CUIDAR TU
ELFO DOMÉSTICO
Charla
Dharma 18/AGO/2019
Venerable
Dr. Hyoenjin Prajna
El maestro zen Hsu Yun enseñó cuatro requerimientos básicos
que se deben tener en cuenta antes de comenzar a la práctica y cultivo del zen:
1. Comprender la Ley de la Causalidad; 2. Aceptar las normas de disciplina; 3.
Mantener una fe inquebrantable en la existencia del Yo Búdico; y 4. Estar
determinado a tener éxito en cualquier método que escojas. Hoy vamos a tratar
el cuarto, lo de estar determinado a tener éxito en cualquier método que escojas,
o sea, elige un método y comprométete a cuidarlo diario con disciplina y
atención. Si no, las consecuencias pueden resultar desastrosas.
Es importante comprometerse a una práctica espiritual que
puede llevarte a la Iluminación. De hecho, es estúpido de ir saltando de un
camino a otro todo el tiempo simplemente porque ya te aburres o quieres seguir
divirtiéndote con nuevas práctica más exóticas y nuevas. Es como escalar una
montaña. Se puede apreciar que muchos caminos pueden llevarte a la cumbre. Hay
que elegir uno y seguirlo hasta la cumbre. Pero, nunca llegarán a la cumbre si
corren alrededor de la montaña probando uno y otro camino sin comprometerse a ninguno.
Terminan rodeando la montaña una y otra vez, pero nunca la subirán. Es lo mismo
con una práctica espiritual. Hay que elegir una disciplina espiritual y
comprometerse a seguirla de por vida. Requiere fe en la tradición, compromiso a
mantenerla, y determinación a seguirla hasta la cumbre, o sea, la
Iluminación.
Les doy un cuento para ilustrar los peligros de no cuidar
bien a tu disciplina:
Un día un hombre estaba paseando por el mercado cuando se
acercó a un puesto que decía, "Se venden: Elfos Domésticos de Primera
Clase." Por supuesto, el hombre estaba intrigado. "Déjeme ver uno de
esos elfos -le dijo al comerciante-".
El elfo era una pequeña y extraña criatura... bastante
parecida a un mono.
"Es bastante inteligente -dijo el comerciante-. Y
todo lo que tiene que hacer es decirle cada mañana lo que quiere que haga ese
día, y lo hará." "¿Cualquier cosa?" preguntó el hombre. "Sí
-dijo el comerciante-, cualquier cosa. Todos sus quehaceres domésticos estarán
terminados cuando llegue a casa después del trabajo." El hombre se
encontraba soltero así que el elfo le pareció una muy buena inversión. "Me
lo quedo" dijo. Y pagó al comerciante.
"Una pequeña cosa -dijo el comerciante (siempre hay una pequeña
cosa, ¿no?)- debe ser fiel en decirle lo que debe hacer cada día. ¡Nunca se
olvide! Dele las instrucciones cada mañana y todo irá bien. ¡Recuerde mantener
esta rutina!" El hombre aceptó y
llevó su elfo doméstico a casa. Cada mañana le decía que fregara los platos,
que hiciera la colada, que limpiara la casa y que preparara la cena; y cuando
volvía a casa, todo estaba hecho de la manera más maravillosa. Pero entonces llegó el cumpleaños del hombre
y sus compañeros de trabajo decidieron darle una fiesta. Bebió mucho y se quedó
a pasar la noche en la ciudad, en casa de un amigo, y a la mañana siguiente fue
directamente al trabajo. No volvió a casa para decirle a su elfo lo que tenía
que hacer. Y cuando regresó aquella noche descubrió que el elfo había quemado
la casa y estaba bailando sobre las ruinas humeantes.
Este cuento se trata de la importancia de mantener la rutina
diaria, y los peligros que pueden surgir al descuidarse esta rutina. Podemos
aplicarlo a nuestra práctica espiritual. Al comienzo del entrenamiento, juramos
mantenerla fielmente. Luego, se la descuida, lo que llega al fracaso. Se
desmorona por completo o se derriba en llamas de emoción, depresión, y enfado.
