algunas responsabilidades de supervisión tanto de las diócesis como de los obispos de esa región. Un arzobispo sirve como guía o instructor en asuntos religiosos; y a menudo es el fundador o líder dentro de una Orden. Además, el Colegio de Arzobispos actúa como un Consejo Rector igualitario para la Orden Zen de las Cinco Montañas.
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domingo, 14 de octubre de 2018

EL AMOR CURA Charla Dharma 14/OCT/2018


EL AMOR CURA
Charla Dharma 14/OCT/2018
Ven. Dr. Hyoenjin Prajna

Cuando vi la luna
al amanecer,
sola en mitad del cielo,
me conocí completo:
sin excluir nada
                         ~Izumi Shikibu

Hay un amor sin limitaciones, diferente al amor que se encuentra en muchas relaciones sentimentales caracterizado como un intercambio lucrativo, por ejemplo, cuando alguien dice “Te quiero,” y te sientes obligado a decir lo mismo.  Hay un orden de amor completamente distinto, que viene de la fuente misma de nuestro ser. Es un amor que reconoce y responde a la bondad intrínseca del corazón humano. Un amor que representa la aspiración universal de todos los seres para encontrar la felicidad. Es algo que existe antes y más allá de toda condición o pensamiento. El ego no puede lograrlo. No es un amor idealista ni el producto de un estado espiritual especial al que se puede acceder. Este amor está siempre presente y es el fundamento de toda experiencia, la esencia misma de nuestro ser.
Pero si el amor es abundante e infinito, ¿por qué sentimos escasez y la necesitad de aferrarnos a nuestros queridos? Se debe en parte a que confundimos el amor con el apego. El apego se disfraza como amor como cuando se dice: “Te amaré si me das lo que necesito.” El amor se centra en la generosidad; el apego se centra en satisfacer sus necesidades. El amor es una expresión de nuestra naturaleza esencial; el apego es una expresión de la personalidad. El amor engendra fidelidad y armonía, el apego engendra el temor y se adhiere a un resultado particular. El amor es desinteresado y alienta la libertad; el apego es egocéntrico y engendra posesividad. El apego deja cicatrices, el amor nos inclina a la grandeza. El apego insano es tenso, irritado, cerrado, fijo y a menudo compulsivo; produce dependencia perniciosa. Se termina creyendo que la felicidad depende de la palabras y actos de algo o alguien externo a nosotros. En cambio, el amor abarca todo. Se puede amar a alguien, aun cuando no estamos de acuerdo con él o ella e incluso cuando no nos agrada sus hábitos.
Este amor sano es innato y natural, es lo que somos, y puede ayudarnos a enfrentar cualquier dificultad en nuestra vida. Cuando nos sentimos lastimados, estancados, y rechazados, este amor puede lidiar con nuestros demonios y conceptos negativos dentro de nosotros, como la vergüenza, la confusión, y la pérdida. En vez de tratar de evitarlos con distracciones, adicciones y obsesiones, se puede enfrentarlos directamente. Así que se puede sanar la enfermedad de dukka – atrapado por la sensación constante y diario de insatisfacción, descontento, y el estrés. Tendemos a luchar con los demonios cubriéndonos con una armadura sobre nuestro corazón en un intento de hacernos invulnerables al dolor. Resulta que nos entorpecemos nuestras experiencias, y nos alejamos del afecto de otros tal como el consuelo, la piedad, y la alegría.    
A la medida que nos relajamos la mente por medio de la meditación, nos damos el espacio para ver que incluso nuestra armadura no estaba separada del amor. Es como el sol que sale, derritiendo el hielo para convertirlo en agua y gas y convertirlo en la atmósfera, así que no hay nada que nos separe de este amor ilimitado de nuestro ser. Este amor es la fuente que nos permite aceptar todo y no rechazar nada. Nos da la oportunidad de mirar de frente nuestro sufrimiento al rendirnos a la receptividad de este amor.
¿Cuántos de nosotros no ha experimentado la pérdida de un querido, aunque sea humano o animal, dejándonos devastados? Cada uno de nosotros estamos viviendo continuamente la impermanencia y transitoriedad. Nuestros mamás y papás envejecen y luego mueren. Nuestros amigos y amores mueren por accidentes inesperados. Nos causa mucho dolor. Sin embargo, en la meditación se considera al dolor un gran maestro.
Ram Dass, un maestro espiritual y escritor del libro clásico del 1971 titulado Be Here Now (Estar aquí ahora), nos explica que la “conciencia amorosa” puede curarnos profundamente. Para tener acceso a esta conciencia amorosa, requiere un viaje corto del ego al corazón espiritual. Cuando se es la conciencia amorosa, se está consciente de todo lo exterior y lo interior, las olas del mar, las flores del jardín, los pensamientos del temor y los sentimientos oscuros. Esta conciencia amorosa atestigua todo sin identificarse con nada. Cuando se fusiona con este amor, no hay nada que temer. Este amor neutraliza al temor. Este amor es abierto y abarca todo. Cuando estamos atrapados por nuestros gustos y aversiones, caemos presa de la duda, la indignidad, el aburrimiento, los deseos y el rencor. Este amor no elimina nada de esto; más bien nos da un medio para enfrentarlo todo.
Este amor nos ayuda a aceptarnos y nuestra vida tal como somos y a los demás tal como son. Cuando se aproxima algo indeseable – como la muerte, la enfermedad o la pérdida de un empleo o relación – es natural tener miedo. En estos momentos, hay que buscar una parte de nosotros que no tema. Cuando tienes miedo, lo que sabe que lo tienes, lo que atestigua tu miedo, en sí no tiene miedo. Lo que observa el temor no es el temor, es nuestro verdadero ser, experimentado como un amor sin límites. Podemos aprender a relacionarnos con pensamientos difíciles, emociones fuertes o circunstancias desafiantes desde el punto de vista del testigo, de la conciencia amorosa. Cuando se lo hace así, todo se vuelve más manejable.
Una de las capacidades más exquisitas del amor es la de aceptar todo aquello con lo que hace contacto, aun si a primera vista la situación, experiencia o persona no parece digna de ser amado. El amor posee su propia libertad. A través de la conciencia amorosa se puede admitir la tristeza, la soledad, el temor, la depresión y el dolor físico. Esta conciencia amorosa brilla en la oscuridad revelando la verdadera fuente del sufrimiento. Así que se puede dar la bienvenida a todas y cada una de las cualidades y defectos “sin excluir nada.”  Esta frase “sin excluir nada” es un dicho zen, la cual es la función receptiva del amor. Al rendirnos a lo que es la vida en este momento preciso sin excluir nada, nos abrimos al universo entero y descubrimos el tesoro que siempre reside en nuestro corazón. Al recibir el regalo de este amor ilimitado, nos sanamos naturalmente, porque se descubre que no faltamos nada, somos uno con todo, y no hay nada que nace ni muere, lo que se experimenta como una epifanía. El Buddha lo explica así:

