Superando el Crítico Interior
Charla Dharma 21/OCT/2018
Ven. Dr. Hyoenjin Prajna
El Buddha habla,
"Bhikkhu, existe esa dimensión donde no hay tierra, ni agua, ni fuego, ni aire. Donde no hay dimensión que consista en la infinitud del espacio, ninguna dimensión que consista en la infinidad de la conciencia, ninguna dimensión que consista en la nada, ninguna dimensión que consista en ninguno percepción ni no percepción. Donde no hay ni este mundo ni otro mundo ni ambos. Donde no hay ni sol ni luna. Bhikkhu, digo que allí no hay llegada, ni marcha, ni permanencia, ni muerte, ni renacimiento. No está fijo, no es móvil, no tiene apoyo. Solo [ver] esto termina la realidad de dukkha." ~~ Udana 8.1.
"Bhikkhu, existe esa dimensión donde no hay tierra, ni agua, ni fuego, ni aire. Donde no hay dimensión que consista en la infinitud del espacio, ninguna dimensión que consista en la infinidad de la conciencia, ninguna dimensión que consista en la nada, ninguna dimensión que consista en ninguno percepción ni no percepción. Donde no hay ni este mundo ni otro mundo ni ambos. Donde no hay ni sol ni luna. Bhikkhu, digo que allí no hay llegada, ni marcha, ni permanencia, ni muerte, ni renacimiento. No está fijo, no es móvil, no tiene apoyo. Solo [ver] esto termina la realidad de dukkha." ~~ Udana 8.1.
La práctica Koan Zen apunta directamente a la mente,
y la práctica devuelve la atención dentro de ella. La práctica de Koan Zen mira
profundamente la naturaleza de la mente al convertir la declaración del Buddha
en una pregunta, "¿Qué es esto?" ~Kahungkagan Zen, Facebook, 23
agosto, 2018.
No te engañes. La voz interna que critica a todo no es la voz que termina
la dukka. La voz que compara, elogia, devalúa, minimiza, invalida, culpa,
aprueba, condena y ataca tu apariencia, desempeño laboral, tu relación con
otros, tu dieta, tu salud, tus sueños y esperanzas, tus pensamientos y tu
desarrollo espiritual no viene de tu verdadero ser. Es la voz de Mara, la
ilusión, el ego. Sea lo que sea, para tu
crítico interior, nada de lo que haces es suficiente. Es la voz que exige que
cumplas las normas y códigos morales, controlándote con sus armas de temor,
vergüenza y culpa. Esta voz viene de tus padres y el mundo a tu alrededor.
Ellos la heredaron de sus padres, y generación tras generación estamos esclavizados
por esta voz. Esto es condicionamiento creando la falsa autoimagen del yo.
Como me dijo mi maestro una
vez, “Si buscas la aprobación de otros, te conviertes en su esclavo.” El
problema es que, al buscar esta aprobación, nos sometemos a un estándar externo
imposible a satisfacer, y terminamos buscando amor en los lugares equivocados
donde el elogio y la culpa son síntomas de una enfermedad. La búsqueda de la
perfección puede convertirse en adicción, otro síntoma de enfermedad. Esta
búsqueda se basa en el ego, eclipsando así el trayecto del alma a la
integridad. Para vivir auténticamente con nosotros y los demás tenemos que
combatir la inconsciente y corrosiva voz de nuestro crítico interno. Porque si eres demasiado crítico contigo
mismo, lo seas también con lo demás.
Hay que aprender cómo
aceptar nuestras imperfecciones tanto como a nuestra pureza. Cuando nos
abrazamos la integridad de la vida, el éxito y el fracaso, las vulnerabilidades
y las fuerzas, es un acto amoroso de reivindicación. Para superar el crítico
interno requiere un tratamiento de sabiduría, fortaleza, y amor.
Desde la niñez, hemos
interiorizado las voces de autoridad condicionándonos con lo que se debe hacer
y no se debe hacer, y este mensaje se convierte en creer que hay algo mal en
nosotros. Como adultos, esta voz coercitiva del juez interno deja de ser útil.
Cuando maduramos tenemos acceso a una sabiduría menos reactiva y más sagaz, más
objetiva y positiva, la cual es una guía confiable y creativa en nuestra vida.
Esta es la voz de nuestro verdadero ser, la intuición guiándonos en nuevas
direcciones más sanas y saludables. Esta auténtica voz cree en nuestra bondad
humana básica, la cual incluye, repara, y guía suavemente, es tolerante y
paciente, y puede afirmar lo mejor en nosotros y los demás.
