Distracciones
Rev. Aiden Hall
Throssel Hole Buddhist Abbey, Northumberland–UK —
R Aiden.indd 47 07/06/2011 09:26:46
The Journal of the Order of Buddhist Contemplatives
(Traducido del Inglés al Español por Dr. Ozmo Piedmont)
Estoy sentado en mi escritorio trabajando en algo, dándolo toda mi atención, y de repente, me doy cuenta que estoy soñando despierto, mirando por la ventana a las afueras. Aunque tuve la intención de enfocarme en el trabajo frente a mí, en algún punto me puse distraído. No estoy seguro como esto ocurriera, ni por qué, ni cuándo. De veras, no sé mucho acerca de lo que pasó.
Eso es uno de los puntos más interesantes de la distracción – es la naturaleza de distracción que cuando se distrae, no se da cuenta, hasta que, por alguna razón, se vuelve al presente, dándose cuenta que se estaba distraído. Pensándolo bien, se admite que no estaba presente por un rato, pero no se puede recordar ni identificar el momento preciso cuando se desvió del trabajo en que se estaba involucrado para comenzar a mirar por la ventana soñando. Por eso, es difícil explorar los estados de la mente que se conduzcan a la distracción. Entonces, ¿cómo se puede explorer este area? Durante el tiempo que se está distraído, uno no tiene consciencia de los pensamientos y los alrededores en una forma igual a cuando se está enfocado en el presente. En vez de basarnos en la realidad de lo que somos, donde estamos, y lo que estamos hacienda, nos encontramos en una fantasía o un sueño despierto durante un ratito, sin darnos cuenta de lo que está pasando. Nos sentimos tirados por los sentidos durante un rato. Si estoy mirando por la ventana, puede ser el sentido de la vista el que me distrae, pero muchas veces, es más el sentido de la mente en sí, el sexto sentido en la filosofía budista, el que es consciente de la memorias, pensamientos, sentimientos, y otros objetos mentales, y lo que se incluye con la vista, el oído, el olfato, el gusto, y el tacto cuando se habla de los sentidos. Quizás pienso en lo que va a pasar en las próximas semanas, mañana, o más tarde en el día, o algo que pasó en el pasado. Así, aunque estoy mirando fijamente por la ventana, muchas veces no estoy mirando ni a los conejos, ni a los árboles moviéndose con el viento – mis ojos por casualidad están mirando en esta dirección, pero en realidad estoy pensando en otra cosa muy diferente.
¿Por qué, de repente, nos damos cuenta que nos hemos estado distraídos? En parte, es porque la cosa que nos atraía la atención, aunque sea muy interesante por un rato, sólo puede captarnos la atención por un muy corto período de tiempo. Poco a poco nuestro interés disminuye y se llega a aburrirnos, lo que nos vuelve a lo que estamos haciendo. Por supuesto, hay mucho más pasando, pero si lo que nos captó la atención fuera muy interesante, y pudiera mantenerse durante mucho tiempo, entonces seguiría atrayéndonos la atención sin fin. Pero en el mundo diario, mirando por la ventana no es tan interesante, y estas distracciones que nos rodean, incluso los mentales, son todos chicos y llegan a su fin. Se gastan, a veces muy rápidamente, a veces después de mucho tiempo, pero siempre vuelvo a tener consciencia de lo que estaba haciendo. El estímulo de un sentido también puede volvernos al presente, como cuando se oye un sonido que nos vuelve a tener consciencia del ambiente, o como cuando suena el teléfono, o una necesidad de cambiarse la posición del cuerpo. Estos estímulos pueden cortar la distracción y reconectarnos con nuestra realidad física. Pero el hecho de que he vuelto al presente, no me ha dado la habilidad de ver el mecanismo de la distracción. Esta habilidad no se basa en un análisis de lo que pasó, lo que solo nos daría conclusiones basadas en nuestras memorias, sino se requiere ver directamente a lo que está pasando. Sin embargo, vale la pena investigar el porqué se desvía la atención.
