EL HOMBRE EN EL ÁRBOL
Charla Dharma 29/NOV/2015
Rev. Hyonjin Prajna
Si ver y oír son claros,
entonces entiendes tus regalos originales y puedes
permitir que fluyan libremente.
Si ver y oír no son claros, entonces tienes que renunciar a los ojos y los oídos, vistas y sonidos, imagen y concepto del que ve y oye.
Colgando del borde de un acantilado, dejar ir y caer diez mil pies en sólo un segundo y vívidamente cobras vida.
¿Percibes el punto de esto o no?
Si ver y oír no son claros, entonces tienes que renunciar a los ojos y los oídos, vistas y sonidos, imagen y concepto del que ve y oye.
Colgando del borde de un acantilado, dejar ir y caer diez mil pies en sólo un segundo y vívidamente cobras vida.
¿Percibes el punto de esto o no?
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Seis dividido por seis es igual a uno.
Seis dividido por seis es igual a uno.
La claridad es un aspecto importante en
el estudio del zen. La claridad es comprensión sin obstáculo o impureza, o sea,
tu verdadera Esencia. Si no tenemos claridad, estamos estancados en la vida y
la muerte, lo que se entiende como Samsara, la experiencia de esta vida basada
en el ego y manifestando dukka como sufrimiento y descontento. La claridad es
nuestra naturaleza intrínseca, la que revela nuestra verdadera función en el
mundo. Para algunos es cuidar a su familia, otros es ayudar a la sociedad
mediante el trabajo. Cada uno de nosotros tenemos una función verdadera, es
decir, si logramos a liberarnos de nuestras ideas y opiniones, despertándonos
así a la Fuente de todo, entonces podemos funcionar en el mundo como expresión
de esta Esencia, manifestando claridad en todo lo que hacemos y sirviendo como
ejemplo para otros hacer lo mismo, es decir, para que otros también se liberen
y funcionen desde su verdadera Esencia, la misma Fuente de todo. No obstante,
la mayoría del mundo no está listo hacer el sacrificio necesario a liberarse de
sus ataduras, las kleshas y patrones mentales que nos mantienen en un estado
limitado, atrapados por nuestras ideas de mí, mío, quiero, no quiero, me gusta,
no me gusta, en fin, la dualidad de la mente discriminativa. La línea del poema
que dice “Colgando del borde de un acantilado,
dejar ir y caer diez
mil pies en sólo un segundo
y vívidamente cobras vida” tiene que ver con un Kong-an coreano
tradicional. Un Kong-an es una historia que revela un enigma a resolver, una
pregunta a contemplar. Para resolverlo, hay que soltar la mente lógica, racional
y conceptual. Así, la respuesta puede saltar a la luz de la consciencia desde
lo más profundo de tu ser y expresarse con toda la claridad de la verdad en sí,
es decir, revela tu Esencia. En este caso, el Kong-an al que se refiere se
llama “El hombre en el árbol”:
Había una
vez un monje caminando por las montañas haciendo una peregrinación a sitios
sagrados, cuando algunos bandidos lo atacan, robándole de sus posesiones y
dejándolo colgado de
la rama de a un árbol, agarrado con los dientes sobre un
acantilado. Está atado de pies y manos, de forma que sus manos no pueden
alcanzar las ramas ni los pies pueden tocar el árbol. Allí está colgado cuando un general del Emperador aparece bajo el árbol y le pregunta: ‘¿Por qué Bodhidharma vino
a China?’ Si el monje no contesta, evade su
deber y será matado por el
general. Si responde, va a perder su vida.
Si estás en el árbol, ¿cómo te mantienes vivo?
Seung Sahn dijo de este Kong-an que se conoce como un Kong-an
sin salida. Si abres la boca, mueres. Si te quedas callado, mueres. La pregunta
¿Por qué Bodhidharma
vino a China?
es otra forma de preguntar “¿Cuál es la
verdad? ¿Cuál es la enseñanza del budismo?” Si está en el árbol, no puedes hacer nada,
porque morirás. Entonces, ¿cómo puedes permanecer vivo? Luego Seung Sahn aconseja
que necesitas cortar todo pensamiento para alcanzar la mente no sabe. Este
punto es anterior al pensamiento donde no hay vida ni muerte. La mente no sabe
está libre de la vida y la muerte. El momento que piensas “vida”, tienes vida.
Y el momento que piensas “muerte” tienes muerte. Pero si no piensas nada, ya
estás más allá de este punto. Así que en este Kong-an, si quieres permanecer
vivo, morirás. Por tanto, en este momento, si estás colgado del árbol, ¿cuál es
tu situación correcta? ¿Cuál es tu relación correcta con relación a esta
situación y cuál es tu función correcta? Si tomas en cuenta estos tres
aspectos, situación, relación, y función, puedes responder a la pregunta “Si estás en el árbol, ¿cómo te mantienes
vivo?” (Sahn, Brújula, p. 390)
Si todavía no has resuelto este Kong-an,
te recomiendo que vengas al retiro intensivo que tendremos en finales de
diciembre, puesto que te dará mucho tiempo a contemplarlo con la mente no sabe.
Esto es lo que hizo un gran maestro zen que se llama Ko Bong, quien se sentó en
meditación durante un retiro intensivo de verano de tres meses. Durante el
retiro, solía sentarse sobre una roca contemplando con mucha valentía un Kong-an
con la mente no sabe. Día y noche seguía contemplando con la mente no sabe cien
por ciento cuando de repente oyó el canto de una cigarra en el árbol sobre él.
Justo en este momento se abrió su mente y se iluminó. Lleno de júbilo, de forma
espontánea pegó la roca con su abanico, rompiéndolo. Comenzó a reírse sin
control exclamando “¡Eso es!” Hay que
entender que la palabra “romper” en coreano es una de las palabras que se usa
para indicar “Iluminación.” La implicación es que al romperse el yo egocéntrico
de la mente chica, se abre así a la experiencia inmediata del descubrimiento de
la verdad original tal como es.
Es cuanto a nuestro monje colgado de
la rama de un árbol por sus dientes sobre el acantilado, si fueras este monje,
¿qué harías? Si simplemente pudieras soltar tus miedos y aversiones, soltar tus
ideas de vida y muerte, y romperte por completo, así podrías tener la claridad
que revela la verdad tal como es, la enseñanza esencial del zen, y cumplir con
tu verdadera función en el mundo, lo que se llama Iluminación y donde por fin
eres libre. Como dice en el poema inicial:
Colgando del
borde de un acantilado, dejar ir y caer diez
mil pies en sólo un segundo
y vívidamente cobras vida.
¿Ya percibes el punto de esto o no?
Bibliografía
Sahn, Seung. (2002). La Brújula del Zen. La
Liebre de Marzo: Barcelona, España.
Shrobe, Richard. (2004). Don’t Know Mind. Shambhala: Boston and London.
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