CONFÍA EN TI MISMO
Charla Dharma 19/ABR/2015
Rev. Dr. Hyonjin Prajna
Una vez un hombre le
preguntó a un maestro zen, “¿Dónde está Buddha?” El maestro le pidió que se
acercara, luego le agarró por el cuello de su camisa, y comenzó a pegarle con
su bastón. El hombre chilló, “¡Ouch! ¡Ouch! ¡Ouch! Y el maestro le gritó, “¡¿De
dónde viene este ‘¡Ouch!’?!”
Si consideramos bien esta historia, podemos ver que el
maestro estaba enseñando al hombre la verdad de su propia naturaleza inherente
del sí mismo. No está en ningún otro lado. Otro maestro zen, Hui-k’o, lo
explica de una forma más directa:
“Debido
a la ignorancia se toma la joya-mani (la que cumple todo deseo) por un pedazo
de ladrillo, pero ¡zas! cuando de repente se despierta al sí mismo iluminado, uno
se da cuenta de que ya posee la verdadera joya. El ignorante y el iluminado son
de la única esencia, no deberían separarse. Debemos entender que todas las
cosas son tal como son. Hay que tener piedad por los que guarden una
perspectiva dualista del mundo…Cuando entendemos que entre este cuerpo y el
Buddha, no hay nada separando el uno del otro, ¿qué sentido tiene buscar
Nirvana (como algo externo a nosotros)?”
Hui-k'o
(487-593): Segundo Patriarca Zen
Chino
Cuando digo, “la pared es blanco y el piso es marrón,” estoy
diciendo lo mismo, que este momento tal como es, es Buddha. No tenemos que
buscarlo en el cielo, en otra dimensión, o en un estado alterado de
consciencia. Es este momento tal como es. Si buscas Buddha fuera de este
momento, estás atrapado por una ilusión separándote de la realidad ya presente,
o sea, estás creando un mundo dualista del pensamiento, lo cual crea todo tipo
de sufrimiento, y se llama este mundo ilusorio samsara. El punto es, no hay nada ni nadie fuera de ti
que va a salvarte del sufrimiento. Requiere un salto de fe para darnos cuento
que cada uno de nosotros es responsable por su propio karma, las causas y
condiciones que surgen en nuestra vida exigiendo nuestra atención. El karma se
basa en la ley universal, lo que siembras es lo que cosechas, acción y
reacción. Las acciones basadas en ignorancia, avaricia, y aversión traen
consecuencias difíciles. No hay nadie juzgando ni castigándonos. Es simplemente
que todo está conectado, como una enorme red de Indra. En esta red infinita de
conexiones, en cualquier punto que la tocas, todo el resto de la red está
impactada. Si enviamos odio, mentira, y agresión al universo, esto es lo que
recibimos. En cambio, si enviamos amor, confianza, compasión, y apoyo al
universo, esto también es lo que recibimos.
Pero karma no está limitado a sólo esta vida. Puede ser que
tarda años si no varias vidas para manifestarse. Esto explica por qué la gente
buena experimenta cosas malas, y viceversa. Puede ser que en otro tiempo de
esta u otra vida hemos cometido un error de buen juicio, causando daño a otros,
y ahora en esta vida, desde la nada, nos pasan cosas difíciles. Estamos
recibiendo las consecuencias de nuestros actos basados en intenciones egoístas
en el pasado. Igualmente, nuestra buena fortuna y bendiciones de la vida son
también consecuencias de actos e intenciones benevolentes y altruistas de
nuestro pasado. Pero este karma no es un dios castigándote. Es simplemente como
el universo funciona, como la ley de gravedad. No requiere a nadie para mantener
ni vigilarla. Es simplemente lo que es. Cada pensamiento, cada idea, cada acto,
tiene su consecuencia. No importa si lo crees o no. Siempre recibimos el karma
relacionado a nuestros actos impulsados por nuestras ideas e intenciones. No
hay escape. No importa si alguien se entera o no de tus actos. Karma siempre
vuelve. Podemos elegir tomar en cuenta esta ley, y actuar en acuerdo a lo que
implica, o actuar sin tomar en cuanta esta ley, y sufrir. Ignorancia no nos deja
escapar de las consecuencias de nuestros actos, buenos o malos. Tú eliges.
