FILOSOFÍA ZEN, PRÁCTICA ZEN
Capítulo 1.3. “Hapchang”
Arzbpo. Dr. Jinsim Hyoenjin
013/JUN/2021
Después
de abandonar su palacio, el futuro Buda buscó maestros famosos de yoga para instruirse y practicar con gran vigor las
formas de meditación de yoga que le enseñaron. Pero aunque practicó muy duro, Buda
no logró encontrar la comprensión más alta que estaba buscando, la realización de Nirvana.
Logró
muchos estados espirituales elevados, estados de conciencia más allá de los
límites comúnmente conocidos por los hombres. Pero se dio cuenta de que aún no
eran lo último, que por muy exaltados que pudieran haber sido, todavía no
habían alcanzado el objetivo más alto: la Iluminación y
el Nirvana. Así que recurrió a otro método popular
entre los buscadores de la verdad en la antigua India, el método del ascetismo extremo y mortificación. Por seis años él se mató de hambre y torturó
su mente y su cuerpo, pero estas prácticas no lo llevaron a la paz, sino al
borde de la muerte.
En el pasado antiguo, las personas pensaban de una forma dualista, que espíritu era superior a la materia. Esta perspectiva llegó a la conclusión de que el cuerpo era corrupto y el obstáculo central a nuestra liberación o Nirvana. Así que, se han desarrollado muchas escuelas espirituales en el mundo que intentan restringir, reprimir, o manipular el cuerpo con la esperanza de que esto libere el espíritu, o sea, que lleve a la transcendencia, la liberación del sufrimiento, o la iluminación. Pero esto no ha sido el caso. Sea lo que sea el esfuerzo para manipular al cuerpo como solución del problema de sus exigencias, siempre se quedaba algún aspecto vital que causaba más problemas, por ejemplo, el hambre, el sexo, la codicia, el poder, etc. Siempre había algo, aunque sea muy ligero, que ataba la persona a su cuerpo. Por eso, había dos clases extremos para tratar el cuerpo. Uno, el yoga que se basaba en la purificación del cuerpo de sus impurezas y el otro el ascetismo que se privaba el cuerpo de los objetos de sus deseos a través de las ayunas extremas o la mortificación que incluía la mutilación o eliminación de partes del cuerpo. Aunque el Buda practicó el ascetismo extremo hasta llegar a comer sólo 6 granos de arroz por día, nunca pudo liberarse por completo del cuerpo. Casi murió en el intento. Afortunadamente, se dio cuenta de que esto no fue la solución final. Por eso, tenía que encontrar una manera que ni negó el cuerpo ni dejó que el cuerpo nos esclavizara.
Entonces
un día pensó para sí mismo: "Por los últimos seis años he practicado yoga,
meditación y ascetismo, buscando la verdad fuera de mí. Pero he fallado y no he
logrado el objetivo. Tal vez el
objetivo, esa realidad, el Nirvana, no está afuera sino adentro." En
consecuencia, abandonó la búsqueda de Nirvana como algo que debía obtenerse
desde el exterior y cambió su contemplación al interior, buscando la verdad en
sí mismo. Dejó a sus maestros de yoga y amigos ascéticos, se fue solo, se sentó
debajo de un árbol y comenzó a practicar la meditación de una manera nueva,
"no buscando la verdad desde afuera sino desde adentro." Tan fuerte
fue su determinación que él juró: "Si no tengo éxito de esta manera, no me
levantaré de este lugar." Practicó este camino interior durante cuarenta y
nueve días hasta que de repente experimentó la Iluminación y se convirtió en el Buda, el Iluminado.