No importa cual método que hayan escogido, repetir mantra, seguir la
respiración, repetir el nombre de Buddha, o Hua T’ou, hay que seguir el método
que hayas elegido. Es igual con la práctica en general. Algunos comienzan el
zen con mucho entusiasmo y practican muy constante por algunas semanas o meses.
Luego comienzan a dudarse, generando autocrítica o simplemente el aburrimiento
con algo que ya no es exótico o fascinante, sino es un trabajo que requiere
mucho esfuerzo y determinación. Hay gente adicta a los talleres espirituales de
unos fines de semana como una forma de entretenimiento y distracción. Después
de que se ha pasado lo divertido, ya buscan otra tradición nueva para
experimentar y entretenerse por un rato más. Pero nunca se comprometen de
verdad a una disciplina espiritual como su camino de por vida. Cuando ya se
está dispuesto es cuando la gente toma los preceptos. Están diciendo que ya
están listos para comprometerse de por vida a su camino espiritual.
O peor, algunas personas buscan algún atajo, una droga,
sustancia, o fórmula mágica que promete resolver todos sus problemas en un fin
de semana. Esto es una ilusión, la tercera de las kleshas, o hábitos mentales
que obstaculizan el progreso espiritual. No hay atajos en el cultivo
espiritual. Es trabajo que requiere compromiso, sacrificio, y determinación.
Habrá siempre altibajos. Siempre habrá momentos de duda y fracaso. Es parte del
camino. Hemos hablado antes de la noche oscura en el cultivo espiritual, o el
noveno paso de la desilusión y el descontento que ocurre en los doce pasos del
Origen Dependiente Trascendental. Esto es después de haber logrado cierto nivel
de éxito en el cultivo, no obstante, se llega a un punto de desesperación que
puede acabar con la práctica por completo. Por eso, si te has establecido en
una práctica confiable con sus formas y normas bien definidas, puede entonces sostenerte
en los momentos más difíciles de crisis oscuros. Deben tener tanta fe en su disciplina
elegida que están comprometidos a seguirla por toda la vida, incluso hasta
varios renacimientos con el fin de tener éxito y llegar a la Budeidad.
Es fácil desalentarnos cuando no estamos haciendo progreso.
Intentamos una y otra vez, sin embargo, todavía no viene la iluminación. Incluso,
sentimos que estamos regresando a estados anteriores emocionales o mentales. Así
que queremos entonces abandonar la práctica. Pero es precisamente ahí la prueba
más grande que requiere compromiso y disciplina para superar este obstáculo.
Cuando no quieres hacerlo, cuando estás totalmente agobiado, deprimido y
desesperado, cuando la mente chica te queja que eres un fracasado, es cuando se
necesita confiar y continuar adelante, sea lo que sea. Tienes que estar
dispuesto a sacrificar todo, hasta tu vida misma, para lograr la Iluminación. Cualquier
estado emocional, sea extático o aburrido, es pasajero e impermanente. Como
todo en la vida, estos estados son vacíos. Son sólo estados emocionales basados
en tus ideas y pensamientos. Si puedes tolerarlos, cortarlos, y continuar con
tu práctica, estos estados desaparecerán. Ignora la crítica y continúa con tu
práctica, la cual es tu barco llevándote a la otra orilla del río de Samsara. Aunque
hay tormentas agitando las aguas, no es sabio saltar de un barco a otro en
medio del río. Mejor atender al barco en que te vas, prestando más atención y
más esfuerzo, confiando en su capacidad de sostenerte y llevarte a la otra
orilla. Hay un viejo proverbio zen que dice, “Nos entrenamos durante
aburridos eones, para alcanzar la iluminación que ocurre en un instante.” Por
lo tanto, en nuestra tradición zen, la Iluminación es súbita, es un momento de
darte cuenta de que eres un Buddha. Sin embargo, el cultivo es gradual. Es para
toda la vida. Es el barco que sigue llevándote a la paz diaria y profunda de tu
propia naturaleza búdica de Nirvana.
Bibliografía
Shakya, Ming Zhen (Chuan
Yuan) y Cheung, Upasaka Richard de la notas y recuerdos del Maestro Jy Din
Shakya. (1996). Las Enseñanzas del Maestro Hsu Yun: Nube Vacía. Orden
Hsu Yun del Budismo Chan/Zen.
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