EL ROSTRO ORIGINAL
Charla Dharma 04/OCT/2015
Rev. Dr. Hyonjin Prajna
“No hagas bueno y malo. En ese momento, ¿cuál es tu rostro original antes de que nacieran
tus padres?” (Sexto
Patriarca Hui-neng, Sutra del Estrado)
¿Qué significa este kong’an? ¿Lo
puedes descifrar?
Cuando el Sexto Patriarca Hui-neng le
dijo a un monje persiguiéndole, el monje tuvo un despertar. Es decir, algo en
él se abrió a la verdad y encontró su cara original, su verdadero ser. Pero a
pesar de este despertar, todavía le quedaba cierta duda, y preguntó al maestro,
“¿Hay algo más que esto? ¿Algo más
secreto?” El monje era como un polluelo recién nacido, del cual todavía le
quedaban algunos pedacitos de cáscara de huevo pegados a su plumón. Pero el
maestro simplemente le respondió, “Lo que acabo de revelarte no es un secreto en absoluto. Si te volteas y
percibes el rostro de tu verdadero
ser, entonces todo ya está ahí.
Cuida bien del Dharma y sólo ir derecho.” Está diciendo lo mismo como las cuatro
palabras de esta caligrafía en la pared, “Voltea
luz, ilumina Fuente.” Mírate adentro, dirige la luz de tu propia atención a
su origen, al lugar original de donde surgió toda vida, toda forma, tu papá y
mamá, y tú mismo; todo viene de ahí.
¿Cuántos de nosotros tendemos a mantener la
misma duda en cuanto a la verdad? A pesar de que nos afirman de que del
principio somos Aquello, la Fuente en sí, seguimos diciéndonos que no puede ser
tan fácil. Debe de ser difícil, mucho más difícil, súper-dificilísimo. Y si no, entonces no vale. En cambio, el
maestro está diciendo que la verdad es tan cerca de nosotros, tan íntimo, que
lo pasamos por alto. Presten atención a la atención en sí. Busca lo que está
antes del pensar, la no-mente libre de ideas de bueno y malo, libre de deseo y
miedo, libre de los patrones de engaño e ignorancia, los que nos mantienen en
estados de sufrimiento. Pero no estamos satisfechos con lo que hemos recibidos,
seguimos buscando algo fuera de nosotros, algo más: más íntimo, más
estimulante, más bello o profundo, alguna experiencia cumbre con luces, voces,
y coros de ángeles sobre nuestras cabezas. Sin embargo, el maestro insiste que
en este momento preciso, “hay algo
brillante y divino, algo que nunca nace y nunca muere, no nombre, no forma…¿Qué
es esto?” La mente que no sabe es la mente que simplemente es presente aquí
y ahora. Por tanto, la no mente de nuestro ser no se puede ver, puesto que es
como los ojos intentando de verse a sí mismos, es imposible. Pero el hecho de
no verlos no indica que no están. Se puede ver el objeto de percepción de los
ojos, y apreciar que hay ojos percibiendo el imagen de todas las forma y
fenómenos a su alrededor. Así es con la no-mente, lo que es consciente de
consciencia, lo que percibe la percepción, lo que no depende en ninguna cosa
para existir, lo que simplemente es en todo momento, vacío, libre, eterno. Eso
eres tú.
