ZEN: MÁS QUE UN TALLER
“Cuando las clases terminan, ya comienza el trabajo
verdadero.”
Charla Dharma 08/NOV/2015
Rev. Dr. Hyonjin Prajna
Si alcanzas el punto cero,
ya has pasado a través y eres libre.
Si te apegas al punto cero, eres como un mono que mete la mano en un frasco para sacar una pieza de fruta, pero descubre que su mano, al sujetar la fruta, es demasiado grande para salir del frasco; de modo que se vuelve atascado.
Si pasas más allá de "libre" y "pegado" entonces ¿qué se queda claro?
…………………………………………..
Los pájaros vuelan, plumas caen;
Los peces nadan, el agua es turbia.
Si te apegas al punto cero, eres como un mono que mete la mano en un frasco para sacar una pieza de fruta, pero descubre que su mano, al sujetar la fruta, es demasiado grande para salir del frasco; de modo que se vuelve atascado.
Si pasas más allá de "libre" y "pegado" entonces ¿qué se queda claro?
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Los pájaros vuelan, plumas caen;
Los peces nadan, el agua es turbia.
Man Gong
(1872-1946)
Maestro Zen Coreano
Para Seung Sahn, el punto cero es un símbolo para nuestra
verdadera naturaleza búdica. En su enseñanza del círculo zen, punto cero es
tanto el comienzo como el punto final, o sea, comenzamos con la mente chica
estudiando la Mente, pero como dice mi maestro Dae Seonsanim Wonji Dharma: Buscando
el verdadero sentido de la vida es muy parecido a conducir tu coche mientras
que buscas tu coche.
Es decir, que estamos utilizando nuestra mente para
encontrar la Mente, pero no hay dos mentes, sólo Una. Así que, al comienzo del
círculo zen, estamos utilizando la mente ignorante de su verdadera naturaleza
para buscar la Mente verdadera, pero siempre es la misma Mente. La única
diferencia es mente con obstáculos e ilusiones, y Mente libre de obstáculos e
ilusiones. Pero no hay dos, es siempre Una. Pero durante un tiempo, comenzamos
a intuir lo que es esta mente ya presente, y nos damos cuenta de que todo es
esta Mente, o como dice en el Sutra del Corazón, todo forma (fenómeno) es vacío
(todo es mente), y a la vez, todo el vacío es forma (mente crea toda forma, la
cual es la expresión, el vehículo y la función de este mente).
Al darnos cuenta de este hecho tan importante,
comenzamos a sentirnos muy orgullosos de nuestro logro. La mente chica comienza
a decirse, mira, ya entiendo. Debo estar muy listo. Y se queda atrapado en su
propia realización, como el mono que acaba de sujetar la fruta suprema, el
despertar a la verdad de su propio ser. Pero al pensar así, se queda atascado
en su propia realización. Ya cree que ha alcanzado la meta, y no hay nada más
hacer. Y es precisamente esta idea que le atrapa. Mientras que se aferra a esta
idea, se queda estancado.
Pero tarde o temprano, se relaja, suelta su gran
logro, y aprende que su idea del vacío es simplemente una idea, una ilusión,
una trampa atrapándole. Por lo tanto, comienza a soltar todas sus ideas de lo
que es el Absoluto, lo que es Verdad o no Verdad, lo que es correcto o no
correcto, lo que es bueno o no bueno, y puede experimentar la calma de la mente
descansando en su verdadera naturaleza, el vacío en sí. Este vacío ya es vacío
de toda idea discriminatoria o conceptual de lo que es el vacío. Simplemente
es.
Lamentablemente, la mente chica tiende a aferrarse
al placer de este estado mental transitorio, el estado experimentado como paz y
libertad absolutas. Es otra trampa. Una mente que intenta de quedarse siempre
en Nirvana, en el estado de euforia, está creando otra jaula de ilusión mental.
La vida no es así. Hay que bajar de la montaña de realización del Absoluto, la experiencia
del vacío, y volver a la vida cotidiana, la vida de desafíos, pérdidas, y
sufrimiento.
