La Perla Inapreciable
Cuando hacemos reverencias a una imagen del Buddha, no estamos
dirigiéndonos ni a la imagen, ni a la persona de Shakyamuni, un hombre que vivió
hace 1,500 años. Estamos dirigiéndonos a una potencia universal, la
fuerza de la vida, lo que no tiene forma ni comienzo ni fin, pero de lo que surgen
todas las formas, en cada momento, manifestándose como el Universo entero y
todo lo que contiene. Somos esta fuerza, que los budistas nombran como
dharmakaya, vacío, Consciencia Cósmica, o Buddha. De hecho, somos todos
Buda, tenemos todos una Naturaleza Búdica viviente dentro de nosotros. Mientras que no experimentamos esta
Naturaleza Búdica directamente, somos como dormidos a nuestra Verdad. Esta
Budeidad está revelándose en cada momento, intentando a enseñarnos un sin fin
de lecciones. Puesto que el Buda no se
limita a la forma de Shakyamuni, nos puede seguir enseñando todo el tiempo, en
toda cultura, en todo momento. Por tanto, siglos después de su Paranirvana,
o muerte física, el Buddha Cósmico continúa enseñando con escrituras y sutras
de su Dharma.
En el Sutra del Loto, el Buda usa medios hábiles
para enseñarnos la Verdad de nuestro ser: todos poseemos un tesoro inapreciable
en nuestro interior. Se utiliza una parábola para describir un hombre pobre e ignorante
de su tesoro. Este hombre pobre, emborrachándose de vino con un amigo cercano,
se queda dormido. No obstante:
...Su amigo que está a punto de irse en un viaje de
negocios, queriéndolo hacer un regalo y viendo que estaba dormido, le cose una
perla preciosa dentro de su ropa, y entonces se va.
Esa
persona, que está en un estado de borrachera, no está consciente de nada. Al
despertar, se prepara para seguir su camino y llega a otro país donde para
obtener ropa y comida, pone grandes esfuerzos y pasa grandes trabajos, y de esa
forma, se contenta con lo poco que puede obtener.
Más tarde,
se encuentra de nuevo con su amigo cercano y éste le dice: “¡Hola amigo! ¿Cómo
es que tú, por el beneficio de la ropa y la comida has llegado a esto? Hace
mucho tiempo, deseándote paz, felicidad, y el disfrute de los Cinco Deseos, en
tal y tal día, mes y año, te coloqué cosiéndotela en tu ropa, una perla de
inapreciable valor. Desde ese momento hasta ahora, ha estado presente, pero tú
no lo sabías. Así que has trabajado duro y sufrido para ganarte la vida. ¡Qué
estúpido has sido! Ahora puedes coger esa joya y cambiarla por lo que
necesitas, y con ella siempre tendrás lo que deseas y no te faltará nada.” (Loto, 8:8)
El sentido de la parábola es que todos somos este hombre pobre,
recorriendo todo el mundo sufriendo, vida tras vida, sin entender el porqué.
Su amigo es el Buddha, la dharmakaya, o la Verdad del Universo, cuidando
e revelándonos la Verdad. Imagínense la alegría de este hombre pobre al descubrir
su riqueza de la perla, terminando todas sus penas. De la misma forma,
nos alegramos al descubrir que tenemos un tesoro siempre dentro de nosotros, el
tesoro de nuestra Budeidad, escondida pero siempre real, existiendo aquí y
ahora, nuestra Naturaleza Búdica. Al
despertarnos a este hecho, acompañado con suma alegría, es lo que se llama
Iluminación (Williams, 156).
La Sutra Shurangama
también hace referencia a esta parábola. Nos señala que la gente deseando
riqueza material, honor, entretenimiento y placeres, no se da cuenta que estos logros
mundanos no sean la riqueza ni el honor verdaderos. Las gentes más pobres son las
que no reconocen la Verdad y no entienden que su verdadera naturaleza es como
una perla inapreciable, aunque encubierta y escondida. No entienden que
su naturaleza verdadera es igual a la del Buda, la suprema, pura y luminosa
Mente. Nunca se ha perdido, es intrínsecamente nuestra. Si practicamos las
enseñanzas del Buda, su Dharma, confiándonos cien por ciento a ellas,
comprenderemos que nuestra verdadera naturaleza es intrínsecamente dentro de
nosotros. Descubrimos nuestra riqueza innata, la que es la más valiosa del
Universo. Al terminar la confusión de la mente, eliminando los pensamientos
desordenados, se obtiene la riqueza y el honor supremos (Shurangama, IV: 4:162).
¿Pero cómo hacerlo? Se lo hace practicando Zen,
sentándose diariamente en meditación observando los pensamientos formándose en
la mente chica. Sin embargo, según Chinul, un maestro del zen coreano (son)
del siglo 12, la Iluminación no es algo que tarda años en realizar. Es solo una
cuestión de comprender que la mente normal es luminosa, lúcida, y tranquila.