¿Pero cómo vivir en acuerdo a esta ley? Primero, no tenemos
control de lo que viene del pasado. Eventos buenos y malos nos pasan a todos.
Vamos a envejecer, enfermarnos, y eventualmente morir. Vamos a experimentar separación
de nuestros queridos y perder cosas que valoramos. Esto pasa a todos. Aunque no
controlamos el karma que nos vuelve del pasado, sí, tenemos la capacidad y la
responsabilidad de responder al karma de una manera consciente, de una forma
que no genera más karma. Cuando cosas malas nos pasan, tendemos reaccionar de
una forma instintiva y condicionada. Si alguien me dice una grosería, respondo
con una grosería. Si alguien me ofende, le ofendo. Sin embargo, si algo
negativo me llega, si no reacciono de una forma agresiva o egocéntrica, el
evento tiene la posibilidad de pagar y purificar el karma, y no genero otra
ronda de sufrimiento. Pero cuando reacciono de una forma ignorante, estoy
generando mi propio futuro de sufrimiento.
De hecho, karma es sí es vacío. Es también parte del vacío
de nuestra naturaleza búdica. Karma sigue perpetuándose como un fuego. Si
añadimos más leña, el fuego sigue quemando. Si no añadimos leña, eventualmente
el fuego se apaga. Nuestro ego ilusorio es leña. Cuando actuamos de una forma
basada en las kleshas de ignorancia, con codicia, miedo, frustración, e ira,
estamos manteniendo el fuego de sufrimiento. Pero cuando no hay ego, es decir,
cuando dejamos nuestra naturaleza búdica funcionar libremente, sin
obstaculizarlo con ideas de mí, mío, y lo que yo quiero, entonces eliminamos la
creación de más karma. Y lo que es más, el karma y las kleshas que genera en
nosotros, ya pueden volver a la Esencia, al vacío de lo que son partes. Es
decir, todo vuelve al silencio, la calma, y la lucidez de este momento. No hay
un cielo a lograr. No hay un Nirvana a conseguir. Simplemente este momento ya
es la Esencia revelándose, sin hacer nada. Cada momento es una oportunidad de
liberarnos, despertarnos a nuestra naturaleza búdica. Cuando la vida nos trae
experiencias buenas, simplemente las experimentamos sin apegarnos a ellas.
Cuando la vida nos trae experiencias malas, simplemente las experimentamos sin
rechazarlas, sin hacer nada. Esto requiere atención presente, la habilidad de
percatar todo lo que está surgiendo en este momento, observar nuestras ideas
condicionadas reaccionando a estas experiencias, y elegir no hacer, no actuar,
o sea, decidir conscientemente dejar nuestra naturaleza hacer el trabajo. Así,
todo vuelve al vacío de este momento. Pero hay una paso final, lo de no
aferrarnos tampoco al vacío de inacción. El momento que nos damos cuenta que la
mente está calmada, lúcida, y tranquila, preguntamos a nuestra naturaleza
innata, ¿qué es bueno hacer ya? Y nos abrimos al “no sé” y nos rendimos a algo
más profundo, más sabio, y más compasivo funcionar por medio de nosotros.
Confiando en nuestra naturaleza interior, nos ocurre que debemos decir o actuar
de una forma para en beneficio de otros. O en cambio, ya no hay nada más hacer,
simplemente soltar todo y ser presente. Así, no hacemos nada, no creamos karma,
no generamos más combustible para quemarnos en el fuego de sufrimiento del
futuro. Ya el fuego se extingue. Este es lo que significa nirvana: el fuego ya
se ha apagado, el ego reconoce su verdadero amo. Nos despertamos al hecho de
que ya somos libres de nuestro karma, libres de nuestro pasado, y libres a
actuar por el beneficio de todos los seres sentientes del universo.
Gracias por tu apoyo a nuestra sangha.
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