LAS
ENSEÑANZAS DE BODHIDHARMA
Clase
6:
Ciegos
y Elefantes
Charla
Dharma 27/DIC/2020
Ven.
Dr. Hyoenjin Prajna
Espero
que todos se hayan disfrutado la Navidad. Normalmente es una temporada de mucha
fiesta y reuniones con familiares y amigos. Pero este año muchos de nosotros
nos hemos encontrado solos o desconectados de los festejos normales debido a
COVID. Sin embargo, esta ruptura de nuestra rutina navideña nos da tiempo a
pausar y contemplar. Hemos visto cada año cómo el verdadero mensaje de la
navidad, aquel de generosidad y amor, se ha transformado en codicia y
materialismo. Pero, no se desesperen. El mensaje de Navidad sigue vigente,
porque como dice Bodhidharma, “En realidad, no hay nada aquí.” Y esta nada siempre sigue pura y clara,
porque es en esencia la naturaleza original de Buda.
Un
Buda es una persona ociosa. Él o ella no corre detrás de la fortuna y la fama.
¿De qué sirven esas cosas al final? Las personas que no ven su naturaleza
original y piensan en leer sutras, invocar Budas, estudiar largo y tendido,
practicar mañana y noche, nunca acostarse o adquirir conocimiento es el Dharma,
blasfeman contra el Dharma.
Es
decir, las formas y medios hábiles de práctica no son la meta en sí. Si ponemos
un árbol de Navidad en nuestros salones con muchos regalos alrededor, no
significa que somos generosos ni bondadosos si no nos hemos dado cuenta de
nuestra verdadera naturaleza original. Vestirse bien, tener fiestas de lujo,
beber mucho y comer más no es el mensaje principal de la Navidad. Despertarse a
la luz de nuestra naturaleza original equivale al nacimiento del bebé Jesús en
Jerusalén. Igualmente, los budistas que simplemente practican la lectura de
textos, cantar mantras, y meditar toda la noche no están practicando bien si no
se despiertan a la Mente verdadera de su naturaleza original. Los verdaderos
practicantes de zen son perezosos puesto que esencialmente no hacen nada, o
sea, no buscan nada, no rechazan nada, y viven la plenitud de este momento
contentos y en paz. ¿No es esto entonces el verdadero mensaje de esta
temporada, vivir en paz con todo el mundo y darnos cuenta de la plenitud y
bendición que es nuestra vida?
Los budas del pasado y del futuro solo hablan de ver tu naturaleza original. Todas las prácticas son impermanentes. A menos que vean su naturaleza original, las personas que afirman haber realizado una liberación completa e insuperable están equivocadas. Entre los diez más grandes discípulos de Śakyamuni, Ānanda fue el más destacado en el aprendizaje. Sin embargo, no se dio cuenta de la mente del Buda. Todo lo que hizo fue estudiar y memorizar.
Ananda era uno de los discípulos más capacitados de Buda. Tenía una memoria fotográfica y estaba al lado de Buda durante todas sus charlas y sermones de Dharma. Después de la muerte de Buda, pudo recordar cada palabra que predicó Buda, confirmado por varios otros discípulos a su alrededor. Por eso tenemos los Sutras de hoy que contienen todas las enseñanzas y sabiduría de Buda. Sin embargo, por toda su habilidad mental, Ananda no pudo lograr la plena iluminación final debido a su apego a la palabra y el pensamiento racional. Una y otra vez en los Sutras se ve a Ananda perplejo y confuso en cuanto a las enseñanzas debido a sus argumentos racionales. Siempre Buda volvió a aclarar lo que era la enseñanza fundamental, que todos somos más que este cuerpo de carne y hueso, que somos algo que no puede nacer y por lo tanto no puede morir. Si te apegas a la letra de las enseñanzas, puedes lograr el nivel de arhat, pero eso todavía falta la plena realización de la mente de Buda.
Los
arhats no han realizado la mente del Buda. Todo lo que conocen son muchas
prácticas para la realización, y quedan atrapados por causa y efecto. Ese es el
karma de un ser mundano: no hay escape del samsara. Al hacer lo contrario de lo
que pretendía la vida, esas personas blasfeman contra Buda. Matarlos no estaría
mal. Los sutras dicen: "Dado que los icchantikas son incapaces de creer,
matarlos sería irreprochable, mientras que las personas que creen alcanzan el
estado de Budeidad".
