KAYAKEAR CON ZEN
Charla Dharma 23/AGO/2015
Rev. Dr. Hyonjin Prajna
“Bhikkhus, supongamos un hombre en el
transcurso de un viaje vio una gran extensión de agua cuya orilla cercana era peligrosa y temible y cuya otra orilla era segura y libre
de temor, pero no había una barca para llevarlo a la otra orilla. Luego pensó:
‘He aquí esta gran extensión de agua, cuya orilla cercana es peligrosa y
temible y cuya otra orilla es segura y libre de temor, pero no hay barca o
puente para ir a la otra orilla. Supongamos que reúno hierbas, ramitas, ramas y hojas y las ato juntas en una
balsa, y apoyado por la balsa, y haciendo un esfuerzo con mis manos y pies,
llegara a salvo a la otra orilla.’ Y luego el hombre reunió hierbas,
ramitas, ramas y hojas y las ató juntas en una balsa apoyado por la balsa, y
haciendo un esfuerzo con sus manos y pies, llegó a salvo a la otra orilla…Así
que les he mostrado como el Dhamma es parecido a una balsa, siendo para el propósito de cruzar…” (Buddha, Los Discursos Medianos, 22:12)
Aunque Buddha usó esta parábola para enfatizar tanto la
necesidad de tener un vehículo para cruzar el río de ignorancia y sufrimiento,
lo que se llama samsara, como la advertencia de no aferrarnos al vehículo como
algo en sí. Sin embargo, se requiere algún vehículo, algún método, para llegar
a la liberación, lo que implica Nirvana. Puesto que Nirvana no es un lugar,
como un Cielo, sino una descripción de la vida misma libre de conceptos e ideas
que nos causan nuestro propio infierno de sufrimiento diario y mal estar. Buddha
nos dio un método para liberarnos del sufrimiento, un vehículo integral y
completo que incluye técnicas para calmar la mente y recomendaciones de ética
para vivir en la vida cotidiana. El conjunto de métodos y enseñanzas se conocen
como “yana,” o vehículo, como por ejemplo Hinayana o Mahayana, distintos
estilos de cómo llegar a la otra orilla.
Reconociendo que hay varios vehículos para cruzar un río,
algunos más rápidos que otros, podríamos comparar el vehículo del Zen a un
kayak, un vehículo hecho para disfrutar el recorrido al otro lado. Practicar
kayak asume que el recorrido en sí es tan importante como la meta final, la de
llegar a la destinación. Al meter el kayak en el agua, damos por hecho que
vamos a llegar a la destinación final, puesto que hay río sólo a navegar, pero
lo que nos anima es cómo navegar el agua en medio del río. Zen es muy parecido
al kayakear. Por supuesto vamos a llegar a la budeidad, puesto que ya somos
Buddhas, somos Esencia, y estamos cultivándonos para realizarlo día tras día. Pero
hay que cultivar donde estamos en este momento. Entonces, en vez de poner
nuestra atención en algún punto del futuro, enfocamos aquí y ahora en la
experiencia en sí, y así, disfrutar el viaje. El kayak es todo el conjunto de
enseñanzas incluyendo las del Buddha, los patriarcas, los maestros, los
preceptos, los sutras, las historias, y las conversaciones entre maestro y
alumna, grabadas como kong’ans y hwadus. Son instrucciones de cómo navegar el
río de la vida. Aunque simplemente puedes tirarte al agua y comenzar remando,
es mejor tener cierta preparación con mapas, herramientas, e instrucciones de
cómo aprovechar y disfrutar a lo máximo la experiencia de kayakear. Pero no es
suficiente simplemente leerlo allí en la orilla. Hay que entrar en el agua y
comenzar navegando todos los corrientes, las rocas, las rápidas, girando,
saltando, y a veces chocando con los obstáculos. Tenemos que estar totalmente
atentos a lo que está pasando aquí y ahora. Si nos desviamos la atención por un
instante, boom, nos volteamos el kayak cabeza abajo en el agua. Pero, asumimos
que esto es parte de la diversión, y luego, nos ponemos el kayak cabeza arriba,
y comenzamos de nuevo. Si estamos bien entrenados y equipados, ni nos mojamos
porque estamos sellados bien dentro del vehículo, protegidos del frío y el agua,
mientras que disfrutamos la experiencia y la emoción en medio del río. Zen está diciendo lo mismo. No es suficiente
sentarte en la orilla todo el tiempo leyendo el manual, jamás entrando en río
de la vida. Hay que arriesgarse, y disfrutarse, involucrado por completo con la
vida en sí. El voto del bodhisattva es vivir en el mundo ayudando a todos los
seres sensibles, mientras que fluye con el río de la vida, sano y salvo dentro
de su barco de Dharma, listo para navegar todos los altibajos que el río de la
vida nos ofreciera. Además, es precisamente el hecho de que hay cierto riesgo,
que no sabemos nada de lo que va a venir, lo que lo hace más emocionante. Eso
es el hwadu, “¿Qué es esto?” o sea, “¿Cómo manejar este misterio de la vida?”
La respuesta de “no sé”, es justo lo que requiere para comenzar. La “Mente no Sabe”
es el requisito para entrar plenamente en la vida cotidiana y vivirla con gusto
y valentía, enfrentando todos los obstáculos con energía, determinación, y gozo.
Es esta vida tal cual, lo que es lo divertido. El zen nos da las herramientas y
el vehículo para lanzarnos al río de la vida y disfrutarlo a lo máximo. Y como
dijo el Buda, el punto no es aferrarnos a la orilla, apegados al barco, sin
atrevernos jamás a lo desconocido, sino es preciso entrar en la vida
plenamente, disfrutando cada momento con gozo. Cuando nos chocan los
obstáculos, si estamos atentos, podemos navegarlos con habilidad. Si estamos
atentos, lúcidos, y tranquilos interiormente, todo es parte de la experiencia
exhilarante. Y así, aprendemos mantener nuestro equilibrio encima de las olas
rápidas, dejándonos ir uno con el río, sin desviaciones mentales de futuro,
pasado, u otro lugar. Es este momento tal cual lo que cuenta. Y si fluimos con
el río descubrimos que es el recorrido que vale la pena, sea lo que sea el
punto final. Y ¡esto es liberación!
Bibliografía
Bodhi, Bhikkhu. (2009). The Middle
Length Discourses of the Buddha. Fourth Edition. Wisdom Publications:
Boston.
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