Pero esta verdad exige un compromiso para
cultivarla continuamente, porque si no, puedes caer rápidamente en los mismos
patrones y hábitos de pensar y actuar que causan nuestra miseria. ¿Cuántas
veces nos levantamos sin ganas de meditar? ¿Cuántas veces caemos en nuestro
trance de lo habitual, caminando por la vida medio dormidos, como los zombis de
la tele, gente que está muerta adentro pero siguen andando por todos lados
comiendo los sesos de sus compañeros? ¿Los has notado? La gente que odia a sus
trabajos, odia a sus compañeros, y odian a sí mismos, pero siguen trabajando,
hablando, andando con una media sonrisa, fingiendo se ser vivos, y para que no
sintieran más su dolor, usarían toda clase de distracción para mantener un
estado mental de placentero adormecimiento en el que no se
siente nada. Pues, de hecho, ¿no todos hemos actuado como zombis en nuestras
vidas de vez en cuando? Cada vez que nos ponemos en piloto automático, estamos
andando como zombis. Por ejemplo, recibí un karma instantáneo el otro día
durante el retiro por un momento de descuido. Estábamos realizando oryoki, la
ceremonia de comer más bien complicado, requiriendo mucha atención para no
cometer un desliz. Bueno, ya los servidores estaban trayéndonos cada plato,
sirviéndolos bien en nuestros cuencos. Luego, nos dejan una bandeja de
condimentos para servirnos cada uno con lo que quisiera. Allí en la bandeja percibí
una tacita de lo que pensé fuera pedazos de cebolla verde. A pesar de que había
visto los cocineros cortando chiles verdes, y a pesar de que el servidor me
susurró “Aguas, son chiles”, yo tomé una gran cuchara de estos chiles y los
metí en mi sopa. Cuando comencé a comer la sopa, me di cuenta de mi error, pero
ya fue demasiado tarde, porque hay que comer lo que se toma, es la regla ya.
Entonces, tuve que seguir aguantando lo picante de mi sopa, con muchas
lágrimas, enchilado por completo, una consecuencia de mi falta de atención a mi
situación, relación y función en este momento. La situación fue tomar cuenta de
lo que hacen y sirven en cada momento de la comida, mi relación fue que los
chiles no son mis amigos, y la función fue no servírmelos a mi sopa. Tuve mucho
tiempo contemplar mi karma mientras me sentaba sobre la taza del baño el resto
de la tarde.
No obstante, el maestro dice, simplemente
ir derecho, es decir, levántate cada día, siéntate un rato, despiértate a este
momento, y trae tu plena atención al mundo, atendiendo a cada sensación que
surgiera en el presente, momento a momento. El camino no es fácil en absoluto.
Hay que arriesgarse una y otra vez. Hay un dicho zen que dice que por cada mil
veces que me caigo, mil y una veces me levanto. Entonces lo fácil es encontrar tu cara
original, porque es imposible esconderte de ella. Por eso, el maestro Wu-men
escribió un poema en el Mu Mun Kwan, la colección más importante de Kong’ans en
la literatura zen, en la que dice:
“No se puede concebir, no se puede pintar.
No se puede alabar. ¡Bájalo todo!
No hay lugar ocultar el rostro original.
Cuando el universo se derrumba, ¡no decae!”
No se puede alabar. ¡Bájalo todo!
No hay lugar ocultar el rostro original.
Cuando el universo se derrumba, ¡no decae!”
El rostro verdadero es en todos
lados. Ahí cuando te levantas, ahí cuando te sientas, ahí en medio de tu
llanto, ahí mientras que ríes, ahí en la tristeza profunda, ahí en la gran
alegría. Hasta si intentas escondértelo, ahí está en el esconder. Ahí siempre
es, no hay lugar en que no se encuentre. Por eso, ábrete ya, encuentra tu
verdadero rostro, y bájalo todo, es decir, deja ir todo concepto, deja ir todo
obstáculo, todo intento de logro, y simplemente ser y funcionar desde este
Fuente ya presente, y luego, cuídala bien, sólo ir derecho, es decir, mantén tu cultivo diario, atendiendo a lo
que se presenta hacer según tu situación, tu relación, y tu función, y así puedes
mantener tu práctica continua de plena atención en hacer lo correcto en cada
momento, dedicándote a la liberación de todos los seres en el mundo, sin
desviarte del camino derecho del Dharma.
Bibliografía
Shrobe,
Richard. (2004). Don’t Know Mind: The
Spirit of Korean Zen. Shambhala: Boston.
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