Si te aferras a lo material, a las ideas y dogmas, a la envoltura del regalo, jamás encontrarás el verdadero regalo adentro, la naturaleza original. El mensaje de Navidad no tiene que ver con la cantidad de regalos que recibieras, sino más bien, la generosidad que busca el bienestar y la alegría de los demás al regalarles. Un “icchantika” aquí significa en sanscrito originalmente a un hedonista lleno de deseos y ansias o uno que no cree en el budismo ni en la iluminación, prefiriendo sólo los valores seglares y por ende no puede lograr la Iluminación ni la budeidad. También refiere a un farsante que finge ser un arhat o iluminado pero de hecho no es porque todavía no ha cortado todos sus deseos. (Icchantika, 2016, April 4; Kohn, 2010) Bodhidharma no tiene una buena opinión de estos hipócritas, comentando con hipérbole que su muerte sería aceptable, o sea, que son peores que perros sucios en la calle. Desde allí surge la pregunta, ¿tiene un perro naturaleza búdica? En los textos budistas surgió la misma pregunta sobre si los icchantikas ¿pueden lograr la iluminación y ser budas? Pero tal debate sobre perros e icchantikas se reserva para la contemplación de kong-ans con el maestro en dokusan.
A
menos que veas tu naturaleza original, no debes criticar la bondad de los
demás. No hay ninguna ventaja en engañarte a tí mismo. Lo bueno y lo malo son
distintos. La causa y el efecto son claros. El cielo y el infierno están ante
tus ojos. Sin embargo, los tontos no creen y caen directamente en un infierno
de oscuridad sin fin sin siquiera saberlo. Lo que les impide creer es su apego
al pensamiento. Son como los ciegos que no creen que exista la luz. Incluso si
se lo explicas, todavía no creen, porque son ciegos. ¿Cómo pueden distinguir la
luz?
Si
no crees que tienes naturaleza búdica, ¿cómo puedes iluminarte y lograr la
iluminación? Fe en buda significa fe en ti mismo, que tu naturaleza original es
aquí y ahora presente y que la única cosa obstaculizándote de realizarla es tu
falta de creer en ti mismo. Es decir, si crees que eres un despreciable
pecaminoso que merece vivir en el infierno, entonces el infierno es donde
vives. El cielo y el infierno son proyecciones de nuestras creencias, lentes a
través del que percibimos el mundo a nuestro alrededor. Si crees que el mundo
está lleno de maldad, corrupción y engaño, si te enfocas en los errores de los
demás, entonces esto se vuelve tu realidad. ¿No sería mejor entonces creer que
tú y los demás son todos budas y bodhisattvas en potencia, y que todos son
simplemente atrapados por sus creencias erróneas basadas en codicia, miedo e
ilusión? Tenemos que soltar nuestro apego a nuestras ideas, juicios y opiniones.
Si no, somos como los ciegos y el elefante, una parábola budista:
Los Ciegos y El Elefante
Se encontraba el Buda en el bosque de Jeta cuando llegaron muchos
ascetas de diferentes escuelas metafísicas y tendencias filosóficas. Algunos
sostenían que el mundo es eterno, y otros, que no lo es; unos que el mundo es
finito, y otros, infinito; unos que el cuerpo y el alma son lo mismo, y otros,
que son diferentes; unos, que el Buda tiene existencia tras la muerte, y otros,
que no. Y así cada uno sostenía sus puntos de vista y polemizaban sobre el
asunto.
Todo ello fue escuchado por un grupo de monjes del Buda, que relataron
luego el incidente al maestro y le pidieron aclaración. El Buda les pidió que
se sentaran tranquilamente a su lado, y habló así:
Monjes, esos disidentes son ciegos que no ven, que desconocen tanto la
verdad como la no verdad, tanto lo real como lo no real. Ignorantes, polemizan
y se irritan como me han relatado. Y les contó la siguiente historia:
"Había un maharajá que mandó reunir a todos los ciegos que había en
Sabathi y pidió que los pusieran ante un elefante y que contasen, al ir tocando
al elefante, qué les parecía. Unos dijeron, tras tocar la cabeza: "Un
elefante se parece a un cacharro"; los que tocaron la oreja, aseguraron:
"Se parece a un cesto de aventar"; los que tocaron el colmillo: "Es
como una reja de arado"; los que palparon el cuerpo: "Es un
granero". Y así, cada uno convencido de lo que declaraba, comenzaron a
debatirse entre ellos".
El Buda hizo una pausa y rompió el silencio para concluir:
Monjes, así son esos ascetas disidentes: ciegos, desconocedores de la
verdad, que, sin embargo, sostienen sus creencias. (Parábola, PUVC, Dic. 26,
2020)
Esta parábola demuestra
el peligro en apegarte a tus ideas: aunque puedes afirmar una parte de la
verdad que sujetas, pierdes la perspectiva más amplia.
