FILOSOFÍA ZEN, PRÁCTICA ZEN
Capítulo 1.2. “Renunciación”
Arzbpo. Dr. Jinsim Hyoenjin
06/JUN/2021
Seguimos el estudio del primero capítulo de
Filosofía Zen, Práctica Zen por Thich Thien
An. Así se lee:
Algunos pueden preguntar quién es el fundador del
budismo zen. Cuando buscamos al fundador del budismo zen debemos retroceder un
largo camino, más allá de los maestros japoneses, los maestros chinos Ch'an y
los patriarcas, pasando por Bodhidharma de regreso al Buda mismo. El fundador
del budismo y el fundador del budismo Zen son uno y el mismo, ya que la fuente
de ambos es la experiencia de iluminación del Buda. Por lo tanto nos gustaría
introducir al budismo Zen hablando un poco sobre el Buda, su vida, su carácter
y sus logros. Ya se ha escrito mucho acerca de los detalles biográficos de la
vida del Buda, por lo que no nos ocuparemos de ellos tanto sean significativos
para nuestra vida actual.
Lo que se considera el
fundador de zen y budismo es la experiencia directa de la iluminación, o sea,
el despertar a nuestra naturaleza búdica ya presente. Por eso, no intentamos
lograr la iluminación en el futuro. Esto sería un engaño. El futuro y el pasado
no existen. Son simplemente ideas conceptuales. La única realidad siempre se
encuentra aquí y ahora en este mismo momento. No intentes convertirte en Buda.
No intentes esperar hasta que te hayas purificado todo tu karma. Primero, karma
es ilimitado. Nunca llegarás a la meta si esperas hasta que esté limpia.
Segundo, se supone que esta meta se logra algún día en el futuro, el cual no
existe. Por lo tanto, asumir que la naturaleza búdica ya es presente ahora. Date
cuenta de que eres un buda y lo que buscas es lo que está buscando. O sea, la
mente calma lúcida es la mente antes del pensamiento o lo conceptual. Es lo que
llamamos la mente “no sé”. Cuando se dice que eres un buda, ¿qué quiere decir?
La palabra "Buda" no es un nombre propio,
sino un título qué significa "Iluminado" o "Despierto". El
hombre que fue llamado el Buda no nació iluminado, tal como nosotros, no
iluminados; fue sólo después de su iluminación, qué fue llamado Buda
Shakyamuni, el iluminado del clan Sakya. Su nombre fue dado Siddhartha Gautama.
Él nació como príncipe, el hijo de un rey de la parte noroeste de la India.
Aunque estaba destinado a convertirse en gobernante de ese mismo reino al
llegar a la madurez, el joven príncipe se desilusionó con su suerte. Porque vio
que todos los seres vivos estaban sujetos al sufrimiento - el sufrimiento de nacimiento,
enfermedad, vejez y muerte - movido por la compasión, deseaba poder aliviar su
sufrimiento. En sus momentos de profunda reflexión, pensó: "Si continúo
como príncipe y me convierto en rey en el futuro, es posible que pueda ganar
algo de felicidad para mí y para quienes me rodean. ¿Cómo puedes ayudar a todos
los seres a encontrar la felicidad? ¿Cómo puedo salvar a todos los seres del sufrimiento?
Debe haber un camino, y estoy decidido a encontrarlo. Así que pensando, dejó su
palacio, vagó más allá de los límites a los más lejanos de su reino y se
adentró en las montañas buscando el agua para liberarse del sufrimiento, no
sólo para él sino para todos los seres.
Así que el propósito del
Buda fue encontrar la manera de salvar a todos los seres sintientes en todo el
tiempo y el espacio, a todos nosotros hoy en día que sufrimos por haber nacido,
lo cual indica que vamos a morir, por lo menos, este cuerpo, esta personalidad,
este concepto de yo. También sufrimos sabiendo que vamos a enfermarnos algún
día, como acabamos de experimentar con la pandemia mundial de COVID. En todos
los tiempos hay pandemias, pestes, contagios, infecciones bacteriológicas,
contaminaciones que nos matan. Es parte de la vida tratar con estas crisis de
salud colectivas. Además, con la vejez, somos más susceptibles a cualquier bicho
que pase por la populación. Estamos más y más delicados y débiles cada día
hasta que el cuerpo simplemente no puede más. Estos son los hechos de la vida.
Buda vio esto y decidió que iba a salvarnos a todos. Pero ¿cómo?
