KARMA Y CAUSALIDAD
Charla Dharma 21/JUL/2019
Venerable Dr. Hyoenjin Prajna
Según el maestro Chan Xu Yun (Shakya, 1996, pp. 18-23), hay cuatro
requerimientos para practicar el Zen: 1. Comprender la ley de la Causalidad; 2.
Aceptar las normas de disciplina; 3. Mantener una fe inquebrantable en la
existencia de la Naturaleza Búdica; y 4. Estar determinado a tener éxito en
cualquier método que escoja. Hoy vamos a considerar el primero, él de
comprender la ley de la Causalidad, el cual se explica simplemente como “el mal
produce mal y el bien produce bien”.
Recuerden que cuando hablamos sobre el bien y el mal, no estamos
hablando de algo inherentemente bueno o malo, sino más bien sobre las
consecuencias de nuestras intenciones. Cuando nuestras intenciones se basan en
las tres kleshas egóicas, de codicia, aversión, e ilusión, la consecuencia es
dukka, o sea, insatisfacción, descontento, y estrés. Por tanto, cuando nuestras
acciones causan insatisfacción a otros o nosotros mismos, se las consideran malas,
mientras las acciones que eliminan insatisfacción se las consideran
buenas.
En cuanto a la ley de Causalidad, los malos actos no nos benefician
nada. Aunque se pueden justificar ganancias momentáneas con malos actos, a
largo plazo, nos causan dolor, amargura, ansiedad, y remordimiento. No hay
verdaderas ganancias para las acciones que nacen de la codicia, la lujuria, la
ira, el orgullo, la pereza o la envidia. Los actos malos son obstáculo a
nuestro desarrollo espiritual. Si de verdad estamos buscando paz, realización
espiritual y liberación, tenemos que eliminar las intenciones basadas en
intenciones egóicas. Sin embargo, nuestras buenas intenciones todavía pueden
resultar en consecuencias malas si nuestro propósito esconde una esperanza
secreta de beneficio personal en el futuro.
Hubo una vez en
China un príncipe al que le gustaban mucho los pájaros. Siempre que encontraba
un pájaro herido, lo alimentaba y lo cuidaba hasta que recobraba la salud; y
entonces, cuando el pájaro había recobrado su fuerza, lo dejaba en libertad con
mucho regocijo.
Naturalmente, el
príncipe se hizo bastante famoso debido a su capacidad de sanador amoroso de
los pájaros heridos. Siempre que alguien se encontraba un pájaro herido, en
cualquier lugar del reino, rápidamente se le llevaba, y él expresaba su
gratitud a la persona considerada que se había ocupado de eso.
Pero entonces,
para tratar de conseguir el favor del príncipe, la gente comenzó a atrapar
pájaros y a lesionarlos deliberadamente para así poderlos llevar al
palacio. Fueron asesinados tantos
pájaros en el curso de la captura y su posterior mutilación, que el reino se
convirtió en un infierno para los pájaros.
Cuando el
príncipe vio el daño que estaba causando su bondad, decretó que nunca más se
ayudara a ningún pájaro herido.
Cuando la gente
vio que ya no obtenía beneficio por ayudar a los pájaros, dejaron de dañarlos.
Esta historia nos demuestra que, a veces, a pesar de que
creemos que estamos haciendo algo bueno, nos damos cuenta de que en realidad estamos
causando daño. Además, no hay final a la causa y efecto. Una causa produce un
efecto que a su vez se convierte en la causa de otro efecto. Cada acción basada
en ego es una causa produciendo un efecto. Es la Ley de la Causalidad. Tarde o
temprano, nuestros malos actos nos alcanzarán. Para prevenir el efecto, hay que
prevenir la causa. Debemos aprender a perdonar, a dejar pasar el daño y el
insulto, a no buscar la venganza, y a no albergar rencor. Tampoco debemos ser
vanidosos cuando realizamos actos caritativos y buenos. Debemos realizar buenos
actos en silencio y el anonimato. Se dice que “Un buen acto debería tener
una vida corta, y una vez muerta, debería ser rápidamente enterrado.” Y no
debemos intentar de resucitarlo, a menos que queremos crear un zombi que ronda
a la gente recordándola constantemente nuestro maravilloso servicio. Mejor
olvidar nuestro acto bueno al momento de haberlo realizado.
No hay escape de la ley de causa y efecto, incluso para los iluminados.
Hay una historia que se trata de la liberación de un salvaje espíritu-zorro por
el maestro zen Bai Zhang:
Parece ser que una noche, después
de que una reunión zen hubiera terminado y todos sus discípulos se hubieran
retirado, el Maestro Bai Zhang se dio cuenta de que un anciano permanecía fuera
de la Sala de Meditación. Bai Zhang se
acercó al hombre y le preguntó, "Dígame, señor, ¿a quién o qué está
buscando?" El anciano respondió,
"No, no 'señor'. No soy en absoluto un ser humano. Soy un zorro salvaje
que simplemente habita el cuerpo de un hombre."
Bai Zhang naturalmente se quedó
sorprendido y curioso. "¿Cómo adquiriste esta condición?",
preguntó.
