CÓMO CONVERTIR SAMSARA EN NIRVANA
Charla
Dharma 12/AGO/2018
Ven. Dr.
Hyoenjin Prajna
Es un dicho del Zen decir: “Nirvana
es Samsara; Samsara es Nirvana.” Samsara es el mundo percibido como imperfecto
y lleno de mucho sufrimiento. Nirvana es el mismo mundo percibido como perfecto
justo como es y libre del sufrimiento. ¿Cómo convertir Samsara en Nirvana?
Primero, tenemos que purificar nuestra mente, habla, y acciones. Segundo,
tenemos que guiar a otros seres a la verdad, ayudándoles lograr la Iluminación.
Así que, Nirvana no está tan lejos. Es posible lograrlo aquí y ahora. Para
lograr Nirvana, tenemos que practicar, disciplinar la mente, y actuar acorde a los
preceptos, los cuales son guías de cómo comportarse como un bodhisattva. Si
actuamos así en nuestras vidas cotidianas, trascendemos la mente limitada y
logramos la mente Iluminada. Desde este estado de mente perfeccionada, se
experimenta Nirvana aquí en este mismo mundo, en este mismo instante.
No es una cuestión de
filosofía, análisis, argumentos ni metafísica, es más bien actuar desde el “No
sé”, nuestra verdadera mente libre de prejuicios, impurezas, y comparaciones, y
críticas. Tenemos que practicar atentos a la disciplina de los tres karmas:
acción de cuerpo, acción de la boca, y acción de la mente. Cuando nos sentamos
en la meditación, es muy buena acción: el cuerpo está en la postura perfecta,
libre de malas acciones. Al sentarse así, la mente se tranquiliza, y poco a
poco, se vuelve libre de pensamientos discriminativos, los que causan mala
karma y sufrimiento. Sentados en meditación, ya la boca está bajo nuestro
control, no estamos diciendo nada negativa ni criticona. Pero cuando nos
levantamos del cojín, es muy fácil criticar otros o decir algo que puede causar
dolor y herir a otros. Tenemos que disciplinar la boca y controlar nuestra
habla mientras que seguimos desarrollando la meditación y la sabiduría. Hay un
dicho chino que dice: “Una palabra una vez hablada, ni cuatro caballos fuertes
ya la pueden recuperar.” Antes de decir
algo, debemos considerar el resultado, si es o no es beneficioso para nosotros
y para otros. Si lo que vamos a decir puede herir o causar daño para nosotros o
para otros, es mejor abstenerse de decirlo. En el Dhammapada el Buda dijo, “Que
nadie busque las faltas de los demás, las cosas dejadas y deshechas por otros,
sino las propias obras hechas y deshechas de uno mismo.”
En cambio, cuando una
persona practica el amor benevolente y la compasión, piensa bien de los demás,
y sus palabras y acciones reflejan esta benevolencia. Toda acción y habla viene
de la mente y el pensamiento. Si la mente no piensa de una forma amable, es
difícil manifestar habla y acciones amables. Un budista intenta con toda su
fuerza estar atento a su pensamiento, vigilando sus pensamientos, puesto que
sabe que el pensamiento es la base de toda acción y habla. Por tanto, nos
sentamos en meditación para calmar la mente, disciplinando y purificándola.
Cuando la mente es pura, el satori, o sea, la Iluminación, no está lejos.
Incluso el maestro japonés Dogen en el siglo 12 dijo, “Zazen y satori son uno.”
Es decir, sentarse en meditación y la iluminación son lo mismo. Mientras que se
sienta, el cuerpo no comete maldad, y la boca no habla de cosas malas. La mente
es muy calma, quieta, pura y lúcida. Así que, la meditación es un período corto
de Iluminación, o por lo menos la condición ideal en la cual la Iluminación
puede manifestarse. Sin embargo, puesto que la meditación sentada es un período
bastante corto, la mente disciplinada conseguida por medio de la meditación
sentada debería llevarse a la vida cotidiana. Esta mente purificada debe
transformarse en la acción de cada día.
Así que el practicante
del Zen experimenta la perfección de cada día y aprecia la belleza de cada
estación. Si una persona se limita la mente con pensamientos discriminativos y negativos,
no puede apreciar la totalidad de la vida. Practicar el Zen no es sólo disfrutar
la vida durante los momentos placenteros, sino también durante las tragedias y dolores.
Normalmente estamos contentos cuando todo anda bien en la vida, pero cuando surgen
alguna pena o dificultad, sentimos angustia y descontento. De hecho, no hay
nada malo allí. No hay nunca éxito sin fracaso. No debemos preocuparnos tanto
de los fracasos. El éxito y el fracaso, la decepción y la satisfacción, todo
depende de la mente. ¿Por qué preocuparse tanto? ¿Por qué crear tanto drama y angustia?
Hay que tranquilizarse y estar contento. Todo viene y va, nada perdura, nada
debe molestarnos tanto.
Siempre hay altibajos
en la vida. Siempre hay momentos de éxito y momentos de fracaso. La vida es
así. Es una rueda que gira y gira. Un día estás en el cielo y otro día estás en
el infierno. De hecho, se aprende más espiritualmente del infierno que el
cielo, puesto que mientras que se está en el cielo, no hay ninguna razón contemplar
ni hacer ningún cambio en la vida. No obstante, mientras que se está en el
infierno, es tan desagradable, por fuerzas uno quiere hacer lo que sea para salir. Por lo tanto, aprendemos más de nuestros
fracasos que nuestros éxitos, puesto que los fracasos nos proveen valiosas
experiencias para la vida. En China, cuando representan una imagen de Bodhidharma,
el primer patriarca zen, muchas veces está acompañado con cuatro caracteres
chinos que significan, “Caer siete veces, levantarse ocho.” No se mide la
importancia de la vida por cuántos éxitos se ha habido, sino por cuántas crisis
se han resuelto.
La vida es un viaje largo desde Samsara a
Nirvana, desde la ignorancia hasta la Iluminación. Requiere mucha paciencia
para llevar a cabo el trabajo requerido para despertarse y luego salvar a todos
los seres del universo. Hay que simplemente ir derecho, trabajando en los
preceptos, la ética, meditando diario, sin desviarse en quejas, críticas,
dramas, ni obsesiones. Hay que practicar con mucha determinación, día tras día,
constante y diligente, para lograr la meta. Confucio dijo, “No desees resultados
rápidos, ni buscar avances pequeños. Si se busca resultados rápidos, no se
logrará la meta final. Si se deja llevar por avances pequeños, jamás se logrará
las cosas grandes.” Practicamos así con
mucho esfuerzo constante y continuo, haciendo lo mejor posible hoy mismo.
Aunque hay muchos obstáculos y dificultades, se puede superarlos uno por uno,
haciendo lo que se puede hoy, sin dejarlo para mañana. No permitir ni un día
pasar que no practiques. Hay que meditar, soltar los apegos, soltar las
preocupaciones, cuidar la boca y el cuerpo en su habla y acción. Seamos
generosos con nuestras sonrisas, apoyo, y amor benevolente a todo el mundo. Al
trabajar salvando a otros, nos salvamos a nosotros mismos, y así se convierte
samsara en nirvana.
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