Hay sufrimiento en todos lados. Es un hecho de la
vida. Si estamos intentando de borrar todo el sufrimiento con nuestra práctica
para que viviéramos libre del sufrimiento, es una mentira, una ilusión imposible
de mantener. Sufrimiento es parte de la condición humana. Si estamos negándolo
o buscando un estado mental que nunca experimentara sufrimiento más, estamos
otra vez atascados. Otra forma de decirlo es que comenzamos nuestra práctica en
el punto cero, atravesando todos los puntos del círculo, descubriendo nuestra
naturaleza búdica, liberándonos de todo tipo de ilusión, para llegar eventualmente
donde habíamos comenzado, al punto cero de nuevo. El punto cero es el punto
máximo de auto-realización, como el comienzo del cultivo diario. Sufrimiento
sigue surgiendo en nuestras vidas. Deseos y aversiones continúan
manifestándose. La única diferencia es que ya nos damos cuenta de que no son
reales, son fabricaciones de nuestra propia mente. Por eso, hay que aceptar que
el cultivo es para toda la vida, y no es algo resuelto para siempre en ningún
taller, conferencia, o clase en particular. Sea lo que sea, las kleshas van a
surgir. Pase lo que pase, tendremos que soltar nuestras ideas discriminatorias
una y otra vez para toda la vida. No para lograr una Nirvana estancada en la
que nada nos perturbe nunca jamás. Al contrario, aceptamos que sufrimos por
nuestras ilusiones continuas, y al mismo tiempo, hay una práctica para seguir
liberándonos de estas ilusiones día tras día.
No es para decir que hay algo malo con talleres y
clases. Pueden ser muy útiles para enseñarnos el Dharma y proveer herramientas
para incorporar en nuestra práctica cotidiana. Pero si guardamos la idea de que
algún taller o clase va a resolver el problema de nuestro sufrimiento de una
vez para siempre, arriesgamos más frustración y auto-critica cuando la vida nos
muestra que no es así. Esta misma crítica puede dirigirse afuera a otros, culpándolos
por no haber traído la enseñanza máxima, el método supremo, o la solución
final. Nirvana no es un lugar ni una meta final. Zen nunca te dará la solución final. Zen es
una práctica con métodos, formas, y herramientas para seguir despertándonos a
nuestra verdadera naturaleza. Iluminación no es un punto final. Iluminación es
darse cuenta de que la vida es sufrimiento, pero a la vez, hay un camino de
práctica y cultivo diario, para continuar liberándonos de este sufrimiento. Así
que, menos tiempo estamos atascados en el frasco de la mente chica, la mente de
ideas y conceptos, la mente obstaculizada con sus prejuicios, sus críticas, y
sus discriminaciones.
Zen es una práctica para toda la vida, una manera
de vivir conscientemente en el mundo. Este mundo en sí es tanto Samsara como
Nirvana. Es samsara cuando nos aferramos a la pieza de fruta de nuestro propio
orgullo, codicia, y miedo. Es Nirvana con soltamos esta pieza, dejando ir
nuestros conceptos y comparaciones. Zen nos enseña cómo vivir en el mundo real,
el mundo de dolor, envejecimiento, pérdida, engaños, guerras, enfermedades, y
muertes. Todo eso es doloroso, y sufrimos cada uno viendo y experimentando
estos aspectos de la vida. No obstante, también Zen nos enseña cómo practicar
con estos hechos. Nos enseña cómo soltar nuestro ego de auto-protección,
codicia, y miedo. Nos enseña cómo perdonar. Nos enseña cómo abrirse al bien
inherente en todo ser, al amor, la paciencia, la benevolencia encontrados justo
aquí y ahora cuando soltamos nuestras ideas y conceptos de un ego engañado con
su propia soberbia.
Por eso, el punto cero no es un punto solo, es el
punto de partida, es el punto de darse cuenta de que no hay punto final, no hay
Nirvana, no hay Buddha, no hay nada. Es el punto en que finalmente sueltas todo
punto, y simplemente te rindes a este momento tal como es, despertándote a tu
verdadera naturaleza libre y completa tal como es.
Los pájaros vuelan, plumas caen;
Los peces nadan, el agua es turbia.
Cuando aceptamos que la vida es sufrimiento, y en
medio de este sufrimiento, elegimos la paz, la compasión, y la benevolencia, no
para sentirnos bien, sino porque es lo correcto, y al darnos cuenta de eso,
somos libres para escoger una y otra vez, liberándonos una y otra vez, a la verdad
de que ya somos Buddha.
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