CÓMO
COCINAR UN BUDDHA
Charla Dharma 11/AGO/2019
Venerable Dr. Hyoenjin Prajna
Como hemos vista en las charlas anteriores, el maestro Hsu
Yun, hay cuatro requerimientos básicos en el entrenamiento del zen: 1.
Comprender la Ley de la Causalidad. 2. Aceptar las normas de disciplina. 3.
Mantener una fe inquebrantable en la existencia del Yo Búdico. 4. Estar
determinado a tener éxito en cualquier método que escoja. Hoy vamos a tratar el
tercero, el de mantener una fe inquebrantable en la existencia del Yo Búdico.
La fe es la madre de nuestra práctica, la que nos sostiene y nos alimenta en
nuestro cultivo. Ella nos da la determinación a someternos al entrenamiento
riguroso del zen mientras nos desarrollamos nuestros deberes espirituales.
Para liberarnos de los dolores de este mundo samsárico,
necesitamos una fe inquebrantable en la promesa del Buddha de que todo ser
posee la sabiduría verdadera de la naturaleza búdica, por lo tanto, tiene la
potencial de alcanzar la Budeidad. Si es así, entonces, ¿por qué no lo hemos
realizado esta sabiduría y alcanzado la Budeidad? Es porque no tenemos la
confianza y la fe en la promesa de Buddha. Nos decimos, soy sólo un ser humano.
Soy muy incongruente entre el Dharma y mi comportamiento. Todavía soy
imperfecto. Una vez un maestro dijo que la única diferencia entre un buddha y
un ser humano es que un ser humano es un buddha que cree que es un ser humano,
mientras que un buddha es un ser humano que se da cuenta que es un buddha. En
fin, el obstáculo más grande a nuestra liberación es nuestra preferencia a la
ignorancia. Preferimos aceptar lo falso a lo genuino, y satisfacer nuestros
deseos tontos deseos en vez de hacer el esfuerzo necesario para liberarnos. Zen
no es un club de diversión para hacernos sentir bien. Es trabajo que requiere
dedicación, compromiso, y fe; fe en el maestro, fe en la tradición, y fe en ti
mismo que tienes lo que requiere para llegar a la iluminación completa.
La ignorancia de la verdad es una enfermedad. Sin embargo,
el Dharma del Buddha es un hospital de curación. Aunque puedes entrar al
hospital por varias puertas, todavía debemos tener fe en los médicos para que
su tratamiento sea eficaz. Buddha relataba una parábola ilustrando los
problemas con la falta de fe:
Suponte que te han herido con una
flecha envenenada y un amigo trae un médico para ayudarte. ¿Le dirías a tu
amigo, ‘¡No! ¡No! ¡No! ¡No voy a dejar que este compañero me toque hasta que
encuentre al que me disparó! Quiero conocer el nombre, la dirección y demás
datos del delincuente. Esto es importante, ¿no? Y quiero saber más sobre esta
flecha. ¿Es la pica de piedra o de hierro, de hueso o de asta? ¿Y qué hay del
palo de madera? ¿Es de roble, de olmo o de pino? ¿Qué clase de fibra ha
utilizado para unir la pica y el palo? ¿Es la fibra de un buey, de un mono, o
de un ciervo? ¿Y qué clase de plumas hay en la fibra? ¿Son de una garza o de un
halcón? ¿Y qué hay del veneno que ha sido utilizado? Quiero saber de qué clase
es. Y por cierto, ¿quién es este compañero? ¿Estás seguro de que es un doctor
cualificado? Después de todo, no quiero que me trate un medicucho. Creo que
tengo derecho a saber estas cosas, ¿tú no? Así que por favor, responde a mis
preguntas o no dejaré que el hombre me toque.' Bueno - dijo el Buda - antes de
que para tu satisfacción sean contestadas las preguntas, estarías muerto."
Así que,
cuando estamos sufriendo de los malos del mundo, debemos confiar en el Gran
Médico. Ha curado a millones durante dos mil seiscientos años. Todos los que
han seguido su tratamiento se han recuperado su salud mental y emocional. Todo
creyente ha recuperado la vida eterna y la felicidad siguiendo su Dharma.
La fe
entonces es una destreza que se puede desarrollar como cuando se sigue la
receta para hacer galletas. Recuerdo la primera vez que hice galletas en la
forma de Buddha para el Día de Bodhi, una noche entera de meditación celebrando
la iluminación de Buddha el 8 de diciembre. Encontré una receta que me parecía
confiable, pero no estaba seguro si pudiera realizarla. Tuve que confiar que
tanto la receta como mis habilidades eran suficientes para comenzar el trabajo
de hacer galletas. Primero, tuve que conseguir un cortador de galletas en la
forma de Buddha. Todos llevamos el ejemplo de Buddha en nuestras mentes
dándonos la imagen de como se ve un Buddha. Pero hasta que realicemos la
receta, se queda sólo como una idea. Hay que ponerse a trabajar. Es como cuando
comenzamos la práctica espiritual. Nos enteramos de una práctica y un maestro,
pero si no nos arriesgamos, dándonos por completo a la práctica, nunca vamos a crear
un buddha.
En mi caso,
tuve que seguir la receta con todos los ingredientes: la harina, el azúcar, las
gotas de almendra y vainilla, el agua, y la sal. Al mezclarlo bien, tuve que
formar la masa y cortarla en la forma de Buddha con el cortador, o sea, la
potencial en todos nosotros para ser un buddha bien cocido. Finalmente, tuve
que meter las formas en el horno. Puedes tener todos los ingredientes, pero si
no te metes al fuego de la práctica, la meditación diaria, la revisión con el
maestro en dokusan (entrevistas entre maestro y alumna), la contemplación de
Kong-an (preguntas enigmáticas), retiros y votos de ética, si no te metas en el
horno de la incomodidad, lo desconocido, la introspección, entonces, la masa
potencial no se volverá una galleta de verdad; sólo un montón de harina mojada.
De hecho, esto me pasó unas veces mientras que me refiné la receta basada en mi
propia experiencia. Si hubiera tenido un maestro a mi lado, me habría ahorrado
mucho tiempo. No obstante, por fin, salieron bien horneados, dulces y firmes.
Cuando nos aplicamos, siguiendo la receta, nuestra práctica da fruto. Somos
todos buddhas sabrosos – brillantes, frescos y cálidos – dando placer y sonrisa
a todos los que los prueban.
Todos
debemos tener fe en que poseemos la Naturaleza búdica. Por supuesto, hay que
seguir la forma, el método, y la práctica según las instrucciones del Gran
Cocinero, el Buddha. Si seguimos su receta con diligencia y confiamos en sus
enseñanzas, si nos cocinamos bien, ni demasiado duros ni demasiado blandos, es
decir, siguiendo el camino medio del Dharma, nos realizaremos todos como
buddhas. A pesar de que cada uno sea un poco diferente, algunos faltando un
oído o mano, unos más cortos o gordos, algunos con caras redondas o sonrisas
chuecas, todos están hechas de la misma masa, la misma esencia, la misma
naturaleza búdica, y a fin de cuentas, todos sabrán bien.
Bibliografía
Shakya, Ming Zhen (Chuan
Yuan) y Cheung, Upasaka Richard de la notas y recuerdos del Maestro Jy Din
Shakya. (1996). Las Enseñanzas del Maestro Hsu Yun: Nube Vacía. Orden
Hsu Yun del Budismo Chan/Zen.
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