Durante nueve años se sentó a meditar frente a la pared, practicando pi-kuan, o "contemplación de la pared". Nunca habló con nadie; él sólo se sentó. Entonces, un día un monje chino llamado Shen-Kuang (Hui-Ke) se acercó a él y le pidió instrucción. Bodhidharma permaneció en silencio. El monje le preguntó, una segunda y una tercera vez. Bodhidharma permaneció en silencio. Una y otra vez el monje rogó que se le enseñara, pero aun así el Maestro no se movió. Finalmente, al ver la sinceridad del monje, se dio cuenta de que aquí había un hombre capaz de recibir el Dharma. Se volvió hacia él y le dijo. "¿Qué quieres de mí? Kuan respondió: "Durante mucho tiempo he intentado mantener mi mente tranquila y pura practicando la meditación. Pero cuando medito, me molestan muchos pensamientos y no puedo mantener mi mente en calma. ¿Por favor, dime cómo puedo pacificar mi mente?"
Bodhidharma sonrió y respondió: "Tráeme esa mente y te ayudaré a pacificarla." Kuang se detuvo, buscó dentro de su mente, y después de un momento dijo: "Estoy buscando mi mente, pero no puedo encontrarla". "Allí," declaró Bodhidharma, "¡ya la he pacificado!". Con estas palabras, la mente loca de Kuang se detuvo de repente. Se levantó un velo. Fue iluminado. Cuando tomó la mente como real, entonces la mente errante lo perturbó en su meditación. Pero ahora que no podía encontrar esa mente errante, se dio cuenta de que la mente es no-mente, que nada puede ser perturbado. Y desde esa no-mente se dio cuenta de la Mente Única. Desde ese momento en adelante, She-Kuang se convirtió en discípulo de Bodhidharma y recibió el nombre budista Hui-Ke. Después del fallecimiento de Bodhidharma, Hui-Ke heredó la túnica y el cuenco y se convirtió en el Segundo Patriarca del Budismo Zen Chino.
La totalidad de la filosofía Zen se encuentra en el mensaje especial que Bodhidharma trajo de la India a China. Las dos primeras líneas son: "Una transmisión especial fuera de las escrituras; No dependa de las palabras y letras." Estas líneas señalan la diferencia entre el Budismo Zen y las otras escuelas del Budismo, así como entre el Zen y otras religiones. Todas las demás religiones y escuelas budistas atribuyen su enseñanza a escrituras particulares que se consideran como la autoridad suprema y verdadera. De generación en generación, estas escrituras son leídas, estudiadas y cantadas. En el Budismo Zen, sin embargo, no existen tales escrituras. Las palabras y letras especiales no cuentan para nada. ¿Por qué? Porque entender el Zen no es una cuestión de aprendizaje de libros, sino de experiencia personal.
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