Buda estaba dispuesto a morir por sus convicciones. Confiaba en sí mismo lo suficiente para sentarse bajo un árbol resuelto que no se levantaría hasta que encontrara la liberación. Buda es un arquetipo y símbolo de lo que requiere para lograr la liberación. ¿Cuántos de nosotros estaríamos dispuestos a morir por lo que creemos? ¿Hay algo en esta vida que sea tan importante que darías tu vida para conseguir, conservar o protegerlo? Requiere este nivel de compromiso para lograr la Iluminación. No es simplemente un pasatiempo agradable para ocupar tiempo hasta que algo más divertido llegue para distraerte. Hay que estar listo a morir, porque, de hecho, es lo que pasa. Mueres a tus deseos, tus historias, tus hábitos mentales que te mantienen el sufrimiento. Para el ego, esta muerte es el costo que tenemos que pagar para liberarnos. No obstante, no es una muerte física basada en el cuerpo, sino más bien, la muerte existencial de nuestra identidad. Tenemos que estar dispuestos a quedarnos en el mundo justo como es y morir a nuestra expectativa de que debería ser diferente. Y en medio de esta aceptación, nos comprometemos a salvar a todos los seres sintientes del universo comenzando con nosotros mismos. Nos liberamos de nuestras ideas dualistas basadas en yo quiero y nos enfocamos en cómo podemos ayudar a otros. El camino a la muerte existencial es adentro.
Al volverse hacia sí mismo, descubrió su verdadera naturaleza, o la naturaleza búdica, y se convirtió en un Buda. Esto marcó el origen del budismo Zen. El rasgo distintivo de la práctica de Buda en el momento de su iluminación fue su búsqueda interior. Este es el método del budismo Zen e indica dónde difiere de otras religiones y prácticas espirituales. La mayoría de las otras religiones colocan a un Dios Supremo por encima del hombre y luego se pide que oren a Dios y le ayuden a trabajar, lo que implica que la realidad debe buscarse externamente. El camino del Zen es muy diferente, porque el Zen sostiene que la realidad debe ser captada, no externamente, sino internamente. La verdad se encuentra en nuestra propia naturaleza y en ninguna otra parte. Cada ser vivo tiene dentro de sí la naturaleza de Buda, el principio de la iluminación. Convertirse en un Buda es simplemente descubrir esta naturaleza de Buda, siempre presente en el interior, brillando eternamente.
No hay Dios. No hay cielo. No hay infierno. No hay pasado o futuro. No hay nadie que pueda hacerlo por ti. Tienes que saltar del precipicio de lo cómodo, del mediocre, de la seguridad hacia el vacío de lo Infinito, lo desconocido, el no sé de tu naturaleza búdica. Cada vez que te sientas sobre tu cojín, cada vez que ignoras tu miedo, tu negatividad, tu crítica interior, tu bajo autoestima, todo lo que niega tu budeidad, estás saltando al vacío de Nirvana. Ahí, sin nada aferrarse, sin saber nada, sin nada de confort, descubres lo que es tu verdadero ser, tu budeidad. Es un camino interior hacia la liberación.
Ven. Jinsim Hyoenjin en ceremonia de la Orden Zen de Cinco Montañas.
Es
como la luna y el sol. La luna y
el sol brillan continuamente y emiten luz, pero cuando las nubes los cubren, no
podemos ver la luz de la luna o la luz del sol. El objetivo es eliminar las
nubes, ya que cuando se mueven, podemos volver a ver la luz. De la misma
manera, siempre tenemos dentro de nosotros la naturaleza de Buda, pero cuando
nuestros deseos y apegos la cubren, no aparece. Debido a que nuestras mentes
están constantemente ocupadas con pensamientos caprichosos, pensamientos de
preocupación y felicidad, de odio e ira, de amigos y enemigos, no podemos
descubrir la naturaleza de Buda en nuestro interior. Pero cuando lo
descubrimos, no es nada nuevo. Cuando esto sucede, entonces no hay diferencia
entre nosotros y el Buda. El Buda no era un dios ni ningún tipo de ser
sobrenatural. Buda, nació un hombre. La diferencia entre el Buda y un hombre
ordinario es simplemente que el primero ha despertado a su naturaleza de Buda.
Este último todavía está engañado al respecto. Sin embargo, si están despiertos
o engañados, la naturaleza de Buda está igualmente presente en todos los seres,
y, por lo tanto, los seres, incluso en el estado más denso de la ilusión,
todavía tienen el potencial de convertirse en Buda.