"Monjes, no digo que el logro del despertar sea todo de una vez. Más bien, el logro del despertar es después del entrenamiento gradual, la acción gradual, la práctica gradual. ¿Y cómo es el logro del despertar después del entrenamiento gradual, la acción gradual, la práctica gradual? Es el caso que, cuando se ha surgido la convicción, se lo visita [a un maestro]. Al visitarlo, se le acerca. Al acercárselo, se le presta atención. Al prestarle atención, se escucha el Dharma. Al escuchar el Dharma, se lo recuerda. Al recordarlo, se penetra al significado de las enseñanzas. Al penetrar al significado, se llega a conformarse a través de la meditación sobre las enseñanzas. Al conformarse a través de la meditación sobre las enseñanzas, se surge la aspiración. Al surgir la aspiración, se está dispuesto. Al estar dispuesto, se contempla. Al contemplar, se hace un esfuerzo. Al hacer un esfuerzo, se da cuenta con el cuerpo la suprema verdad y, al penetrarla con discernimiento, hay una epifanía (kensho) ... Kitagiri Sutta: En Kitagiri; Majjima Nikaya.

Así que, con la práctica, la disciplina, y la diligencia, se puede despertar a la verdad de nuestro ser, experimentada como amor ilimitado que nos sana. Aprende a descansar en este amor ilimitado. Descansa en el amor. Cuando la gente esté enferma o lastimada, sólo ámala. Ámala hasta que pueda amarse a sí misma de nuevo. Ámate a ti misma hasta que te sanes por completo. Este amor es en verdad la mejor medicina.   

Bibliografía
Ostaseski, Frank. (2017) Las Cinco Invitaciones. Océano: Amazon Digital Services LLC

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