¿ZEN ES DIFÍCIL
O FÁCIL?
Charla Dharma 11/ENE/2015
Rev. Hyonjin Prajna
Intentando eliminar las pasiones
sólo empeora la enfermedad;
Correr hacia la Talidad verdadera
también es un error.
No hay obstáculos en circunstancias
mundanas según tu suerte:
“Nirvana” y “nacer y morir” son
igualmente ilusiones.
(Ta Hui, 2013:9)
Algunos consideran que el Zen es
difícil. Algunos consideran que el Zen es bien fácil. Todo depende de nuestro
punto de vista mental. Si decimos que es difícil, o incluso que no podemos
practicarlo, entonces es así. Creamos
nuestros propios obstáculos. Cuando complicamos la vida con la mente
discriminativa, con sus prejuicios, críticas, y opiniones, todo se vuelve casi
imposible. La práctica del Zen requiere una mente abierta, dispuesta a
arriesgarse, soltando todo el diálogo interior manteniendo lo negativo de los
pensamientos. Para ilustrar, Seung Sahn contó una historia (Seung, 2006) de una
familia que vivió hace mucho tiempo en China...
El papá se llamaba El Laico Pang. Él y su familia practicaban el Zen con mucha dedicación. Aunque El Laico Pang era muy rico, se dio cuenta que mucha gente no tenía lo suficiente para comer. Por tanto, regaló todas sus tierras a los granjeros. Tenía muchas joyas preciosas y posesiones caros, pero pensó que si regalara todas estas cosas materiales a los pobres, sólo les crearía a ellos las mentes codiciosas. Así que tomó todas sus posesiones y joyas a un bote, y llevándolos al medio de un lago, los botó todos al agua. Luego se fue con su hijo para vivir en una cueva. Mientras tanto, su esposa e hija se mudaron a vivir en una casa pequeña. De vez en cuando los miembros de la familia se unieron para visitar templos Zen y platicar con los monjes. Llevaban una vida sencilla, y practicaban con mucha dedicación.
El papá se llamaba El Laico Pang. Él y su familia practicaban el Zen con mucha dedicación. Aunque El Laico Pang era muy rico, se dio cuenta que mucha gente no tenía lo suficiente para comer. Por tanto, regaló todas sus tierras a los granjeros. Tenía muchas joyas preciosas y posesiones caros, pero pensó que si regalara todas estas cosas materiales a los pobres, sólo les crearía a ellos las mentes codiciosas. Así que tomó todas sus posesiones y joyas a un bote, y llevándolos al medio de un lago, los botó todos al agua. Luego se fue con su hijo para vivir en una cueva. Mientras tanto, su esposa e hija se mudaron a vivir en una casa pequeña. De vez en cuando los miembros de la familia se unieron para visitar templos Zen y platicar con los monjes. Llevaban una vida sencilla, y practicaban con mucha dedicación.
Un día, alguien preguntó al Laico
Pang si el Zen era difícil o fácil. El Laico Pang contestó, “¡Oh, es muy
difícil!”
Entonces, este hombre pensó, “Bueno,
el Zen debe de ser muy difícil.” Luego preguntó a la esposa del Laico Pang, “Tu
esposo dice que el Zen es muy difícil. Te pregunto entonces si el Zen es
difícil o fácil.”
Ella dijo, “¡Oh, el Zen es muy
fácil! ¡Es como tocar su nariz cuando estás lavándote la cara en la mañana!”
El hombre no pudo entender. Pensó a
sí mismo, “Hmmm…El Laico Pang dice que el Zen es difícil, y su esposa dice
que es muy fácil. ¿Cuál tiene la razón?”
Así que acudió al hijo y dijo, “Tu papá dice que el Zen es muy difícil, y tu
mamá dice que es muy fácil. ¿Quién tiene razón?”
El hijo respondió, “Si crees que es
difícil, entonces es difícil. Si crees es fácil, entonces es fácil. ¡No hagas
ni difícil ni fácil!”
Sin embargo, el hombre no estaba
satisfecho, y acudió a la hija. “Todos en tu familia tienen respuestas
distintas a mi pregunta. Tu mamá dice que el Zen es fácil. Tu papá dice que es
difícil. Y tu hermano dice que no haga ni difícil ni fácil. Pues, ya te
pregunto, ¿es el Zen difícil o fácil?”
Ella simplemente le miró diciendo,
“Vete a tomar un té.”
¿Qué significa esa historia?
La mente dualista, la mente que
divide el mundo en bueno y malo, me gusta no me gusta, crea nuestra realidad.
