CUÍDENSE LOS UNOS CON LOS OTROS
CUMPLEAÑOS
MAESTRO GUÍA
Charla
Dharma 02/MAR/2019
Venerable
Dr. Hyoenjin Prajna
“¿Qué
sentido tiene dirigir compasión hacia las cuatro direcciones si no pueden ser
amables los unos a los otros?”
Originalmente los monjes
que seguían el Buddha no tenían hogar. Se mudaron de un lugar a otro, pidiendo
limosnas y enseñando el Dharma, con la intención de no apegarse a ningún lugar
y dedicarse a servir a otros en todo momento. Sin embargo, al darse cuenta de
que su movimiento por los campos durante la temporada de lluvias estaba
causando daños a la tierra y el sembrado y matando a las creaturas como las
lombrices y las hormigas, decidieron quedarse en un lugar hasta que las lluvias
terminaran. Así que comenzaron a formar los primeros monasterios, lugares fijos
donde se construyeron edificios e instalaciones para acomodar a la comunidad de
monjes y seguidores del Buddha. Viviendo
ya todos juntos bajo el mismo techo creó sus propios desafíos. Quizás no congeniasen
entre sí. Tuvieron que poner a prueba la ecuanimidad que habían adquirido en la
meditación.
A veces el Buddha tuvo que regañar a los monjes por no
cuidar a sus miembros. Hubo una ocasión que un monje tenía disentería y no lo
habían prestado atención. En otra ocasión, un grupo de monjes de adelantaron
hasta uno de los asentamientos para reservar camas, mientras que el monje
Sariputta, quien estaba sufriendo de un fuerte resfriado, tuvo que pasar la
noche fuera debajo de un árbol. Buddha les dijo que esta descortesía socavaba
la misión del sangha pues excluía a la gente del Dharma.
Pero poco a poco los monjes aprendieron a dejar sus
propias inclinaciones y considerar más el bienestar de la comunidad. Por
ejemplo, el primer monje que regresaba de sus rondas pidiendo limosnas y
comida, se puso a preparar el refugio para los demás, arreglando las sillas, y
poniendo agua a calentar para cocinar. El último en llegar comía los restos y
recogía todo. En una ocasión, un monje confesó al Buddha que “Somos muy
distintos en cuerpo Señor, pero tenemos, creo, una sola mente.” Este monje
preguntó por qué no podía ignorar sus propias preferencias y desagrados y
limitarse a cumplir los deseos de los demás, puesto que se sentía tan dichoso
vivir la vida santa con sus compañeros.
En su época, reyes comentaron al Buddha lo muy
impresionados estaban al ver los monjes conviviendo de forma tan poco
conflictiva como leche con el agua y mirándose unos a otros con ternura. Veían
a los monjes sonrientes y gentiles, sinceramente felices…alertas, serenos y
sosegados, viviendo de la caridad, y sus mentes tan apacibles como un ciervo
del bosque. Observaron incluso que cuando el Buddha dio sus charlas Dharma, no
había ni uno solo de ellos que tosiera o se aclarara la garganta siquiera. De
hecho, el Buddha estaba creando un nuevo estilo de vida alternativo frente a
las deficiencias de las ciudades agitadas y estresadas.
Hemos aquí el mismo reto y aspiración. Estamos creando
una nueva sociedad mediante nuestra práctica de meditación, aprendiendo cómo
calmar la mente y ser presentes, actuando con compasión y benevolencia en el
mundo en la aplicación de los preceptos, la ética del zen. No obstante, ¿qué
sentido tiene dirigir la compasión hacia las cuatro direcciones si no pueden
ser amables los unos con los otros? ¿Qué sentido tiene estudiando el Dharma si
guardamos rencores y resentimientos hacia los demás? Nos reunimos todas las
semanas para recitar sutras, hacer postraciones, y contemplar las enseñanzas de
cientos de maestros zen por todo el mundo, pero no tiene sentido si no podemos
tratarnos con respeto, paciencia, y benevolencia.
Los retiros son buenos momentos para limpiar nuestra
mente de toda la basura que llevamos por nuestros juicios, desagrados, y
criticas interiores. Aquí tenemos la oportunidad de cuidarnos cuando estamos
enfermos, como me cuidaban hace poco en un retiro. Había comido un queso
contaminado justo antes de ir al retiro, y me caí enfermo durante el retiro con
dolores severos en los intestinos. Estaba impresionado como todas las gentes
colectivamente trabajaban juntos para ayudarme.
Gosahn me cubrió la charla Dharma contestando todas las preguntas al
final. (Me dijeron que duró 2 horas la sesión de preguntas. Aparentemente, se fue muy bien.) Sergio y
Sunan me llevaron al médico, literalmente cargándome sobre sus hombros y
cuidándome como el más preciado tesoro del mundo. Me sentí muy chiqueado y
amado, a pesar de experimentar un infierno de dolores en mis tripas. Después de
dos inyecciones y varias medicinas, me recuperé en unas horas para terminar
bien el retiro con la comunidad.
Estoy seguro de que estos bodhisattvas harían lo mismo
con cualquiera de ustedes. La vida es impermanente. Todos vamos a envejecer,
enfermarnos, y finalmente morir. ¿Cómo van a tratarse cuando los momentos de
crisis se presenten? ¿Van a tratarse igual como si estuvieran cuidando el
maestro? Cada uno de ustedes es un Buddha. Cada uno de ustedes es un
bodhisattva en el mundo, actuando con compasión y benevolencia. Pero a veces
fallamos. A veces hablamos mal de alguien, criticándole o chismeando entre
nosotros. En estos momentos, estamos matando al Buddha. Nos hacemos menos
brillantes. Nos cubrimos nuestra luz. Cuando se guardan rencores o
resentimientos, estamos ubicándonos en los patrones del ego, viendo el mundo
por una lente oscura.
En cambio, aquí en este retiro, y en nuestras vidas
cotidianas, tenemos la oportunidad de soltar nuestras inclinaciones y
considerar el bienestar de la comunidad. Podemos preparar el espacio para
meditar, comer y cocinar. Buscamos momentos para animar e inspirar nuestros
compañeros y miembros de la sangha. Aunque tenemos muchas diferencias
superficiales, muchas cargas emocionales, muchos miedos y desagrados, somos
esencialmente una sola mente. Es una bendición nacer en una vida que encuentras
el Dharma y tienes una sangha para ayudarte en perfeccionar tu práctica, amigos
y amigas benevolentes justo allí para abrir el camino y hacer el sendero más
placentero, más suave, más pacífico y hermoso. Sean como ciervos del bosque los
unos con los otros. Cuídense, ámense, y recuerden que la dicha más suprema es
vivir la vida santa sirviendo a tus compañeros.
Bibliografía
Armstrong, Karen. (2017). Buda: Una Biografía (Edición Español y
digital). Penguin Random
House Grupo Editorial.
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