EL CAMINO MENOS TRANSITADO DEL ZEN
Charla Dharma 13/JUL/2014
Rev. Hyonjin Sunim
El poeta estadounidense Robert Frost (1874-1963) escribió, “Dos caminos se
separaron en el bosque, y yo…Yo tomé el menos transitado. Esto marcó toda la
diferencia.” Este poema sugiera un aspecto de la Vía espiritual, nuestra
capacidad de arriesgarnos, dispuestos a seguir una ruta bastante diferente y
menos segura.
La vida nos presenta condiciones y circunstancias exigiendo una
elección entre lo conocido, el camino más transitado por la mayoría de la
gente, u otro camino, menos transitado, menos conocido, y menos cómodo. Estos
dos caminos pueden representar por un lado lo que el mundo considere una vida
exitosa basada en consumismo, competencia, estatus, y fama. En cambio, hay otro
camino sencillo basado en compasión, servicio, benevolencia, y ecuanimidad. El
mundo dirá “¿Por qué quieres eliminar los deseos, las pasiones, y las
sensaciones? Son lo que da sentido a la vida. Sin estos, no se puede vivir.” Y
así rechazan cualquier consideración de algo diferente. No se dan cuenta del
descontento conectado con adquirir más y más cosas para llenar el hueco
doloroso en su pecho, o el hecho de que nada es suficiente para satisfacer su
sed y hambre emocional, o que nadie cumpliera sus requisitos de una pareja
perfecta para hacerles felices para siempre. No entienden que el camino más
transitado sólo les llevará al sufrimiento, frustración y la desilusión. Pero
para elegir el otro camino, el menos transitado de la vida espiritual, requiere
el valor para dejar atrás todo lo que la sociedad, la familia, las escuelas, e
incluso las religiones recomiendan, para explorar lo desconocido de nuestro
mundo interior. Al principio, este camino puede parecer espantoso, como caminar
por las tinieblas de un bosque en la noche con una tormenta formándose arriba y
un sendero sinuoso frente a nosotros cubierto con piedras y maleza a los lados,
todo colina arriba. Sin embargo algo en
nosotros nos llama, animándonos para seguir adelante, sabiendo que es el único
camino sensato para liberarnos del sufrimiento, o sea, el camino del zen. Pero
ni estamos seguros de lo que esto significa, a pesar de que unos pocos nos han
contado que por medio de este sendero, se encuentra la alegría y la paz. Pero
no es nada fácil, ni estamos seguros porque, en la oscuridad, sólo podemos ver
el próximo paso justo frente a nosotros.
Hasta que comenzamos una práctica espiritual,
solemos tomar el camino más transitado, el camino de nuestros patrones
habituales de reacciones basadas en codicia, culpa, proyección, frustración, y auto-engaño.
Son hábitos que se solidifican por tanto uso que poco a poco llegan a pasar
desapercibidos. Requieren un nuevo hábito de prestar atención con plena
consciencia a lo que estamos haciendo, pensando, y asumiendo en este momento.
No estamos acostumbrados a reconocer lo que estamos haciendo ahora mismo, en
este momento preciso del día. Además, preferimos pensar en generalidades, lo
que es otro obstáculo a la clara percepción de la mente. No nos damos cuenta de
la enorme cantidad de mensajes, influencias y condiciones recibidas de otros influenciándonos
inconscientemente nuestras supuestas libres elecciones. Nuestra forma de
experimentar el mundo es una construcción de ideas proyectadas a nuestro alrededor
fundadas en premisas no examinadas. Nuestro condicionamiento ha hecho todo lo
que percibimos y cómo percibimos tan obvio que ya ni siquiera consideramos
otras formas nuevas y distintas. Aunque parece complicado, lo que requiere de
hecho es sólo un momento para tomar una pausa y mirar a lo que está pasando
dentro de nosotros. Para comenzar, meditamos para calmar la mente, dejándola
tranquilizarse hasta que sea transparente, atentos a lo que ocurre, revelando
su contenido como un espejo limpio. Luego aplicamos esta mente calma y lúcida a
cada momento de la vida cotidiana.