El anciano hombre-zorro explicó,
"Hace quinientos años, era el monje prior de este monasterio. Un día, un
joven monje se acercó y me preguntó, '¿Cuando un hombre alcanza la iluminación,
sigue sujeto a la Ley de la Causalidad?' y atrevidamente le contesté, 'No, está
exento de la Ley.' Mi castigo por esta falsa y arrogante respuesta fue que mi
espíritu se cambió por el espíritu de un zorro salvaje, y por eso corrí a las
montañas. Como hombre-zorro no puedo morir, y mientras persista mi ignorancia
debo continuar viviendo en esta desdichada condición. Durante quinientos años
he estado paseando por el bosque en busca del conocimiento liberador. Maestro,
le suplico que se apiade de mí y me ilumine a la verdad."
El Maestro Bai Zhang le habló
amablemente al hombre-zorro. "Hazme la pregunta que el joven monje te
hizo, y obtendrás la respuesta correcta."
El hombre-zorro obedeció.
"Maestro, deseo preguntarle esto: ¿Cuándo un hombre alcanza la iluminación
está sujeto a la Ley de la Causalidad?"
Bai Zhang respondió, "Sí.
Nunca está exento de la Ley. Nunca podrá cerrar sus ojos a las posibilidades de
la causa y el efecto. Debe seguir atento a todas sus acciones pasadas y
futuras." De repente el anciano
hombre-zorro obtuvo la iluminación y quedó libre. Se postró ante el maestro y
le agradeció profusamente, "¡Al fin – dijo- estoy liberado!"
Entonces, cuando se estaba marchando, se volvió y le preguntó a Bai Zhang,
"Maestro, ya que soy un monje, ¿podría concederme amablemente los ritos
funerarios usuales para un monje? Vivo cerca, en una guarida en la montaña que
hay detrás del monasterio, ahora iré allí para morir." Bai Zhang aceptó, y al día siguiente fue a
la montaña y encontró la guarida. Pero en vez de encontrar allí un viejo monje,
Bai Zhang solo vio un bulto en el barroso suelo de la guarida. Tanteó el bulto
con su bastón y descubrió ¡un zorro muerto!
Bueno, ¡una promesa es una promesa!
El Maestro Bai Zhang condujo los ritos funerarios acostumbrados para un monje
sobre el cuerpo del zorro. Todo el mundo pensó que Bai Zhang estaba loco,
especialmente cuando condujo una solemne procesión funeral... con un ¡zorro
muerto en el féretro!
Esta
historia trata la ley de causa y efecto, o sea, karma. En la mitología China, el zorro representa lo
mismo en el Occidente de un gato negro, o quizás una bruja o un hechicero. Se
le considera la zorra como un animal astuto y engañoso y también un mal
presagio para la gente común. El punto de la historia es ya sea una persona
iluminada está sujeta a la ley de karma o no. Mucha gente cree que al
iluminarse, uno se libera del karma y la ley de causa y efecto. El maestro
Venerable Wonji Dharma (Wonji, 2015, p. 184-186) nos aclara que hay dos niveles
de karma: karma fijo y karma cambiable. Un ejemplo de karma fijo sería tu
nacionalidad, tu género, tu genética. A pesar de que te mudas a otro país y
estudias mucho sus costumbres, lenguaje y cultural, siempre hay aspectos de tu
percepción basados en tu genética, biología, y país de origen. En cambio,
quizás naciste en una familia pobre con pocos recursos. Esta condición se puede
modificar con educación, trabajo, y esfuerzo. Aunque culturas orientales como
la India y China consideran que al nacer en cierta casta determina el nivel
socioeconómico por el resto de tu vida. No obstante, el Buddha se dio cuenta
que restricciones como estas son hechas por el pensar de la mente
discriminativa, o sea, la mente condicionada del ego. Al despertarnos, nos
damos cuenta de que los dos tipos de karma, tanto el karma fijo y el karma
cambiable, son de hecho sólo uno. La Ley de Causa y Efecto opera fuera de
nuestra verdadera naturaleza. Así que, el cuerpo está sujeto a las
consecuencias de nuestro karma, ya sea fijo o cambiable. Se puede modificar
algunos aspectos de nuestro karma, mientras que hay otros imposibles cambiar. De
ese modo, se puede ver que incluso haber alcanzado la Budeidad no libra a uno
de la Ley de la Causalidad en cuanto al cuerpo físico y el reino de samsara. Aunque no hay escape de la enfermedad, la
vejez, y la muerte del cuerpo, causa y efecto operan fuera de nuestra verdadera
naturaleza. Es decir, podemos elegir la paz y el bienestar de nuestra budeidad
en medio de nuestra condición humana y kármica.
Bibliografía
Dharma,
Venerable Dr. Wonji. (2015). It’s All Good: The Chan Teachings of Wonji
Dharma. Buddha Dharma
University Press: Oneida, N.Y.
Shakya, Ming Zhen (Chuan Yuan) y
Cheung, Upasaka Richard de la notas y recuerdos del Maestro Jy Din Shakya. (1996). Las Enseñanzas del Maestro Hsu Yun: Nube
Vacía. Orden Hsu Yun del Budismo Chan/Zen.
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