Entonces, hay una
alternativa al crítico, y consiste en pasar del juicio al discernimiento. El
discernimiento abre espacios, nos ayuda a tener perspectiva y permite la
aparición de un aspecto más grande de nosotros. El discernimiento ayuda a que
la sabiduría innata emerja como una voz más amable, más objetiva, más capaz de
diferenciar, discernir, y guiarnos con inteligencia.
Todos tenemos una
naturaleza esencial provista de sabiduría innata. Esta sabiduría esencial se
revela por sí sola y podemos sintonizarnos con ella a través de la meditación.
Esta sabiduría interna dice, “Relájate en tu experiencia. Puedes confiar en que
sabrás qué hacer.” La sabiduría esencial nos enseña a descubrir qué es lo
realmente cierto. Nuestro cólera, temor y crítico interno obstaculizan y
distorsionan esta sabiduría. En vez de ver los obstáculos en la vida como
límites insuperables, podemos acercarnos a ellos lenta y persistemente para
saber en qué consisten.
En las salas de meditación
zen suelen poner una estatua de Manjushri, una imagen arquetípica de Buda que
empuña una espada en la mano derecha, la espada de la sabiduría. Esta espada es
capaz de traspasar la ignorancia y los engaños de las visiones ilusorias.
Cuando sujetamos esta espada de sabiduría, podemos ver las cosas con más
claridad. Pema Chodron, una famosa monja budista, escribió: “El problema es que
tu deseo de cambiar es en esencia una forma de agresión contra ti”. Esta
agresión tiende a hacernos abandonar nuestros planes, metas y aspiraciones,
resignándonos a permanecer en nuestra situación de siempre. En vez de escuchar
la voz del crítico, debemos hacer todo lo posible por abrazar con bondad
nuestras imperfecciones, promover nuestra aceptación de nosotros mismos, ser
nuestros amigos y desarrollar curiosidad por las idiosincrasias en lugar de
tratar de someterlas.
En vez de quedarnos
atrapados por la voz interna, podemos elegir creativamente nuestro camino
verdadero. Cuando el enojo, la ira, la frustración, y el temor emergen en la
mente, se puede contener la expresión hiriente de estas emociones antes de
actuar y concentrarte en la experiencia visceral de tu cuerpo. Esto es lo que
llamo la triple AAA de la práctica. Es un medio hábil que puede detener el
crítico, dándonos un momento de tranquilidad, y abriéndonos a nuevas
posibilidades. La primera A es para abstenerse. Cuando sientes cualquier
agitación mental, se para, se decide no actuar hasta que se tranquilice. La
segunda A es para atender, mirar adentro con curiosidad preguntándose, “¿Qué es
esto?” y explorar la sensación corporal de la fuerte emoción. Puede ser el nudo
en el estómago, la tensión en el cuello, las manos tensas y sudosas, la cara encogida,
la respiración impedida. Al enfocarse en las sensaciones viscerales y
corporales, se corta la adicción a los patrones mentales de la crítica interna.
Se mantiene esta atención a las sensaciones corporales hasta que se tranquilice
la mente. Desde allí, cuando ya estás experimentando la menta calma y atenta,
puedes preguntarte, “¿Qué estaría bueno hacer?” incluyéndote en la
consideración igual como para los demás. Ya esta voz quieta y silenciosa,
basada en la paz y perspicacia, puede revelar el próximo paso tomar, sea decir
o actuar, o no decir o actuar, basado en el “no sé” de nuestra esencial
fundamental. Cuando ya te has decidido que hacer, luego se reflexiona un
momento. Esto es la tercera A, cuando te preguntas, “¿Qué puedo aprender de
esta experiencia?” Siempre se puede refinar nuestra práctica. Quizás se puede
esperar más tiempo antes de responder. O sea, elegir otras palabras más
apropiadas y menos hirientes. O simplemente nos damos cuenta de que todo el
diálogo interior es una ilusión, y la próxima vez estaremos más dispuestos a
identificar el mismo patrón.
Aunque
haya otras estrategias para defenderse del crítico, todo se reduce a esto:
debemos reunir el valor necesario para atacar de frente a una poderosa fuerza
coercitiva. Esto requiere el valor y la fuerza para convertirte en tu verdadero
ser. Ya eres un Buda, pero esta crítica interna te sigue cubriendo, mintiéndote
a quién eres. Cuando nos sentamos en meditación, estamos afirmando este hecho
fundamental, que somos Budas. Estamos desafiando el crítico y diciéndolo, “¡Ya
basta!” Y con la espada de Manjushri, le cortas las cadenas del crítico
interior, volviéndolo al silencio del cual se había surgido. Así se
libera.
Bibliografía
Ostaseski,
Frank. (2017) Las Cinco Invitaciones.
Océano: Amazon Digital
Services LLC
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