Tal movimiento por parte del príncipe no fue fácil.
Exigió gran coraje y una fuerte determinación para renunciar al trono,
renunciar a todo y vagar por el bosque vestido con harapos, alimentándose de
limosnas y meditando sin cesar. Puede que no sea tan difícil para algunos de
nosotros renunciar a un poco de comodidad para practicar el zen, o incluso dejar
la casa para convertirse en monje o monja zen, pero para un hombre en una
posición alta, como un rey o príncipe o presidente o gobernador, renunciar a
todo por lo desconocido para buscar la felicidad y la felicidad de otros, eso
no es nada fácil. Quizá es la tarea más difícil del mundo.
Buda estaba dispuesto a
abandonar todo lo cómodo de su vida, la calidez de su hogar y su familia, el
lujo, lo conveniente, lo establecido, lo conocido. Es un arquetipo para todos
lo que requiere para despertarse de verdad y vivir una vida libre del
sufrimiento. Requiere que abandonemos la comodidad de nuestras vidas
cotidianas, los hábitos que nos mantienen en un profundo sueño: las adicciones
a cosas y sensaciones para mantenernos en un trance de ideas y creaciones
mentales para no sentir, no ver, no ser conscientes de lo que es esta vida
misma. Preferimos aferrarnos a nuestras fantasías e ilusiones, nuestros teorías
e historias, para mantener un mundo ilusorio de lo que deseamos que sea, en vez
de lo que es. La práctica consiste en despertarnos a lo que es el mundo en sí,
libre de nuestros deseos, preocupaciones, miedos y aversiones, un mundo libre
de engaños, ilusiones, mentiras, dogmas y delirios.
Entonces, ¿qué requiere para
liberarnos del sufrimiento de nuestra condición como seres humanos? Requiere la
renunciación total. Renunciación significa abandonar nuestro apego a las cosas
y conceptos innecesarios y rendirnos a nuestro verdadero ser, nuestra
naturaleza búdica, nuestra esencia. Así que, renuncia tu adicción a la
comodidad, lo habitual, lo establecido. Renuncia tus ideas, tus conceptos, tus
deseos, tus exigencias, tus expectativas, tus ilusiones. Renuncia toda
esperanza de que el futuro vaya a ser mejor que hoy. Si esperas a la felicidad
mañana, nunca estarás contento ahora. Si quieres algo, consigues algo. Si no
quieres nada, consigues todo. Sin embargo, la verdadera renunciación no se
trata de abandonar las cosas sino más bien es abandonar el poseedor de las
cosas. Si no hay yo, no hay nadie apegarse
a nada. El mundo simplemente es lo que es en este instante.
Pero esto es lo que hizo el joven príncipe Siddhartha.
Dejó atrás a su esposa, su hijo y su riqueza, renunció a todo el poder y la
gloria prometidos que serían suyos para vivir en soledad lejos de los lugares
frecuentados por hombres. Podemos en este punto preguntar: ¿Por qué debería
hacer eso? "La respuesta es: su gran compasión. Lo que lo llevó a hacer
tales sacrificios una y otra vez fue su Gran compasión, su ilimitada simpatía
por los sufrimientos de los demás y su determinación de encontrar una salida al
sufrimiento que todos pudieran pisar. Es sentir gran compasión por encima de
todo que amamos y admiramos a Buda, fue la gran compasión que estuvo detrás de
todos sus sacrificios y todos sus logros.
Buda sacrificó todo por nosotros. Era su compasión que le motivó salir de su palacio, su reino, su mundo y entrar en la soledad de lo desconocido. Él nos dio el ejemplo. Nos ha dado un mapa para recorrer. Lo que tenemos que hacer es abandonar lo cómodo, lo habitual, lo conocido y entrar en la soledad. Cuando nos sentamos sobre el cojín, seguimos el ejemplo de Buda. Al meditar, entramos en la soledad del silencio, el yermo de lo desconocido, la mente “no sé”. Así que abandonamos nuestro palacio de poder y control y nos rendimos al universo de este momento antes de lo conceptual. Arriesgamos todo para la salvación de nosotros y todos los seres del universo. Porque nuestro despertar individual es el despertar universal, puesto que todo está conectado. Si el Buda pudo despertar y liberarse del sufrimiento, entonces todos tenemos esta misma capacidad en esta misma vida, este mismo instante. De hecho, todo ya es iluminación, aunque no nos damos cuenta. No esperes. Libérate de una vez por todas.
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