KARMA Y ORIGEN DEPENDIENTE: LAS CADENAS DEL SUFRIMIENTO
Ozmo Piedmont, PhD
En la escritura SANDOKAI se lee lo siguiente:
Apegarse a los fenómenos es ilusión
Reconocer la unidad no es la iluminación.
Los objetos de los sentidos son interdependientes y
Autónomos a la vez.
La interacción produce envolvimiento.
Si no hay interacción, cada fenómeno permanece aislado.
Los objetos varían en forma y condición
Los sonidos pueden ser placenteros o dolorosos.
Los conceptos refinados y los ordinarios
No se diferencian en la oscuridad
En la luz se distingue lo puro y lo impuro.
“Apegarse a los fenómenos…” es lo que hemos aprendido hacer desde nuestra niñez. Cuando somos niños, tenemos una intuitiva conexión directa a lo Infinito. Alrededor de 7 años, perdimos esta intuición, aprendiendo de la sociedad, los padres, y los maestros, que somos cada uno individuos racionales, intelectuales, y enfocados en el mundo terrenal de los sentidos. El precio que pagamos por este condicionamiento es una experiencia de separación de lo Eterno, creando un deseo fuerte de regreso a casa, con su seguridad, constancia, y paz. Tendemos a sustituir la casa verdadera, lo Infinito, con distracciones de actividad, diversión, ideales, o cosas materiales. Cuando ya hemos tratado de controlar, modificar, dominar, y corregir el mundo por lo racional, lo científico y lo intelectual, cuando ya no nos satisface la nueva compra, la nueva pareja, y el nuevo trabajo, cuando ya hemos cansado de encontrar felicidad en lo cómodo, lo divertido, o lo filosófico, es cuando aceptamos que no podemos continuar con la misma actitud, y nos rendimos al Infinito, pidiendo su ayuda para sanar el agujero vacío que llevamos dentro de nuestro corazón. En el momento de pedir su ayuda, es el mismo momento que reconectamos a lo Eterno. Nos sentamos en la meditación para re-establecer esta conexión con lo Divino. La práctica diaria es la oportunidad de ver la relación de la multiplicidad con la unidad. Pero, ni apegarnos a la multitud de fenómenos ni a la unidad con lo Absoluto es suficiente para comprender la Verdad. Por eso, la escritura dice, “Reconocer la unidad no es la iluminación”, no es suficiente. Hay que apreciar la multiplicidad y la unidad a la vez.
“Los objetos de los sentidos son interdependientes y autónomos a la vez.” Los sentidos nos dan la ilusión errónea de una persona individual dentro de un cuerpo, operando el cuerpo como un fantasma dentro de una máquina, conectándonos con el mundo por medio de los sentidos. Los ojos ven una cosa, dándonos la impresión que el sujeto viendo está separado del objeto visto. En realidad, hay solo un evento pasando involucrando todo el proceso de ver: lo que está viendo, lo que está visto, y la acción de ver. El ego separa estos procesos, creando la impresión de un sujeto aislado e independiente, con sus gustos y disgustos, prefiriendo lo placentero y rechazando lo desagradable. Nuestro karma se basa en intenciones mentales, resultando en consecuencias experimentadas como placenteras y desagradables en nuestras mentes chicas. Pero estas preferencias crean ansias, apego, y un descontento llegando al sufrimiento. Por ignorancia no podemos ver la conexión entre nuestras intenciones, acciones, y consecuencias a nuestro alrededor. Nuestras emociones y sentimientos son los herederos del karma de las intenciones. A su vez, estas sensaciones crean patrones de comportamiento que mantienen la misma cadena de estimulo con reacciones positivas o negativas. Sin embargo siempre hay la posibilidad de despertarnos a la realidad de que somos responsables de nuestro mundo, sea agradable o desagradable. No obstante, es exactamente por esta tensión de opuestos de dualidad que se puede descubrir lo constante de lo Eterno. Se puede transcender esta dualidad, viéndola por lo que es, pasajero y imperdurable, llegando a experimentar la satisfacción constante y permanente en el amor y la paz que se pueden percibir cuando no están cubiertos por los pensamientos agitados de preferencias y rechazos.
Toda circunstancia, todo evento, y toda forma surge debido a una condición anterior, lo que se llama Origen Dependiente. “La interacción produce envolvimiento. Si no hay interacción, cada fenómeno permanece aislado.” Las intenciones mentales producen efectos tan profundos, que toda característica del cuerpo, la mente chica, y las circunstancias del mundo es una consecuencia de ellas. Para volver a nuestra casa verdadera, a lo Infinito, se comienza por prestar atención vigilante a nuestras sensaciones, notando nuestras reacciones, luego absteniéndonos de reaccionar inconscientemente, y pidiendo ayuda al Infinito para saber que es bueno hacer en este momento presente. Ponemos fe en la sabiduría más profunda del Infinito, dejándonos la oportunidad de apreciar el placer más allá de los placeres momentáneos, encontrado por medio del estudio de los sentidos y las sensaciones particulares. Con esto, entendemos lo que es lo relativo. “Los objetos varían en forma y condición. Los sonidos pueden ser placenteros o dolorosos.” Pero cualquier diferencia en lo relativo, se vuelve todo igual en lo Infinito, lo que es lo constante e invariable en todo, representado por el imagen de la oscuridad… “No se diferencian en la oscuridad.” Sin embargo, “En la luz se distingue lo puro y lo impuro.” El imagen de la luz es la sabiduría que puede ver y entender lo imperdurable de los sentidos y la individualidad. No hay separación. Todo es parte y expresión del permanente de lo Eterno, lo que es presente en cada momento, en cada cosa, y no depende en nada. El entender lo que es el karma y la interconexión entre todo por el Origen Dependiente, nos da la oportunidad de experimentar nuestra verdadera identidad como Naturaleza Búdica. Cuando experimentamos esta Realidad en carne y hueso, es cuando de verdad ya estamos en casa.
Bibliografía
Morgan, Daishin. Buddha Recognizes Buddha. Throssel Hole Press: Northumberland, United Kingdom, 2010.
Shasta Abbey. Zen Training. A Special Issue of The Journal of Shasta Abbey. Vol. XIII, May- August 1982. Mt. Shasta, CA., 1983.
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