Así es la Vía espiritual. Quizás ya nos hemos
dado cuenta que lo insatisfactorio de la vida tiene más que ver con nosotros
mismos y menos con lo que percibimos afuera, o sea, somos nosotros mismos el
denominador en común en todas las circunstancias. Cuando por fin reconocemos
este hecho, nos anima a mirar más profundamente adentro. Aprendemos en zen que
tenemos que cultivar nuestra atención vigilante, pausando un momento para examinar
nuestra vida en vez de seguir funcionando en los mismos hábitos de cuerpo,
habla, y mente. Si queremos encontrar el equilibrio y armonía en nuestras
vidas, tenemos que estar dispuestos a considerar cómo nosotros influenciamos y
literalmente creamos nuestro mundo. Tenemos que considerar lo que está pasando
debajo de las reacciones habituales. Un obstáculo bloqueándonos en este proceso
es la tendencia de tratar por encima los detalles particulares de un problema,
prefiriendo a generalizarlo, lo que indica que la mente chica está resistiendo
usar la plena atención requerida para enfrentar un comportamiento disfuncional
y así tomar responsabilidad por ello, cambiándolo si es necesario. Pero lo que
surge la mayoría del tiempo obstaculizando el proceso es simplemente la idea,
“No quiero hacerlo.”
Esta tendencia de resistencia en la forma de
“No quiero hacerlo” es un impedimento a nuestro progreso en la Vía espiritual,
obstaculizando nuestra capacidad de hacer elecciones más sanas. El Buddha
describió esta tendencia como “pereza y torpeza.” Es la tendencia de apegarnos
al estado en que nos encontramos, resistiendo la ley natural de impermanencia,
exigiendo que procedamos al próximo estado apropiado que se presenta en
cualquier momento. Sin embargo, la mente chica resiste este fluir armonioso de
un estado a otro. Por ejemplo, muchas
veces resisto el momento de sentarme para meditar en las tardes, prefiriendo
seguir trabajando, escribiendo, o leyendo, en vez de soltar la actividad y
pasar al cojín. La mente chica dice, “No quiero ahora, quizás en un rato.” Sin
embargo, este rato a veces no llega, y termino el día sorprendido que no medité y ya estoy demasiado cansado hacerlo. Físicamente
puede parecer más cómodo continuar sentado trabajando en la computadora, pero
sería mejor enfrentar este impedimento de torpeza, soltando el estado en lo que
me encuentro, para pasar al próximo estado presentándose.
Lo importante es estar dispuesto a funcionar
en maneras nuevas basadas en lo Desconocido, el sendero menos transitado.
Cuando elegimos de una forma inhabitual, nos deja estar en contacto con nuestra
humanidad, sintiendo nuestra profunda vulnerabilidad e impotencia justo debajo
de la superficie cubierto por una creencia falsa que siempre sabemos
exactamente qué hacer en cada momento.
Tenemos que admitir que no somos el centro del universo y no tenemos
control absoluto de todo. Esta admisión consciente puede ser liberador,
dejándonos soltar la idea de un yo falso, ciego y rígido, desesperadamente
usando hábitos viejos para protegerse y sobrevivir al costo de los demás. No
obstante, cuando soltamos estas creencias falsas, nos asombra como la vida
puede fluir con tanta sencillez y armonía con todo como expresión de nuestro
auténtico ser, la Mente Universal. Caminar este sendero requiere que trabajemos
con energía, determinación, y confianza para seguir caminando en la dirección
de lo Desconocido. El Buddha enseñaba que tenemos que rechazar la pereza y la
torpeza cuando surgen. Como una maestra zen solía decir, “Tenemos que hacer el esfuerzo, los buddhas sólo pueden señalar la
Vía.” Somos capaces de simplemente tomar el próximo
paso al Desconocido, explorando nuestras mentes una y otra vez, revelando el
sendero seguido por los buddhas y bodhisattvas de antaño, los que nos protegen
y nos guían siempre que estamos abiertos a su apoyo. No sean engañados por las
ideas de la mente chica diciendo que es difícil o imposible. ¡Ánimo! Cada paso
en la Vía importa porque nos llevará a la Meta. Es un proceso facilitado por
tener la voluntad de seguir adelante sin rendirse a las voces desalentadoras,
ni de los demás ni de nuestra propia mente.
Hay que seguir despertándose con una práctica basada en sinceridad y
constancia para que hiciéramos elecciones más sabias en nuestra conducta. De
esta forma, realizamos nuestra parte pequeña en un proceso guiándonos por el
sendero, llevándonos a la Iluminación final, y así marcando toda la diferencia
por una vida asombrosa.
Bibliografía
Frost, Robert. “El Camino Menos Transitado.”
McGuire, R.M. Meiten. “At the Crossroads: Making choices.”
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