Un ejemplo útil es el internet, el que tiene distracciones infinitas. Si se mira a un sitio especial, como el BBC, puede ser que me interese solo una cosa específica. Pero se da cuenta que en cualquier página del internet, hay una pestaña que puede conectarte con otra cosa más interesante, lo que me distrae en el momento muy fácilmente. Entonces, lo que comenzó como un intento de ver el pronóstico meteorológico, se pasa a una página sobre fósiles humanos encontrados en China revelándonos una nueva especie de ser humano – ¡algo muy interesante! – pero en esta página hay otro link de un artículo sobre planetas en órbita alrededor de una estrella distante, los que puedan soportar vida – también interesante. Luego, en esa página hay otro link, y así se va pasando, una y otra vez. Todo es interesante y disponible al click del ratón, dándome la oportunidad de leer cosas que ni sabía antes que me interesaran. Pero allí están, presentándose en una forma muy atractiva, y fácilmente puedo convencerme que debo enterármelos. Tal es la función infinita del Internet, que sigo entrando en todas estas páginas, una tras otra, para enterarme, y a pesar de que puede ser interesante, o informativo o educacional, no obstante, siempre hay otro link sin fin. De la misma forma se puede jugar con You-Tube, con más videos que se puede ver en una vida entera. Comienzas buscando publicidad de una lavadora, lo que sigue a una publicidad relacionada que puede ayudar, y luego otra selección de otros videos con otra información en otra área paralela, y así se llega a ver los videos con menos relevancia a la lavadora original, pero todo sigue más y más interesante. Una forma de apoyo en el monasterio es cuando estás atrapado en un círculo sin fin en You-Tube, siempre suena una campana para informarte que es la hora de hacer algo, o una comida, o una ceremonia, algo que deberías estar haciendo. Cuando suena la campana, te das cuenta de repente que se han pasado 10 minutos, 20 minutos, o ¡hasta 3 horas! (¡Ojalá no tanto tiempo!) De cualquier forma, es muy parecido a cuando se pierde en los pensamientos, a pesar de que siempre yo estuviera en control del ratón de la computadora. En cierto sentido, me dejé llevar por la data sensorial. No importa si se me informaba, o se me divertía, a fin de cuentas, no era lo que quería hacer en este momento. Y cuando lo pienso bien, fue un desperdicio de mi tiempo.
Creo que este sentimiento de que fue un desperdicio del tiempo es una pista revelándonos que estamos desviándonos en distracciones. Las distracciones del Internet son infinitas, y por eso, poco a poco, me doy cuenta, en medio de la distracción, que me siento incómodo con lo que se está pasando. Si fuera solo un momento mirando por la ventana, podría volverme al trabajo que hacía. Pero lo atrayente infinito del Internet me mantiene distraído hasta que se surgiera este sentimiento de incomodidad entrando en mi consciencia – alguna parte de mi sabe que no estoy hacienda lo que debo hacer en este momento. Como crece el sentimiento, me doy cuenta además de mis motives cada vez que hago un click con el ratón, se comienza a revelarse que hay un deseo muy sutil buscando una distracción – quizás algo que me puede quitarme de lo mundano o aburrido de lo que estoy hacienda. Esta sensación de la mente aferrándose a cualquier distracción es importante de ver – estoy solo buscando cualquier cosa más interesante o más divertido a lo que estoy involucrado en este momento. Esta sensación de sentirse incómodo es un aspecto de lo que el Buda señaló en la primera Verdad Noble: la existencia de dukka. Muchas veces se traduce dukka como sufrimiento, pero la palabra cubre muchas áreas muy sutiles de incomodidad, incluyendo lo insatisfactorio y el descontento. En la segunda Verdad Noble, el Buda explica que dukka se crea a causa del apego o la adhesión. Otra forma de describirlo es cuando no se acepta la realidad presente, deseando que las cosas sean diferentes de las que son ahora. En la situación desviándose en el internet, el hecho de que estoy buscando algo más emocionante muestra que en algún nivel pienso que la forma de las cosas en este momento no es adecuada. Estoy buscando algo exterior para satisfacerme o realizarme por completo, porque tengo la sensación que se me falta algo. Esta sensación de algo faltándose puede estar relacionada con lo que estoy haciendo en el momento presente, pero además puede tener mucho que ver con la inhabilidad de aceptarme como soy. En algún nivel tengo la sensación de que algo me falta en mí mismo, y estoy buscando cosas exteriores para llenar este agujero interior.
Esto es un área muy productiva por explorar, tanto en la meditación como en la práctica espiritual cotidiana. La gente viene a la práctica espiritual o religiosa porque tiene esta sensación que se le falta algo, y espera que la práctica vaya a proveer lo que busca, o por lo menos se puede identificarlo. Mi experiencia en la práctica hasta ahora me ha permitido la oportunidad de preguntarme ¿por qué creo que algo se está faltándome en sí? Hay una suposición allí que se puede cuestionar, lo que puede llevarte a dejar la búsqueda por lo que se falte, y comenzar a mirar y valuar lo que hay presente aquí y ahora. Esto no es lo mismo como asumir que no se le falta nada – esto sería como sustituir una suposición con otra – es estar dispuesto a reconocer y soltarme de toda suposición que tenga, para mirar y ver directamente a lo que es la realidad en sí en el momento presente. He descubierto que la habilidad de sentarme sin movimiento, sintiendo la sensación de incomodidad, luego percibiendo la consecuencia que siento cuando sigo la distracción, me ayuda para explorar esta área, sea la computadora o cualquier otra distracción en la vida. Explorando esta incomodidad, tengo más capacidad de evaluar si de verdad quiero hacer el click al próximo link. Puede ser muy interesante, puede ser que consiga más conocimiento de lo que no tenía antes, pero a pesar de que pudiera ganar mucho conocimiento, no puedo conocer todo. No puedo hacer todo tampoco: puedo pasar el tiempo siguiendo los links, o puedo mantenerme enfocado en lo que estoy haciendo ahora mismo. Para todos nosotros hay cosas que queremos hacer en esta vida, y durante los próximos 10 minutos, ¿de veras necesito aprender más sobre el ciclo reproductivo del ratón de Mongolia Interior (lo que de hecho es bastante interesante, porque cuando ellos…), o prefiero apagar la computadora y salir para darme un paseo afuera?
