BODHIDHARMA Y
LOS NIÑOS
Charla Dharma
20/MAR/2016
Rev. Dr. Hyonjin
Prajna
El Gran
Maestro, Bodhidharma, fue el que trajo el Zen de la India a China hace mucho
tiempo atrás. Se decía que cuando era joven que había sido un príncipe real.
Pero un día salió de casa para buscar la verdad. Él desapareció y nadie sabía
dónde encontrarlo.
Un día
algunos niños estaban explorando una cueva en las montañas. En el fondo de la
cueva vieron algo extraño. Se veía como un oso, pero tal vez era sólo un montón
de piedras. Estaba demasiado oscuro para distinguir. Fuera lo que fuese no se
movía, así que después de un tiempo, perdieron algo de su miedo. "Vámonos
más cerca", susurraban entre sí, "y a ver si podemos averiguar lo que
realmente es."
Ellos dieron
un paso adelante. Más y más cerca. Vieron algunas pequeñas piedras en el suelo
de la cueva. Cada niño se agachó y recogió una. Se miraron el uno al otro,
entonces, todos juntos, tiraron las piedras a la forma silenciosa y luego corrieron
a una distancia segura para ver. Las rocas golpearon con un ruido sordo. Los
niños miraban en espera. Poco a poco la figura inmóvil comenzó a moverse. Se
mecía de lado a lado y empezó a rugir - ¡de la risa! ¡Esas rocas habían
golpeado el mismo Bodhidharma, que había estado meditando en silencio al fondo
de la cueva! El instante esas rocas le golpearon, sus dudas desvanecieron y
¡realizó la Iluminación![i]
Esta historia revela nuestra capacidad de despertarnos a la realidad
experimentada en este momento tal como es. Mientras que seguimos analizando,
pensando, e intelectualizándolo, estamos atrapados en la mente chica, la que
divide, etiqueta, y compara constantemente, dejándonos molestos o insatisfechos
con la vida. Es como un vídeo que vi hace poco de una pareja que acaba de
sentarse juntos en un banco con vista al panorama abajo. La mujer respira
profundamente, obviamente contenta con la hermosa vista presentándose frente a
ella. Voltea a su compañero, quien está checando su celular, absorto en los
mensajes de su correo. La mujer intenta atraer la atención del hombre, para que
compartiera la vista con ella, pero él sigue fijado en su celular. Por fin, la
mujer saca su celular de su bolsillo, toma una foto del panorama abajo, y lo
envía a su pareja. El hombre se sorprende con la imagen tan hermosa, y comenta
a su mujer su asombro. Ella entonces baja el teléfono del hombre, para que vea
directamente la vista frente a ellos, y no simplemente como una imagen de la
pantalla de su celular. Y allí la pareja ya se abrazan sentados allí en el banco
mirando con asombro el gran espectáculo de la naturaleza en toda su gloria.
¿Cuántos de nosotros vivimos limitados a la pantalla chica de nuestros
pensamientos, recuerdos, e imaginaciones de la mente chica? No es que esta
tendencia es mala en sí. No hay bueno ni malo. Es simplemente que la
experiencia directa con la realidad es mucho más satisfactoria. Es como decir,
¿prefieres comer una imagen hecho en cartón de una galleta, o mejor comer la
galleta en sí? Cuando sustituimos ideas por la realidad, la vida se vuelva
insípida, distorsionada, y dos dimensionales. Mucho mejor simplemente vivir,
saborear, olfatear, oír, y tocar la realidad, todo lo que está surgiendo en este
momento preciso, tal como es. Esto es Zen.
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