LAS ENSEÑANZAS DE BODHIDHARMA
Clase 11
El Árbol de Vida
Charla Dharma 31/ENE/2021
Ven. Dr. Hyoenjin Prajna
Toda
insatisfacción es una semilla de Buda, porque la insatisfacción impulsa a los
seres mundanos a buscar la sabiduría.
La
primera enseñanza de Buda después de su iluminación fue que la vida es duhkha,
o sea, que experimentamos continuamente insatisfacción, descontento, desilusión,
ansiedad, estrés y sufrimiento en nuestras vidas cotidianas. Pero no es
necesario. Es simplemente que no nos damos cuenta de cómo estamos creando este
duhkha nosotros mismos con nuestras ideas ilusorias de deseo, aversión y
engaño. Si ignoramos esta conexión entre nuestros pensamientos condicionados y
nuestra experiencia distorsionada de duhkha, entonces continuamos cometiendo
los mismos errores de habla, conducta y acciones que resultan en karma negativo
y descontento. En cambio, al darnos cuenta de nuestro sufrimiento podemos despertarnos
a la realidad de nuestra mente búdica inherentemente calma, equilibrada y
contenta. Por lo tanto, la semilla de nuestra liberación reside en nuestra
aceptación de la insatisfacción y comenzar a buscar la verdad libre de duhkha.
Sin
embargo, sólo se puede decir que la insatisfacción da lugar a la Budeidad. No
se puede decir que la insatisfacción sea la Budeidad. Tu cuerpo y tu mente son
el campo. La insatisfacción es la semilla, la sabiduría el brote y la Budeidad
el grano. El Buda en la mente es como una fragancia en un árbol. El Buda
proviene de una mente libre de insatisfacción, al igual que una fragancia
proviene de un árbol libre de descomposición. No hay fragancia sin el árbol ni
Buda sin la mente. Si hay una fragancia sin árbol, es una fragancia diferente.
Si hay un Buda sin tu mente, es un Buda diferente.
Cuando
se da cuenta de la insatisfacción, algo en nosotros está comenzando a
despertarse. La Budeidad no depende en nada, es lo que somos. Pero nuestra
mente agitada y desequilibrada nos distrae y obstaculiza nuestra percepción de
la verdad de nuestra naturaleza búdica. Despertarnos a la verdad es como
plantar un árbol. Esta mente condicionada y este cuerpo son el campo de
cultivo. La semilla de nuestro despertar ya está presente en este campo. Sin
embargo, necesita las condiciones óptimas para abrirse. Requiere agua, luz y
tierra. Aunque la semilla puede estar dormida todo el invierno de nuestra
ignorancia, hay un momento en primavera en que las condiciones de temperatura,
agua y luz son perfectas para que la semilla brote con raíces, tallo y hojas.
Dentro de lo condicionado, la tierra de nuestra insatisfacción, hay un milagro
que surge. Todos hemos vividos muchos años en oscuridad, ignorantes de nuestra
potencia inherente de Budeidad. Este momento en que admitimos que necesitamos
ayuda, que no podemos continuar con el estatus quo de nuestra insatisfacción,
es el mismo momento que el Dharma entra en nuestras vidas. El Dao es este fluir
de savia en las venas del árbol, la savia de sabiduría que brota con nueva vida
y abrimos nuestros corazones al sol de nuestra consciencia libre de los
obstáculos de los tres venenos de deseo, aversión y engaño.
Cuando
los tres venenos están presentes en tu mente, vives en una tierra de lo
desagradable. Cuando los tres venenos están ausentes de tu mente, vives en una
tierra de pureza.
Los
antiguos decían: "Si llenas una tierra de impureza y mal gusto, nunca
aparecerá ningún Buda". La impureza y el mal gusto se refieren a unos y
otros venenos. Un Buda se refiere a una mente pura y despierta.
Cuando
la tierra está llena de rocas y malas hierbas, la semilla no crece bien.
Igualmente, en nuestras vidas, si contaminamos nuestra mente con quejas,
críticas, chisme y mentiras, nuestra mente se agita y no permite la luz de
nuestra naturaleza brillar. Si generas veneno con tu mente, boca y cuerpo, te
dañas a ti mismo y matas al Buda. Las condiciones no son adecuadas para que tu
verdadera vida florezca. En cambio, si te cuidas, si arrancas las malas hierbas
por la raíz, si quitas las rocas que te obstaculizan, puedes crecer la semilla,
cuidarla bien y puede crecer y convertirse en un gran árbol hermoso y perfumado
que ofrece sombra a todos los que pasen bajo sus ramas.
No
hay lenguaje que no sea el Dharma. Hablar todo el día sin decir nada es el Dao.
