EL PRESENTE ES ETERNO
Charla Dharma 20/JUL/2014
Rev. Hyonjin Sunim
Comenzamos caminando el sendero de
los Buddhas con la expectativa de que hay algo en el futuro a lograr, que
nuestra salvación reside en algo que no hemos encontrado todavía. Por tanto estamos
convencidos de que mañana será mejor que hoy. La verdad es que mañana no existe
más allá de una idea hoy.
El tiempo es una ilusión. De hecho, no hay más que este momento presente aquí y ahora. No hay salvación ubicada en el mañana. No hay un punto en el futuro para alcanzar en el que todo ya está resuelto, porque el punto es sólo ahora. Este momento presente es el único punto real, y ya lo has logrado. Es sólo que no te das cuento de ello. No te has despertado a este momento importante, puesto que sigues imaginando que este momento presente no es suficiente, no es importante, y sigues pasando por alto el presente buscando algo mejor, algo ilusivo fuera de tu alcance. Pero esto es delirio, una ilusión basada en el hecho de que no estamos satisfechos con lo que se presenta en el presente, no valoramos este momento como es. Consideramos el presente siempre como faltando algo, como un obstáculo a superar. Sin embargo, este presente no es el enemigo.
GRACIAS POR SU APORTACIÓN EN APOYO DE LA SANGHA MBZ.
El tiempo es una ilusión. De hecho, no hay más que este momento presente aquí y ahora. No hay salvación ubicada en el mañana. No hay un punto en el futuro para alcanzar en el que todo ya está resuelto, porque el punto es sólo ahora. Este momento presente es el único punto real, y ya lo has logrado. Es sólo que no te das cuento de ello. No te has despertado a este momento importante, puesto que sigues imaginando que este momento presente no es suficiente, no es importante, y sigues pasando por alto el presente buscando algo mejor, algo ilusivo fuera de tu alcance. Pero esto es delirio, una ilusión basada en el hecho de que no estamos satisfechos con lo que se presenta en el presente, no valoramos este momento como es. Consideramos el presente siempre como faltando algo, como un obstáculo a superar. Sin embargo, este presente no es el enemigo.
Todo esto es proyecciones de la mente
basadas en las experiencias de los 6 sentidos: ver, oír, olfatear, gustar,
tocar, y pensar. Estas sensaciones son todo lo que hay, nada más. Buddha enseñaba
que al ver, hay sólo lo visto, al oír, sólo lo oído, al olfatear, sólo lo
olfateado, al gustar, sólo lo gustado, al tocar, sólo lo tocado, y al pensar,
sólo lo pensado. Es todo. Las cosas son simplemente como son, nada más. Creemos que hay
alguien viendo mediante la acción de ver, y un objeto visto. Sin embargo, en el
momento de percepción, el momento preciso de percatar, no hay objeto visto por
un sujeto, hay sólo una experiencia pura de ver sin alguien viendo. No hay dos,
no hay dualidad. Luego, asociamos la experiencia con alguien haciéndola,
proyectando nuestra creencia de un ego, un yo real, separado del mundo, que está
creando contacto con algo exterior a sí mismo. Pero el Buddha, en sus
meditaciones, buscaba este yo individual y separado, y no lo encontró. Afirmaba
que no existe. Hay sólo la experiencia en sí surgiendo en la consciencia. Esta
consciencia es la Mente Universal. No hay dos Mentes en el universo, es todo
sólo Mente, o conciencia, o percepción, o atención. El punto es que la creencia
en un yo separado nos distancia de la pura experiencia en sí, la que es
completa y perfecta como es. Creyendo que hay un yo creando esta experiencia,
proyectamos una historia de lo que significa, un cuento de hadas basado en
memorias del pasado y fantasías del futuro, pero sin percatar la plenitud y perfección
de este momento preciso como es. Es la condición humana de filtrar experiencia
directa a través de un filtro mental de samskaras, o estructuras mentales,
basadas en ilusiones de deseo, aversión y delirio. El resultado crea
sufrimiento, puesto que nunca estamos satisfechos con este momento presente,
distorsionando la percepción pura de la experiencia sensorial en algo dividido
y complicado por ideas y pensamientos. Cuando las cosas salen bien, es un día bueno, y cuando no salen bien es un día malo.