La mente apegada a la dualidad y la discriminación es anormal. Al momento
que se sienta y se abre a la calma lúcida de la mente, se percibe la Iluminación
súbita. El problema no es experimentar
la Iluminación, sino la cultivación gradual de esta experiencia para eliminar
todos nuestros hábitos mentales, las que obstaculizan nuestra plena y libre
expresión de la Naturaleza Búdica. Los pensamientos basados en codicia, ira y
confusión son los que pertenecen al ego, un conjunto de sensaciones,
percepciones, e impulsos experimentados desde nuestro nacimiento, basados en
patrones heredados de vidas anteriores, o sea, nuestro karma. Estos hábitos
mentales nos causan sufrimiento, descontento, e insatisfacción en la vida
cotidiana. Inconscientemente nos identificamos con estos hábitos, nos
identificamos con el ego. Pero el ego no
es real, no es nuestro verdadero Yo.
Es como si estuviéramos un mensajero de la corte
real soñando que estamos encarcelados con cadenas perpetuas, sufriendo por
nuestro dolor y ansiedad. En nuestro sueño de prisión, planeamos cien
formas de como escapar. Pero de repente, alguien nos despierta, dejándonos ver
que todo fue solo un sueño. Siempre éramos libres y en casa, felices y
contentos, con riqueza y honor, iguales a todos los de la corte real.
En esta metáfora, el mensajero real es nuestra
Naturaleza Búdica. El sueño es nuestro delirio. La cárcel es nuestra
prisión del ego atrapándonos en sufrimiento. Los candados y cadenas son
nuestros apegos a la codicia y el deseo. Nuestra ansiedad y dolor son
nuestras consecuencias del karma. Las
cien formas de escape son nuestros informes sobre el Dharma del Zen y nuestras
ganas de cultivar la práctica. Alguien le despierta de su sueño, símbolo de
nuestros amigos ayudándonos en despertar a la realidad, como nuestros maestros
y guías espirituales. El despertar súbito es la mente abriéndose al escuchar
el Dharma. Viéndose significa que se ve su Yo verdadero, su Naturaleza
Búdica. El hecho de que se da cuenta que
siempre ya estaba en casa significa que todo siempre es vacío, tranquilo y
calmado del Infinito. Siendo felices y
contentos significa la alegría de Nirvana, la esencia perfecta de lo que somos
de verdad. Nuestra riqueza y honor significa que siempre teníamos esta esencia
con cualidades meritorias y funciones sublimes.
El hecho de que somos iguales a todos de la corte real significa que somos
iguales a todos los Budas en todos los tiempos con la misma Naturaleza Búdica
intrínseca y eterna (Buswell, 1992).
Pero
no es suficiente solo descubrir y ser consciente de esta esencia inapreciable
dentro de nosotros. Tenemos que aplicar este conocimiento a la vida
cotidiana, utilizamos nuestra energía y compromiso para la disciplina a la
práctica diaria. El Roshi Meiten McGuire hace referencia a esta disciplina
diaria cuando escribió:
Mi
primera maestra espiritual solía decir que ‘La Perla inapreciable tiene un
precio.’ La perla inapreciable trae ‘la paz que va más allá de la comprensión
intelectual,’ la alegría quieta o exuberante la que viene cuando tocamos el
lugar de la Verdad espiritual – la realidad la que es la justa fuente de
nuestro ser. Es indescriptible, inefable. Como uno de mis maestros decía, ‘No
se puede enseñarlo, sino sí se puede experimentarlo.’ Los grandes maestros
espirituales solo pueden señalar el camino porque es justo dentro de nuestro
cuerpo-mente que la confusión y la solución se encuentran. Esta es la segunda
disciplina, manteniendo o sosteniendo nuestra práctica espiritual a pesar de
todas las dificultades que surgieran. (McGuire, 16-17)
Esta es de verdad el corazón de la parábola, que no solo tenemos esta
perla inapreciable esencia de Mente Búdica, sino que debemos aplicarla a
nuestras vidas a diario por medio de nuestra práctica continúa enfrentando las
kleshas, o hábitos mentales, las que obscurecen su realización plena. Al
descubrir la verdad inicial de nuestro Yo verdadero, el trabajo diario comienza
de atención vigilante, consciencia, y nuestra capacidad de soltar el
condicionamiento viejo, el que tomamos por real, creyendo que somos
defectuosos, pobres, y mendigos en el mundo, y que tenemos que sufrir para
subsistir. Sin embargo, tenemos que redescubrir continuamente este tesoro
por medio de sentarnos a diario, abriéndonos a la Verdad de quiénes somos, Uno
con el Infinito, en paz en nuestros corazones, y activos en el mundo ayudando a
los demás realizarse a la alegría verdadera.
Cultivando esta realización, poco a poco, por
nuestro esfuerzo, valor, y práctica gradual, nos volvemos Bodhisattvas, como
santos en camino de la perfecta expresión de su Budeidad, ayudando a todos para
que logren su propia perfección. Es el regalo del Universo a Sí Mismo, La Perla
Inapreciable.
Bibliografía
Buswell, Robert E. (1992). Tracing Back the
Radiance: Chinul´s Korean Way of Zen.
“Excerpts from the Dharma Collection and Special Practice Record.” University
of Hawaii
Press: Honolulu.
Sutra del Loto. “Quinientos Discípulos Reciben Predicciones.”
McGuire, Rev. Meiten. (2008). Reflections on the
Path: Zen Training in Everyday Life. Vancouver Island Zen
Sangha Publishing: Canada
The Shurangama Sutra: A New Translation. (2009). Buddhist
Text Translation Society:
Ukiah, California.
Williams, Paul. (2009) Mahayana Buddhism: The doctrinal foundations. Second Edition.
Routledge Publishers: New York.
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