Estar en silencio todo el día y aún decir algo no es el Dao. Por lo tanto, ni
el discurso de un Tathagata depende del silencio, ni su silencio depende del
discurso, ni su discurso existe aparte de su silencio. Aquellos que entienden
tanto el habla como el silencio están en samadhi. Si hablas cuando sabes, tu
discurso es libre. Si guardas silencio cuando no sabes, tu silencio está atado.
Si el habla no está apegada a las apariencias, es libre. Si el silencio está
apegado a las apariencias, está ligado. El lenguaje es esencialmente libre. No
tiene nada que ver con el apego. Además, el apego no tiene nada que ver con el lenguaje.
El
habla en sí no es un obstáculo cuando es función del suelo de nuestra
naturaleza. Las raíces del árbol reciben los nutrientes de la tierra y los
convierten en hojas y fruta. Igualmente el habla puede ser la función del suelo
de nuestro ser que expresa inspiración, instrucción y sabiduría del Dharma. Pero
si tu mente está llena de descontento e ilusiones, es como un pozo envenenado por
contaminación. Cuando el ego se rinde al no sé, cuando puede aceptar que no
tiene el control, ya puede aceptar su lugar como vehículo de lo sagrado en la
vida expresado a través del servicio y la compasión. Esto es sabiduría que
actúa con ética y empatía. Se abstiene de impulso violentos y se compromete no
causar daño a nadie, ni animal, planta o ser.
La
realidad no tiene un nivel alto o bajo. Si ves un nivel alto o bajo, no es
real. Una balsa no es real. Sin embargo, una balsa de pasajeros sí lo es. Una
persona que monta en una balsa así puede cruzar lo que no es real. Por eso es
real.
Bodhidharma
está diciendo aquí que no debemos apegarnos a las ilusiones y espejismos que
nos prometen la felicidad: el poder, la fama, el dinero, el sexo, la comida y la
distracción. Estas cosas sólo sirven para diferenciar entre alto y bajo,
estatus, orgullo y desprecio. Son balas falsas que no pueden cruzar el río de
samsara a la otra orilla de nirvana y paz. La verdadera balsa que puede
llevarnos todos es la balsa de Dharma, el Dao.
Según
el mundo hay hombres y mujeres, ricos y pobres. Según el Dao, no hay hombre ni
mujer, ni rico ni pobre. Cuando la diosa se dio cuenta del Dao, no cambió de
sexo. Cuando el mozo de cuadra despertó a la Verdad, no cambió su estatus.
Libres de sexo y estatus, compartían la misma apariencia básica. La diosa buscó
durante doce años su condición de mujer sin éxito. Buscar durante doce años tu
propia humanidad sería igualmente infructuoso. Los doce años se refieren a las
doce entradas (seis órganos y seis sentidos). Sin la
mente, no hay Buda. Sin el Buda, no hay mente.
Como
hemos aprendido de Isela Flores en nuestro taller de sexismo el viernes pasado,
la sociedad nos divide en categorías construidas de género y estatus para
controlar y manipular a la gente según un criterio rígido y falso. Pueden
llegar a ser estereotipos de opresión y prejuicio. En vez de definirnos en
términos binarios de hombre o mujer, somos esencialmente personas realizándonos
en nuestra plena potencial de habilidades y autoexpresión. Cuando nos limitamos
a categorías estereotípicas, reprimimos la mitad de nuestra potencial como
seres humanos. Los bodhisattvas son símbolos de plena realización, puesto que se
representan con ambas características de hombre y mujer. Pueden cambiar forma,
género, sexo y roles según las circunstancias y aparecer a cualquiera en la
forma más apropiada para ayudarle superar su sufrimiento. Como comentamos en el
taller, primero tenemos que despertarnos a nuestro auténtico ser, realizar
nuestro potencial, para luego transcendernos y descubrir nuestra budeidad. Sin
descubrir nuestra mente verdadera, no hay Buda. No hay liberación. Si no nos
descubrimos lo que nos está limitando, no hay Buda. Nuestra Budeidad es
íntimamente conectado a nuestra liberación como seres humanos. Tenemos que
expresar toda nuestra potencial que incorpora tanto lo masculino como lo
femenino. Todos tenemos la capacidad de ser fuertes, receptivos, empáticos,
amorosos, racionales, creativos, valientes, héroes y heroínas. Como
bodhisattvas, transcendemos toda categoría limitante de dualidad.
Asimismo,
sin agua no hay hielo y sin hielo no hay agua. Quien habla de dejar la mente no
llega muy lejos. No te apegues a las apariencias de la mente. Los antiguos
decían: "Cuando no ves ninguna apariencia, ves al Buda". Esto es lo
que significa estar libre de las apariencias de la mente. Sin la mente, no hay
Buda significa que el Buda proviene de la mente. La mente da a luz al Buda.