Pero, de hecho, no hay día bueno ni malo,
hay sólo día manifestándose en este momento. Hay sólo el universo entero
revelándose mediante la forma de día aquí y ahora. Todo el resto es simplemente
una historia que creamos en cuanto a la idea de día. Esta historia es la que nos decimos a nosotros
mismos sobre lo que significa este día, y esta construcción de la historia se
basa en estas tendencias mentales, las samskaras, las que llevamos de vida tras
vidas como nuestra tendencia kármica en nuestro corriente de consciencia
personal. Es decir, basado en nuestra memoria sobre todos los días anteriores,
incluso días vividos en vidas anteriores, comparamos y contrastamos este día, y
luego decidimos si es bueno o malo, creando una división en nuestra mente de
gustos y disgustos, en vez de simplemente ser plenamente presente con la pura
experiencia de este día manifestándose en este momento. Y de hecho, la realidad
de este día desnuda de evaluaciones, críticas, y comparaciones, no es tan malo
justo como es. Se descubre que este día absolutamente ordinario, es al mismo tiempo
absolutamente extraordinario. Tenemos la oportunidad en cada momento de
descubrir que este momento, justo como es, es simplemente perfecto en sí. En
esta percepción sencilla y plena, percibimos la realidad de una forma
extraordinaria, y esta capacidad, esta percepción sencilla y extraordinaria, es
lo que el Buddha descubrió, y es lo que nosotros podemos redescubrir también.
En este sentido, la misma consciencia de Buddha es nuestra consciencia, y
percatamos que nosotros y Buddha somos esta misma esencia, esta misma fuente de
consciencia, y comenzamos a apreciar lo hermoso es estar vivo en este cuerpo en
este momento con estos sentidos funcionando justo aquí y ahora.
Así, se puede encontrar satisfacción
completa en simplemente ver, oler, comer, oír, o simplemente caminar. Se puede
observar plenamente caminar, con todos los sentidos sin añadir nada, sin comparaciones,
sin recuerdos, sin disgustos o críticas, y llegar a ser uno con caminar. Es lo
mismo con todos los sentidos. Se percata que hay algo justo aquí en el cual no
hay ninguna necesidad de mejorarlo. Vivir plenamente consciente en esta forma
es vivir como Buddha. Se descubre que no es necesario esperar algo mejor en el
futuro: lo mejor ya es presente, no hay nada más, no se puede perfeccionarlo
más, ya es perfecto. Esta apreciación no excluye tu capacidad de vivir tu vida,
continuamente descubriendo más y más profundamente lo hermoso de todo. Y no
estamos separados en esto: tú y yo y todo es parte de esta esencia manifestándose
en formas infinitas, como las olas del mar, cada una distinta mientras que ninguna
está separada nunca del mar, siempre son el mar, y el mar es la ola, o sea,
forma es vacío y vacío es forma, otra manera de expresar, tu eres esta esencia
del universo, y el universo entero está manifestándose en ti y yo en este mismo
momento. No hay dos, es todo único,
mientras que todo aparenta distinto en su forma. Un bolígrafo no es lo mismo
como una taza, sin embargo, puesto que los dos son vacíos de una realidad
separada y permanente, son en realidad la misma esencia del vacío revelándose
en dos formas, como dos olas a la vez. Somos todos
esta misma esencia, la misma presencia en todo. Y cuando te das cuenta de esto, no solo mentalmente,
sino en la pura experiencia en sí de no-dualidad, entonces lo que acompaña la
experiencia pura es amor. Comenzamos a experimentar que no hay división, no hay
separación, todo es un aspecto de nosotros mismos, y por esto, amor abundante
sigue fluyendo por todos, ya que esta esencia es fundamentalmente amor y
sabiduría. Se descubre que no necesitamos nada más, que tenemos todo lo que
necesitamos justo aquí en este momento, mientras que no hay resistencia al
fluir natural de todo, cambiándose en cada momento, nada permanente, nada fijo,
todo vacío, todo completo en sí.