Lo mismo ocurre
con los tontos que terminan entre los niveles inferiores de existencia o entre
los pobres y los indigentes. No pueden vivir y no pueden morir. Además, a pesar
de sus sufrimientos, si les preguntas, dicen que son tan felices como los
dioses. Todos los seres mundanos, incluso aquellos que se creen bien nacidos,
tampoco se dan cuenta. Debido a su apego al pensamiento, estos individuos no
pueden creer y no pueden liberarse.
Recuerdo una vez un incidente que me
ocurrió en un viaje al sur de la India. Estaba sentado en un taxi esperando el
semáforo cuando sentí alguien tocando mi hombre con su dedo a través de la
ventana del taxi. Cuando miré a mi lado, me di cuenta de que el dedo fue de
hecho el punto del tronco de un enorme elefante parado a nuestro lado. Un joven
sentado al cuello del elefante estaba señalándome subir con él para dar una
vuelta del pueblo. Sin pensar y con todo entusiasmo, salté del taxi para
aceptar la invitación. El gran elefante bajó su cabeza enorme y levantó su pata
delantera para que yo pudiera subir a su cuello y sentarme con el joven a su
espalda. Desde allí comenzamos una vuelta del pueblo montado al elefante. Toda
la gente salió de sus tiendas para saludarnos y yo volvía sus saludos con
gestos imperiales de mi mano acompañados con una sonrisa extática. Pude sentir
la piel cálida del elefante justo con pelos como dardos que picaban mis piernas
a través de mi ropa. Me sentía como un maharajá encima del mundo sobre su
elefante real. Aunque luego, cuando se terminó el paseo, no me dejaron bajar hasta
que pagara una suma enorme por la experiencia. No me importaba tanto, porque
jamás hubiera tenido tal experiencia igual el resto de mi vida. Si me hubiera
apegado a mi juicio normal, nunca me habría permitido subir tal elefante.
Tampoco habría pagado tal precio por la experiencia. No obstante, algo en mi
dijo que ¡sí! y me permití tener una experiencia cumbre de mi vida.
Las personas que
ven que su mente es el Buda no necesitan afeitarse la cabeza, los practicantes
laicos también son Budas. A menos que vean su naturaleza original, las personas
que se afeitan la cabeza son simplemente fanáticos.
En la India tienen un templo donde la
gente ofrece su cabello al dios Vishnu como una ofrenda y sacrificio del ego,
puesto que el cabello representa un aspecto de vanidad egoica de la
personalidad. Mis compañeros rechazaron la posibilidad de rasurar sus cabezas,
a pesar de que la recompensa sería mérito y bendición divina para el practicante
y todos sus amigos y familiares. Dado que había viajado medio mundo para llegar
a este lugar, pensé que no pudiera perder la oportunidad experimentar algo similar.
Cuando entramos al templo, había a un lado montones de monedas pasando por máquinas de conteo y al otro lado montones de cabellos amontonados consecuencia de los miles y miles de practicantes que habían hecho su ofrenda al dios. Me llevaron a un salón grande con tablas extendidas sobre el piso donde los practicantes se sentaban mientras los cortadores sacaron enormes navajas afiladas para raspar las cabezas. Se siente que estás al punto de perder tu cabeza, no sólo tu cabello, al sentarte allí esperando tu turno. Dado que la higiene era menos que se esperaba, estaba seguro de que iba a morir por infección o pérdida de sangre. En estos días llevaba pelo largo y una barba también. Los peluqueros no tardaron más que 5 minutos en afeitarme toda la cabeza y cara, dejándome liso y suave como un bebé recién nacido.
Cuando me levanté de la tabla para hacer una inclinación a mis compañeros, experimenté la sensación más agradable que puedes imaginar. Fue como si hubiera saltado de un gran precipicio y estaba volando por encima de todo el mundo. La sensación fue tan fuerte, que no pude orientarme por varias horas donde estaba y a donde quería ir. Mis compañeros tuvieron que sujetarme los brazos y llevarme al hotel para descansar y bajar de los efectos de la experiencia. Fue una experiencia muy agradable, quizás demasiado agradable para sostener, algo parecido al orgasmo.
Sin embargo, dado
que los practicantes laicos casados no abandonan el sexo, ¿cómo pueden
convertirse en Budas? Solo hablo de ver tu naturaleza original. No hablo de
sexo simplemente porque no ves tu naturaleza original. Una vez que veas tu
naturaleza original, tener relaciones sexuales no tiene nada que ver con el
despertar. Termina junto con tu deleite. Incluso si algunos hábitos permanecen,
no pueden dañarte, porque tu naturaleza original es esencialmente pura. A pesar
de vivir en un cuerpo material de cuatro elementos, tu naturaleza original es
básicamente pura. No se puede corromper.