Volviendo a la meditación: es un poco diferente, puesto que no se realiza ninguna actividad; estamos simplemente dispuestos a estar aquí y ahora, para ver lo que está pasando por la mente, dándonos cuanta de lo que se está pasando justo aquí en este momento. A veces se nota que estábamos distraídos, a veces es más la sensación de que somos presentes, atentos y conscientes. Es una tentación muy fuerte a juzgar la mente atenta como mejor que la mente distraída, pero de hecho, no estamos intentando hacer una mejor que la otra. Eso sería como “intentando pensar” o “intentando no pensar”. Es mucho más un sentido de confiar en la meditación y dándose cuenta que a pesar de que a veces somos distraídos y a veces más enfocados, todos esto pensamientos son como las olas sobre la superficie del océano, a veces son tranquilas, y a veces son agitadas, pero el océano es mucho más grande que ellas, y la meditación es más grande que ellas. Si se está captivado por las olas del océano en su superficie, entonces se pierde la profundidad del océano. Dándonos a la meditación, estamos dispuestos a sentarnos una y otra vez, lo que es un acto de gran confianza, y parte de esto es confiar que incluso cuando estamos distraídos, sin embargo, seguimos sentados meditando todavía. Seguimos existiendo como seres humanos – seguimos aquí mismo, justo aquí, y esta existencia no depende en la medida en que podamos darnos cuenta de ello. No tenemos que forzarnos en siempre ser auto-conscientes o auto-atentos, podemos simplemente dejar las cosas ser justo como son, y confiar en ellos. Es parte de la naturaleza de la mente que hasta si intentáramos controlar y enfocarnos todo el tiempo, siempre pasaría momentos en que no se puede, y se vuelve distraído. Es cuando se enfrenta con la realidad de cómo somos. En la meditación, podemos verlo una y otra vez, y parte de la naturaleza compasiva de la meditación es la aceptación de esta parte de nuestra naturaleza humana, viendo que todo es parte de la forma en como nos funciona la mente. Hay más a la meditación que estos estados pasajeros de la mente, porque además, se puede confiar en el deseo verdadero, la intención que nos ha traído a la meditación. Sabemos que queremos darnos a esto, y tenemos un sentido del porqué sería bueno hacerlo, hasta si no podemos ponerlo en palabras claras. Estamos dispuestos sentarnos, con o sin distracción, y eso nos anima para mirar a lo que significa “sentarse sin movimiento” cuando estamos distraídos. ¿Qué es “la actividad y la inactividad” juntas de la meditación, lo que sigue expresándose todavía, a pesar de que la mente está enfocada o distraída? ¿Es cierto que la meditación solo puede practicarse cuando se está en un estado particular y no cuando se está en otro estado? ¿La meditación depende en circunstancias y condiciones especiales? Si pensamos eso, entonces significaría que mucho de la vida cotidiana sería excluido de la meditación, y como seres humanos con mentes que se desvían constantemente, ¿cómo podríamos jamás saber la Verdad? De nuevo, esto es un área que cada uno de nosotros deberíamos investigar en la meditación – sin hacer ninguna suposición anterior, solo estar dispuestos a mirar y ver como son las cosas como son. Creo que mirando a la naturaleza de la distracción en esta forma me ayuda a tener menos la actitud agresiva hacia las distracciones. No son tanto dificultades para superar, sino más bien una parte rica de la experiencia del ser humano. Pero tampoco tengo que ser un esclavo a ellas. Las distracciones pueden surgir en un momento, y desaparecer en el próximo, pero la meditación nos enseña a apreciar que estamos sentados sin movimiento dentro del movimiento continuo de la mente.
Notes
1. A reference to the line “…neither trying to think, nor trying not to think; just sitting, with no deliberate thought, is the important aspect of serene reflection meditation.” This is from the translation of Great Master Dōgen’s Fukanzazengi (Rules for Meditation) in The Liturgy of the Order of Buddhist Contemplatives for the Laity, 2nd Ed. (Mt. Shasta, CA: Shasta Abbey Press, 1990) p. 98.
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