El Buddha descubrió lo mismo hace
2,500 años. Él intuyó que le faltaba algo. Se dio cuenta que no podía contar en
cosas exteriores por su felicidad ni su seguridad, puesto que todo es
impermanente y transitorio, y por eso, son causas de descontento e
insatisfacción. Frente a la experiencia de los tres mensajeros divinos, su
percepción de enfermedad, vejez, y muerte, se dio cuenta que esto le iba a
pasar a él y a todos, y que ninguna cosa en sí duraba para siempre, así que
ninguna cosa podría proveer la seguridad de felicidad completa y permanente. Sin embargo, había un cuarto mensajero divino,
un renunciante u hombre espiritual. Este mensajero representaba que hay otra
forma de vivir basada en renunciar lo que nos causa problema, efectivamente,
nuestros apegos. Entonces, El Buddha comenzó a buscar algo más, algo duradero,
constante, y confiable en su vida, distinto de la forma habitual de aferrarnos
a cosas transitorias. Divagaba años en encontrarlo. Pero su propio descontento
le despertó a la verdad. Irónicamente, aunque el cuerpo en sí era limitado, impermanente,
y causa de sufrimiento, no obstante, mediante el cuerpo y los sentidos, se
despertó al hecho de que, si renuncias tu apego a los placeres de cuerpo, si
sueltas tu apego mental a las ideas, comparaciones y críticas de las
experiencias, si puedes fluir con todo de una forma sencilla y natural, se
descubre algo maravilloso, que la felicidad siempre es presente y accesible. Al
redirigir la luz de su consciencia adentro, dejando atrás su enfoque en cosas
exteriores y limitadas, se encuentra algo perfecto, eterno, y constante. ¿Qué
es esto? No se puede describirlo ni nombrarlo, no obstante es en todo momento,
todo es una manifestación de esto, lo eterno, la Fuente.
Todos tenemos la capacidad de volver
nuestra atención adentro y encontrar esta Fuente. Nos sentamos en el cojín y
enfocamos la plena atención, la atención vigilante, en este momento, observando
todo como surge, dura un rato, cambia, desaparece, y se reemplaza con otro
momento de otra sensación. Todo ser puede experimentar directamente el punto
justo que incluye todo, el universo entero, esta presencia vital siempre
presente. Se descubre mediante este cuerpo, esta mente chica, estos seis sentidos.
Cuando se tranquiliza la mente, cuando estamos completamente presentes, atentos
a este momento preciso, con la mente calma y lúcida, entonces se experimenta lo
que se llama samadhi, la mente libre de deseo, aversión, y delirio. Samadhi revela la mente libre y se experimenta
como felicidad pura con la capacidad de ver las cosas simplemente como son, sin
distorsión. Esto es prajña o sabiduría innata. Al darse cuenta de esto, se
libera al mismo tiempo amor puro, libre de delirio y autoengaño. No es necesario
eliminar los sentidos, ni cerrarlos, rechazarlos, ni dejarnos enredar, lo que
no es libertad. Evitando estos dos extremos, pasamos más allá de la dualidad,
no renunciando el cuerpo y los sentidos, sino renunciando el apego a ellos,
aceptándolos por lo que son, vehículos de experiencias transitorias, revelando
lo Eterno y Constante. Puedes disfrutar los sentidos mientras que no te apegas
a ellos. Y esta experiencia directa es tanto placentera como útil, abriéndonos
al descubrimiento de nuestro verdadero ser, esta presencia pura, perfecta, e
ilimitada. La naturaleza de la mente es
luminosa. Más que prestas atención a ella, más la mente brilla. Nuestras mentes
son luz y amor. Todo es esta luz, no hay dos. Esta luz actúa en el mundo como
amor. Aunque todo cambia, es vacío de un yo permanente, al mismo tiempo no se
necesita aferrarse a este vacío, y no se necesita protegerlo tampoco, puesto
que no hay nadie haciendo nada, todo simplemente ocurre en sí sin alguien
creándolo. Y esto te libera de
preocupación, descontento, y agitación mental. Las kleshas de codicia, aversión
y delirio se trasforman en amor, compasión y sabiduría, y se da cuento de una
alegría profunda de ecuanimidad y equilibrio sin dependencia en ninguna cosa ni
sensación, mientras que toda cosa y sensación revela la Verdad de lo Eterno.
Bibliografía
Howard
Cohn. “Dharma Talk Insight Meditation” You Tube.
Accesado 20/JUL/2014
https://www.youtube.com/watch?v=h3pmeXgIhc8
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