CÓMO
MATAR A UN DRAGÓN
Charla Dharma 04/AGO/2019
Venerable Dr. Hyoenjin Prajna
El maestro chan Hsu Yun, enseña cuatro normas de
entrenamiento: 1. Comprender la Ley de la Causalidad; 2. Aceptar las normas de
disciplina; 3. Mantener una fe inquebrantable en la existencia del Yo Búdico;
4. Estar determinado a tener éxito en cualquier método que escoja. Hoy vamos a
tocar el segundo punto, el de aceptar las normas de disciplina. Según Hsu Yun,
y estoy totalmente de acuerdo, no puede haber progreso espiritual sin una
disciplina basada en moralidad, ética, y compromiso. La disciplina es la base
sobre la cual descansa la Iluminación. La disciplina nos ayuda mantener un
equilibrio y constancia en la vida cotidiana. Sin esta estabilidad, la
Iluminación puede degenerarse en delirio e inflación del ego. En cambio, si se
mantiene la práctica diaria de la meditación y la aplicación de los preceptos,
entonces se manifestará la sabiduría basada en la directa experiencia de
nuestra esencia guiándonos en cómo vivir una vida con plenitud y bienestar.
El Sutra Shurangama nos enseña que el mero hecho de meditar
en sí no es suficiente para eliminar nuestros malos hábitos e impurezas
mentales. La disciplina moral y ética nos protegerá de caer en los dominios de
demonios mentales asociados con Mara y los herejes.
Sucedió una vez que en el estado de
Kashmir, un horrible dragón terrestre vivía en una cueva cercana a un
monasterio de quinientos arhats… Este dragón aterrorizaba a la región y hacía
miserable la vida de mucha gente. Todos los días los arhats se reunían, y
juntos intentaban utilizar el poder de su meditación colectiva para ahuyentar
al dragón. Pero siempre fracasaban. El dragón simplemente no se marchaba.
Entonces, un día sucedió que un
monje Chan… se detuvo en el monasterio. Los arhats le informaron al monje sobre
el terrible dragón y le pidieron que se uniera a la meditación, para añadir el
poder de su meditación a la de ellos. "¡Debemos forzar a esta bestia para
que se vaya!" se quejaron. El monje Chan simplemente les sonrió y fue
directamente a la cueva del horrible dragón.
Quedándose en la entrada de la
cueva, el monje llamó al dragón, "Sabio y virtuoso señor, ¿sería tan
amable de abandonar su guarida y buscar refugio en un lugar más
lejano?"
"Bueno – dijo el dragón – ya
que me lo ha pedido tan cortésmente, accederé a su petición y me marcharé en el
acto." El dragón, como pueden ver, tenía un fino sentido de la etiqueta.
¡Y de este modo se fue! Desde su
monasterio, los arhats observaban todo esto con absoluto asombro. ¡Sin lugar a
duda este monje poseía milagrosos poderes de samadhi!
Tan pronto como el monje regresó,
los arhats se reunieron a su alrededor y le suplicaron que les hablara de esos
maravillosos poderes.
"No he utilizado ninguna
meditación o samadhi especial – dijo el monje – Simplemente mantuve las normas
de disciplina y estas normas estipulan que debo observar los requerimientos
menores de cortesía tan cuidadosamente como los requerimientos mayores de
moralidad."
De este modo podemos ver que el
poder de la meditación-samadhi colectiva de quinientos arhats a veces no iguala
a la de un simple monje que se adhiere a las reglas de disciplina.
Como se ve
en esta historia, la meditación en sí no necesariamente puede salvarte de los
dragones y monstruos de tu propia mente. Lo que requiere es la cortesía y el
respeto para tener un verdadero impacto en la sociedad. Con la deferencia
podemos entrar en contacto con otros, hablar y escuchar con consideración, y
negociar nuestras necesidades sin causar mal karma ni violencia mental o
física. Meditación es importante para calmar la mente y liberarnos de la
insatisfacción y descontento relacionados con la palabra dukka. Sin embargo,
esta liberación personal es sólo el comienzo de la práctica zen. Cómo aplicas
este equilibrio mental y emocional dentro de la sociedad y nuestro trato con
otros es lo que define la madurez espiritual.
Hace poco un
amigo me contó una historia de un acontecimiento impresionante. Se había salido
con un par de amigos para tomar una copa en un bar local. Los tres estaban
platicando amablemente cuando otra persona en otra mesa comenzó a criticar uno
de los amigos por algo que se había oído. Los tres continuaban charlando,
ignorando la otra persona en la otra mesa, cuando de repente la persona se
levantó, se acercó al amigo, y le tiro su cerveza directamente en la cara del
amigo. El bar se quedó todos congelados en silencio anticipando la pelea que
imaginaban que iba a suceder. Pero a la sorpresa de todos, el amigo no
reaccionó en absoluto. Siguió charlando con sus amigos, recomendando que
continúen su velada en otro lugar. Se levantó con sus amigos y los tres
salieron, como si nada se les hubiera sucedido. La persona que había tirado la
cerveza se quedó inmóvil con una expresión en la cara que parecía desconcertada
y perpleja. Fue obvio a todos que esta persona acababa de ser derrotado, no por
violencia sino por silencio y disciplina de carácter que revelaba un ser
sumamente maduro espiritualmente, o sea, un bodhisattva.
Estoy seguro
de que todos ya estamos preguntándonos, ¿qué haría yo en tal situación? Si
alguien sin tener motivo les insultara y les golpeara, ¿no sentirían cólera y
resentimiento? ¿Tienen la certeza de que siempre resistirían la tentación de
responder con violencia o se abstendrían de ser críticos? ¿Pueden estar seguros
de que siempre distinguirían lo correcto de lo erróneo? Si no tienen la certeza
absoluta de que nunca se rendirían a la tentación, de que nunca se equivocarían
en ninguna situación así, entonces por eso, deberíamos mantener una estricta
atención a la disciplina ética y moral. Deberíamos practicar con diligencia y
compromiso el zen para servir como ejemplos en la sociedad de cómo cada miembro
debe comportarse, con dignidad, cortesía, y honradez.
Bibliografía
Shakya, Ming Zhen (Chuan
Yuan) y Cheung, Upasaka Richard de la notas y recuerdos del Maestro Jy Din
Shakya. (1996). Las Enseñanzas del Maestro Hsu Yun: Nube Vacía. Orden
Hsu Yun del Budismo Chan/Zen.
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