LA VIDA AUTÉNTICA DEL ZEN
Charla Dharma
05/AGO/2018
Ven. Dr.
Hyoenjin Prajna
Cuando
tienes hambre, simplemente hablando acerca de la comida no te satisface. Hay que preparar comida verdadera para
satisfacer el deseo para comer. De igual forma, hablando acerca del Zen jamás
te va a satisfacer tu hambre para la auténtica experiencia zen. Así que, para
tener una auténtica experiencia Zen, hay que dejar atrás todas las palabras y
pasar directamente a la acción. Si no se vive el Zen, no se puede entender nada
acerca de él. Incluso si se estudia extensivamente la filosofía Zen, si no se
practica, no se puede entender mucho sobre el Zen. Comprensión intelectual es
conocimiento de segunda mano; no es la experiencia directa, la cual implica una
práctica diaria, una disciplina constante para toda la vida. No es simplemente
una cuestión de tomar un taller, leer unos libros, o debatirse en Facebook los
puntos más sutiles acerca de lo que se considera la iluminación. Hay que
sentarse día tras día, calmando la mente, ubicándose en este momento presente
antes del pensar, en nuestra verdadera esencia, para entender verdaderamente lo
que es el corazón del Zen.
El lenguaje es muy limitado, mientras
que la verdad o la realidad es ilimitada. Así que, la herramienta limitada del
lenguaje no puede expresar la verdad ilimitada de la realidad. Como Lau-tzu expresó
en el libro del Tao-te-Ching, “El Tao que se habla no es el Tao verdadero. El
nombre que se puede nombrar no es el verdadero nombre.” El Tao, la realidad en
sí, la verdad absoluta, jamás puede ser limitado a meras palabras o ideas. Por lo
tanto, las palabras de los textos, las palabras del maestro, e incluso las
palabras del Buda, son simplemente un dedo señalando a la luna, una sugerencia
de cómo encontrar la experiencia directa.
Mira el ejemplo de los 2 discípulos más
cercanos al Buda Shakyamuni, Venerable Mahakashyapa y Venerable Ananda. Ananda
era intelectualmente brillante con una memoria fotográfica, mientras
Mahakashyapa era más avanzado en la práctica de meditación. Durante la vida del
Buda, Ananda no pudo lograr la Iluminación puesto que su capacidad intelectual
le obstaculizaba continuamente. Sólo después del Paranirvana del Buda Ananda
pudo por fin lograr el despertar final. En cambio, Mahakashyapa fue nombrado el
sucesor del Buda por su comprensión profunda basada en la experiencia directa
mediante la meditación y la práctica ética diaria.
Otro ejemplo de la importancia dada a
la experiencia directa se ve con el sexto Patriarca Zen en China, Hui-Neng, el
que era un monje analfabeto que trabajaba en la cocina del monasterio
preparando la comida para los 500 monjes, además de limpiar y lavar los trastes.
Aunque otros monjes tenían mucho más conocimiento y aprendizaje intelectual, debido
a su práctica constante y auténtica, Hui-neng fue nombrado el sucesor del
quinto Patriarca Hung-Jen al jubilarse, demostrando su comprensión superior más
allá de las palabras y el lenguaje.
Puesto que el lenguaje y las palabras
intelectuales son simplemente herramientas indirectas, no son el corazón del
Zen. Zen se fundió sobre el momento histórico cuando Buda levantó una flor y
Mahakashyapa sonrió, demostrando otra vez su comprensión directa de la Verdad,
el Dharma del Buda. Luego, en el sexto siglo, Bodhidharma, el veintiocho
Patriarca, desarrolló el mismo mensaje al escribir:
Una
transmisión especial fuera de las escrituras;
No
depende de palabras o letras;
Un
señalar directo a la mente verdadera;
Revelando
la naturaleza y logrando la Budeidad.
Bodhidharma
enseñó que todos los escritos y textos de los maestros y Patriarcas son medios
hábiles. No se debe apegarse ni depender exclusivamente en ellos. La enseñanza
más importante del Zen es la experiencia directa, una epifanía continua, una
búsqueda interior revelando la naturaleza búdica y logrando la Budeidad en
nuestras vidas cotidianas.
Meditación sobre el cojín no es
suficiente. Hay que aplicarlo a la vida cotidiana con todas sus actividades.
Así que, jardinería es meditación. Leer, pintar, cocinar, llevar agua,
estudiar, trabajar, hacer el amor, defecarse, arreglar flores, bailar, todo es
meditación, la vida en sí. Durante todas estas actividades, practica disciplinando
la mente, controlando la mente, para que no se desvíe en ideas de codicia,
descontento, miedo, e ilusión. Sigue vigilándote así hasta que logres ser Uno con
cuerpo y mente, Uno con sujeto y objeto, Uno con uno mismo y el Universo.
Buda enseñó que para obtener la
perfecta iluminación hay que desarrollar la sabiduría y la compasión. Se
desarrolla la sabiduría por medio de los preceptos (sila), la ética aplicado al
mundo, y la meditación (samadhi) para calmar la mente y así destruir la
ignorancia y la ilusión. Se desarrolla la compasión para amar y ayudar a otros
por medio de los seis paramitas o perfecciones, las que consisten de
generosidad (dana), moralidad (sila), paciencia (ksanti), energía (virya), meditación
(dhyana), y sabiduría (prajna). Si se presta atención a estas seis
perfecciones, la vida va a mejorar, y se va a experimentar más felicidad, un
resultado de buen karma. Karma es acción. Hay una ley universal de la cual lo
que haces es lo que recibes. Si tus propósitos son buenos las consecuencias son
buenas, dándote más felicidad. Sin embargo, el maestro Seung Sahn nos advierte
que no se debe practicar simplemente para generar buen karma resultando en
felicidad:
“Debes entender
que buenas acciones no pueden cambiar tu karma. Buenas acciones pueden traer
algún tipo de felicidad, pero esta felicidad también es karma. La gente a veces
llama esto buen karma. Pero buen karma aún es karma, y karma es creado por
pensar. Todo lo que está creado por pensar siempre cambia. Así que buen karma
con el tiempo se agota y se vuelve mal karma. Si realmente quieres cambiar tu
karma, no hagas ni bueno ni malo. Eso es práctica correcta. ¿Cómo usas tu karma
para ayudar a todos los seres?”
~Maestro Zen Coreano Seung
Sahn
Así
que, si practicas para crear buen karma con el fin de ser feliz, es limitado y
relacionado todavía al ego. Cuando se practica, es simplemente para practicar.
Cuando se sienta en zazen, es simplemente sentarse por sentarse. Cualquier meta
que se propone limita los resultados a estados impermanentes. La felicidad
condicionada no dura para siempre. En cambio, si se basa en lo que no es
condicionada, la mente no sé, antes del pensar, entonces se despierta,
liberándose de cualquier estado mental o emocional. Eso es la Iluminación
final, libre de todo concepto o idea.
Vivir
el Zen es vivir una vida auténtica, una vida de ética, compasión, generosidad y
sabiduría, una vida de plenitud que regala energía, sonrisas, amor y
benevolencia a todo el mundo en todo momento, una vida comprometida al
servicio, ayudando a todo el universo a despertar y liberarse del sufrir. Por
eso, disciplina tu mente practicando la meditación tanto sobre el cojín como en
tu vida diaria. Una disciplina constante y diaria es el Zen auténtico.
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