Agua
que fluye no tiene obstáculos. Puede fluir alrededor cualquier roca en el río.
Agua que se congela, puede romperse. Cuando hay frío, el agua se congela.
Cuando hay luz y calor, hielo se derrita. Nuestra práctica es así. Cuando nos
aferramos a nuestras ideas limitantes, somos como hielo estancado en el río de
la vida. Pero al practicar el Dao, al despertarnos a la verdad de nuestra mente
esencial, fluimos con todo.
Sin
embargo, aunque el Buda proviene de la mente, la mente no proviene del Buda,
como los peces provienen del agua, pero el agua no proviene del pez.
Quien
quiera ver un pez ve el agua antes de ver el pez. Además, quien quiera ver a un
Buda, ve la mente antes de ver al Buda. Una vez que has visto el pez, te
olvidas del agua, y una vez que has visto al Buda, te olvidas de la mente. Si
no te olvidas de la mente, la mente te confundirá, así como el agua te
confundirá si no la olvidas.
En
las pinturas del Oriente, los peces representan los pensamientos de la mente. Se
representan en estanques nadando debajo de la superficie entre las hojas de
lilas y lotos. Nuestra mente es como un estanque de peces. Los pensamientos
nadan aquí y allá. Aparecen y desaparecen entre las hojas en el agua
silenciosa. En nuestra práctica comenzamos a observar los peces de nuestros
pensamientos. Al principio son los peces que nos interesan, sus colores,
texturas y tamaños. Pero madurando en nuestra práctica, comenzamos a apreciar
el agua en que los peces se mueven, agua tranquila, silenciosa, profunda y misteriosa.
Los peces vienen y van, el agua sigue inmovible debajo de la superficie. Cuando
podemos percibir el agua calma y lúcida de nuestra mente, comenzamos a percibir
lo que es sustancia esencial, nuestra naturaleza Búdica.
La
mundanalidad y la Budeidad son como el agua y el hielo. Ser afligido por los
tres venenos (deseo, ira e ilusión)
es mundanalidad. Ser purificado por las tres liberaciones (no
yo, no forma y no deseo) es la Budeidad. Lo que se congela en
hielo en invierno se derrite en agua en verano. Elimina el hielo y no queda más
agua. Deshazte de la mundanalidad y no habrá más Budeidad. Claramente, la
naturaleza del hielo es la naturaleza del agua y la naturaleza del agua es la
naturaleza del hielo. Además, la naturaleza de la mundanalidad es la naturaleza
de la Budeidad. La mundanalidad y la budeidad comparten la misma naturaleza, al
igual que Wútóu y Fúzi (Wutou son las raíces principales del
primer año de crecimiento de una hierba y Fuzi son las raíces secundarias del
segundo año de la misma hierba que producen un anestésico.) comparten
la misma raíz pero no la misma estación. Es sólo debido al engaño de las
diferencias que tenemos las palabras mundanalidad y Budeidad. Cuando una
serpiente se convierte en dragón, no cambia sus escamas, y cuando un ser
mundano se convierte en sabio, no cambia su rostro. Se dan cuenta de este
momento presente a través de la sabiduría interna y cuidan su cuerpo a través
de la disciplina externa.
Budeidad se revela a través de una vida ordinaria mundana. Sin una vida mundana, de ego, dualidad, ilusión y engaño, no hay despertar. El mundo diario es nuestro campo de cultivo y práctica. Cuando soltamos nuestro egoísmo e ignorancia, nos damos cuenta de nuestra Budeidad. Si seguimos aferrados a nuestra historia, memorias y prejuicios, nos congelamos en nuestra falsa identidad de egoísmo. Es como esta hierba que Bodhidharma menciona, Wutou y Fuzi. Es la misma planta, pero el primer año produce una raíz de la cual el segundo año produce otra raíz que puede producir una medicina. Sin una no hay otra. De la misma forma, primero se nace un ser humano aferrado a su nombre y cuerpo. Esta misma identidad de nombre y cuerpo es la base de lo que se realiza como Buda. Al despertarnos a nuestra verdadera cara, nuestra Budeidad, podemos vivir la vida ordinaria sin pretensiones y libres de sufrimiento.
Bibliografía
Dharma, Wonji (Traductor). (2010). The Bodhidharma Lectures. Buddha
Dharma University Press: Oneida,
N.Y.
Pine, Red (Traductor). (1987). The Zen Teaching of Bodhidharma.
North Point Press: N.Y.
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