Hay algunos que necesitan experimentar el Zen como algo muy complicado, un reto
a superar, algo que requiere todo nuestro esfuerzo y energía, luchando día y
noche, hasta lograr la meta de liberación mediante la purificación, la
abstinencia, y el sacrificio. Es el camino del héroe, el que pelea con todos
los demonios, tantos los exteriores como los interiores, con valor y
determinación, superando todo obstáculo, hasta que el bueno vence al malo.
Otros descubren en el Zen el camino sencillo sin deseos, sin obstáculos, todo
fluyendo de una forma natural. No hay nada lograr ni superar, simplemente
prestar momento a momento a lo que está surgiendo, soltando nuestros apegos e
ideas, para volver una y otra vez a nuestra esencia, nuestro verdadero Yo. No
es decir que una forma es buena y la otra es mala. Sólo ver que son dos modos
distintos de practicar. Cada cual tiene su estilo, su orientación, basado en su
karma particular y la lente que mantiene al mundo. No necesitamos ni criticar
ni aferrarnos a una forma sobre otra forma, ni sentirnos mal por experimentar
una y no la otra. Es simplemente como es. Por eso, cuando la hija dice, “¡Vete
a tomar un té!” está expresando la mente no-pensar. Cuando pensamos de una
forma dualista, estamos creando karma. La mente que no-piensa, es la mente sin
discriminaciones, la mente que no aferra a las experiencias cotidianas de
gustos, disgustos, e indiferencias. Aunque estas tendencias continuamente
surgen en la mente chica, estamos más y más atentos al hecho de que son
simplemente ideas, no tienen una realidad fija, no son cosas en sí. Son
simplemente el surgir de experiencias momentáneas basadas en un sinfín de
causas y condiciones en cada momento. La mente chica trabaja analizando,
dividiendo, nombrando, comparando, y eligiendo lo que le conviene en cada
momento según todo lo que ha aprendido antes de este momento. No es que sea
malo, simplemente, no es adecuado para confiar basado en una subjetividad
condicionada. Podemos confiar en algo más confiable, la Vida en sí, o sea, la
sustancia del universo, la Esencia Eterna. Tenemos la capacidad de ver este
momento surgiendo como es, por ejemplo, advertir los pájaros cantando en este
momento, o la tele prendida de los vecinos al lado. Es simplemente lo que es,
tal cual, sin añadir nada. Un pájaro no tiene que pensar, voy a cantar bien, o
no tengo un canto tan bueno como mi vecino el otro pájaro. Simplemente canta.
Luego nosotros pensamos si nos gusta o no su canto, si es bueno o malo.
Asociamos una infinidad de pájaros de nuestro pasado, desde nuestra infancia,
donde alguien un día nos explicó lo que es un pájaro, lo que es un canto, y la
experiencia pura de ser uno con su canto ya se ha separado a una representación
mental del pájaro, su canto, y si es bueno o malo basado en una construcción
mental de ideas informándonos de lo que es la realidad. Pero no es la realidad,
es una pantalla de conceptos representando la realidad. El Zen, no obstante,
está animándonos de volver directamente a la vida justo ahora como es. No
requiere ningún esfuerzo simplemente oír, ver, olfatear, tocar. Al mismo
tiempo, requiere vigilancia constante y plena atención para despertarnos al
hecho de que estamos perdidos en nuestros pensamientos e ideas. Y así, volvimos
una y otra vez a este momento justo como es, con todos sus gustos, disgustos,
retos, frustraciones, placeres, y experiencias de la vida. ¿Es esto fácil o
difícil, ni uno ni otro, o los dos a la vez? Simplemente les digo, “¡Vete a
tomar un té!” Fácil y difícil no
importan. Son sólo nombres. Si puedes mantener la mente calma y lúcida,
entonces fácil y difícil no son problemas. Usando la mente de no-sé, se corta
toda dualidad, y se vuelve al mundo presente en todo su hermosura. “¡Vete a
tomar un té!” es una invitación de vivir, simplemente aquí y ahora, sin mente
dualista, la mente de no-mente, la mente de acción directa. Cuando esta acción
se une a la intención de ayudar a todos los seres en el mundo, es acción de
bodhisattva, lo cual es Zen.
Bibliografía
Seung Sahn. (2006). “Why Zen Seems
Difficult.” Wanting Enlightenment is a Big Mistake.
Shambhala: Boston, Mass., USA.
Ta
Hui. (2013). Swampland Flowers. Shambhala: Boston, Mass. USA.
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