Hay escuelas tántricas
que combinan estímulo sexual con espiritualidad. El problema es que los estados
mentales adquiridos no perduran. Es como cualquier otro estímulo adquirido por
drogas o sustancias químicas: son sensaciones muy divertidas, pero después de
la experiencia, no cambian sustancialmente la consciencia del individuo. Se
busca más y más el estímulo, pero la promesa de transformación es limitada. En
este sentido, es un farsante falso que puede obstaculizar el progreso
espiritual de la persona en vez de liberarla.
Tu cuerpo real es
básicamente puro, no se puede corromper. Tu cuerpo real no tiene sensación, ni
hambre ni sed, ni calor ni frío, ni enfermedad, ni amor ni apego, ni placer ni
dolor, ni bueno ni malo, ni corto ni largo, ni debilidad ni fuerza. De hecho,
aquí no hay nada. Es sólo porque te aferras a este cuerpo material que aparecen
cosas como el hambre y la sed, el calor y el frío, la enfermedad. Una vez que
dejes de aferrarte y dejes que las cosas sean, serás libre, incluso de nacimiento
y muerte. Transformarás todo. Poseerás una consciencia Espiritual que no puede
ser obstruida y estarás en paz dondequiera que estés. Si lo dudas, nunca verás
a través de nada. Es mejor que no hagas nada.
Es decir, si buscas realización y liberación a través de cosas impermanentes, cosas exteriores, es un callejón sin salida. Bodhidharma está instándonos encontrar nuestra verdadera mente que no depende en nada, no busca nada más, y no termina jamás. Cuando encuentras tu verdadera naturaleza, tu perspectiva de la vida cambia junto con tu relación con otros. Eres menos reactivo y agresivo y más tolerante y paciente. La gente te busca y quiere estar a tu lado porque radias luz y tranquilidad. Es como un bebé dormido en los brazos de su mamá mientras que le mece con canciones de cuna. No lo dudes, porque la duda es tu gran obstáculo. Mejor soltar todo y no hacer absolutamente nada. En esta nada te encuentras tu naturaleza original.
Una vez que
actúas, no puedes evitar el ciclo de nacimiento y muerte. Sin embargo, una vez
que ves tu naturaleza original, eres un Buda, incluso si trabajas como
carnicero.
Sin embargo, los
carniceros crean karma al sacrificar animales. ¿Cómo pueden ser Budas?
Solo hablo de ver
tu naturaleza original. No hablo de crear karma. Independientemente de lo que
hagamos, nuestro karma no nos domina. A través de interminables kalpas sin
comienzo, es solo porque las personas no ven su naturaleza original que
terminan en un infierno viviente. Si una persona se apega a su karma, sigue
atravesando el samsara. Sin embargo, una vez que una persona se da cuenta de su
naturaleza original, deja de crear karma. Si no ven su naturaleza original, la
invocación de los Budas no los liberará de su apego al karma, sin importar si
esa persona es siquiera un carnicero. Sin embargo, una vez que él o ella ve su
naturaleza original, todas las dudas se desvanecen. Incluso el karma de un
carnicero no tiene ningún efecto sobre esa persona. En la India, los
veintisiete ancestros solo transmitieron la huella de la mente.
El punto no es que no
pueden comer carne o tener sexo, sino más bien, soltar su apego a estas
sensaciones como una adicción. No pueden ser la base de sus vidas. No estamos
aquí simplemente ir de una sensación agradable a otra, mientras que el resto
del tiempo estamos insatisfechos y descontentos con la vida. Primero tienes que
creer que tu verdadera naturaleza ya es presente en este momento, y luego, ver
lo que no tiene comienzo ni fin, esta atención que no viene ni va. No hay un yo
generando esta atención. Es la atención en sí la que es la mente universal, la
Mente búdica. Al realizar esta Mente original, eres libre de karma y
sufrimiento para siempre.
Bibliografía
Dharma, Wonji (Traductor). (2010). The Bodhidharma Lectures.
Buddha Dharma University Press: Oneida, N.Y.
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Kohn, Michael H. (2010). A Concise Dictionary of
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Parábola Budista: Los ciegos y el elefante. PUCV. Retrieved 05:13, December
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Pine, Red (Traductor). (1987). The Zen Teaching of Bodhidharma. North Point Press: N.Y.