REGANDO LA RAÍZ DE ZEN
Charla
Dharma 15/MAR/2015
Rev. Dr.
Hyonjin Prajna
En tiempos antiguos, los maestros zen
solían andar sin prisa pero sin pausa por la yerba alta con cascabeles atados a
sus zapatos, incluso en lluvias fuertes, porque no querían matar a ninguna
creatura diminuta por accidente.
Caminaban así siempre con cuidado y
plena atención enfocados en la mente fundamental sin desvío. Es como decir que vivían sus vidas como
bodhisattvas regando la raíz, siempre recordando quién realmente está
realizando todo, dependiendo en su mente fundamental para guiarlos en la Vía
correcta de Zen.
¿Qué significa caminar la Vía
correcta del Zen? Cuando caminamos con plena atención consciente, caminamos en
armonía y libertad con el mundo entero mientras seguimos llevando a cabo
nuestras obligaciones. Ningún detalle nos escapa nuestra atención, ningún ser
es demasiado insignificante. Si alguien tiene hambre, se le da pan. Si alguien
tiene sed, se le da agua. Así caminamos con compasión y sin expectativas,
cultivando nuestra práctica mesurando nuestros pasos detenidamente para no caer
en los baches de pensamientos discriminativos, las kleshas de codicia,
frustración, e indiferencia.
Al recordar quién realmente está
realizando todo esto significa dejar la Esencia funcionar sin obstáculo en
nuestras vidas por medio de nuestros cuerpos y mentes, ofreciéndola todas
nuestras preocupaciones, para que una sabiduría más grande puede guiarnos en
resolver nuestros problemas. Efectivamente, dejamos la Esencia guiarnos en el
camino correcto de la Vía Zen. De veras es posible vivir en armonía con nuestra
pareja, nuestros familiares y nuestros vecinos mientras que atendemos a los
quehaceres cotidianos con menos estrés, poniendo nuestra fe y confianza en la
Esencia para que nos ayude en todo, así regando nuestra raíz. Cada día le damos
agua con nuestra práctica de meditación para que la raíz crezca más y más
fuerte, extendiéndose más y más profundo en nuestro corazón, convirtiendo el
lodo de las skandhas en alimento, nutriéndonos con la savia de sabiduría y amor.
Así se brotan las hojas de buenos actos de benevolencia y bondad, dando flor a bendiciones
naturales en nuestras vidas con el fruto de armonía y bienestar.
Esta práctica de transformación se ve
plasmada en la historia de Buddha sentado bajo el árbol de bodhi en el momento
de su iluminación, los ejércitos de Mara en todos lados tirando flechas a su
alrededor. Mara, la personificación de ilusión, había fallado en su intento de
desviar al Buddha, ofreciéndole sus propias hijas para su deleite,
representando las tentaciones de codicia, lujuria, y deseo. No obstante, el
Buddha no se movió. Ya Mara, desesperado, manifiesta miles de arqueros, mandándoles
a tirar sus flechas al Buddha, en un último intento bloquear el Buddha de su
meta, sabiendo que si el Buddha lograra la Iluminación, sería el fin de Mara
mismo. Aunque las miles de flechas cubrieron el cielo entero, bloqueando la luz
del sol con tinieblas, no obstante, el Buddha no se movió. Cuando las dudas nos
entran, cuando nos atacan las autocríticas, diciendo que no valemos nada, no
somos tan buenos, no podemos lograr la meta de suprema Iluminación, no
obstante, no nos movimos, puesto que sabemos que Mara no es real, sino una
proyección de nuestra propia mente chica, un espejismo sin sustancia. Y
seguimos en nuestra práctica, inmovibles, constantes, firmes en nuestra
resolución de superar todo obstáculo en nuestro camino. Y cuando las flechas
casi llegaron a su blanco, un milagro se manifestó: todas las flechas, al tocar
la luz radiante de su aura, se convirtieron en una lluvia de flores cayendo a
la tierra en torno al Buddha. Este mismo milagro nos ocurre cada vez que
convertimos la ira en amor, la ignorancia en sabiduría, ya la codicia en
generosidad. Las mismas kleshas son el lodo por el cual se vuelven el alimento
a nuestra raíz, nutriendo la planta de la vida activa, convirtiéndose en flores
y fruto. Este es el camino del bodhisattva y la Vía del Zen. Donde la mente
chica percibe oscuridad, justo allí es nuestra práctica, convirtiendo el
sufrimiento en bendición, regalando las flores de compasión y sabiduría a todos
sin discriminación. Todos hemos sufrido por las tinieblas de ignorancia. Todos
merecemos ser felices. Todos somos Buddhas despertándonos a nuestra verdadera
función, la de liberar a todos los seres sentientes del sufrimiento para que
entráramos juntos al Nirvana de liberación.
GRACIAS POR TU APOYO DE NUESTRA SANGHA
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