Por eso, nuestra liberación no depende en
purificación del cuerpo con yoga. No depende en purificar la mente de sus malos
pensamientos. La purificación asume que el cuerpo y la mente son sucios y
contaminados. Así, creamos una ilusión que nos obstaculiza todavía más de
nuestro intento lograr Nirvana. Tampoco sirve negar el cuerpo y sus exigencias.
Cuando tenemos hambre, comemos. Cuando tenemos sueño, nos acostamos.
Mortificación y ascetismo no nos ayudan. El cuerpo y la materia no son malos,
no son impuros. Son simplemente lo que son. Por eso, Buda eligió el Camino
Medio. Evitamos los extremos y así se descubre el equilibrio en la vida, la
ecuanimidad. Nosotros practicamos correcto situación, correcta relación y
correcta función. Así que prestamos atención a lo que es apropiado según las
circunstancias para aliviar el sufrimiento y consideramos lo que ayudaría a
otros ser felices y en paz.
Debido
a que todos los seres tienen el potencial de iluminarse, tal vez se consideran
como Budas futuros, y en su naturaleza más profunda, como Budas ya. Por lo
tanto, cuando nos saludamos en un
templo budista o en un monasterio Zen, no nos damos la mano, sino que unimos
nuestras palmas en señal de oración ¿Por qué hacemos esto? Hacemos esto porque
las personas que conocemos son budas potenciales.
Hapchang entre el maestro y la sangha retiro
Zamora 26 oct 2019
En nuestra tradición, llamamos este gesto de saludo
con las manos juntas frente al corazón “hapchang”. En Japón de dice “gassho”.
Es una manera para decir, el Buda en mí reconoce el Buda en ti. También, es un
gesto en el cual las dos manos se juntan como uno. Es como decir, aunque todos
somos diferentes, en nuestra verdadera naturaleza búdica, somos uno. En los
retiros, se hacen hapchang casa todo el tiempo, cuando entramos en un templo,
cuando pasamos a otros practicantes en el camino, cuando se acerca al altar,
cuando se saluda al maestro, cuando cantamos la liturgia. Siempre estamos
recordando que todo es uno, todo es Buda, todos merecemos respeto y
consideración, amor y compasión.
Espiritualmente,
debajo de las diferencias externas de color, origen, sexo o nacionalidad, todos
somos iguales, pues todos tienen la naturaleza de Buda. Cuando alcanzó la
iluminación, el Buda se dio cuenta de que la naturaleza de Buda está igualmente
presente en todos los seres vivos. Así, enseñó a lo largo de su vida que todos los seres son fundamentalmente iguales y
deben ser tratados por igual sin discriminación. Se oponía al sistema de castas
que prevalecía en la sociedad índica de su época, que dividía a los hombres en
grupos rígidos sobre la base de distinciones artificiales. Él enseñó que,
"Al igual que las aguas de los grandes ríos, alcanzan y se funden en el poderoso
océano, así se abandonan sus antiguas castas (los nobles, los brahmanes, los
mercaderes y los siervos) al unirse a la comunidad budista,
dejando su antiguo sistema de castas de linaje, El Buda proclamó la igualdad de los hombres, la igualdad entre el
hombre y el hombre, y también entre el hombre y el Buda.
Ven. Jinsim Hyoenjin recibe ordenación monástica 22 jul 2016
Por supuesto, hoy en día, seguimos con esta actitud
de Buda, e incluimos la igualdad entre mujeres y hombres, igualdad entre los
ricos y pobres, igualdad entre las razas y nacionalidades, igualdad entre las
diversas orientaciones sexuales y géneros, igualdad entre todos los animales,
plantas y tierras con su derecho vivir libres de contaminación, y finalmente igualdad
entre los seres humanos y los budas, puesto que la única diferencia entre los
dos grupos es que los del primer grupo son budas que creen que son seres humanos
y los del segundo grupo son seres humanos que se dan cuenta de que son budas. ¿A
cuál de los dos grupos perteneces tú?
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